Menú

lunes, 18 de enero de 2021

Entradas en azul. Edward Gorey. Los pequeños macabros y otras debilidades

 

Título: Los pequeños macabros

Autor e ilustrador: Edward Gorey

Traductor: Marcial Souto

Editorial: Libros del zorro rojo

Año: 2010. Original: 1963

Páginas: 64

Encuadernación y formato: 15 x 13 cm. Tapa dura.

Idioma: castellano.

 

Reseña:

En este caso, pese al encabezamiento, la entrada de hoy está dedicada a la figura de Edward St. John Gorey (1925-2000) con una serie de títulos que Libros del zorro rojo se encargó de reeditar para nuestro placer. En esta entrada repasaremos cinco de estos títulos y, seguramente, en futuras entradas retomaremos su figura gracias al libro publicado este año por la editorial Impedimenta cuyo título define perfectamente en los terrenos por los que nos adentraremos: ¡Qué absurdo!La curiosa vida de Edward Gorey. La traducción de “qué absurdo” se corresponde con la traducción de “nonsense” y, obviamente nos recuerda la obra de Edward Lear de 1846, aunque sus textos no estén relacionados tanto por la construcción poéticas de Limericks (que también aparecerán esta semana), pero sí que conectan con la temática de esta semana como es el uso de la rima y el verso.

El título escogido para esta entrada es Los pequeños macabros (1963) un libro de pequeño formato y cuyas ilustraciones se basan en el uso de la pluma con el dominio del blanco y negro que se disponen a la derecha en la doble página para que el texto se aloje en la parte izquierda y, principalmente, empleando dos versos rimados. Economía en el texto y recursos en la imagen para adentrarnos en un universo en el que el extrañamiento y surrealismo forman parte de su construcción humorística como subversión de los cuentos morales (cautionary tales) de la tradición oral, aquellos que Hoffmann también desmontaba con su Pedro melenas o la parodia de Roald Dahl en sus Cuentos en verso para niños perversos (Revolting rhymes) o Los cuentos para niños no tan buenos de Jacques Prevert (también editados por Libros del zorro rojo). 

En el título escogido tenemos un abecedario de desdichas de la A a la Z de nombres de niños y niñas que se encuentran en situaciones oscuras y que lleva ese sinsentido al humor más oscuro. Ese el juego que propone, porque en el fondo el ser humano no deja de soltar una pequeña carcajada cuando alguien se cae dado que, al fin y al cabo, la mejor forma de desmontar ficcionalmente una imagen aséptica de la infancia es recordar la nuestra.

En Los pequeños macabros tenemos los lectores tenemos una tarea que ejemplifica muy bien la complementariedad de imagen y texto, esa que nos recuerda que el lector debe completar lo que dice el texto con la imagen en muchas de ellas para completar la fatalidad que le sucederá al personaje que presenta el texto: sabemos lo que le pasará a Yorick, Quentin, Ernest, Olive, Titus o Víctor de los que tenemos la secuencia previa a la fatalidad. Otras, como la de Kate, directamente redundan en lo que ha pasado. Con la textura de la tinta recreando con precisión el entorno en el que discurre dicha fatalidad que cuenta con diferentes grados, pero que por la portada y contraportada nos aclara el destino de sus protagonistas. Otros títulos igualmente recomendables de la misma editorial son los de Nikolaus Heidelbach: ¿Qué hacen los niños? y ¿Qué hacen las niñas?

Petermann (2018) también relaciona este título con la obra de Hilaire Belloc Cautionary Tales for Children: Designed for the Admonition of Children between the ages of eight and fourteen years de 1907, que se puede consultar en el enlace como obra de dominio público y como historias tradicionales como el Pedro y el Lobo se transforman en Matilda la niña que mentía y acabó convertida en cenizas. Los personajes, principalmente inexpresivos, desmitifican el dramatismo y se convierten en un oscuro placer en su lectura.

Edward Gorey. El zoo absoluto. Libros del zorro rojo

Otro de sus títulos que toma el alfabeto (volvemos a la conexión con Lear) como referencia es El Zoo Absoluto (original de 1967 y reedición de 2011). En esta ocasión, para la construcción de personajes estrambóticos y sombríos con los que somos cómplices de la carcajada, ya sea por las características que describe el texto del personaje como por su nombre imposible y sinsentido (el Epitwee, el Fidknop, el Kwongdzu o el Quingawaga) que podrían ser muchos de los animales que se pueden construir en los Animalarios del Profesor Revillod de Javier Sáez Castán. En este caso, tenemos un variado conjunto de animales, cuyas cualidades y habilidades nos muestra desde divertidos bailarines, adictos a la tónica, frustrados por no viajar y propensos al descalabro. Un bestiario que parodia a los libros de conceptos relacionados con los animales y nos ofrece carcajadas cómplices por esos sarcásticos atributos, aunque en el caso del Zote no sabremos mucho más. Rimas hilarantes, al igual que sus personajes.

Edward Gorey. El jardín maléfico. Libros del zorro rojo

Con El jardín maléfico (original de 1965, reeditado en 2011) y el célebre El huésped dudoso (original de 1957, 2011) nos acercamos a otro objeto de parodia en la obra de Edward Gorey como es la ambientación de una Inglaterra, según Salisbury (2015), “seudovictoriana-seudoeduardiana” (p.115). A mí, también me recuerda a la parodia de Buñuel de las clases acomodadas y, aunque posterior a estos títulos, me parece adecuado emplear el título de una de sus películas emblemáticas: El discreto encanto de la burguesía.

Así El jardín maléfico, desde su apertura con el prólogo paródico sobre la traducción de la Sra. R.D., nos narra el paseo de una familia que se adentra en el jardín, feliz por no pagar entrada. Felizmente, este escenario se convierte en un paraíso de risas macabras para el lector, especialmente, cuando se observan las situaciones en las que se ven envueltos sus personajes (como al tío Franz). De nuevo, se aplica el desconcierto y el suspense en situaciones en las que se desconoce lo que ha sucedido (¿qué le habrá pasado a Isabelle?).

En la parte final del libro, nos deleitamos con dos ilustraciones que suponen el negativo ilustrado de la historia al volverse todo de color negro y dejando el blanco para aportarle el detallismo de la naturaleza en los trazos de la pluma. Los personajes, en la mayoría de las páginas no muestran sus expresiones faciales, suprimiendo la boca para potenciar el sentido del humor y que tan solo vemos con claridad en dos momentos: el inicio, con sonrisas y deleite, y el final. Sí, ese que seguramente ya imaginarás.

Edward Gorey. El huésped dudoso. Libros del zorro rojo

Con El huésped dudoso, recreamos ese espacio de la nobleza y con las maravillosas ilustraciones de Edward Gorey, que se liberan del recuadro de la viñeta, para narrarnos una historia hilarante de un huésped que aparece en la mansión de una familia en medio de una noche de invierno, ataviado con una bufanda y unas zapatillas deportivas. También cambiamos el formato del álbum (pasamos del 15 x 13 al 18 x 11 cm.) y la historia nos relata las disparatadas costumbres de ese huésped que es acogido sin mayor explicación y con divertidas escenas cotidianas de incomprensión y hieratismo ante las miradas atónitas de sus anfitriones. Exquisito, tierno y delirante con otro final que no pretende resolver más que el paso del tiempo.

Edward Gorey. El Wuggly Ump. Libros del zorro rojo

Finalmente, El Wuggly Ump nos conecta con la temática de las entradas posteriores con la musicalidad, el ritmo y el verso. Bien, a la manera de Gorey. En esta ocasión, introduce el color (amarillo, azul y gris) para narrarnos una, aparentemente, cantinela de juego en la que se describe un monstruo de aterradores atributos (“Tiroliro, tirolera, el Wuggly Ump vive fuera”), sus gustos e intenciones, como un monstruo típico del imaginario de las leyendas populares  y nos narran en sus versos el camino que sigue el Wuggly Ump (jugando libremente con la sonoridad de las interjecciones onomatopéyicas sinsentido: “caralimpia, carapuerca/ patapún, pataplimas,…”). En esta ocasión si hay un final para la historia de esos tres niños que, precisamente, no es abierto.

Para finalizar la entrada os dejo un vídeo sobre la exposición que se realizó en su casa, convertida en Museo de su figura, titulada Gorey’s World:



Fran Martínez

Twitter

 

 

Web Edward Gorey:

https://edwardgoreyhouse.org/

Web de la editorial:

Los pequeños macabros

https://librosdelzorrorojo.com/catalogo/los-pequenos-macabros/

El jardín maléfico

https://librosdelzorrorojo.com/catalogo/el-jardin-malefico/

El zoo absoluto

https://librosdelzorrorojo.com/catalogo/el-zoo-absoluto/

El huésped dudoso

https://librosdelzorrorojo.com/catalogo/el-huesped-dudoso/

Booktrailer de Los pequeños macabros. Libros del zorro rojo


Referencias

Petermann, E. (2019). The Child ’ s Death as Punishment or Nonsense ? Edward Gorey’ s “ The Gashlycrumb Tinies ” ( 1963 ) and the Cautionary Verse Tradition56(4), 22–30.

Salisbury, M. (2015). 100 joyas de la literatura infantil ilustrada. Blume

 



No hay comentarios:

Publicar un comentario