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jueves, 25 de marzo de 2021

Entradas en azul. Chris Van Allsburg. El jardín de Abdul Gasazi.

 

Título: El jardín de Abdul Gasazi

Autor e ilustrador: Chris van Allsburg

Traductor: Agustín Cadena

Editorial: Fondo de Cultura Económica

Año: 2017. Original: 1979

Páginas: 40

Encuadernación y formato: 25 x 30 cm. Tapa dura.

Idioma: castellano

Reseña:

El norteamericano Chris Van Allsburg (1949) es uno de los grandes autores e ilustradores de LIJ con una trayectoria llena de distinciones como las dos medallas Caldecott por El expreso polar (1985) y Jumanji (1981), clásicos en cualquier colección y biblioteca especializada desde su aparición, además de convertirse en libros que han inspirado adaptaciones cinematográficas, un ámbito en el que el autor amplía con Zathura: una aventura fuera de este mundo. Ese subtítulo (fuera de este mundo) nos revela la temática de sus libros con el extrañamiento entre realidad e imaginación que se impone en sus obras con los maravillosos El higo más dulce (1993), La escoba de la bruja (1992), El naufragio del Zefiro (2006), el sueño entre monumentos de Ben’s Dream (1982), la metaficcionalidad de Mal día en Río Seco (1995) y el sentido del humor surrealista de Los misterios del Señor Burdick (1984) que, en definitiva, enmarcan una obra en la que el lector se expone a un mundo que se altera y nos conduce al otro lado.

Sus ilustraciones detallistas, los enfoques y puntos de vista que propone al lector una mirada atenta a los detalles, sus perspectivas, sus personajes inmersos en la ruptura de lo convencional y, como en este título que fue su debut en 1979, le interpela desde historias repletas de misterio e incertidumbres. Un espacio en el que la fantasía e imaginación del lector decide cuál es el desenlace y cuya fascinación por la historia le invita a completar su sentido. Maravillas ilustradas que se iniciaron con este juego que nos invita a pensar en Carroll y Alicia en muchos detalles, especialmente cuando vemos fumando al misterioso Gasazi y humeando esos círculos, y la entrada al jardín con la perspectiva de entrada a un mundo fantástico desde la perspectiva que también nos recuerda a la entrada de los protagonistas de Anthony Browne en El túnel o el detallismo en los motivos que decoran los elementos del mobiliario y la información en el sueño de su protagonista Alan Mitz, con el cuadro señalándonos el puente por el que posteriormente a su siesta recorrerá paseando a Fritz, el perro de la señorita Hester que debe cuidar mientras se ausenta. Momento en el que: “Alan dejó que Fritz lo guiara para cruzar al otro lado”.

Ese lugar al que se encamina es el jardín del mago jubilado Abdul Gasazi, un lugar con sus reglas propias en el que los perros tienen absolutamente prohibida su entrada: advertencia que Fritz se salta para escaparse. En esa ilustración disfrutamos de la perspectiva de entrada a ese lugar único, con las esculturas señalando la entrada. Alan en su persecución de Fritz, pierde su rastro y se adentra en el laberinto que le conduce hasta la imponente mansión del mago Gasazi, El grande. La respuesta del mago sobre el paradero de Fritz es más desconcertante: a los perros que cruzan el jardín, los convierte en patos. Conjuro que solo el tiempo puede deshacer.

Con esta premisa, tal vez una broma de Gasazi o un verdadero conjuro, nos preguntamos qué pasará con Alan que ha perdido a Fritz y, además, deberá explicarle a la señora Hester toda esta aventura. Preocupaciones que se resuelven en la llegada a la casa y cuyo final propone al lector si todo lo que ha sucedido ha sido fruto de un encantamiento o si, tal vez, la magia es la que ha obrado en este conflicto. Casualidad o azar en un relato que se disfruta de principio a fin. La noche visita el porche y bajo ese cielo nos quedamos buscando respuestas.

Esta es la respuesta del autor en la entrevista transcita en Reading Rockets en 2004:

“It started with Gasazi, because I got letters from kids. Gasazi has an ambiguous ending, which was: Was the boy fooled by the magician, or had the boy witnessed real magic? And kids would write me letters. They'd want to know what happened. Did he really turn the dog into a duck?

I'd write them letters, and say, "Well, thanks for writing, but I can't tell you. What do you think?" I didn't expect them to write me another letter and tell me, but I didn't want to give them the impression that I knew something and I was withholding it. I wanted them to think that what existed on the page was a living thing, and that it just was; it is. And if it has a solution, it's for them to provide.”

Reading Rockets (enlace)

Podéis disfrutar de la entrevista entera en video:




Pero, más importante, disfrutad de los libros de Chris Van Allsburg.

 

 

Fran Martínez

Twitter

 

Web de la editorial:

https://www.fcede.es/site/es/libros/detalles.aspx?id_libro=19824

Web de Chris van Allsburg

https://www.hmhbooks.com/chrisvanallsburg/




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