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lunes, 6 de septiembre de 2021

Entradas en azul. David Wiesner. Flotante. Océano Travesía

 

Título: Flotante

Autor e ilustrador: David Wiesner

Editorial: Océano Travesía

Año: 2007

Páginas: 40

Encuadernación y formato: 28,5 x 22,6 cm. Tapa dura.

Idioma: castellano. Álbum casi sin palabras

Reseña:

Esta vuelta a la actividad parece dominada por álbumes sin palabras y, como apunté en una de las entradas de la semana pasada, es curioso que se definan por el elemento del que carece y no por los atributos que ofrece. Esta reflexión sabía que la había leído en más de una ocasión en referencias relacionadas con este tipo de álbumes y, releyendo para esta entrada, puedo citar a Serafini (2014) como uno de los que emplearon este tipo de razonamiento. Dentro de la didáctica de la lengua y la literatura hay un campo de estudio que se ha abordado a lo largo de las últimas décadas sobre este tipo de libros-álbum y en ese mismo artículo de Serafini (2014) encontramos algunas de las posibilidades que el autor señala a través de los “wordless picturebooks”: dar voz a la narrativa visual a partir de la secuencia dispuesta, interpretar los estados emocionales de sus personajes (aquí Serafini también conecta con algunos estudios sobre áreas cognitivas como los de Nikolajeva y Kümmerling-Meibauer), la aceptación de la ambigüedad por parte del lector (es decir, el papel del lector activo), el reconocimiento que hay diferentes formas de exploración visual en el libro-álbum (aquí se puede conectar desde la sintaxis de la imagen de Dondis, estudios de semiótica o la creciente bibliografía sobre alfabetización multimodal) y elaborar hipótesis (inferir y construir significados más cercano a propuestas dialógicas) sobre la narrativa que describe la secuencia de imágenes.

Esos aspectos también han sido señalados por otros investigadores como Arizpe (2013) y que también desarrollaron mediante este Flotante una práctica transcultural que derivó en publicaciones previas como la de Arizpe y McAdam (2011) y el manual sobre estos viajes visuales en diferentes contextos en Arizpe, Colomer y Martínez-Roldán (2014) a partir, especialmente, de Emigrantes de Shaun Tan y que conectaba con aquella propuesta de literatura que acoge de Colomer y Fittipaldi (2012) en la que también se incluía esta obra de David Wiesner. También ha cambiado la perspectiva desde aquel artículo de Groff (1978) que no consideraba estos álbumes sin palabras como recursos apropiados en el aula, pasando por otro artículo seminal como el de Knudsen-Lindauer (1988) en el que señalaba como una de sus grandes cualidades: “one of the most important roles of wordless books lies in promoting and refining expressive language skills through creative expression. Wordless books lend themselves very nicely to a creative approach to storytelling on the part of children” (p.137). Es decir, la elicitación narrativa que permite conectar a estos libros con prácticas esenciales en diferentes ámbitos de la Didáctica de la(s) Lengua(s) y Literatura que no quiero extenderme demasiado en esta introducción y pasar a la obra.

David Wiesner es uno de los autores con un mayor reconocimiento internacional en su obra y cuyos álbumes sin palabras han conseguido distinciones como las tres medallas Caldecott para Martes, Los tres cerditos y este Flotante con el que cierra la trilogía de reconocimientos. En su obra hay elementos recurrentes, además de su interés por ampliar la visión del mundo de la infancia hacia territorios repletos de fantasía, que podemos rastrear en diferentes álbumes (algunos ya se apuntaban en la reseña de Sector 7, en el que aparecía como referencia un artículo de una de las especialistas en álbumes sin palabras como Emma Bosch): encontramos en la portada un cerdo entre una gran disposición y muestrario de instrumental y elementos que nos indican la cartografía del viaje que encontraremos posteriormente en sus páginas (una pequeña colección de objetos y tesoros fuera del tiempo). Una secuencia que está construida con gran precisión desde la continuidad entre cubierta y contracubierta, la arena de las guardas que conectan con un momento previo en el que vemos al protagonista descubriendo algo en la orilla. El cerdo (referencia a Los tres cerditos [2002], pero que también eran un elemento recurrente en Free Fall [1988] y el final de Martes [1991]), el protagonista rubio que también aparece en Hurricane (1990) y Free Fall, la aparición de esos grandes pulpos en formas de cúmulos en Sector 7 (1999) y una imagen introductoria previa a la portada del libro que nos coloca en el espacio narrativo.

A partir de ese momento, como lectores (de imágenes y construyendo significados) nos adentramos en los mecanismos de David Wiesner para que la lectura sea inmersiva: el uso de técnicas cinematográficas en la elección del enfoque y plano, el color para delimitar el “framing” narrativo y la secuenciación en viñetas para dinamizar el tiempo en el que transcurren las acciones. En primer lugar, vemos el ojo desenfocado en ese cangrejo inicial que nos indica la posición del lector con lo que en el análisis multimodal se identifica como “demand”: el protagonista nos invita que sigamos su mirada a cada uno de los detalles que encuentra en la orilla. La doble página posterior nos muestra el resto de instrumental y de dónde proviene el efecto desenfocado: el uso de la lupa (también vemos el microscopio, los prismáticos y un curioso cofre). El uso de las viñetas es otra de las características empleadas en otros álbumes de Wiesner, como en Martes, Sector 7 o su juego metaficcional en Los tres Cerditos. Esto también conduce a que en otros estudios se señalen la hibridación con el lenguaje del cómic (Postema, 2014) o el análisis multimodal del foco que propone cada uno de estos paneles en la narración (Pantaleo, 2019). Curiosamente Sylva Pantaleo aprovecha estas cualidades de los álbumes “posmodernos” (en referencia al libro clásico que editó con Lawrence R. Sipe en 2008) en diferentes propuestas didácticas en el aula para la apreciación de todos estos elementos visuales (Pantaleo, 2016, 2017). Estas viñetas iniciales siempre se reflejan en un fondo blanco, intercalándose con dobles páginas e inserciones dentro de la ilustración para trasladarnos directamente a su visión (como en la página en el que la viñeta se incrusta con el protagonista mirando la cámara subacuática Melville, quizás un homenaje al autor de Moby Dick).

Aquí, nos encontramos ante una segunda parte en la que el conflicto nos sitúa como investigadores del enigma que esconde ese carrete de la cámara, nos acompaña en la inquietud por el revelado fotográfico y, finalmente, volvemos al ojo descubriendo su contenido. En ese momento, el código de la página se cambia al negro cuando nos muestra las fotografías con esos universos peculiares, cómicos y surrealistas en el que también establece esas conexiones iconográficas con su obra anterior en una suerte de peculiar Atlantis. Esa sorpresa inicial, da lugar a una nueva vuelta de tuerca narrativa: la lectura a través del zoom del microscopio del misterio que encierra la cámara: una práctica que se convierte en aquella idea del mensaje en la botella, pero esta vez con una cámara fotográfica como elemento que transporta al lector por las otras personas que encontraron la cámara y la dinámica que descifraron: cada zoom nos mete en la foto dentro de la foto (aquello de Jörg Müller del libro en el libro en el libro…) hasta llegar al blanco y negro de un niño en la costa que inició este juego (un mensaje a través del tiempo y el territorio) pasando por diez manos diferentes y, ahora, resuelto el misterio el protagonista sabe qué hacer.

Mirar cada página, cada viñeta, el lujo de detalles, pasar la página y sorprendernos, descifrar un misterio dentro de otro misterio y otras tantas capas encerradas en un álbum que nos deleita por el detallismo de cada ilustración, un viaje (con un pequeño homenaje a La gran ola de Kanagawa incluido) que promete ser circular. Arena y cierre. En la contracubierta los peces nadan en la dirección que nos devuelve a la portada y al ojo del pescado que nos muestra la cámara misteriosa. Bienvenidos, de nuevo, Flotante: una obra clásica (posmoderna) de la LIJ.

Por cierto, David Wiesner es el comisario de una exposición dedicada a los álbumes sin palabras en el Eric Carle Museum. Me gusta el título por aquello que se comentaba inicialmente, “arte que deja sin palabras” como una manera más poética para clasificar estos libros.

https://carlemuseum.org/explore-art/exhibitions/current/speechless-art-wordless-picture-books

Fran Martínez

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Web de la editorial

http://oceanotravesia.mx/ficha-libro.aspx?id=6727

Web de David Wiesner

http://www.davidwiesner.com/ 

Referencias

Arizpe, E., Colomer, T., y Martínez Roldán, C. (2014). Visual Journeys Through Wordless Narratives: An International Inquiry With Immigrant Children and The Arrival. Bloomsbury.

Arizpe, E. (2013). Meaning-making from wordless (or nearly wordless) picturebooks: What educational research expects and what readers have to say. Cambridge Journal of Education, 43(2), 163–176. https://doi.org/10.1080/0305764X.2013.767879

Arizpe, E., & McAdam, J. (2011). Crossing Visual Borders and Connecting Cultures: Children’s Responses to the Photographic Theme in David Wiesner’s Flotsam . New Review of Children’s Literature and Librarianship, 17(2), 227–243. https://doi.org/10.1080/13614541.2011.624969

Colomer, T., y Fittipaldi, M. (Eds.). (2012). La literatura que acoge: Inmigración y lectura de álbumes. Banco del Libro.

Groff, P. (1978). Critic’s corner: Art and reading: Is there a relationship? Reading World, 17(4), 345–351. https://doi.org/10.1080/19388077809557440

Knudsen Lindauer, S. L. (1988). Wordless books: An approach to visual literacy. Children’s Literature in Education, 19(3), 136–142. https://doi.org/10.1007/BF01127091

Pantaleo, S. (2016). Primary students’ understanding and appreciation of the artwork in picturebooks. Journal of Early Childhood Literacy, 16(2), 228–255. https://doi.org/10.1177/1468798415569816

Pantaleo, S. (2017). Critical thinking and young children’s exploration of picturebook artwork. Language and Education, 31(2), 152–168. https://doi.org/10.1080/09500782.2016.1242599

Pantaleo, S. (2019). The semantic and syntactic qualities of paneling in students’ graphic narratives. Visual Communication, 18(1), 55–81. https://doi.org/10.1177/1470357217740393

Postema, B. (2014). Following the pictures: Wordless comics for children. Journal of Graphic Novels and Comics, 5(3), 311–322. https://doi.org/10.1080/21504857.2014.943541

Serafini, F. (2014). Exploring wordless picture books. Reading Teacher, 68(1), 24–26. https://doi.org/10.1002/trtr.1294

 

  


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