El príncipe de los Enredos
por Sandra Martínez Sánchez
Roberto Aliaga (2009). El príncipe de los Enredos. Edelvives.

El cuervo, manipulador y siniestro, aparece un buen
día sobre un campo desierto con la intención clara de llegar a la enorme encina
que se encontraba en mitad del espacio. Con la sencilla pregunta de ¿Es usted quien manda aquí? Y tras darse
cuenta de que todos viven en armonía cumpliendo con su función, comienza a
urdir su artimaña, como deja claro al decirle al tronco: O se manda o se obedece, querido tronco. Y no hay más. Es en este
momento de la historia donde el lector se da cuenta de las malas intenciones
del protagonista. Así, poco a poco, sin prisa y con sutileza, el cuervo
comienza su plan de destrucción de aquella enorme encina. Mostrándose un ser
compasivo e inocente y a través de la adulación, consigue manipular a las hojas
y a las raíces del árbol para que cada una de estas quiera hacer la función de
las otras hasta consumir así a la enorme encina.
Todas estas acciones se muestran de forma clara a
través de las imágenes que se complementan perfectamente con el código escrito
aumentando la sensación de misterio y perversidad, así como la antipatía hacia
el cuervo a medida que el lector descubre las intenciones de este. Roger Olmos
dota a las diferentes partes de la encina con rasgos que permiten ver cómo va
cambiando la manera de pensar de cada una de ellas y la efectividad de la treta
del cuervo. Además, mediante las ilustraciones, se adquiere mayor conciencia de
las malas vibraciones que aporta la presencia del cuervo y la crueldad y
frivolidad que lo caracterizan, sentándose incluso a esperar para ver el desastre
que producen sus actos sin ningún tipo de remordimientos.
A la lectura de este álbum
ilustrado le sigue una posterior reflexión sobre las acciones del cuervo y el
final de la historia. De algún modo, la forma de actuar del cuervo puede verse
reflejada en personas de la vida cotidiana del lector o incluso del panorama político-social
del país. Pues cada día más, vemos “cuervos” capaces de todo con tal de conseguir
su propósito sin importar las consecuencias.
En definitiva, el trabajo
de Roberto Aliaga y Roger Olmos en este libro es sencillamente genial. Código
escrito y visual se complementan perfectamente transmitiendo la sensación de
intriga, misterio y vileza a lo largo de todas las páginas y dando lugar a una
historia que todo el mundo debe leer y con la que muy probablemente encontrará
semejanzas con el entorno que le rodea.
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