martes, 30 de noviembre de 2021

Entradas en azul. Anthony Browne. El juego de las formas. Fondo de Cultura Económica

 

Título: El juego de las formas

Autor e ilustrador: Anthony Browne

Traducción: Ernestina Loyo

Editorial: FCE

Colección: Los especiales A la orilla del viento

Año: 2004

Páginas: 32

Encuadernación y formato: 27 x 28 cm. Tapa dura.

Idioma: castellano

Reseña:

Cerrando el mes de noviembre la nueva visita de Anthony Browne (Premio Andersen 2000, en la edición del 98 lo fue Ungerer y en la de 2002 Quentin Blake) uno de los autores más queridos, citados y galardonados de la Literatura Infantil. Es complicado escoger un álbum concreto para hablar de Browne (previamente reseñé Las pinturas de Willy y, cuando Sandra se encargaba de este espacio, pasaron los icónicos Gorila, Voces en el Parque o En el bosque. La lista de favoritos no acabaría aquí y, como muestra, un pequeño recordatorio de los sensacionales álbumes de su alter ego Willy (especialmente Willy el Tímido con el que recuerdo las clases con Sara Fernández y Willy el soñador por su increíble relectura del arte y la cultura), sus versiones de clásicos como Los tres osos y Hansel y Gretel, el desternillante Cosita Linda y su pasión por King Kong (también en formato álbum), abordar los miedos ante los cambios en el núcleo familiar con Cambios o The visitors who came to stay, la metaficcionalidad de los Cuentos de osito, el posicionamiento ideológico con Zoológico y, la obra maestra El túnel. Innumerables muestras del talento y el arte puesto a disposición de la infancia (y de un lector adulto que conecta con su imaginario) y que ha sido una invitación al lector para rodearse del museo imaginario de Browne en sus libros.


Curiosamente, con este álbum la traslación de esa lógica se basó en la intervención de Anthony Browne dentro del TATE con un proyecto llamado Caminos visuales con el que trabajó con un millar de niños y niñas de barrios desfavorecidos a partir de las obras expuestas en el museo para la enseñanza de la lectoescritura. Este juego de las formas también ha sido título de un manual posterior en el que detalla su trayectoria e inspiración siendo el título el nombre del juego que inventó con su hermano para inventar algo nuevo a partir de un elemento dado (algunos recordarán las pruebas psicométricas de creatividad de finales de los años sesenta de Torrance). Así, El juego de las formas es un tipo de álbum que (como ya señalamos en otras entradas sobre los estudios de Beckett) centra su exposición al arte enmarcando (nunca mejor dicho) su narrativa a las situaciones dentro de un museo (como citamos antes a Blake, podemos citar ese Cuéntame un cuadro o Jon Scieszka com MoMa en busca del arte o Mi Museo de Joanne Liu) y las obras artísticas. El álbum también desprende ese tono autobiográfico desde la primera página y el recuerdo de la primera visita a un museo con su familia. La narración en primera persona refleja sus ideas preconcebidas sobre qué habría en el museo, el reflejo de la sensación inicial en la entrada, la extrañeza de enfrentarse a expresiones artísticas conceptuales o abstractas (y con la vista compartida de su punto de vista estando ilustrados de espaldas).

Observen esa focalización vicaria y los diferentes niveles de integración en los marcos de los miembros de la familia

La visita progresa y se descubren aspectos sobre obras expuestas, cómo dirigir la mirada a sus detalles e iniciando juegos a partir del escrutinio de los detalles de las obras (y, en ese encuentra las diferencias, Browne desarrolla su juego de las formas) e incluso, imaginarse dentro de esas estampas (o que estas cobren vida). Un álbum estimulante y el juego final (como recordamos El problema de Iwona Chmielewska o el huevo verde del Test de Creatividad de Torrance) de un álbum que también ha sido objeto de investigaciones sobre arte y libro-álbum tanto desde el enfoque multimodal por Serafini (2015), la citada visita a museos en álbumes en Serafini y Rylak (2021) o como señalaba Evans (2009): “The shape game can be used to ‘teach’ readers how to respond to and appreciate works of art whilst also being a work of art in its own right and at one point Browne shows how to interpret a nineteenth century painting” (p.  180).

En los últimos años también encontramos muchos álbumes que toman ese juego de la interpictorialidad (otro ejemplo destacado de integración personal de estos elementos es Gilles Bachelet) para la inclusión de referencias al arte (obras, autores o corrientes artísticas) y, en el caso de Browne, el viaje siempre es una exposición a la activación de saberes culturales, literarios y artísticos reflejados en narraciones que invitan a su relectura (disfrutándolas desde los diferentes planos propuestos). También hay ejemplos que han aprovechado esta tendencia para la creación de álbumes biográficos sobre autores específicos (y, muchas veces, con cierto tufillo utilitarista), pero disfrutar del surrealismo (su fijación por Magritte) en sus álbumes es todo un regalo. Disfruten.



Fran Martínez

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Web de la editorial

https://www.fondodeculturaeconomica.com/Ficha/9789681671846/F  

Referencias

Evans, J. (2009). Creative and aesthetic responses to picturebooks and fine art. Education 3-13, 37(2), 177–190. https://doi.org/10.1080/03004270902922094

Serafini, F. (2015). Considering fine art and picturebooks. The Reading Teacher, 69(1), 87–90. https://doi.org/10.1002/trtr.1382

Serafini, F., & Rylak, D. (2021). Representations of Museums and Museum Visits in Narrative Picturebooks. 10(1), 45–62. https://doi.org/10.21066/carcl.libri.10.1.3

 

lunes, 29 de noviembre de 2021

Entradas en azul. Bernardo Carvalho. Trocoscopio. Planeta Tangerina

 

Título: Trocoscópio

Autor e ilustrador: Bernardo Carvalho

Editorial: Planeta Tangerina

Colección: Histórias Paralelas

Año: 2010

Páginas: 32

Encuadernación y formato: 21,5 x 19,5 cm. Tapa dura.

Idioma: portugués. Álbum sin palabras.

Reseña:

Tercera entrada para el fabuloso y autor/ilustrador/editor portugués Bernardo Carvalho (Lisboa, 1973) después de Praia Mar y ¡De aquí no pasa nadie! junto a Isabel Minhós Martins. Su versatilidad para la exploración del libro-álbum va más allá del formato de ficción y también se ha adentrado en diferentes libros informativos como los de Ana Pego e Isabel Minhós Martins (Plasticus Maritimus) y el premiado en la Feria de Bolonia Atlas de los grandes exploradores recientemente editado en castellano. En formato álbum ha experimentado con la funcionalidad del pliegue como resaltamos en las reseñas anteriores, las narrativas visuales sin palabras o, como este ejemplar, con historias paralelas que se pueden leer en ambos sentidos (además de As duas estradas y O livros dos quintais, publicó el divertidísimo Olhe, por favor, não viu uma luzinha a piscar? / Corre, coelhinho, corre!). También una fijación con la mirada sobre el ser humano y la naturaleza, el entorno campestre y el urbano. En definitiva, su propuesta admite una lectura en el que reflejar la sensibilidad por la ecología desde unos principios minimalistas como en este Trocoscópio.

En este álbum tenemos muchos de los elementos con los que experimenta Carvalho: el pliegue como diferenciador de dos mundos, narrativas visuales desprovistas de texto y una historia que el lector tiene el papel activo para interpretar qué está pasando en cada paso de página. Dentro de las dimensiones interpretativas el componente ideológico de la narración es una sugerencia y una puerta abierta, pero que principalmente busca la experiencia del lector desde la inteligencia de la propuesta estética como un juego con 142 piezas de colores. En la contracubierta, entendemos el posicionamiento del autor sobre una posible lectura del álbum:

El trocoscopio es el invento del siglo: una fabulosa máquina para cambiar el mundo, barajar las piezas y dar la vuelta, mostrando todo con arreglos nuevos e inesperados. Si hay cosas que cree que debe cambiar, mantenga presionado el trocoscopio y presione el botón. [traducción libre]

Una combinación de piezas que se inician formando un entorno industrial (con sus altas chimeneas, el tránsito de camiones y grúas) y, en cada paso de página, se iniciará al otro lado del pliegue una reconfiguración a partir de las piezas que se trasvasan de un lado al otro. Un juego en el que a medida que pasamos las páginas creamos un nuevo entorno que, finalmente, se revelará como una selva repleta de animales. Otro elemento característico en el último cambio: una especie de códigos de barras rectangular pasa como colofón en forma de risa de elefante (también pueden observar el juego con los códigos de barras de la contracubierta del álbum en otros títulos). En un ejercicio similar a ¡Patata! (publicado en la editorial Barrett), la ausencia de texto hace de esta lectura más una sugerencia, la propuesta surge de dotar de voz a la naturaleza (expresiva, frente al grisáceo entorno industrial) es la invitación que nos propone para activar esos cambios que sugiere en el paratexto. Un álbum divertido, abierto a interpretaciones y preguntas, pero que no necesita recurrir a la excesiva moralina de la preservación ecológica (a veces, en algunos álbumes dentro de esta tendencia cada vez más acusada, son más panfletos naífs que otra cosa). Una suma de gestos mínimos para un cambio. Y, siempre, gozoso.

 

 

 

Fran Martínez

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Web de la editorial

https://www.planetatangerina.com/pt-pt/loja/trocoscopio/

 

viernes, 26 de noviembre de 2021

Entradas en azul. Suzy Lee. Líneas. Barbara Fiore Editora

 

Título: Líneas

Autora e ilustradora: Suzy Lee

Editorial: Barbara Fiore Editora

Año: 2017

Páginas: 40

Encuadernación y formato: 21,5 x 28 cm. Tapa dura.

Idioma: castellano. Álbum sin palabras.

Reseña:


No es la primera, pero sí mi última, reseña dedicada a Suzy Lee (la anterior fue Espejo) y la verdad es que hay muchos de sus álbumes que me encantaría dedicarles un tiempo gustoso a recomendar sus bondades (especialmente a Sombras), pero el tiempo en este espacio toca a su fin próximamente y serán otras personas las que se encarguen de compartir sus lecturas. En aquella entrada sobre Espejo, ya citamos el carácter autorreferencial en sus narrativas y esto se muestra en su entrevista en la página de la editora: “Ella es yo, como una niña que ha estado conmigo toda mi vida. Por supuesto, ella no tiene que ser realmente como yo, pero cuando pienso en una protagonista valiente, curiosa, desafiante y positiva, algún rasgo particular de una niña, sale de mi lápiz” (enlace a la web de la editorial).

Seguimos en el terreno de la metaficcionalidad en línea con la reseña de ayer de Kathrin Schärer (nos recuerda a otras obras como El punto de Peter Reynolds por aquello de empieza con una línea y mira hacia dónde te lleva) y tenemos el lápiz como desencadenante del mundo narrativo que rompe la cuarta dimensión (a veces, con los personajes como poseedores como en los libros de Monique Felix, Crockett Johnson, Ivar da Coll o los ositos de Anthony Browne, por citar ejemplos clásicos) y, en otros casos, la inclusión del autor en el libro. Un proceso de creación representado en la niña patinando con gracia, realizando piruetas, saltos y atravesando en sus movimientos el pliegue central, encontrando diferentes acercamientos y, como conflicto, un tropiezo.

Imagen web Barbara Fiore (enlace)

En ese momento, el mundo de la ilustradora y el personaje colisionan: un tropiezo en un dibujo es un borrón a la papelera. O, tal vez, un nuevo inicio. Y, esta vez, con sorpresas adicionales. Un álbum para seguir disfrutando de su habitual propuesta estilística y un desafío al lector para desentrañar la narrativa escondida en el diseño del libro tomando un papel activo en la construcción de su significado. Álbumes sin palabras, narrativas visuales para prestigiar al lector más allá del estímulo visual y, una celebración, cuando son de calidad.

 




 

Fran Martínez

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Web de la editorial

https://www.barbarafioreeditora.com/catalogo/libros/lineas

Web Suzy Lee

 http://www.suzyleebooks.com/home.htm

jueves, 25 de noviembre de 2021

Entrada en azul. Kathrin Schärer. Johanna en el tren. Océano Travesía

 

Título: Johanna en el tren

Autora e ilustradora: Kathrin Schärer

Traducción: José Antonio Salinas

Editorial: Océano Travesía

Año: 2010

Páginas: 42

Encuadernación y formato: 27 x 24,5 cm. Tapa dura.

Idioma: castellano

Reseña:

El libro dentro del libro, o su proceso de creación, que nos recuerda a otras entradas de este año como los álbumes metaficcionales de Jörg Müller, Anthony Browne o Chris Van Allsburg (entre algunos ejemplos clásicos). Pantaleo (2014) recuperaba la naturaleza metaficcional del álbum posmoderno (como no recordar Los tres cerditos de Wiesner o Lobos u Otra vez de Emily Gravett), aunque encontramos ejemplos clásicos en otras épocas (¿verdad Harold?): “In general, metafictive techniques are used in combination, and the synergy of several devices serves to enhance a text’ s fictional status and self- conscious nature” (p. 326). 

Personalmente, el efecto de los álbumes metaficcionales en los lectores implica una sacudida o “cortocircuito” como apuntaba Silva-Díaz (2018) con esa ruptura de la cuarta dimensión. Un ejemplo también paradigmático es este Johanna en el tren de Kathrin Schärer (una autora muy recomendable tanto en nombre propio como su labor de ilustradora) con un diseño total en el que el soporte también tiene un aspecto clave en la revelación de los detalles en los que se envuelve la narrativa: desde las guardas, los paratextos con la voz narrativa de la autora y la diferenciación de dos registros de color para diferenciar la realidad de la narración creada. En esta secuencia inicial encontramos, en primer lugar, la delimitación del espacio narrativo (el tren) y con ese medio de transporte nos lleva hasta sus tripulantes (la vaca, el perro dormilón y la cabra inquieta). 



Así, nos encontraremos con una cerdita mirando con alegría por la ventana (ahora, siento nostalgia por los viajes en tren). Mientras la voz del dibujante se ha encargado de narrarnos su proceso creativo plasmándolo con sus utensilios de dibujo, se inicia la ruptura o “cortocircuito” que se ha descrito anteriormente: la cerdita rompe la cuarta dimensión (y como no acordarse de Mo Willems y su paloma queriendo conducir el autobús) y le insta al dibujante a introducir nuevos detalles (empleando la materialidad de sus páginas para esta secuencia) y, como no, otorgarle el detalle más importante que nos define como humanos: darnos un nombre. A partir de esta ruptura, la búsqueda de su nombre (como ya sabéis por el título, Johanna) y la necesidad de una aventura como buen personaje de una historia. Con el reflejo de la autoconsciencia del personaje principal el autor se encarga de otorgarle el mando del mundo de fantasía que le rodea, tomará decisiones estéticas. De la misma forma, un hecho inesperado hará que la autora también juegue con Johanna creando imágenes cómicas. 

Por último, pequeños detalles quedan a la interpretación del lector para que otorguen la presencia de la autora dentro de esa narrativa. Una narrativa que se marchará con un final feliz y la decisión de terminar una narrativa para que ya no sea de la autora (aunque, siempre estará presente) sino el lector el que complete ese vagón. Algo de la autora quedará siempre con Johanna, pero también el comienzo de una nueva historia llamará a sus puertas. Eso haremos, ya sea en nombre propio o acompañando a Lorenz Pauli con quien ha publicado diferentes álbumes. Ahora, toca el final de esta reseña. Mañana más.

 

Fran Martínez

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Web de la editorial

http://oceanotravesia.mx/obras/johanna-en-el-tren-kathrin-scharer-9464.aspx

Referencias

Pantaleo, S. (2014). The Metafictive Nature of Postmodern Picturebooks. The Reading Teacher, 67(5), 324–332. doi:10.1002/trtr.1233 

Silva-Díaz, M. C. (2018). Picturebooks and metafiction. En Kümmerling-Meibauer, B. (Ed.). The Routledge Companion to Picturebooks (pp. 69-80). Routledge.

 


miércoles, 24 de noviembre de 2021

Entradas en azul. Joan Grant y Neil Curtis. Gato y Pez. Libros del zorro rojo

 

Título: Gato y Pez

Autor: Joan Grant

Ilustrador: Neil Curtis

Traducción: Luisa Borovsky

Editorial: Libros del zorro rojo

Año: 2005

Páginas: 32

Encuadernación y formato: 24 x 18 cm. Tapa dura.

Idioma: castellano

Reseña:

Me encanta un artículo de Nodelman (2019) en el que analiza el rol de los peces y su prominencia en el comportamiento humanizado en la literatura infantil frente a otros animales: “the fish in picturebooks for children usually act more like people than they act like fish. So, for that matter, do most of the pigs, bears, mice, pigeons, elephants, and other animals that feature prominently in picturebooks” (p.12). Con este Gato y Pez abrazamos la diferencia entre sus personajes para el reflejo de la amistad. Puede parecer un tema manido, pero cuando se realiza de una manera tan hermosa (por el texto y las ilustraciones) es una auténtica maravilla para la lectura más gozosa. En esa experiencia que representa el álbum, amplificada con las ilustraciones en blanco y negro de los grabados de Neil Curtis, conocemos a dos personajes que, tradicionalmente, no son precisamente amigos en la pirámide alimenticia. “Una noche mientras vagabundeaba, Gato se encontró con Pez. Los dos venían de dos mundos muy diferentes, pero a cada uno le gustó el aspecto del otro”. El texto se despliega en la página izquierda y, en la parte derecha, disfrutamos de bellas ilustraciones que enmarcan el recorrido que deciden emprender Gato y Pez, pero primero, contarse el uno al otro las cosas de esos dos mundos que desconocen (mientras bailan bajo la luz de la luna). 


Posteriormente, inician el juego que se muestra con un tono humorístico donde el pez se esconde en un laberinto y el gato le acecha. También resulta irónico que el pez, fuera de su medio, necesite refugiarse de la lluvia bajo el paraguas del gato. Irónico y bello, dado que el camino tomado por el pez es el encontrar la compañía en otro, aunque sea tan diferente (e incluso su teórico depredador). En todas las ilustraciones que apoyan al texto percibiremos la armonía entre dos mundos que celebran su unión independientemente de sus diferencias porque el camino compartido de descubrimiento es más relevante que la disparidad de sus orígenes. Además, no se centra en el descubrimiento del mundo, también gato le enseña a pez aquellas cosas que sabe hacer tan bien como, por ejemplo, trepar (y el divertimento que donde debe escalar está rodeado por el mar). También, la añoranza de su amigo pez por estar alejado de su hogar (el desarraigo) y las estampas tan pintorescas en los que solucionan esas problemáticas. El gato, inclusive prueba cómo es la vida en el mar (con lo poco que les gusta el agua a los gatos) y cómo encuentra un modo de estar allí con él. Ambos han dejado de lado la imposibilidad de estar en ese medio en la fantasía (la ruptura del pacto de la realidad y su comportamiento tan humano). Finalmente, descubren el lugar en el que poder vivir, pero juntos. Su compromiso inquebrantable por la amistad. Y, como no, por la próxima aventura que, conocimos años después en el título Gato y Pez ¿A dónde van las olas?

 


 

Fran Martínez

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https://librosdelzorrorojo.com/catalogo/gato-y-pez/

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Nodelman, P. (2019). Fish Is People. Bookbird: A Journal of International Children’s Literature, 57(2), 12–21. doi:10.1353/bkb.2019.0026

martes, 23 de noviembre de 2021

Entradas en azul. Nikolaus Heidelbach. ¿Qué hacen las niñas? y ¿Qué hacen los niños? Libros del zorro rojo

Título: ¿Qué hacen las niñas?/ ¿Qué hacen los niños?

Autor e ilustrador: Nikolaus Heidelbach

Traducción: Moks

Editorial: Libros del zorro rojo

Año: 2011

Páginas: 56

Encuadernación y formato: 30 x 21 cm. Tapa dura.

Idioma: castellano

Reseña:

Esta pareja de álbumes del alemán Nikolaus Heidelbach (1955) es uno de esos clarísimos ejemplos de literatura desprovista de prejuicios y de un sentido del humor a prueba de bombas. Editados originalmente en 1993 (el de las niñas) y en 1999 (el de los niños y Premio en la Feria de Bolonia) en los paratextos editoriales se recogen muchos de los aspectos biográficos que enmarcan esta obra: se nombra a Ungerer, Sendak y Edward Gorey, la fascinación del autor por la infancia y su capacidad de alternar en cortos espacios de tiempo la mayor ternura con las mayores barrabasadas imaginables. En estos abecedarios la referencia a Los pequeños macabros de Gorey es evidente: un abecedario que nos presenta a niñas y niños (de la A a la Z): la página izquierda para el nombre (Amaya, Bartola, Cornelia,…Zoe) y una acción (toma su merienda o prepara una trampa muy dulce, por ejemplo). Curiosamente, en la página izquierda aparece el nombre y un personaje del sexo opuesto.


Además, de esas precisiones sobre distribución de elementos y texto, la relación de la imagen con el texto es uno de los grandes atractivos de estos libros: el espacio transformador entre el texto y la información que debe completar el lector para interpretar unas imágenes que evocan el surrealismo con un gran sentido del humor (sin ser tan macabro como Gorey, pero con mucho humor negro). Segunda consideración, pese al surrealismo de las estampas (algunas más oníricas, otras que reflejan más las pillerías) el universo infantil es completamente reconocible. Amplificado, obviamente, por el detallismo de las ilustraciones. Y, tercero, la lectura para el mediador adulto: si se ha olvidado cómo veía el mundo cuando era pequeño, se divertirá. Si piensa que el mundo solo debe ser tamizado por la tendencia moralista de turno, lo descartará. Y así, damas y caballeros, dependiendo del lado que estén disfrutarán de dos títulos imprescindibles en una biblioteca de aula o doméstica o, por el contrario, simplemente mostrarán que son unos pazguatos. Sin medias tintas. Lo tomas o lo dejas. Y, como no: en este espacio los abrazamos. 



Fran Martínez

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https://librosdelzorrorojo.com/catalogo/que-hacen-las-ninas/

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lunes, 22 de noviembre de 2021

Entradas en azul. Quint Buchholz. Duerme bien, pequeño oso. Lóguez

 

Título: Duerme bien, pequeño oso

Autor e ilustrador: Quint Buchholz

Traducción: L. Rodríguez López

Editorial: Lóguez

Año: 1998 (1ª ed.). Orig. 1993

Páginas: 40

Encuadernación y formato: 22 x 27,7 cm. Tapa dura.

Idioma: castellano

Reseña:

Debo confesar que siento una especial predilección por Jörg Müller, Anthony Browne, Alfonso Ruano, Javier Sáez Castán, Chris van Allsburg y los autores que evocan a la pintura de René Magritte (entre otros). El alemán Quint Buccholz es un claro ejemplo de esa fascinación con obras como El coleccionista de momentos o Todo tiene su tiempo (última referencia publicada del autor en Lóguez) y, en este álbum para invitarnos al sueño nos adentramos en un universo íntimo en el que describir una serie de rituales para iniciar el sueño (el cuento, la oración, la canción de cuna, los cinco besitos) reflejando toda una serie de pequeños gestos para combatir el miedo a la oscuridad.

Pero, esa noche, el oso no está cansado y hace de vigía desde la ventana de un universo en el que se refleja lo cercano y lo posible, el anhelo por el mañana y todo con un texto dulce de Buchholz en el que seguimos enumerando espacios que bajo la luz de la luna tienen un aspecto melancólico y se envuelven en sus descripciones de un realismo mágico (la aparición de la música), pequeños anhelos y preciosas estampas como el beso a la luna en la ventana. La humanización del pensamiento del oso y la aparición de un niño jugando con una carreta avisan al lector sobre la posible causa del insomnio del oso, falta algo imprescindible para que un oso concilie dulces sueños: ¿verdad?


Si en Buenas noches, luna teníamos una mirada al interior de la habitación con Duerme bien, pequeño oso tenemos una mirada fascinante al exterior con un texto que sirve para espantar todos los miedos y crear un ritual del sueño: fuera todo está en calma, todo está en su sitio y, cada ilustración con su texto en sí ya supone un fragmento onírico de una gran belleza. El detallismo de sus ilustraciones, la creación de reflejos con la ventana del oso, la luz, las atmósferas, el desenfoque del fondo para resaltar la claridad del oso en su caja, los detalles (como Winnie the Poh en un dibujo en la pared o la autorreferencia al faro en El coleccionista de momentos) con las pequeñas historias del espantapájaros, los músicos de la luna o el mensaje que ocultará la carta que flota en el globo (con la que, además, juegan las guardas del álbum). Cada página es una delicia. Un álbum imprescindible y reeditado en diferentes ediciones por Lóguez (en la entrada figura la portada de la 3ª edición de 2011) y, espero, que no deje de editarse.

Portada 2ª edición. 2002


 

Fran Martínez

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https://www.loguezediciones.es/libro/ver_libro_coleccion?id=127

viernes, 19 de noviembre de 2021

Entradas en azul. Roberto Innocenti. La casa. Kalandraka

 

Título: La casa

Autor: J. Patrick Lewis

Ilustrador: Roberto Innocenti

Traducción: Silvia Pérez Tato

Editorial: Kalandraka

Año: 2010

Páginas:

Encuadernación y formato: 5 x cm. Tapa dura.

Idioma: castellano

Reseña:

Cómo un ilustrador amplifica un texto por las decisiones que toma al respecto a la ilustración. Esta semana hemos tenido el cómic de Ana Penyas y, de una manera similar, con este álbum no podemos olvidar otra obra de arte como Aquí de Robert McGuire. En formato álbum hay una buena cantidad de ejemplos y, a modo de memorias de un espacio, otra casa como The house by the lake convirtiendo el texto de Thomas Harding a un álbum con las ilustraciones de Britta Teckentrupp. La casa es un álbum escrito por J. Patrick Lewis e ilustrado por Roberto Innocenti (Premio Andersen de ilustración 2008) que Kalandraka publicó en 2010. Vuelta de una pareja que ya había creado otra maravilla en formato álbum como El último refugio (2003) en el que recuperan el elemento de la memoria y el recuerdo en este sensacional álbum. La historia nos cuenta el paso del tiempo durante el siglo XX a través de una casa construida, como se aprecia en el texto introductorio, en 1656, año de la peste. El libro se compone por secciones en las que se observa una pequeña ilustración y un texto que dan lugar a una ilustración a dos páginas para, de esta manera, introducirse en el descubrimiento de ese lugar que ha visto desde sus ventanas y el crepitar de sus cimientos el paso del tiempo. Espectadora impasible de la historia de un territorio, siempre acogedora.

Se trata de un libro fascinante, cuyas ilustraciones hablan por sí mismas, sin la necesidad del texto que nos cuenta, al igual que el cine mudo, lo que ya podemos deducir por la escena. Por otra parte, tan necesario para la comprensión del joven lector de las idas y venidas presenciadas en la historia de la casa que es, en definitiva, la de nuestra cultura. Estas ilustraciones transcurren en un único plano que nos permite observar la evolución y los cambios que se producen en ella durante el siglo XX. Estaciones, nacimientos e incluso guerras suceden entre las paredes y los alrededores de esta gran casa familiar. La fuerza y el virtuosismo de Innocenti llena de detalles cada ilustración, que podemos comparar, remirar, analizar e indagar durante horas y horas. La maestría de Roberto Innocenti nos muestra una profunda documentación histórica que nos desvela en cada página el modo de vivir a través de los personajes, sus ropas, costumbres, acontecimientos familiares, sus labores y trabajos, así como los objetos típicos de la época en la que viven. Así, como sus gestos y expresiones ante cada acontecimiento.



A través de las ilustraciones podemos apreciar como el paso del tiempo deteriora lo que en un momento fue una casa llena de alegría y vida. Se discierne también cómo la sociedad evoluciona y se pierde la perspectiva del mundo rural para dar paso a la sociedad moderna, que en ocasiones conlleva la pérdida de su esencia. La obra comienza con el hallazgo de una casa deteriorada, que hace muchos años dejó de tener vida, fue abandonada y olvidada, pero su descubrimiento por parte de estas nuevas personas traerá luz y calor a las paredes que un día albergaron generaciones de familias. Estos nuevos habitantes reconstruirán la casa y durante todo un siglo nos convertiremos en espectadores del desarrollo de los acontecimientos de cada época. Finalmente, la casa perderá a su último habitante y volverá a quedar abandonada, pero como ocurre en ocasiones, esta casa volverá a revivir readaptándose a la nueva sociedad y enseñando esos cambios modernos que ha sufrido. Es una metáfora clara de cómo cambian las sociedades, tal vez evidente en sus fachadas, pero con un esqueleto que se mantiene a través de generaciones y la misma misión: acoger.

El formato del álbum, y de gran tamaño como es costumbre en la obra de Roberto Innocenti, permite compaginar la escasez del texto con otras ilustraciones a doble página en el que detallismo del ilustrador sirve como excusa para adentrarse a su exploración. Esta revelará al lector visiones de un lugar perdido, una conexión con el recuerdo de la vida de otra época, las memorias y diferentes tesituras que viven las diferentes familias y generaciones. La comprensión del tránsito de las diferentes personas a través de un lugar, un espacio inamovible, que recuerda las múltiples historias impregnadas en cada ladrillo. Una puerta abierta para el diálogo en el aula sobre las acciones y consecuencias que dejamos a nuestro paso. Tal vez, también conversar sobre cómo esperan que sea ese paisaje el próximo siglo. En definitiva, La casa es una obra con una gran carga visual que transmite el paso del tiempo y las diferencias sociales que podemos encontrar según el siglo en el que estemos. Una obra digna de conocer. 

 

 

 

Fran Martínez

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https://www.kalandraka.com/la_casa-978-84-92608-23-2-castellano-834.html

jueves, 18 de noviembre de 2021

Entradas en azul. Michael Rose y Quentin Blake. El libro triste. Serres

 

Título: El libro triste

Autor: Michael Rosen

Ilustrador: Quentin Blake

Traducción: Esther Rubio

Editorial: Serres

Año: 2004

Páginas: 36

Encuadernación y formato: 21,5 x 29,8 cm. Tapa dura.

Idioma: castellano

Reseña:

Hace una década Colomer (2010, p. 150) señalaba este El libro triste de Michael Rosen y Quentin Blake (junto a El árbol rojo de Shaun Tan o El último refugio de Innocenti) como un ejemplo en la ruptura de tabúes temáticos en las tendencias de la literatura infantil (en aquel entonces) al abordar temáticas que, en etapas anteriores, habían tenido menos presencia en el universo infantil. En parte por la tendencia que señalaba sobre la evolución sociocultural y la individualización en la que la conciencia social tendría cabida en la literatura para ofrecer espacios en los que acompañar aspectos y ofrecer una “educación sentimental”. Se ha tratado en diferentes entradas cuestiones relacionadas sobre literatura y duelo, en el que, si echamos la mirada atrás, seguramente el panorama sobre el tratamiento de la muerte en la literatura infantil también ha tenido su crecimiento y, en muchos casos, también se ha optado por una excesiva instrumentalización: el libro ayuda en la mediación, pero no es un fin en sí mismo. Y el objetivo, sin duda, es ofrecer obras que armen y sean de calidad.

A partir de la consideración del lector infantil como un lector activo en la decodificación de su realidad sociocultural se introducen aspectos que, en definitiva, definen la complejidad de situaciones a la que se enfrentan en la vida. Estos contenidos, obviamente se enfrentan a un público dual: el adulto y el infantil compartiendo el placer de la lectura. Un proceso en el que ambos tienen capacidades diferentes en la comprensión de temáticas complejas como la tristeza, la migración o, en este caso, cuestiones existenciales como la muerte.

No obstante, la muerte se ha considerado un tabú temático y, como señala Hanán-Díaz (2020, p. 20): “El calificativo de tabú para referirse a un conjunto de temas que podían herir la sensibilidad infantil se extendió durante los años noventa, especialmente asociado a la muerte”. Una pretensión adulta en la educación y crianza que opta por lo “políticamente correcto” y genera lo que Cañamares y Cerrillo (2016) definían como censuras soterradas: “una censura que se intenta justificar en la utilidad de lo políticamente correcto, la doble moral o la salvaguarda de aquello que se estima oportuno o saludable” (p.123). En este sentido, el libro-álbum se ha consolidado como un formato que excede la consideración de edades y el reflejo de temáticas complejas y, de nuevo, Beckett (2012, p. 249) señalaba a la muerte como el último tabú en este formato pese a que la muerte es, sencillamente, el reflejo de la condición humana.

Si no invisibilizamos la vida, y en la vida hay presencias y ausencias, no se puede dejar de lado a la muerte en el currículum como afirman Rodríguez-Herrero et al. (2012) en el que estos “todavía no incluyen en sus contenidos la muerte y la finitud como condiciones radicales del ser humano y, lo que repercute mayormente en el proceso formativo, como elementos imprescindibles para la mejora personal y social” (p.177). Orientaciones que también precisarán de la creación de una red de seguridad en la que afrontar estas temáticas, propiciar el diálogo y evitar respuestas simplistas en las diferentes edades que generen una mayor confusión o angustia al lector infantil.

Ahora, dentro de este panorama de obras de la literatura infantil que se han convertido en un ejemplo de ruptura de tabúes temáticos encontramos El libro triste, un libro que ha inspirado investigaciones sobre cómo responder a los sentimientos de pérdida en el que Magnet (2018, p.82) apuntaba: “In naming our grief, in following Rosen, we offer a pedagogy of practice: We ask for practice in the ultimately true work of being alive and dying at the same time”. También como una opción política, que conecta con la necesidad de la ruptura de excluir al lector infantil del mundo. Y, en este álbum, la temática es cómo afronta un padre la vida después de la muerte de su hijo. 

En una entrevista a Michael Rosen (Saguisag, 2007) se incluían aspectos de la acción política del autor: se presentó en las elecciones municipales por una ramificación del partido socialista, articulista de opinión y su posición atea, además de su presencia en diferentes medios de comunicación. Un fragmento que me parece interesante sobre una pregunta relativa a la visión de la infancia del autor: “I mean, it’s possible to say it when you are celebrating your childhood or seeing kids having a good time. And it’s true, being around kids is very good fun. But it’s crazy to have an idealized view of them. We somehow have this notion of children as being Edenic, that they are innocent and free of the horrible things that adults have in them or have to do. The more I’ve written for kids, the more I’ve had to do with kids, I’m reminded that childhood isn’t like that” (Saguisag et al., 2007, p.15).


En la misma entrevista alababa el trabajo de Quentin Blake por el dinamismo de sus imágenes en un medio de dos dimensiones y la expresividad de sus personajes (el aspecto mímico). Buena cuenta damos al encontrarnos con la primera ilustración: la cara sonriente del protagonista y el texto que señala la impostura por siempre mostrarse bien ante los demás. El reflejo de lo negativo causa rechazo. Pase lo que pase por dentro, no exteriorices tu debilidad. Tienes que gustar. Un mensaje poderoso. La manera con la que se describe el motivo de su tristeza es, igualmente, impactante (acompañado por unas ilustraciones sombrías y desdibujadas en la cara del protagonista): “Lo que más triste me pone es cuando pienso en mi hijo Eddie. Murió. Yo le quería muchísimo, y sin embargo murió”. En pocas palabras concentra aspectos como nuestra imposibilidad para controlar todo aquello que nos rodea. Nuestra finitud.

Mientras los recuerdos de Eddie aparecen en diferentes viñetas, describe las fases del duelo que ha enfrentado: se enoja ante una pregunta sin respuesta (¿por qué a mí?) y, más importante, la búsqueda de un asidero en el que centrar su negación (¿cómo pudo hacerme eso a mí?). A medida que se suceden las viñetas a modo de instantáneas de su crecimiento, una última viñeta: un marco vacío. No hay nadie. Ahí se detuvo la cronología. La necesidad por encontrar el consuelo en otros, ser escuchado por un ser querido (su madre también falleció) o, en su defecto: “Y se lo cuento al primero que encuentro”. La ira, la depresión y asumir toda esa carga en solitario. Incluso, conductas incorrectas en sus términos (aquí, mirando la imagen, se abre la interpretación sobre a qué se refiere). A medida que avanza la narración, también lo hace el proceso de duelo con la aceptación de la inevitable y la nostalgia por todo lo que acarrea el paso del tiempo.



En ese proceso, también hay espacio para liberar la tensión de la situación con las estrategias que tiene para que la tristeza no sea lo único que ocupe su tiempo, como escribir y canalizar esos sentimientos que, como apunta: “Cualquiera puede estar triste. La tristeza viene y te encuentra”. Pero, también hay asideros en la parte final en la que también hay aceptación y celebración de los recuerdos compartidos. Una luz, una guía en un lugar en el que estamos perdidos y sobrevivimos según nuestras circunstancias lo mejor que podemos. Un libro hermoso. Un clásico imprescindible.


Finalmente, una entrevista en la que Quentin Blake habla de las impresiones cuando recibió el texto de Michael Rosen, al que conocía, y cómo enfrentarse a la ilustración de un hecho biográfico. Además, la transcripción se encuentra en la descripción del vídeo:

Quentin Blake. Writing about the death of Michael Rosen's son 



 

 

Fran Martínez

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Referencias

Arnal Gil, J. I. (2012). El tratamiento de la muerte en el álbum ilustrado infantil. Obras publicadas en castellano (1980-2008). Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitateko Argitalpen Zerbitzua.

Beckett, S. L. (2012). Picturebooks with cross-generational themes. En S. L. Beckett, Crossover Picturebooks: a genre for all-ages (pp. 209-272). Routledge.

Cañamares, C. y Cerrillo, P. C. (2016). Las censuras “soterradas”. En M. V. Sotomayor y P. C. Cerrillo (Eds.), Censuras y literatura infantil y juvenil en el siglo XX: (en España y 7 países latinoamericanos) (pp. 123-136). Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha.

Colomer, T. (2010). Introducción a la literatura infantil y juvenil actual (2ª. Ed.). Síntesis.

Hanán Díaz, F. (2020). Sombras, censuras y tabús en los libros infantiles. Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha.

Magnet, S. (2018). Michael Rosen’ s Sad Book and How to Cope with Grief for Kids and Grown-Ups. Bookbird: A Journal of International Children’s Literature, 56(4), 80–83. https://doi.org/10.1353/bkb.2018.0070

Rodríguez Herrero, P., Herrán Gascón, A. de la, y Cortina Selva, M. (2012). Antecedentes de la Pedagogía de la muerte en España. Enseñanza & Teaching, 30(2), 175–195.

Saguisag, L., Rosen, M., & Zephaniah, B. (2007). Performance , Politics , and Poetry for Children : Interviews with Michael Rosen and Benjamin Zephaniah Performance , Politics , and Poetry for Children : Interviews with Michael Rosen and Benjamin Zephaniah. Children’s Literature Association Quarterly, 32(1), 3–28. https://doi.org/10.1353/chq.2007.0019

 

 Como no, el remate de la entrada no podía ser otro que una canción de Skeleton Tree de Nick Cave & The Bad Seeds. Un disco con conexiones evidentes por la situación de ambos autores.