martes, 9 de noviembre de 2021

Entradas en azul. Gabriela Mistral, Kveta Pacovska y Warja Honegger-Lavater y el imaginario colectivo

 

Le telephone sans fil (Brenman & Moriconi). En castellano: Teléfono descompuesto

Como extensión a la entrada dedicada a Lon Po Po de Ed Young, un breve apunte sobre autoras e ilustradoras por las que siento debilidad en su adaptación de los cuentos de tradición oral. El enfoque es sencillo y, a través del formato álbum, reflejar tres opciones diferentes de adaptar estos textos. Obviamente, se recomiendan los estudios de Teresa Colomer o Sandra L. Beckett sobre Caperucita roja, de Jack Zipes, Pedro Cerillo o Gemma Lluch, por citar algunos de los nombres a los que acudo con mayor frecuencia. Pero en este caso, es una entrada “ligera”.

Sobre una de las voces más representativas en la literatura y con su mirada en su producción a la infancia el nombre de la chilena Lucila Godoy Alcayaga (1889-1957) más reconocida por su nombre artístico como Gabriela Mistral. En el prólogo de Aurora Díaz Plaja en Gabriela Mistral para niños (1994) leemos: “Escoger este nombre para firmar sus poemas fue una prueba de amor a la belleza de la poesía. Como lectora juvenil admiraba mucho a dos poetas muy lejanos geográficamente: el italiano Gabriel d’Annunzio y el provenzal Federico Mistral” (p.8). Entre los textos en esta recopilación encontramos a Caperucita roja (pp. 38-39) y, por suerte, la editorial Diego Pun publicó en 2014 los textos (originalmente entre 1924 y 1928) que reinterpretaban cuentos de Perrault como Caperucita roja, Blanca Nieve en la casa de los enanos, La bella durmiente del bosque y La cenicienta. Además de las interpretaciones de las diferentes ilustradoras, resulta muy interesante el epílogo de cada álbum de Manuel Peña Muñoz dándole contexto histórico a estas interpretaciones. Textos bellísimos de una de las grandes autoras que, incluso, acabó esa Caperucita de Valdivia cconvertida en app.





En el otro lado tenemos a Kveta Pacovska (nacida en 1928 y premio Andersen en 1992) con la interpretación de diferentes cuentos populares en las versiones de los Grimm (Caperucita roja y Hansel y Gretel), la Cenicienta de Perrault, La cerillera de Andersen o, un favorito personal, con Pedro y el lobo (Prokopief). Sobran las palabras sobre la concepción gráfica personalísima de la autora y el tratamiento tan característico de su obra: dadaísta y experimental, punk y tierno. Obras de arte y que, en castellano, tan solo se editaron por Kókinos los títulos de Caperucita roja y Cenicienta. En el blog le dedicamos una entrada a La merienda.

 






Y, en este repaso, no podían falta las Imageries de la suiza Warja Honneger-Lavater (1913-2007) en sus libros de artista (libros-objeto, tantas denominaciones) sobre relatos de la tradición oral con sus narrativas visuales o libros de artista que jugaban con el formato en acordeón y su representación abstracta (sin texto, tan solo el apunte de los protagonistas al inicio) desde los años 60  (de la mano del editor Adrien Maeght en 1965) con los relatos de Guillermo Tell (expuesta inicialmente en el MoMa) y, como la más celebre, su Caperucita roja  (a la que le seguirían y otros relatos en la versión de Perrault como Piel de Asno, La Bella Durmiente y Pulgarcito, Blancanieves de los Griimm y, posteriormente, la adaptación de narraciones asiáticas como Tanabata, Ourasima o Kaguyahime [La princesa Kaguya]. Recomiendo las investigaciones de Sandra L. Beckett al respecto, ya sea en sus monografías sobre Caperucita roja o en Crossover Picturebooks: a genre for all ages.



En 1995 también realizó seis pequeñas películas sobre estas Imageries que, por desgracia, nunca pude tener acceso. Por suerte, en la Librería Sendak de Barcelona puede adquirir esta Caperucita en formato acordeón. En definitiva, un pequeño apunte a la entrada de hoy y un universo de adaptaciones en texto (sin texto) sobre sus tramas (parodias, referencias intertextuales,…), nuevas propuestas de reinterpretación gráfica (como el Hansel y Gretel de Lorenzo Mattotti) o jugando con la materialidad del soporte. Una gran variedad de innovaciones y una gran cantidad de propuestas que, en muchas ocasiones, estiran en demasía el chicle.


Fran Martínez

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