viernes, 26 de febrero de 2021

Entradas en azul. Sergey Kozlov y Yuri Norstein & Francesca Yarbusoba. Hedgehog in the fog

 

Título: Hedgehog in the fog

Texto: Sergey Kozlov y Yuri Norstein

Ilustradora: Francesca Yarbusova

Editorial: Rovakada Publishing

Año: 2017

Páginas:

Encuadernación y formato: x cm. Tapa dura.

Idioma: inglés.


Reseña:

El cineasta Yuri Norstein (1941) creó junto a Francesca Yarbusova una serie de cortometrajes animados que son considerados como obras maestras de la animación cinematográfica y en 2003 un jurado especializado en el Laputa Film Festival (homenaje a la joya de Miyazaki) en Tokyo. En segundo lugar, también estaba otro relato animado de Norshtheyn como el desgarrador Tale of tales en el que la melancolía y las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial marcaban la narrativa repleta de simbolismo. Erizo en la niebla (1975) formaba parte de una trilogía que se basaba en la tradición oral rusa con joyas como El zorro y la liebre de 1973 (muchos comprobaréis las similitudes narrativas con El pequeño conejo blanco de Ballesteros y Villán) y la La gruya y la garza en 1974.

El zorro y la liebre (1973)

Cortometrajes que nos muestran la sensibilidad de las adaptaciones artísticas de estos relatos tan alejados de las estrategias norteamericanas de Walt Disney, en los que imaginaríamos el uso de la música y la adición de personajes secundarios para realizar chascarrillos (o incluso la invención de otros para el blanqueamiento detrás de la idea de infancia dócil e inane). Un ejemplo claro lo tenemos en la adaptación del personaje de Milne, Winnie The Poh de Fyodor Khitruk en tres maravillosos cortometrajes). Comparen la visión del personaje en la conocida versión de Dinsey y en esta joya de la animación (enlace).

La garza y la grulla (1974)

El empleo de la música, las referencias artísticas al cine mudo y la comicidad en La garza y la gruya, la determinación y el sentido del humor en El zorro y la liebre que fueron las simientes de esta absoluta joya que partía del texto de Kozlov para que el dúo Yarbusova y Norstein se dedicasen a la traslación artística y sensible en el que se diluye la necesidad de mostrar la realidad adulterada a su público e introduce a través del simbolismo una preciosa narración sobre la existencia y la vida, sobre la manera en que nos adentramos en una densa niebla en la que sentimos miedo y alivios ante lo desconocido, alianzas y amenazas. La exploración de nuestra existencia encarnada en ese pequeño erizo que salió de casa para encontrarse con su amigo, el cachorro del oso, para contar las estrellas sentados uno al lado del otro, compartir mermelada de frambuesa y la luz del candil.

El álbum traslada las imágenes de la película y, obviamente, hay una merma en el acercamiento al libro cuando tiene un referente en el que la música, los sonidos y la atmósfera son imposibles de trasladar al texto y las imágenes. El texto opta por introducir los matices que se pierden de un medio al otro. Aún así, es delicioso ver ese acompañamiento silente del búho tras el erizo (que me recuerda a Pat Hutchins), la mirada al reflejo del agua para ver el brillo de las estrellas, el eco de sus palabras al asomarse al pozo y la visión mágica del caballo blanco envuelto en la niebla. Un momento mágico en la película y la manera en la que con inocencia decide adentrarse en la neblina preguntándose qué pasaría si el caballo se quedase dormido: ¿se lo tragaría la niebla?


El halo de misterio en la película difícilmente se puede trasladar a la ilustración, especialmente porque la tensión narrativa de cada una de las apariciones suscita una reacción inmediata al espectador: el pánico ante el murciélago, la música potenciando esa sensación climática, las apariciones repentinas del caballo mientras que el erizo se muestra como un personaje que explora sus sentimientos y que se cuestiona constantemente en la niebla.


Hasta caer al río, donde se deja llevar asumiendo su destino, pese a que un amigo “desconocido” le devuelve a la orilla. Aún no es el momento de bajar el río, pero sí transformarse. El oso representa la estabilidad de la rutina, la comodidad de la zona segura y, el erizo ojiplático se siente reconfortado de estar a su lado, pero ya no solo tiene interés en contar estrellas. Ahora le asaltan preguntas nuevas, recordando la visión de la yegua blanca en la niebla. En el libro, se añade una ilustración que rebaje y calme el misterio del relato, con el búho como protagonista y recorriendo todos los sonidos que encontraron en la noche. El trabajo de Norstein y Yarbusova se ha exhibido en Museos alrededor del mundo y, Yarbusova también recibió la condecoración de la Academia Rusa de arte.


Celebración de mi entrada número 50 en este periplo en El caballo de cartón azul. Disfruten de la sesión de cine y saquen palomitas.

La joya; Erizo en la niebla (1975)

 

 

Fran Martínez

Twitter

 

Web de la editorial:

https://rovakada.wordpress.com/about/books-1-006/

Norstein and Yarbusova Collection Facebook

https://www.facebook.com/Norstein-Yarbusova-Collection-128116810580557/

Norstein Studio

http://www.norshteyn.ru/eng/




 

  



jueves, 25 de febrero de 2021

Entradas en azul. Yoo Jun-Jae. Ola Azul. Libros del zorro rojo

 

Título: Ola azul

Autor e ilustrador: Yoo Jun-Jae

Traducción: Ismael Funes Aguilera

Editorial: Libros del zorro rojo

Año: 2018. Publicación original: 2014

Páginas: 52

Encuadernación y formato: 25 x 33 cm. Tapa dura.

Idioma: castellano.

Reseña:

Y como no, un álbum de autor con un caballo azul y con empleo de tabús temáticos en el discurso infantil no podía faltar en este espacio. En este caso, seguimos con el imaginario de una narración propia de un relato que podría pertenecer a la tradición oral y que se amplifica con el uso majestuoso del color por parte del autor e ilustrador corano Yoo Jun-Jae. Las claves se encuentran en la ficha de la editorial y la alusión a las referencias pictóricas como es El Guernica de Picasso: “El blanco, el negro y el azul representan, respectivamente, la bondad, la maldad y el ideal” (enlace de la editorial). Que el azul represente el ideal, hace que este espacio se sienta reconfortado.


El cuestionamiento de quiénes somos y el peso de nuestro contexto en la construcción de nuestra identidad. Así, la aparición de un ser diferente al que le atribuyen una señal de buenos augurios en el pueblo y cuyas cualidades únicas hacen que el rey se fije en él como el símbolo de su batalla. Este relato, que parece una leyenda también recuerda a El elefante encadenado de Bucay, por la atribución y enseñanza a ser lo que otros han decidido por ti y no ser quien realmente eres. El buen augurio se convierte en el soldado más temible, el azote de las tropas enemigas, el símbolo de la fuerza y la conquista. Un instrumento al que no se le pide que cuestione sus acciones, solo que actúe a las órdenes de un líder despiadado que elimina cualquier rastro de bondad.


La representación de la lucha y el paso de ola azul por encima de las tropas enemigas nos revela esa referencia pictórica a la obra de Picasso hasta que el más pequeño de los soldados enemigos se encuentra en su camino (y esta paradoja, me recuerda a otra escena icónica de una serie de televisión como The Wire y el encuentro de Omar con su asesino). Desprovisto de su estatus de imbatible, el juguete del rey es sentenciado. Quién lo cuidó y entrenó es su última salvación, en una huida en la que encontrará la redención a todas las acciones que le forzaron a realizar y, así, tomar su propia decisión para ayudar a otros que le temían en un acto que, por seguir con el imaginario oriental, nos recuerda a la ceremonia del samurai del seppuku o hara-kiri para limpiar su honor.

Como todo relato conectado con las leyendas, el final da un respiro con una pequeña enseñanza que interpela al lector (de cualquier edad) a optar por la sabiduría de esta moraleja ilustrada sensacionalmente y que conmueve en estos tiempos convulsos. Siempre hay un momento para decir basta y mostrar lo que aún nos queda de humanidad (y esta receta, se puede aplicar en el plano que más convenga). Una joya en azul.



Fran Martínez

Twitter

 

Web de la editorial:

https://librosdelzorrorojo.com/catalogo/ola-azul/

Booktráiler 


miércoles, 24 de febrero de 2021

Entradas en azul. Carmen Chica y Manuel Marsol. Yokai. Fulgencio Pimentel

 

Título: Yökai

Texto: Carmen Chica y Manuel Marsol

Ilustrador: Manuel Marsol

Editorial: Fulgencio Pimentel e hijos

Año: 2019 (2ª ed.)

Páginas: 56

Encuadernación y formato: 19,6 x 34,5 cm. Tapa dura.

Idioma: castellano.

Reseña:

Ya era hora de dedicarle una entrada a uno de los autores e ilustradores más destacados de nuestro país, el madrileño Manuel Marsol (1984). Desde su irrupción con la interpretación del clásico de Melville en Ahab y la ballena blanca (jugando con el humor de la contradicción entre imagen y texto en el que el lector descubre información que el protagonista es incapaz de percibir en su alrededor) con el que ganó en Premio SM y una carrera que posteriormente ha visto la publicación de títulos excelentes en la editorial Fulgencio Pimentel e hijos como los cinematográficos Duelo al sol (además con los paratextos homenajeando los títulos de crédito del cine y la estética del western) o las ilustraciones para el libro conjunto con Javier Sáez Castán (con referencias al cine de Hitchcock, como se puede comprobar en su hilo de Twitter) que les sirvió para alzarse con el Premio en la Feria de Bolonia en 2020 dentro de la categoría centrada en el cine (otro álbum dentro de esta categoría que recibió una Mención honorífica fue Cinematográfico de Gema Sirvent y Ana Pez).

Alabanzas dentro del universo especializado de la Literatura Infantil y Juvenil que también ha conseguido con sus álbumes junto a Carmen Chica (El tiempo del gigante) y con quien comparte autoría en este sensacional Yökai (también premiado en la Feria de Bolonia por sus ilustraciones en 2017). En ambos álbumes encontramos una referencia al bosque y la alegoría de la sabiduría de la naturaleza, el ciclo y el paso del tiempo. Encarnados en sus espíritus y las voces de la naturaleza, más evidente desde el título en este Yökai, y la referencia a los espíritus, espectros y traviesos demonios del imaginario japonés (desde la majestuosidad del Kirin, el poder de Tengu o los divertidos Kappa o los Tanuki una especie de mapaches que disfrutan gastando bromas y con testículos enormes). 

Si partimos de este último yokai mencionado, el Tanuki, podemos recordar el título de una película que le gusta a Manuel Marsol (PomPoko, de Takahata, por una respuesta que intercambiamos en Twitter) y como no, la referencia a Studio Ghibli dentro de todo este imaginario de fantasía y naturaleza. No sorprende que en la entrevista en el libro publicado por César Sánchez Ortiz y Sergio Andricaín mencionase a Miyazaki:

Ahí está el cine de animación de Miyazaki, consumido, valorado y recomendado por y entre todos sin importar la edad. Los niños no lo rechazan al hacerse adolescentes ni los adultos se acomplejan por estar viendo “dibujos”.” (p.73)

Entre las 25 personalidades del libro-álbum que figuran en dicha publicación, siento una conexión de Yökai con El bosque dentro de mí de Adolfo Serra y, por añadir una referencia cultural más, me resulta gracioso que en la web de la editorial de Fulgencio Pimentel e hijos empleen un fragmento de la canción del dúo español Espanto de su canción El espíritu del bosque:

Dame valor y dame protección

Espíritu del bosque, dame tu calor

Dame la lluvia y luego dame el sol

Dame lo que necesito

Hazme una revelación

(fragmento de El espíritu del bosque de Espanto)

Personalmente, una debilidad de ese disco es Atravesado por el rayo que siempre lo he imaginado transformándose en un libro-álbum por sus evocadoras imágenes surrealistas. Como sugerencia musical y, a partir del título de la edición francesa La montagne, esta canción de Danyel Gerard, La vieux de la motagne. Y toda esta cháchara sin aún adentrarnos en un álbum sensacional. La montaña como espectadora y recipiente de sabiduría ancestral alejada de la ciudad, vigilante que ve el paso diario del repartidor (el chiste paratextual de envíos urgentes Pispäs) con su camión (matrícula que como buen recurso cinematográfico nos indica una fecha para pensar qué significado puede tener 11/12/2003, curiosamente el primer día internacional de las montañas) que se detiene por un contratiempo instestinal (puestos con los referentes folclóricos podemos pensar en un cruce entre el caganer y Paul Bunyan). 

El texto es el justo y necesario para darle soporte a la narración visual y secuenciada hasta el juego con el pliegue para adentrarse en un lugar “donde vive…” la fantasía y los espíritus del bosque. Perderse en el bosque para el reencuentro con la esencia del ser humano en la naturaleza, su soledad y el espacio natural en el imaginario colectivo de los relatos de la infancia. Ese paso al otro lado nos revela que la soledad no es tal, sino que su compañía son los elementos con los que se desdobla y encuentra su alter ego para dejarnos con una nueva secuencia de imágenes sin palabras en los que disfrutar de la revelación del reencuentro con la naturaleza e imaginación (gozoso y mágico con la aparición de personajes y, aprovechando el pretexto de esta semana, una especie de caballo azul).

Después de ese deleite visual y pictórico de las ilustraciones de Manuel Marsol, comprobamos el paso del tiempo y la vuelta al punto de inicio con una pregunta del protagonista y una respuesta que tiene el lector. La noche cae y la montaña vigilante sigue en su lugar inamovible (tal vez, como en La princesa Mononoke, se despierte el caminante nocturno, pero eso solo figura en mi imaginación). Retomaremos más títulos ilustrados por Manuel Marsol en este periodo en el blog, un autor e ilustrador que sabe articular todos los mecanismos de la narración en formato álbum. Vale la pena leer su entrevista en ABC, para adentrarnos en más claves de su obra. Y, para los que prefieran ver, me quedo con el título de esta entrevista: Manuel Marsol, un autor en mayúscula.  


Fran Martínez

Twitter

 

Web de la editorial:

https://www.fulgenciopimentel.com/libros/yokai-2%C2%AA-ed

Twitter de Manuel Marsol

https://twitter.com/manuel_marsol

Web

https://www.manuelmarsol.com/

Instagram de Carmen Chica

https://www.instagram.com/carmenchica/ 

Referencia

Sánchez Ortiz, C. y Andricaín, S. (2020). Palabras e imágenes para asomarnos al mundo: 25 autores iberoamericanos de libros álbum. Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha. Recuperado de: https://www.cuatrogatos.org/docs/brochures/publications_1305es.pdf

 


martes, 23 de febrero de 2021

Entradas en azul. Nelly Stéphane y André François (il.). Roland. Niño Editor

 

Título: Roland

Autora: Nelly Stéphane

Ilustrador: André François

Traducción: Mariana Saúl

Editorial: Niño Editor

Año: 2018

Fecha de publicación original:1958

Páginas: 44

Encuadernación y formato: 21 x 30 cm. Tapa dura.

Idioma: castellano.

Reseña:

Es de agradecer la labor de recuperación de títulos de grandes autores de la literatura infantil y juvenil (como los de Bruno Munari) y su traducción en lengua castellana. Dentro de los títulos ilustrados por André François en la editorial he escogido el icónico Roland (también publicado por la editorial El pequeño Brown de Isobel Harris). Su particular sentido del humor y la ironía con la que desmonta la idea de una infancia que necesita el aleccionamiento adulto. Entre sus trabajos ilustrados se mezcla el surrealismo como vehículo humorístico y la expresión artística como motor para el desarrollo de la curiosidad y la imaginación.

Libros sensacionales que podrían ser reeditados como el juego del formato de Lágrimas de cocodrilo (siguiendo con el sobre, las ilustraciones para el título de Jacques Prévert Carta de las Islas Baladar reeditado por Kalandraka y su división Faktoría K de Libros), su bestiario surrealista o un álbum que sería perfecto para esta época pandémica como El resfriado (en inglés Never catch a cold). Una obra la de André Farkas (1915-2005) que también cuenta con ese camino desde Europa hasta la época dorada de la comunicación visual de Estados Unidos ilustrando portadas para The New Yorker. Conexiones que ya se han citado en otras ocasiones con figuras como Tomi Ungerer y, en este caso, por las obras que hay en el Museo Ungerer en Estrasburgo de artistas como André François o Saul Steinberg (nombre al que se asocia como influencia en el trabajo de François).

En el retrato de un niño como Roland, el divergente frente al adocenamiento del resto y con las trastadas que imagina e ironiza con las imposiciones (desde la escuela al abrigo de visón de Isabelle). Armado con un lápiz para materializar sus pensamientos (aunque no se emplea de esta forma en este libro, es recurrente el lápiz como recurso metaficcional en otros títulos clásicos de la literatura infantil como los de Crockett Johnson, Ivar da Coll, Monique Félix, Anthony Browne o Chris Van Allsburg por citar algunos ejemplos a los que tal vez se le dedique una entrada especial) Roland se adentra en un día de aventuras en los que sus dibujos cobran vida a la orden de ¡CRAC!. Una cebra, un bosque en el patio del colegio en la nevada (donde el resto de los compañeros disfruta de sus creaciones. Es curioso como después de gastarle una broma a su amiga Isabelle, acaba detenido y encerrado en la cárcel (una imagen que dentro del imaginario de la literatura infantil es poco usual o se ha convertido en un tabú temático).

Así, vemos sus travesuras imaginadas también tienen consecuencias y castigos, pero también buenas acciones como ayudar a una niña que no tiene juguetes. También vemos como las secuencias se alternan con ese juego de consecuencias de las acciones y el alivio de que nuestro protagonista se encuentra a salvo (un ejemplo claro es Afortunadamente de Remy Charlip) y así se mantiene la tensión narrativa en su lectura. Finalmente, todos los elementos convergen con su vuelta a casa y la reparación de acciones, pese a que no tiene un sentido moralizante la resolución del conflicto. Roland es un libro de una gran belleza en sus ilustraciones en las que se emplea una gama cromática limitada en los oscuros tonos de azul y dorado (unido al blanco y negro), con un trazo primitivista y nos conecta con una infancia capaz de sentir, errar y de imaginar. En definitiva, con voz propia.


Al final de la entrada tenéis un documental grabado por Sarah Moon (que ya pasó por aquí con su interpretación en fotografías de Caperucita roja) sobre sus pinturas que se guardaban en su taller y cuyo incendio en 2002 devastó casi por completo. Algunas de esas pinturas se pueden encontrar en la Biblioteca Jean Moulin de Margny-lès-Compiègne, un centro regional dedicado al álbum.

¡CRAC!


 

Fran Martínez

Twitter

 

Web de la editorial:

https://www.ninioeditor.com/product-page/roland

Web de Janine Kotwica

https://janinekotwica.com/conferences/andre-francois-geant-des-arts/

 



(Y aunque parezca que esta semana nos centramos en la aparición de caballos, en este álbum aparecen otros equinos: cebras y burros)



lunes, 22 de febrero de 2021

Entradas en azul. Gilles Bachelet. El caballero impetuoso. Editorial Juventud


Título: El caballero impetuoso

Autor e ilustrador: Gilles Bachelet

Traducción: Pau Joan Hernàndez

Editorial: Juventud

Año: 2015

Páginas: 36

Encuadernación y formato: 24,5 cm x 34 cm. Tapa dura.

Idioma: castellano.

Reseña:

Esta semana se cumplen 50 entradas en esta andadura en el blog El caballo de cartón azul y será momento para la selección de cinco álbumes en los que el aspecto ecuestre esté presente de alguna manera, pero será como no puede ser de otra manera un pelín surrealista. La selección de un autor e ilustrador como Gilles Bachelet tiene conexiones con la etapa formativa en el Grado en Maestro en Educación Infantil y el descubrimiento del formato del álbum gracias a mi maestra Sara Fernández Tarí y de uno de los libros que también han sido clave en la formación de mi compañera Sandra: Mi gatito es el más bestia, al cual le dedicó una reseña en este espacio. En esa sesión recuerdo cómo se empleaba el álbum para explicarnos la relación disyuntiva entre texto e imagen, además de las conexiones intertextuales del artista con referencias literarias y artísticas.

Estos elementos se encuentran en su obra para generar narraciones repletas de humor y con múltiples referencias escondidas en sus ilustraciones, jugando con esa relación entre imagen y texto para generar extrañeza en el lector y siempre con una dosis justa de ironía. La primera es la construcción del personaje, con la elección de un caracol como un caballero que tiene que enfrentarse en el campo de batalla con su archienemigo el caballero del Cuerno Blando.


A esta premisa bélica, el discurso se desmonta con herramientas ficcionales que desdramatizan continuamente esa tensión con la puesta en escena de nuestro personaje (repleto de referencias pictóricas y elementos decorativos cuidados hasta el detalle que te obligan a la contemplación de todos y cada uno de los elementos) que debe cumplir con otras tareas domésticas que no pueden esperar. El canto del gallo al amanecer con forma de caracol, las mascotas en formas de orugas (que pueden recordar a Alicia) y desperezarse de la cama junto a su esposa para marchar al campo de batalla y en el que leemos: “El asunto solo puede resolverse con una batalla sangrienta y despiadada”. 



La expectativa del lector está en que esa pugna se revelará como el centro del conflicto narrativo, pero no es así. O no tan rápido. Así, se presentan todas aquellas tareas necesarias por completar previamente a su marcha con sus tropas al campo de batalla y, ahí la secuenciación en la doble página en diferentes viñetas da paso a todo el humor de las situaciones representadas (su “frugal” desayuno no es tal, su entrenamiento con pesas mientras lee Le figargot el periódico francés llevado al mundo de los caracoles, un baño “rápido” y todo el material que necesita para colocarse su armadura). Una vez ataviado con sus ropajes, ya puede ir al campo de batalla…Bueno, no. Tiene cosas pendientes que solucionar: contestar unos mensajes (alusión al remoloneo con el móvil que solemos hacer todos y la presencia en redes sociales ilustrada con todo tipo de detalles), despedirse de sus hijos (alusiones a elefantes de la literatura infantil: Dumbo, Pomelo, Elmer, Babar, su “gatito”, …), despedirse de su mujer,…Y listo, al campo de batalla.

Bueno, casi. El texto sigue revelando la prisa para atender al asunto bélico, pero siempre hay una intromisión en su camino (desmontando la figura del soldado con su mochila de Hello Kitty para acercarse al campo de batalla) con referencias a los cuentos tradicionales: Rapunzel, El príncipe rana, Caperucita roja, visiones en segundo plano a Don Quijote y de nuevo a Lewis Carroll, escarabajos con formas del Test de Rorschach, las gestas dibujadas en un champiñón (quizás una referencia a su Champignon Bonaparte). Aunque el momento de la partida entre el caballero y la muerte nos revela una referencia cinematográfica como es El séptimo sello de Ingmar Bergman (y una de las mejores canciones de Scott Walker). 

Partida de ajedrez con la muerte (El séptimo sello)

Un festín en el que detenerse y descubrir referencias de todo tipo y, aún queda la batalla. La resolución no es menos humorística y una invitación a la fruición (carcajada y sonrisa mediante). La puesta en escena de los bandos empleando el pliegue central de la doble página y la simetría entre los personajes es otra maravilla ilustrada.

Al final del libro encontraremos más referencias escondidas y muchas que forman parte del universo de Bachelet y que aparecen en sus libros para deleite del lector (especialmente ese repaso por el universo LIJ lo realizaría en Los cuentos entre bambalinas). Referencias que no son gratuitas y que nos recuerda que para su descodificación y comprensión por el lector inicial, precisa del reconocimiento del hipotexto visual al que hace referencia y, con los títulos a los que hace referencia se puede crear un itinerario lector perfecto (y también al adulto que acompaña la lectura por descifrar otras referencias y situaciones que le confieren ese encanto particular a sus libros). 

Un final feliz, con Los Tres Bandidos de Ungerer mediante, en una narración para disfrutar una y otra vez. Por cierto, la forma de nuestro protagonista también es peculiar (cada uno que vea lo que quiera). Como coda final, jugando con los cuentos tradicionales, una moraleja también simpática para redondear la lectura y unas guardas que también son un deleite visual y humorístico.

Disfruten de un autor maravilloso y que fue premiado en 2019 con La Grande Ourse en Francia (entre otras distinciones con sus libros) y está en la lista de lustradores para el Premio Andersen para 2022. Ojalá se editen en castellano más títulos de este genial autor como el reciente Résidence Beau Séjour (esa perspectiva del triciclo me lleva al Resplandor de Kubrick)

imagen de su último libro: Résidence Beau Séjour


 

Fran Martínez

Twitter

 

Web de la editorial:

https://www.editorialjuventud.es/el-caballero-impetuoso-9788426142542/

Facebook

https://www.facebook.com/gilles.bachelet.7



viernes, 19 de febrero de 2021

Entradas en azul. David Wiesner. Sector 7

 

Título: Sector 7

Autor e ilustrador: David Wiesner

Editorial: Clarion Books

Año: 1999

Páginas: 48

Encuadernación y formato: 27 x 23 cm. Tapa dura.

Idioma: inglés.


Reseña:

Finalizamos la semana con otro viaje a nuevas dimensiones con otro de los autores e ilustradores más célebres de la LIJ: David Wiesner. Una trayectoria repleta de distinciones como la Medalla Caldecott (ganada en tres ocasiones por libros que se editaron también en España: Martes, Los tres cerditos y Flotante), siendo este Sector 7 un álbum que también fue candidato a dicho galardón (como también a las puertas se quedó Sr. Minino en 2013)

Álbumes que se recrean en el realismo de sus ilustraciones, una delicia visual, y la aproximación desde la narración visual al cómic o al guion cinematográfico en diferentes obras. También, diferentes títulos tienen una conexión interna que también profundiza en la metaficcionalidad de sus libros, como lo era especialmente en Los tres cerditos en 2001 (otra cerdita metaficcional que aprovechamos para recomendar es Johanna en el tren de Kathrin Schärer), curiosamente la silueta del animal con el que se cierra Tuesday (1991).

El arte secuencial del cómic que hablaba Will Eisner y el dinamismo en la relación de las viñetas que propone Wiesner en sus libros, como es el caso de Flotante (2006) con el que guarda una relación metaficcional este Sector 7. Elementos que dispone David Wiesner en sus libros que aparecen y se retoman en otras narraciones creando una idea de continuidad en esos libros, como su fijación por la entrada a un mundo fantástico y misterioso de sus protagonistas. Más allá de la realidad (y donde viven libros maravillosos).

En Sector 7, tenemos muchas de las características en su forma de narración visual en la progresión de Free fall (1988), con el viaje de su protagonista empleando como unidad narrativa la doble página y el inicio de la introducción de viñetas en las secuencias narrativas como hizo en Tuesday (1991). Con Sector 7, se sitúa en un punto intermedio previo a la pirotecnia visual de Los tres cerditos y Flotante, volvemos a un mundo más allá de la realidad (estar en las nubes o en la expresión anglosajona Being on Cloud nine) con la entrada del protagonista en el Sector 7 al que accede al encontrarse con un guía en su visita en la excursión al Empire State Building en Manhattan un día con niebla (lo de perderse en la niebla será la conexión con la próxima reseña). En este tipo de libros sin palabras, la narración visual tiene que ser precisa, ya que el anclaje con el texto no es posible.


Otro aspecto curioso, es la clasificación de este tipo de libros sin palabras que delimitó Emma Bosch y en un artículo para Ocnos en 2012 también analizaba ¿cuántas palabras puede tener un álbum sin palabras?. En este caso, Sector 7 se consideraba un álbum casi sin palabras dado que los textos que aparecen en la imagen tienen una función narrativa como poner en contexto al lector de la ubicación de la historia (sensacional entrada al Sector 7 a doble página) o el humor en las salidas y llegadas en dicho sector relacionado con los tipos de nubes. Un lugar perdido entre las nubes que, curiosamente, es el fabricante de nubes (y recuerdas de paso el Castillo en el cielo de Miyazaki): Cloud dispatch center. Veremos a los ingenieros, arquitectos y planos para la creación de las nubes y cómo crear sus formas (y aquí la conexión con Flotante) de una manera diferente.


Un viaje y una amistad que, de vuelta a la realidad, restaura la desaparición del protagonista con el resto de su clase, un viaje repleto de detalles y la majestuosidad de la creación de formas marinas surcando como nubes el cielo. Si fuera un género cinematográfico, sería una “buddy movie” (como también lo podría ser el clásico El muñeco de nieve de Raymond Briggs). Diversión, belleza, amistad y trasgresión. Elementos que conjuga con maestría David Wiesner. 


Fran Martínez

Twitter

 

Web del autor:

http://www.davidwiesner.com/ 

Referencias

Bosch Andreu, E. (2012). ¿Cuántas palabras puede tener un álbum sin palabras?. Ocnos: Revista De Estudios Sobre Lectura, (8), 75-88. https://doi.org/10.18239/ocnos_2012.08.07

jueves, 18 de febrero de 2021

Entradas en azul. Isol. Piñatas. Fondo de Cultura Económica

 

Título: Piñatas

Autora e ilustradora: Isol

Editorial: Fondo de Cultura Económica

Colección: Álbumes del eclipse

Año: 2004

Páginas: 48

Encuadernación y formato: 19 x 19 cm. Tapa dura.

Idioma: castellano.

Reseña:

Si devoción se expresó en la anterior reseña por Javier Sáez Castán, no son menos los elogios para la obra de Marisol Misenta, Isol. De nuevo, una advertencia por si alguien sigue la actividad de este blog: no será la última entrada dedicada a uno de sus libros. En el II Seminario "La literatura hispanoamericana en el aula: Maestro Benedetti y otras propuestas didácticas" participé con una comunicación dedicada a su obra que titulé “LIJ naíf y feroz: la infancia en los álbumes de Isol” en la que me adentré por las características de su obra y el retrato de una infancia que bebe de personajes que mantienen la jovialidad infantil y presentan características propias del pensamiento adulto. Un equilibrio que resulta humorístico, pero afilado también para el lector adulto que acompaña la lectura. En muchas entrevistas ha citado su admiración por Quino y Mafalda, algo que nos clarifica la construcción de sus personajes. Os recomiendo la lectura de una entrada de su blog después del fallecimiento del genial autor (enlace) en el blog de Daniel Goldín.

Piñatas aparece en una progresión de títulos que van desde el inicio de su andadura con el Premio de la publicación de la Colección a la orilla del viento (que este año cumplirá 30 años) con el divertido Vida de perros (1997) y encadenar libros clásicos en el formato álbum cada vez más refinados del trazo primitivista de sus primeros libros hasta El globo (2002) y Secreto de familia (2003) o la ilustración para el cuento de Paul Auster (que tuvo su adaptación al cine con Smoke con Harvey Keitel interpretando a ese vendedor de puros cuya afición era tomar diariamente una instantánea del mismo lugar de su barrio) El cuento de Auggie Wren (2003). Libros que le sirvieron para afianzar su nombre y entrar en la lista de los White Ravens.

En este álbum, retomamos la narración de un niño en primera persona (del que desconocemos su nombre, un detalle que suele ser habitual en sus libros) que se muestra preocupado por la asistencia a una fiesta de cumpleaños (otro libro-álbum con una premisa similar es ¿Qué tal si…? de Anthony Browne) en la que se encontrará con una gran piñata que deberá golpear. En estas secuencias iniciales observamos a nuestro protagonista cuestionándose su papel en esa fiesta (no sabía que Juan, el anfitrión, reparase en él) y mantiene la distancia entre sus pensamientos introvertidos con la diversión irracional del resto de sus compañeros (“lo que me temía: ¡salvajadas!”) y con un tono de sabelotodo algo repipi (“En fin, todo muy rústico”).


Llega el momento de romper la piñata, le vendan los ojos, la oscuridad se apodera de la narración y …¡sorpresa! Aparece en el País de las Piñatas Rotas. Esa puerta a una nueva dimensión onírica en la que se encontrará con un personaje guía que le cuenta las historias de ese mundo. Una bonita metáfora sobre la ruptura de muros mentales y que me recuerda a una letra de la banda norteamericana Giant Sand, Bottom line man:

When folks fall in love they are delivered to the unknown.

Fools that never fall are in love with the safety zone.

You can end up all crippled up by the crazy seeds you've sown.

Therein lies the crux of the sweet flux of such irresistible moan

Referencias musicales que no son gratuitas en el universo de Isol (con su banda Entre Ríos o con su hermano en Sima), como tampoco el aire circense y absurdo de una fiesta de cumpleaños que nos recuerda a sus ilustraciones en sus inicios en homenaje a la música de Nick Cave (y a su primera banda, The Birthday Party) que figuraban en su web (dominio que ahora no se encuentra disponible), así como al imaginario entrecruzado entre El cielo sobre Berlín de Wim Wenders y la aparición de la música de Nick Cave en el encuentro del personaje de Bruno Ganz con la trapecista (y The Carny como banda sonora) que ella en 1993 titularía El Circo.

Isol. Viñeta de Feliz cumpleaños (1996)

Dejando de lado todo este maremoto hipertextual, la resolución en Piñatas mantiene la vuelta a la realidad jugando con el surrealismo y la idea de sueño del protagonista, para finalizar con otro aspecto recurrente en su obra: un final abierto y sin una moraleja que profundiza en el humor cáustico de sus libros (aunque, hay una coda a la narración en el que las piñatas rotas encuentran un final feliz). Libros que divierten por el interés de la infancia en esas temáticas, por desmontar al adulto que acompaña y hace una lectura a otro nivel, y desprovistas de complejos en personajes que se enfrentan a una realidad compleja, en muchas ocasiones absurda, y la cuestionan. Una cuestión que deberían cumplir los libros infantiles y, por desgracia, muchas veces olvidan.

Volviendo al inicio del libro,  recuperamos la referencia a la canción popular mexicana de romper piñatas:

Dale, dale, dale

no pierdas el tino,

porque si lo pierdes,

pierdes el camino.



Fran Martínez

Twitter

 

Web de la editorial:

http://www.ekare.com/ekare/el-armario-chino/

 Blog de Isol

http://isolisol.blogspot.com/