miércoles, 17 de febrero de 2021

Entradas en azul. Javier Sáez Castán. El Armario Chino. Ekaré

Título: El Armario Chino

Autor e ilustrador: Javier Sáez Castán

Dirección de arte: Irene Savino

Colaboración: Aitana Carrasco y Maite Murugarren

Editorial: Ekaré

Año: 2016

Páginas: 40

Encuadernación y formato: 17,7 x 33 cm. Tapa dura.

Idioma: castellano.


Reseña:

El libro-álbum como objeto literario. Una sentencia breve y lacónica con la que iniciar una nueva reseña sobre un autor como Javier Sáez Castán y su fabuloso El Armario Chino (Ekaré, 2016). Sobre su trayectoria solo se pueden citar logros como el Premio Nacional de Ilustración y un conjunto de obras con un sello inconfundible en la triada de elementos que componen un álbum: texto, imagen y objeto.

Todos ellos cuidados al detalle y crean un imaginario (que explota además desde el cuidado de los paratextos) han configurado una personalidad literaria única en la Literatura Infantil y Juvenil: surrealista, divertido y siempre prestigiando al lector para completar el significado del artefacto que tiene en sus manos. Ejemplos de álbumes reverenciados como Los tres erizos (2003), La merienda del señor verde (2007), sus Animalarios universales del Profesor Revillod (en horizontal y vertical), el cinematográfico cuento de navidad de Limoncito y otras excelencias como los libros conjuntos con dos ilustradores como Pablo Auladell (con Dorothy. Déjale entrar) y Mvsevm con Manuel Marsol, ambos galardonados en diferentes certámenes y que recuperaremos como entradas futuras.


Un breve repaso sobre lecturas que son un placer visual y que siempre remiten a un lugar de fantasía cercano a Lewis Carroll, el surrealismo cinematográfico, trasgresor, con un sentido del humor propio de los Hermanos Coen, la inclusión de referencias pictóricas e intertextuales y con puntos en común con Chris Van Allsburg o Quint Buchholz. Es en el formato y las ideas de cada proyecto donde excede retos que le llevan desde libros-ilustrados que reflejan la libertad para disponer de los elementos del álbum. Si el álbum es uno de los formatos más libres y creativos, Javier Sáez Castán es el ejemplo en un autor de todas esas facetas. Relatos atemporales, fantásticos y, en definitiva, mágicos.

Partiendo de la idea de la última entrada sobre dimensiones paralelas, incluimos el libro como lectura reversible (obras siempre interesantes para jugar con la sorpresa con autores como Menena Cottin, Ana Lartitegui, Iwona Chmielewska o Istvan Banyai, por citar algunos ejemplos) y en su libro El Armario Chino excede con su habitual humor, reflejado en los múltiples detalles. Todo ejerce un valor simbólico en la lectura, en la que recrearse en las imágenes estéticamente impecables, además del empleo de las viñetas como delimitación de las estancias en las que se suceden las acciones. Desde la forma del objeto (replicando el armario) y su juego desde la funda del libro con las puertas del armario abiertas y mostrando la escalera hacia esa dimensión paralela en la que se cambian los colores y se replica cíclicamente la travesía del niño entre las dos dimensiones. El libro-álbum y la banda de Moebius.

Una vez desplegadas las páginas y con la diversión en los agradecimientos jugando con la orientación y color de las palabras para continuar con el juego de exploración llega el texto de su alter ego Mons Snow (me recuerda al inicio de Los misterios del Señor Burdick de Van Allsburg) y nos habla del misterio que esconde ese armario que aparece (con un mensaje secreto escondido completando las letras coloreadas) con una historia que nos lleva a un lugar remoto y perdido en el que un vendedor muestra una antigüedad misteriosa (un paraíso literario y cinematográfico en su premisa).

Pese a la advertencia, que tal vez no supimos ver, nos encontramos con la conversación animada en la parte inferior de una pareja sobre su hijo y el armario, sobre un mundo dividido entre la oposición del rojo y el azul (lugares monocromáticos) y el tránsito en el tiempo hasta completar la travesía hasta llegar al final del libro y darle la vuelta para reproducirla otra vez desde el lado contrario. Y, así, una y otra vez. El juego no solo está en la observación de las secuencias en el orden natural y vuelta a empezar, también la relación de pequeños elementos que traspasan esa dimensión y que se reflejan invertidas en la parte superior. Textos que se reproducen en diferentes estancias: el salón con el diálogo entre la pareja y la aclaración del personaje que no habla (el niño) que se encargará de explorar la dimensión desconocida y paralela.

Disfruten de este libro. Una entrada en azul.

Y recuerden que sobre puertas y Javier Sáez Castán, un fragmento en Revista Peonza en la Cervantes Virtual (número 101):

No lo sé. Si es verdad que hay puertas, no podemos saber lo que hay al otro lado hasta que no las abramos. Si ya sabemos lo que hay al otro lado, entonces no es necesario emprender el viaje, pues ya estaremos ahí, del otro lado de la puerta. Lo que sí sabemos es que abrir una puerta, cruzarla, nos cambiará en alguna medida. Nos encontraremos frente a nuevas puertas, también. Quizás es lo que somos, puertas que no saben adónde se abren. (p.101)


 

Fran Martínez

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Web de la editorial:

http://www.ekare.com/ekare/el-armario-chino/

 

 

 

 

 


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