Título: El Armario Chino
Autor
e ilustrador: Javier
Sáez Castán
Dirección
de arte: Irene
Savino
Colaboración: Aitana Carrasco y Maite Murugarren
Editorial: Ekaré
Año: 2016
Páginas: 40
Encuadernación
y formato:
17,7 x 33 cm. Tapa dura.
Idioma: castellano.
Reseña:
El libro-álbum como objeto literario. Una sentencia breve y
lacónica con la que iniciar una nueva reseña sobre un autor como Javier Sáez Castán
y su fabuloso El Armario Chino (Ekaré, 2016). Sobre su trayectoria solo
se pueden citar logros como el Premio Nacional de Ilustración y un conjunto de
obras con un sello inconfundible en la triada de elementos que componen un álbum:
texto, imagen y objeto.
Todos ellos cuidados al detalle y crean un imaginario (que
explota además desde el cuidado de los paratextos) han configurado una personalidad
literaria única en la Literatura Infantil y Juvenil: surrealista, divertido y
siempre prestigiando al lector para completar el significado del artefacto que
tiene en sus manos. Ejemplos de álbumes reverenciados como Los tres erizos
(2003), La merienda del señor verde (2007), sus Animalarios
universales del Profesor Revillod (en horizontal y vertical), el cinematográfico
cuento de navidad de Limoncito y otras excelencias como los libros
conjuntos con dos ilustradores como Pablo Auladell (con Dorothy. Déjale entrar)
y Mvsevm con Manuel Marsol, ambos galardonados en diferentes certámenes
y que recuperaremos como entradas futuras.
Un breve repaso sobre lecturas que son un placer visual y que siempre remiten a un lugar de fantasía cercano a Lewis Carroll, el surrealismo cinematográfico, trasgresor, con un sentido del humor propio de los Hermanos Coen, la inclusión de referencias pictóricas e intertextuales y con puntos en común con Chris Van Allsburg o Quint Buchholz. Es en el formato y las ideas de cada proyecto donde excede retos que le llevan desde libros-ilustrados que reflejan la libertad para disponer de los elementos del álbum. Si el álbum es uno de los formatos más libres y creativos, Javier Sáez Castán es el ejemplo en un autor de todas esas facetas. Relatos atemporales, fantásticos y, en definitiva, mágicos.
Partiendo de la idea de la última entrada sobre dimensiones
paralelas, incluimos el libro como lectura reversible (obras siempre
interesantes para jugar con la sorpresa con autores como Menena Cottin, Ana
Lartitegui, Iwona Chmielewska o Istvan Banyai, por citar algunos ejemplos) y en
su libro El Armario Chino excede con su habitual humor, reflejado en los
múltiples detalles. Todo ejerce un valor simbólico en la lectura, en la que
recrearse en las imágenes estéticamente impecables, además del empleo de las
viñetas como delimitación de las estancias en las que se suceden las acciones. Desde
la forma del objeto (replicando el armario) y su juego desde la funda del libro
con las puertas del armario abiertas y mostrando la escalera hacia esa
dimensión paralela en la que se cambian los colores y se replica cíclicamente
la travesía del niño entre las dos dimensiones. El libro-álbum y la banda de
Moebius.
Una vez desplegadas las páginas y con la diversión en los
agradecimientos jugando con la orientación y color de las palabras para
continuar con el juego de exploración llega el texto de su alter ego Mons Snow
(me recuerda al inicio de Los misterios del Señor Burdick de Van
Allsburg) y nos habla del misterio que esconde ese armario que aparece (con un
mensaje secreto escondido completando las letras coloreadas) con una historia
que nos lleva a un lugar remoto y perdido en el que un vendedor muestra una antigüedad
misteriosa (un paraíso literario y cinematográfico en su premisa).
Pese a la advertencia, que tal vez no supimos ver, nos
encontramos con la conversación animada en la parte inferior de una pareja
sobre su hijo y el armario, sobre un mundo dividido entre la oposición del rojo
y el azul (lugares monocromáticos) y el tránsito en el tiempo hasta completar
la travesía hasta llegar al final del libro y darle la vuelta para reproducirla
otra vez desde el lado contrario. Y, así, una y otra vez. El juego no solo está
en la observación de las secuencias en el orden natural y vuelta a empezar,
también la relación de pequeños elementos que traspasan esa dimensión y que se
reflejan invertidas en la parte superior. Textos que se reproducen en
diferentes estancias: el salón con el diálogo entre la pareja y la aclaración
del personaje que no habla (el niño) que se encargará de explorar la dimensión
desconocida y paralela.
Disfruten de este libro. Una entrada en azul.
Y recuerden que sobre puertas y Javier Sáez Castán, un
fragmento en Revista Peonza en la Cervantes Virtual (número 101):
No lo sé. Si es verdad que hay puertas, no podemos saber
lo que hay al otro lado hasta que no las abramos. Si ya sabemos lo que hay al
otro lado, entonces no es necesario emprender el viaje, pues ya estaremos ahí,
del otro lado de la puerta. Lo que sí sabemos es que abrir una puerta,
cruzarla, nos cambiará en alguna medida. Nos encontraremos frente a nuevas
puertas, también. Quizás es lo que somos, puertas que no saben adónde se abren.
(p.101)
Fran
Martínez
Web de la editorial:
http://www.ekare.com/ekare/el-armario-chino/
No hay comentarios:
Publicar un comentario