Título: Piñatas
Autora
e ilustradora: Isol
Editorial: Fondo de Cultura Económica
Colección: Álbumes del eclipse
Año: 2004
Páginas: 48
Encuadernación
y formato:
19 x 19 cm. Tapa dura.
Idioma: castellano.
Reseña:
Si devoción se expresó en la anterior reseña por Javier Sáez
Castán, no son menos los elogios para la obra de Marisol Misenta, Isol. De
nuevo, una advertencia por si alguien sigue la actividad de este blog: no será
la última entrada dedicada a uno de sus libros. En el II
Seminario "La literatura hispanoamericana en el aula: Maestro Benedetti y
otras propuestas didácticas" participé con una comunicación
dedicada a su obra que titulé “LIJ naíf y feroz: la infancia en los álbumes
de Isol” en la que me adentré por las características de su obra y el
retrato de una infancia que bebe de personajes que mantienen la jovialidad
infantil y presentan características propias del pensamiento adulto. Un
equilibrio que resulta humorístico, pero afilado también para el lector adulto
que acompaña la lectura. En muchas entrevistas ha citado su admiración por
Quino y Mafalda, algo que nos clarifica la construcción de sus
personajes. Os recomiendo la lectura de una entrada de su blog después del
fallecimiento del genial autor (enlace)
en el blog de Daniel Goldín.
Piñatas aparece en una progresión de títulos que van
desde el inicio de su andadura con el Premio de la publicación de la Colección
a la orilla del viento (que este año cumplirá 30 años) con el divertido Vida
de perros (1997) y encadenar libros clásicos en el formato álbum cada vez
más refinados del trazo primitivista de sus primeros libros hasta El globo
(2002) y Secreto de familia (2003) o la ilustración para el cuento de
Paul Auster (que tuvo su adaptación al cine con Smoke con Harvey Keitel
interpretando a ese vendedor de puros cuya afición era tomar diariamente una
instantánea del mismo lugar de su barrio) El cuento de Auggie Wren
(2003). Libros que le sirvieron para afianzar su nombre y entrar en la lista de
los White Ravens.
En este álbum, retomamos la narración de un niño en primera persona (del que desconocemos su nombre, un detalle que suele ser habitual en sus libros) que se muestra preocupado por la asistencia a una fiesta de cumpleaños (otro libro-álbum con una premisa similar es ¿Qué tal si…? de Anthony Browne) en la que se encontrará con una gran piñata que deberá golpear. En estas secuencias iniciales observamos a nuestro protagonista cuestionándose su papel en esa fiesta (no sabía que Juan, el anfitrión, reparase en él) y mantiene la distancia entre sus pensamientos introvertidos con la diversión irracional del resto de sus compañeros (“lo que me temía: ¡salvajadas!”) y con un tono de sabelotodo algo repipi (“En fin, todo muy rústico”).
Llega el momento de romper la piñata, le vendan los ojos, la oscuridad se apodera de la narración y …¡sorpresa! Aparece en el País de las Piñatas Rotas. Esa puerta a una nueva dimensión onírica en la que se encontrará con un personaje guía que le cuenta las historias de ese mundo. Una bonita metáfora sobre la ruptura de muros mentales y que me recuerda a una letra de la banda norteamericana Giant Sand, Bottom line man:
When folks fall in
love they are delivered to the unknown.
Fools that never
fall are in love with the safety zone.
You can end up all
crippled up by the crazy seeds you've sown.
Therein lies the
crux of the sweet flux of such irresistible moan
Referencias musicales que no son gratuitas en el universo de
Isol (con su banda Entre Ríos o con su hermano en Sima), como tampoco el aire
circense y absurdo de una fiesta de cumpleaños que nos recuerda a sus
ilustraciones en sus inicios en homenaje a la música de Nick Cave (y a su
primera banda, The Birthday Party) que figuraban en su web (dominio que ahora
no se encuentra disponible), así como al imaginario entrecruzado entre El
cielo sobre Berlín de Wim Wenders y la aparición de la música de Nick Cave
en el encuentro del personaje de Bruno Ganz con la trapecista (y The Carny como
banda sonora) que ella en 1993 titularía El Circo.
Dejando de lado todo este maremoto hipertextual, la resolución en Piñatas mantiene la vuelta a la realidad jugando con el surrealismo y la idea de sueño del protagonista, para finalizar con otro aspecto recurrente en su obra: un final abierto y sin una moraleja que profundiza en el humor cáustico de sus libros (aunque, hay una coda a la narración en el que las piñatas rotas encuentran un final feliz). Libros que divierten por el interés de la infancia en esas temáticas, por desmontar al adulto que acompaña y hace una lectura a otro nivel, y desprovistas de complejos en personajes que se enfrentan a una realidad compleja, en muchas ocasiones absurda, y la cuestionan. Una cuestión que deberían cumplir los libros infantiles y, por desgracia, muchas veces olvidan.
Fran
Martínez
Web de la editorial:
http://www.ekare.com/ekare/el-armario-chino/
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