jueves, 30 de septiembre de 2021

Entradas en azul. Margaret Wise Brown y Leonard Weisgard. The Little Island

 

Título: The Little Island

Autora: Margaret Wise Brown

Ilustrador: Leonard Wesigard

Editorial: Dragonfly books

Año: 2003. Original: 1946

Páginas: 48

Encuadernación y formato: 26,4 x 20,8 cm. Tapa blanda.

Idioma: castellano

Reseña:

Terminamos septiembre con un pequeño viaje a una pequeña isla imaginada por una de las grandes autoras de la LIJ, Margaret Wise Brown (1910-1952) con una amplia obra con clásicos como Buenas noches, Luna y, parte de su obra también publicada póstumamente. En el blog ya ha pasado uno de sus libros como la reinterpretación de Christian Robinson de El pájaro muerto) y, en esta ocasión, esta pequeña isla está magníficamente ilustrada por uno de sus colaboradores habituales: Leonard Weisgard (1916-2000) y con quien editó las series Noisy book o The Important Book.

Con este se alzaron con la medalla Caldecott y los motivos se esconden en la habilidad de Margaret Wise Brown de dar vida a todo lo que alcanza su mirada, una mirada tierna, elocuente en su poética e íntima en la conexión natural con el lector infantil. En este The Little Island sus descripciones de la naturaleza, la adjetivación gentil de cada uno de sus elementos: las olas, la niebla, el viento, las sombras, el color de las flores, los puntos cardinales, su fauna (las focas desde el norte y, desde el sur, el martín pescador)… Olores y sensaciones que sirven para describir un entorno perdido, pequeño y casi imperceptible para nadie.

El arco temporal para dibujar esa naturaleza son las estaciones y, para plasmarlas, el influjo de la luz del día y la oscuridad de la noche. Ese inicio luminoso con la primavera y el verano como marco se toma diez ilustraciones hasta que cae la noche en la que divisamos algunos barcos bajo la luz de la luna, hasta que en la luz de la mañana encontramos a los primeros navegantes que llegan a la pequeña isla de pícnic.

En esa tripulación (no vemos las caras humanas detrás de las velas) se incluye un pequeño gato negro que será el representante de la mirada infantil. Frente a esta mirada curiosa e inquieta, la contestación de la pequeña isla: sabia y anciana en sus sosegadas respuestas. Esa conversación te divierte y envuelve a partes iguales.

Conocemos qué hay en la isla, conocemos sus secretos y, a través de ellos en la interacción con el pequeño gato, conocemos la filosofía de la vida. Ante la aseveración del gato sobre que él está unido con sus pies a la tierra, el diálogo de la pequeña isla para que tenga fe en el secreto que le va a transmitir: como toda la tierra es una, bajo el mar. La marcha, el recuento de elementos que pervivirán en aquel pequeño lugar del mundo. El anochecer, la partida y las dos estaciones restantes: otoño e invierno con su melancolía. Las ilustraciones de Weisgard, fruto de su tiempo, le confieren la amabilidad pictórica necesaria para el relato: los colores de las estaciones, las luces sobre el agua, el brillo de la vida.

Como cierre de septiembre dudaba con la reseña de otro ganador de la Medalla Caldecott que dibujan el paisaje del tiempo libre en verano y el placer del viaje: Time of wonder de Robert McCloskey de 1957. Lo dejaremos para algún momento melancólico del dulce verano.

 


Fran Martínez

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Web Leonard Weisgard

http://leonardweisgard.com/

 


miércoles, 29 de septiembre de 2021

Entradas en azul. Maurice Sendak. Héctor Protector y cuando yo iba por el mar. Alfaguara

 

Título: Héctor Protector y cuando yo iba por el mar: dos rimas ilustradas

Autor e ilustrador: Maurice Sendak

Traducción: Juan R. Azaola

Editorial: Alfaguara

Año: 1987. Original: 1965

Páginas: 56

Encuadernación y formato: 15 x 19 cm. Tapa blanda.

Idioma: castellano

Reseña:

Volvemos a la obra de Maurice Sendak y seguimos conectando con otra de las pasiones del autor: el material de la tradición oral. Ya tuvimos una muestra con En el vertedero con Juan y Pedro por su influencia de libros clásicos como Mother Goose o la conexión con retahílas poéticas de Beatrix Potter. Así, unos textos breves y rítmicos (como ya apuntamos esta definición de Perry Nodelman como “músico visual” en La cocina de noche o el día del libro infantil) que Sendak se encarga de expandir su significado en las ilustraciones, captando el humor de estas retahílas y transportándolas a su universo propio. Estas retahílas del cancionero anglosajón no son de las más ampliamente conocidas (no son Twinkle Twinkle Little star, Humpty Dumpty ni Hey Diddle Diddle, digamos), pero nos transportan a otra época y nos sirve para la continuidad con Intercambio cultural de Isol. Si bien trazamos coincidencias con su clásico Donde viven los monstruos (1963), la temática de las embarcaciones se mantiene en la segunda de estas retahílas: cuando yo iba por el mar (as i went over the water).

Mientras que las retahílas originales se mantienen en la parte inferior de las ilustraciones, el marco ilustrado contiene una segunda narrativa donde Sendak emplea bocadillos para reflejar una infancia libre de dulcificación. En la historia original de la canción, Hector se presentaba como candidato a protector del reino, pero fue rechazado por el rey y la reina.

“Hector Protector was dressed all in green;

Hector Protector was sent to the Queen.

The Queen did not like him,

No more did the King;

So Hector Protector was sent back again.”

Portada edición ingles: Harper & Row

De ese breve texto, Sendak nos muestra a un niño que no quiere vestirse de esas galas por su madre a quien le grita y patalea. Odia el verde y no quiere llevarle un pastel a la reina (incluso grita: ¡odio a la reina!). En su inicio de camino, el bosque le espera con animales feroces a su espera: un león y una serpiente. Y, como no, nuestro personaje infantil se impone ante las bestias con un golpe de espada de madera en la cabeza a león y agarrando a la serpiente del cuello. A lomos del león, irrumpe en el castillo de la reina donde se divierte y ridiculiza a los monarcas. En la vuelta a casa, la madre ante dicho resultado de su travesura decide que es el momento de ponerle el pijama mientras patalea y encerrarle en su cuarto. ¿Les resulta conocido?

La segunda parte nos dirige al mar, con nuestro personaje vestido de marinero (y no de lobo blanco) y una nueva aventura en la que el texto se amplifica a través de las ilustraciones de Sendak: monstruo marino (una mezcla de dragón y cocodrilo) y la llegada a una isla perdida. De nuevo, el personaje es capaz de huir de la fiera e, inclusive, se enfrenta a dos grajos a palos. Finalmente, recobramos la figura del personaje que domina los elementos (el mar) y a las fieras (el monstruo marino y los grajos) volviendo al mar coronando al resto con un gorro marinero. No volvió a reeditarse y me pregunto si las ilustraciones sufren aquello de lo políticamente correcto que tanto escandaliza. Si por el contrario huyen de la LIJ con tufo a lejía, disfruten de sus maravillas.

 

 

Fran Martínez

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Web Maurice Sendak

https://www.sendakfoundation.org/

 

martes, 28 de septiembre de 2021

Entradas en azul. Isol. Intercambio cultural. Fondo de Cultura Económica

 

Título: Intercambio cultural

Autora e ilustradora: Isol

Editorial: Fondo de Cultura Económica

Colección: A la orilla del viento/ Los primerísimos

Año: 1998. 2ª ed.: 2010

Páginas: 32

Encuadernación y formato: 22 x 17 cm. Tapa blanda.

Idioma: castellano

Reseña:

Otra de las constantes en el blog son las reseñas dedicadas a la obra de Marisol Misenta y que nunca nos cansaremos de recomendar. Esta semana, con la temática de embarcaciones en el libro álbum, tomamos de entre todos sus álbumes este Intercambio cultural por su conexión con una obra clásica de la LIJ que les resultará familiar en el argumento. Como es habitual en su obra, la ruptura de convenciones desde unos personajes que tienen una mirada del mundo alejada de una infancia adormecida por la moral impuesta por el adulto. En este caso, Julito (en la mayoría de obras de Isol se les da nombre a sus personajes) es el que enfrenta un mundo de convenciones de una generación que creció con la pantalla como referente educacional y de entretenimiento (esa denuncia que también querían hacer series como Los Simpson de una cultura americana frente a la lobotomía de la pantalla) y que, desmontará por su capacidad para aventurarse en el polo opuesto: la selva y la naturaleza.

Sobre Intercambio cultural, hay análisis como los de Rabasa y Ramírez (2012) que señalan esa constante en los personajes de Isol como elementos que tensionan e ironizan sobre preceptos adultos (ocupados por sus quehaceres cotidianos y desmemoriados de su infancia). Un aspecto que también analizaba Gagliardi (2014) en la comparación de Isol con Silvina Ocampo a nivel semántico “el uso del lenguaje en sus sentidos literales o figurados; la hipérbole; la presencia de la crueldad y el humor negro; las fluctuaciones en la enunciación” y la capacidad para representar la visión empática con el sentimiento de la infancia desmontando las convenciones adultas sobre esta. Algo que también reconocemos en otras influencias confesadas por Isol: María Elena Walsh y Quino.

Los rasgos de la obra de Isol en Intercambio cultural aún se encontraban en el estado de refinamiento, inicialmente en blanco y negro y en su segunda edición a color, y se une a la tripleta inicial con Vida de perros (1997), Cosas que pasan (1998) y Regalo sorpresa (1998) que serían los inicios de una autora que recibiría el Premio Memorial Astrid Lindgren en 2013. La historia de Julito es la de un niño que está durante horas sentado frente al televisor. A su alrededor no aparece ningún adulto, ningún rastro de la familia: solo la pantalla. Seguramente esto les recordará situaciones de infancia o no tan lejanas como cuando se le endiña el móvil a la criatura porque está aburrido y quejoso en una terraza mientras la familia y amistades están repantingadas con sus consumiciones y conversando sobre cualquier tema intrascendente. Ojo, no estoy criticando la tecnología, sino que la única herramienta afectiva sea el chute de vídeo de YouTube como anclaje a la silla.

Súbitamente un anuncio en la pantalla y la invitación a experimentar un intercambio cultural durante una semana. En el anuncio leemos entre exclamaciones: “¡Y viva otra vida!”. Volvemos a otro espacio común en la obra de Isol: la alteridad. El destino de Julito es un viaje a África y, con quien intercambiará su lugar en el mundo, será con Bombo: un elefante. Este hilarante encuentro nos sirve para que el elefante se quede en soledad frente al televisor durante una semana (y sus efectos en la mirada con espirales al final de este tiempo). Julito, se dirige a África en una embarcación y cuando conoce a la familia elefante de Bombo les dice entre exclamaciones: ¡y no soy ningún ratón! A partir de ese momento, pasará una semana en el lado salvaje entre elefantes, monos, jirafas y cocodrilos sobre los que saltará, mirará el atardecer y domará elefantes. ¿Le recuerda esta situación a un clásico de la LIJ? ¿Podrían pensar en ese viaje de diversión sin límite de Julito y el de Max hacia el lugar donde viven los monstruos?

Finalmente, Julito vuelve a la tranquilidad de su hogar, de su sillón y, ahora la televisión le aguarda con una película de la selva (“pero ya la había visto”). Momento para cerrar los ojos y, de nuevo, ver cómo se transforma su sillón en un espacio soñado como niño. Para finalizar, una bella extensión de las consecuencias de esa semana en Bombo que cierra con un finísimo sentido del humor. Otro juego que propone Isol es la manera en la que emplea el encuadre para jugar con los personajes: frente a la libertad que ocupa toda la página (o doble página) de la selva, las viñetas cuadradas que simulan la televisión para representar lo limitado del espacio frente a la pantalla como una pequeña prisión. Inteligente en la sátira adulta y una lectura jugosa para el lector infantil. En futuras entradas seguiremos navegando por las joyas de Isol.

Y, para finalizar, un poema de Shel Silverstein de Hay una luz en el desván: Canales

El canal uno carece de todo interés.

El canal dos solo da noticias y adiós.

El canal tres, todo al revés.

¿Y en el cuatro?: Demasiado teatro.

El canal cinco, saltos y brincos.

El canal seis estropeado lo tenéis.

El canal siete y el canal ocho,

pelis viejas para abuelos muy pochos.

El canal nueve no me conmueve,

¿Y en el canal diez?: "La vida de un pez."

¿Qué te parece si hablamos, solo por esta vez?

Fran Martínez

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Web de la editorial

https://www.fondodeculturaeconomica.com/Ficha/9789681662615/F

Instagram Isol

https://www.instagram.com/isolmisenta/?hl=es

Referencias

Gagliardi, L. (2014). El borde y los desbordes : Algunos vínculos entre las narrativas de Isol y Silvina Ocampo. VI Jornadas de Poéticas de la Literatura Argentina para Niñ@s, 19 y 20 de septiembre de 2014, La Plata, Argentina. EN: Actas. La Plata: Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Departamento de Letras. Cátedra de Didáctica de la Lengua y la Literatura II. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/trab_eventos/ev.3732/ev.3732.pdf

Rabasa, M. y Ramírez, M. M. (2012). Universol o Isol y la ruptura de convenciones. En V. Sardi y C.E. Blake (Eds.), Un territorio en construcción: la literatura argentina para niños (pp.215-219). Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación UNLP.

lunes, 27 de septiembre de 2021

Entradas en azul. Chris van Allsburg. El naufragio del Zéfiro. Editorial Juventud

 

Título: El naufragio del Zéfiro

Autor e ilustrador: Chris Van Allsburg

Traducción: Teresa Farrán i Vert

Editorial: Juventud

Año: 2006. Original: 1983

Páginas: 32

Encuadernación y formato: 29 x 23 cm. Tapa dura.

Idioma: castellano

Reseña:

No abandonamos el entorno marítimo y seguimos con la temática con la que se cerraron las reseñas de la semana pasada a partir de un maravilloso álbum de Chris Van Allsburg, uno de los grandes autores de la LIJ. Estos viajes nos dejarán aún cierto aire veraniego en el remanso de la nueva estación otoñal y, como es habitual en el autor, nos conducirán a situaciones repletas de extrañeza y fantasía ensoñadora. Las maravillosas ilustraciones al pastel sirven de marco perfecto para una historia que comienza con el asombro en un pequeño pueblo de pescadores de los restos de una embarcación. Es la situación inicial que nos da contexto y desde la voz del narrador, en primera persona, cuenta su encuentro con un hombre mayor que le explica que su aparición se debe a un temporal. Esa sería una explicación posible, pero el ambiente de suspense se genera a partir de la ruptura de la lógica en palabras del señor mayor que fuma en pipa ante la incredulidad del suceso por parte del narrador: “Bueno, hay otra historia”. Y, de la misma manera que el narrador, nosotros también nos sentamos para escuchar la historia de ese misterio que nos narrará en las páginas siguientes y deliciosamente ilustradas.

Lohfink (2012) utilizaba como ejemplo para promocionar en el aula para el cuestionamiento personal a través de álbumes y sus interpretaciones del significado de las ilustraciones con referencia al texto. En definitiva, en el espacio creado entre el poder narrativo de la imagen para que complete la información textual el receptor (en el que además implicará otros conocimientos literarios, enciclopédicos o culturales). Stanton (1996) analizaba la naturaleza ensoñadora en la obra de Chris Van Allsburg y cómo este álbum fue la primera incursión en el uso del color por parte del autor después de la publicación de El jardín de Abdul Gasazi (1979), el ganador de la medalla Caldecott Jumanji (1981) y el viaje dentro de un sueño por monumentos escultóricos de Ben’s Dream (1982). También se convirtió en un libro que hacía aún más evidente esa conexión entre el surrealismo literario y el artístico con la conexión a René Magritte (entre otros artistas que se señala en el artículo). En otro artículo, curiosamente ubicado en una sección especial dedicada a la alfabetización visual (“visual literacy”) Neumeyer (1990) habla de la capacidad para generar el ambiente de misterio y de perplejidad ante la circunstancia de encontrarnos dos narradores en el álbum (el narrador inicial y el señor mayor con la pipa) y el espacio para que el lector interprete quién es el protagonista de esa enigmática historia.

Es la historia de un joven navegante que pretende ser el mejor del mundo (en este punto me trae recuerdo a muchos personajes de las películas de Miyazaki en Studio Ghibli) y que se empeña en navegar pese a la gran tormenta que se avecina en el puerto (olvidando las advertencias en el puerto de un pescador). En este punto, no hemos observado ninguna de las caras de los personajes y las ilustraciones enmarcadas ensalzan el sentido pictórico de la narración. El oleaje con el mar verde, las grandes nubes en el fondo ante la deriva del protagonista en el barco hasta una playa irreconocible (vemos en el fondo las nubes y, además de Magritte pensamos en otros autores con la conexión con el mismo pintor como Quint Buchholz o Anthony Browne) en el que comienzan las cosas extraordinarias: dos veleros que flotaban en el aire remolcan al Zéfiro hasta el pueblo. Un pueblo en el que aprenderá cómo navegar de tal manera (de nuevo, un enigmático marinero es el que se propone en esta tarea).

El segundo dato relevante es que aquel pueblo está apartado del resto por el peligroso arrecife que hay a su alrededor: en definitiva, ha llegado al otro lado. El desenlace bajo la luna llena, el viento soplando y la vuelta a casa en el horizonte nos muestran la resolución desde ilustraciones que parecen un retorno del País de nunca jamás (la luna reflejada en el agua, surcar el cielo y la vista del campanario en una secuencia hipnótica y que también nos lleva hasta David Wiesner). Una vez que conocemos la historia de un velero que apareció misteriosamente en la costa, conocemos los datos del primer narrador sobre la manera de caminar de aquel viejo que fumaba en pipa y que conocía una historia más allá de la realidad. Otra realidad en la que maravillarnos gracias a Chris Van Allsburg.

Para finalizar, en otro de los artículos que encontré que empleaban la lectura del álbum de Van Allsburg, una práctica habitual en el verano escolar: la lectura vacacional y aquellos cuadernillos de actividades para no perder el hábito de “la letra con sangre entra”. En este caso, El naufragio del Zéfiro fue parte de una experiencia didáctica de lectura voluntaria durante el verano descrita por White y Kim (2008) en el que también implicaron a las familias en el desarrollo de la tarea.

 

 

Fran Martínez

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Web de la editorial

https://www.editorialjuventud.es/el-naufragio-del-zefiro-9788426135599/

Referencias

Lohfink, G. (2012). Promoting self-questioning through picture book illustrations. Reading Teacher, 66(4), 295–299. https://doi.org/10.1002/TRTR.01124

Neumeyer, P. F. (1990). How Picture Books Mean: The Case of Chris Van Allsburg. Children’s Literature Association Quarterly, 15(1), 2–8. https://doi.org/10.1353/chq.0.0727

Stanton, J. (1996). The Dreaming Picture Books of Chris Van Allsburg. Children’s Literature, 24(1), 161–179. https://doi.org/10.1353/chl.0.0435

White, T. G., & Kim, J. S. (2008). Teacher and Parent Scaffolding of Voluntary Summer Reading. The Reading Teacher, 62(2), 116–125. https://doi.org/10.1598/rt.62.2.3

 

viernes, 24 de septiembre de 2021

Entradas en azul. Anouck Boisrobert y Louis Rigaud. Océano. Libros del zorro rojo

 

Título: Océano

Autora: Anouck Boisrobert

Ilustrador: Louis Rigaud

Editorial: Libros del zorro rojo

Año: 2017. Original:  2013

Páginas: 16

Encuadernación y formato: 23,5 x 34 cm. Tapa dura con pop-ups

Idioma: castellano


Reseña:

Anouck Boisrobert y Louis Rigaud son un tándem que ha explorado el componente narrativo de la materialidad en el diseño del álbum para ahondar sobre temáticas que les conectan con una temática al alza en las últimas décadas, como la conciencia ecológica o la crítica a la huella humana sobre entornos naturales. La trilogía formada por Popville con poema de Pablo Guerrero en la edición española y Joy Sorman en la original (Kókinos, 2009), En el bosque del perezoso con texto de Sophie Strady (Hipòtesi, 2012) y este Océano editado por Libros del zorro rojo. Una trilogía que se encargó originalmente la editorial francesa Hélium en publicar y con la apuesta por libros interactivos con mecanismos pop-up que escapan de la concepción utilitarista de un elemento meramente decorativo. Una obra que ha seguido coleccionando títulos, especialmente en el mercado francés, y que no han conocido edición española como Liberté (2012) o Famille acrobat (2018) que se unen a otra trilogía formada por Une hirondelle, Deux crevettes y Trois fourmis publicados en el año 2015.

En esta trilogía alrededor del medio natural (el espacio rural vs la industrialización, la deforestación y la pérdida de la fauna) en el océano el espacio de protesta se hace patente en la primera página con desplegables que diferencian dos niveles a modo de un iceberg: en la parte superior, el puerto con barcos recreacionales, pequeños veleros y buques de transporte de mercancías (unido a las gaviotas e imágenes pintorescas de las tripulaciones). Por el contrario, en la representación del fondo del mar apreciamos las quillas de las diferentes embarcaciones, remos, bancos de peces, anclas… hasta el fondo repleto de vidrios, desechos y turbiedad (incluida una bicicleta) en la crítica al estado del mar ante la huella ecológica del ser humano. Después de esta doble página inicial, el viaje en el que reconocemos la voz de la tripulación a bordo del velero protagonista alrededor del mundo sigue señalando los peligros de cada espacio natural (como el deshielo que pone en peligro la vida en el Ártico) y su fauna marina.

A partir de una pregunta en la parte superior, nos invitan a descubrir las maravillas del fondo marino como las ballenas que huyen de sus cazadores, el submarino que observa la majestuosidad de los icebergs, barcos que naufragaron ante la tormenta y finalmente, el retrato de la vida en las aguas vírgenes de una isla en la que la tripulación disfruta de las maravillas del fondo marino entre peces y corales. Un libro para mirar y re-mirar entre los despliegues en horizontal que exceden los límites habituales de la lectura e invita a una exploración tridimensional. Boisrobert y Rigaud nunca dejan de maravillarnos con sus propuestas.

Esta conciencia medioambiental también es un campo de estudio que tiene un largo recorrido en la investigación académica y que año a año se cristaliza a través de una serie de factores que obligan el recordatorio del ofrecimiento de recursos que empujen a la crítica y responsabilidad social. Si nos queremos remontar en el tiempo, este tipo de adoraciones a la naturaleza pueden encontrarse en la religión sintoísta por dar un ejemplo, y en el ámbito literario ha recibido numerosas etiquetas a partir de trabajos como los de Orr (1992); Roth (1992); Capra (1997) o Gaard (2008): ecoalfabetización (ecoliteracy), ecologismo crítico (ecocriticism), alfabetización medioambiental (environmental literacy), ecopedagogía e incluso ecofeminismo a finales de los 70 (Buckingham, 2004). Esto también ha llevado a la búsqueda de recursos en la literatura infantil para abordar estas cuestiones y como señalan Monhardt y Monhardt (2000, p.177): “Children's books can provide a depth and richness not found in textbooks because children's literature is usually limited to one topic rather than the broad but often superficial coverage of topics in most science textbooks”.

En este caso, resulta esencial no confundir los panfletos con ilustraciones con libros que transmiten desde su lenguaje estético la capacidad para comprender y tomar la posición de los elementos naturales y que también nos remite al formato del álbum (op de Beeck, 2018; Swain, 2020) en los que se buscan lectores críticos y activos ante los nuevos retos que enfrentarán como ciudadanos y materializados desde 2014 por las Naciones Unidas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible o actualizaciones como la Agenda 2030 en España que se ha hecho especialmente patente en la búsqueda de la recuperación económica a través de los fondos europeos para revertir los efectos económicos y sociales de la pandemia.

En ese aspecto, las investigaciones de Ramos y Ramos (2011, 2014) también se centraron en las obras de Rigaud y Boisrobert y, en su artículo de 2014 en la pareja formada por Popville y En el bosque del perezoso de los que Ramos y Ramos (2014, p.22) concluían: “Construidos como objetos únicos, estos volúmenes priman la originalidad de las propuestas visuales, alterando la relación tradicional del lector con el libro en la expectativa de que esa mudanza se extienda, igualmente, de acuerdo con la interpretación aquí realizada, a su relación con el medio ambiente.” Me parece una definición perfecta en la que incluir a Océano.

 

Fran Martínez

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Referencias

Buckingham, S. (2004). Ecofeminism in the twenty-first century. Geographical Journal, 170(2), 146–154. https://doi.org/10.1111/j.0016-7398.2004.00116.x

Capra, F. 1997. The web of life: a new scientific understanding of living systems. Anchor Books.

Gaard, G. (2008). Toward an Ecopedagogy of Children’ s Environmental Literature. Green Theory & Praxis: The Journal of Ecopedagogy, 4(2), 11–24. https://doi.org/10.3903/gtp.2008.2.3

Monhardt, R., & Monhardt, L. (2000). Children’ s literature and environmental issues : Heart over mind ? Reading Horizons: A Journal of Literacy and Language Arts, 40(3). 175-184.

op de Beeck, N. (2018). Children’s Ecoliterature and the New Nature Study. Children’s Literature in Education, 49(1), 73–85. https://doi.org/10.1007/s10583-018-9347-9

Orr, D. W. (1992). Ecological literacy: Education and the transition to a postmodern world. Suny Press.

Ramos, A. M., & Ramos, R. (2011). Ecoliteracy Through Imagery: A Close Reading of Two Wordless Picture Books. Children’s Literature in Education, 42(4), 325–339. https://doi.org/10.1007/s10583-011-9142-3

Ramos, R., & Ramos, A. M. (2014). Cross-readings and ecoliteracy in children’s pop-up books [Cruce de lec turas y ecoalfabetización en libros pop-up para la infancia]. OCNOS, 12, 7–24. https://doi.org/10.18239/ocnos_2014.12.01

Roth, C. E. 1992. Environmental literacy: it’s roots, evolution, and direction in the 1990s. ERIC/CSMEE Publications.

Swain, K. (2020). Children’s picture books in an age of climate anxiety. The Lancet Child and Adolescent Health, 4(9), 650–651. https://doi.org/10.1016/S2352-4642(20)30253-4

 

 

jueves, 23 de septiembre de 2021

Entradas en azul. Hole Stian. El final del verano. Kókinos

 

Título: El final del verano

Autor e ilustrador: Stian Hole

Traducción: Asunta García Pelayo

Editorial: Kókinos

Año: 2007

Páginas: 48

Encuadernación y formato: 21,5 x 28,5 cm. Tapa dura.

Idioma: castellano

Reseña:

Ya está aquí el final del verano (pero no relacionado con el Dúo Dinámico) y el inicio del otoño. Momentos de melancolía propios de la nueva estación y que nos ayuda a cerrar con una reseña con un libro perfecto y un icono en los estudios literarios sobre álbumes controvertidos y desafiantes como esta trilogía del autor noruego Stian Hole (1969) que se inició en este El final del verano (2007) en el que conocemos a Garmann y que, posteriormente, después vendrían La calle de Garmann (2009) y El secreto de Garmann (2010) editados en Kókinos. Obras que le brindaron múltiples reconocimientos y también el interés en la LIJ escandinava (Beckett, 2012; Ommudsen, 2015) por sus aproximaciones a temáticas complejas como en este El final del verano en el que se unen aspectos existencialistas y la unión de la soledad con la naturaleza como espacio de refugio emocional para sus preocupaciones (Goga, 2019). En resumen, Young, Hadaway y Ward (2013) sintetizan perfectamente el sentimiento propio del síndrome posvacacional que impregna este álbum y el arco que construye al protagonista: “In weighing their responses, he realizes that fear, uncertainty, and transitions are part of life, and a part of the future.” (p.385)

A estas características temáticas que se desprenden del texto, en la ilustración de Stian Hole nos enfrentamos en el reto que genera la manera con la que crea sus collages con las superposiciones de elementos fotográficos, patrones, ilustraciones y la manipulación digital de los mismos con Adobe Photoshop (esa sensación de extrañeza que también me recuerda a Ana Penyas y la transferencia fotográfica en la posterior ilustración) para recordarnos obras de la vanguardia de principios de siglo XX como pueda ser Emmanuel Radnitzky (Man Ray) u otras corrientes como el surrealismo o el constructivismo como señala Druker (2018).

El final del verano fue el primer libro de latitudes nórdicas en alzarse con el Premio de la Feria de Bolonia en 2007 y en cuyo evento se encontraba Martin Salisbury donde en su capítulo de 2008, The Artist and the Postmodern Picturebook, repasa el contexto en el que Stian Hole encontró inspiración para la creación de esta obra (como su viaje al Cabo Cod y la influencia de su pintor favorito: Edward Hopper) con múltiples referencias intertextuales que al autor señala que no espera que sean descubiertas por el lector para disfrutar de la narrativa por sí misma. Y en esta breve introducción también empleo esta ristra de referencias académicas con el único interés de mostrar el progreso en el interés en el análisis del libro-álbum como objeto estético-literario y, como la mayoría de estas personas investigadoras apuntan: libros sin edad.

Con El final del verano observamos desde la portada el efecto de extrañeza entre la realidad fotográfica y el aspecto ilustrado del collage, en una extraña disonancia que se incrementa a medida que leemos las páginas. El sentimiento aún es más patente dado que el protagonista mira al lector directamente (gaze) para buscar su empatía. El texto, desde un punto omnisciente, nos ayuda a recorrer las ilustraciones en la búsqueda de los elementos naturales que rodean a Garmann con elementos sombríos como babosas negras o (“volvió a abrir los ojos y vio que las ramas del manzano parecían dedos retorcidos apuntando al cielo”). La visita de sus tías sigue adelantando esa temática existencial y la curiosa manera en la que Garmann (6 años) percibe el paso del tiempo (“cada verano las tías encogen un poquito al sol. Como sigan así, un día no se les verá asomar la cabeza por encima de la hierba.”).

El surrealismo sigue ante las cuestiones relativas al futuro y los miedos (la vuelta a la escuela para Garmann o tener que usar un andador por la tía Ruth). Crecer y la preocupación de Garmann por la caída de los dientes de leche que aún no ha comenzado (mientras que sus tías ya los han perdido: usan dentadura postiza) y sobrevolar temáticas como la muerte en sus preguntas a sus tías (incluso vemos una bella ilustración con Garmann dando sepultura a un gorrión muerto).

Cuestiones sobre los cambios y la forma de percibir desde el pensamiento infantil el mundo según las diferentes etapas psicoevolutivas con el pensamiento simbólico que Stian Hole representa de una manera que desborda en detalles la complejidad de las emociones rodeadas. Obviamente, pensamos en libros complejos en la representación de temáticas existenciales que nos puede llevar también a Shaun Tan y El árbol rojo. Si pensamos en el reverso luminoso de El final del verano nos encontraríamos con Madlenka de Peter Sís y la celebración de su protagonista de la caída del diente. Con El final del verano encontramos un álbum “sin edad” que permite el diálogo sobre nuestros miedos y reconocernos en diferentes momentos con sus personajes, pero también para prestigiar a la infancia en la manera que tienen para cuestionarse su entorno y cuestiones existenciales que ya en otras entradas hemos señalado desde la didáctica y el acompañamiento ante el duelo (en líneas generales, el enfrentamiento a la ausencia). Ansiedades, melancolía y recuerdos para cerrar el verano, aunque en las próximas entradas seguiremos navegando por esas latitudes.

 

 

Fran Martínez

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Referencias

Beckett, S. L. (2012). Crossover picturebooks: a genre for all ages. Routledge.

Druker, E. (2018). Collage and montage in picturebooks. En B. Kümmerling-Meibauer (Ed.), The Routledge companion to picturebooks (pp. 49-58). Routledge.

Goga, N. (2019). Home is outdoors: A study of award-winning Norwegian picturebooks. Ricerche Di Pedagogia e Didattica, 14(2), 145–174. https://doi.org/10.6092/issn.1970-2221/10035

Ommudsen, A. M. (2015).  Who are these picturebooks for? Controversial picturebooks and the question of audience. En J. Evans (Ed.), Challenging and controversial picturebooks: Creative and critical responses to visual texts (pp. 71- 93). Routledge.

Salisbury, M. (2008). The artist and the postmodern picturebook. En L. R. Sipe y S. Pantaleo (Eds), Postmodern piturebooks: play, pardoy and self-referentiality (pp. 22-40). Routledge.

Young, T. A., Hadaway, N. L., & Ward, B. A. (2013). International Children’s Trade Books: Building Blocks for Character Education. Childhood Education, 89(6), 379–386. https://doi.org/10.1080/00094056.2013.852894

 

Web de la editorial

https://editorialkokinos.com/autor/stian-hole/

Entrevista a Stian Hole

https://blog.picturebookmakers.com/post/109292849841/stian-hole

miércoles, 22 de septiembre de 2021

Entradas en azul. Jihyun Kim. El último verano. Editorial Juventud

 

Título: El último verano

Autora e ilustradora: Jihyun Kim

Traducción: Teresa Farran

Editorial: Juventud

Año: 2021. Original: 2017

Páginas: 56

Encuadernación y formato: 21,5 x 30 cm. Tapa dura.

Idioma: castellano. Álbum sin palabras.

Reseña:

Después de Vecinos de Kasya Denisevich es el turno de otra autora como Jihyun Kim con su primer álbum y nos sirve como hilo conductor en un viaje en el que partimos de la habitación, descubrimos la ciudad y partimos hacia el viaje estival hacia el campo. Ha sido un año en el que también se han recuperado los destinos en la naturaleza (como los campings) para que las familias lleven a los pequeños de la casa a desconectar del encierro. En este viaje, turno para otra narración silenciosa en el que las imágenes son el componente narrativo principal, así como el uso de los encuadres y una paleta minimalista de colores, como también señalábamos en la reseña de La piscina de Ji Hyeon Lee, otra ilustradora coreana. Al contrario que en este último título o en diferentes ilustraciones de Vecinos, el elemento fantástico está atenuado en El último verano y nos remite a una bella experiencia en la salida de la ciudad de un protagonista hacia un destino rural.

Desde las guardas, al inicio y al final, se establece un escenario en el que se polariza la ambientación de estos dos entornos: la ciudad frente al rumor del delicado del bosque. Empleando la doble página como unidad narrativa, observamos la habitación del protagonista: repleta de dibujos, una papelera llena de papeles, un cuaderno, un cubo de Rubik, las gafas para nadar y un perro. Son las 9:10, hora de emprender el viaje parece decirle su madre que ya tiene todo ordenado frente al del cuarto que observamos. Como observadores, la elección de los ángulos también nos ayuda a emprender el viaje vacacional (primero vemos el horizonte y la marcha del vehículo familiar y después nos colocamos a vista de pájaro para ver el cambio de paisaje). Ese uso inicial de la parte trasera nos invita a compartir la mirada del protagonista del cielo, verle sacar la cabeza por la ventanilla para observar el horizonte, los postes eléctricos y como punto de fuga nos centra en el pliegue. El destino, la casa de los abuelos, la visión del salón de las fotografías de familia y la demanda de atención sobre la dirección en la que observa los cuadros el protagonista y, posteriormente, la vista desde la ventana del sendero del bosque.

A partir de ese momento, acompañamos silenciosamente en su escapada junto a su perro del trayecto dentro del bosque, comprobar su belleza alrededor y una sorpresa: el río. Momento para un chapuzón fresquito en la soledad del río y la admiración de su fondo, el placer de flotar en ingravidez, la comunión con la naturaleza. El tránsito entre la entrada en el agua (en la página izquierda desde un ángulo superior) y la salida (en la página izquierda en el que observamos desde un ángulo inferior) en los que el blanco aporta la luminosidad perfecta para el momento en el que salpica el agua y en el reflejo de la salida en contraste con las tonalidades de azul más oscuro. Notar el calor de los rayos del sol, el atardecer con sus sombras, el cielo estrellado, la calma y las charlas en familia. En esta parte final en nuestra mente también sonarían los grillos en una calurosa noche de verano y un cierre en el que el protagonista nos vuelve a pedir con su mirada (y su perro) ese placer que en las grandes ciudades no podemos apreciar por la contaminación lumínica. Un cielo estrellado que nos insufla paz y sirve de broche perfecto a esta bella narración.

Finalmente, el germen de la idea para la autora en un viaje en el que pretende encapsular la serenidad de ese momento de placer en la naturaleza fuera del tiempo. En el texto de la editorial, leemos que esta es su primera obra y su deseo por continuar explorando esa faceta. Por suerte, parece que este camino prosigue dado que en su web vemos la reciente publicación de An Autumn Morning (Wisdom House, 2020) y deseamos que tenga la misma capacidad de encapsular la belleza del otoño de la misma manera que lo ha realizado con el verano (y, supongo, que le llevará a completar el ciclo con el invierno y la primavera). Un soplo en el corazón del verano y una última pregunta: ¿qué hicisteis en el verano de 2021?


Out here in the country
Where stars they shine
You can even take a walk by moonshine (…)

How I long to feel that Summer
In my heart

And the days were so long
And nothing could go wrong
With my heart

 

 

Fran Martínez

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Web de la editorial

https://www.editorialjuventud.es/el-ultimo-verano-9788426147257/

Web Jihyun Kim

http://www.kim-ji.com/

 

martes, 21 de septiembre de 2021

Entradas en azul. Kasya Denisevich. Vecinos. Editorial Juventud

 

Título: Vecinos

Autora e ilustradora: Kasya Denisevich

Traducción: Elodie Bourgeois Bertín

Editorial: Juventud

Año: 2021

Páginas: 34

Encuadernación y formato: 20,5 x 28,5 cm. Tapa dura.

Idioma: castellano

Reseña:

En esta entrada y la próxima nos acercaremos a dos álbumes publicados en la Editorial Juventud y que nos servirán como hilo conductor para un pequeño viaje de la ciudad hasta el campo. En esta primera, nos centramos en la obra de Kasya Denisevich y Vecinos que se alzaron como ganadores en la Feria de Bolonia 2021 con el Premio Opera Prima. En el veredicto del jurado en el enlace de la página de la Feria se apuntan diferentes puntos destacados de la obra y, de manera adicional, la lectura de este álbum en un contexto de pandemia mundial: “The pandemic has made the use of a building as a metaphor for the world, and an appropriate one to bridge the gulf of ideas of differences between people who live in close physical proximity.”

Si iniciamos la actividad con el encierro miedoso de la entrañable Doña Piñones, ahora una mirada dentro del espacio que habitamos en una comunidad (aspectos que en otras entradas del blog también nos conducen a Madlenka o El ascensor de Yael Frankel), en nuestros edificios que en un momento se llenaron de rutinas coyunturales (el aplauso al trabajo ímprobo del personal sanitario o las caceroladas con tufillo negacionista). En realidad, todos aquellos días traían el anhelo de un cambio de mentalidad para “ser mejores” y, con los días, ha quedado tristemente en que nuestra estupidez supina aún puede acrecentarse cada día más. Vecinos es la mirada y llama que hubiera sido necesaria incorporar en nuestras vidas, la alteridad y ponernos en el lugar de otros, pensar en que estamos rodeados de vidas a nuestro alrededor con historias diversas y una serie de preguntas que la protagonista se realiza en su habitación (libros que nos invitan a buscar respuestas como el clásico Noche de tormenta) con un bonito juego con elementos imaginativos que se cuelan en esos pensamientos que contemplamos (y un bello juego con el pliegue de la página cuando piensa en atravesar con su mano la pared de su habitación y encontrarse con una nueva vecina y que, a partir de ese momento jugará un papel clave en la narrativa visual).

Sus pensamientos en la habitación tienen también respuesta en la narración panorámica del edificio en el que vemos qué hacen el resto de sus vecinos o el espacio en el que se transforma a cada nueva pregunta ilustrada a doble página y que nos invita a mirar en cada espacio e imaginar esas pequeñas historias a su alrededor con el blanco y negro dominando (el espacio que no puede conocer) y con el rojo de su jersey como único elemento de color (dándole voz a su protagonista). Ubicada en la página izquierda durante la mayor parte de la narración, en el desenlace encontrará una respuesta en la página izquierda en el que la mudanza a esa nueva casa se convertirá en un final feliz en el que cruzar y, de esta manera, representar el inicio de su integración: ampliación del foco a una perspectiva general en el que intuimos la respuesta a su pregunta y, ahora sí, encontramos otros colores que dan vida a ese nuevo espacio: la ciudad.

Fran Martínez

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Web de la editorial

https://www.editorialjuventud.es/vecinos-9788426147134/

Instagram Kasya Denisevich

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lunes, 20 de septiembre de 2021

Entradas en azul. Laëtitia Bourget y Alice Gravier. La casa en el bosque. Libros del zorro rojo

 

Título: La casa en el bosque

Autora: Laëtitia Bourget

Ilustradora: Alice Gravier

Traducción: Estrella Borrego

Editorial: Libros del zorro rojo

Año: 2019

Páginas: 34

Encuadernación y formato: 22,3 x 34 cm. Tapa dura. Libro en acordeón.

Idioma: castellano

Reseña:

Con entradas previas, como el clásico Town and country de Alice y Martin Provensen o el juego de descubrimiento de Mitsumasa Anno en Ocultos en el bosque, nos acercamos a la diferenciación de espacios físicos y ambientes: el entorno rural y la ciudad. El recurso de La casa en el bosque se materializa en el formato como un acordeón reversible en el que tenemos una narración psicológica de un par de hermanos que no vemos en ningún momento, sino que nos ofrece su visión a partir del travelling que se despliega como un acordeón reversible en el que diferenciar dos narrativas: el viaje por el entorno hasta su casa y, en el reverso, el espacio doméstico. En este detallado viaje, las guardas del libro tienen otra función que amplía la narrativa y promueve la mirada detallada sobre elementos presentes en las ilustraciones divididos en los dos entornos reflejados: el muestrario de elementos que buscar en el entorno natural y los del espacio doméstico que obligan a continuar con la naturaleza cíclica del libro que está perfectamente conectado.

Dentro de una narrativa experiencial, estos elementos enmarcados sirven para que elementos secundarios cobren vida para el lector. Es curiosa la elección dado que en la naturaleza se señalan esencialmente la fauna que habita a excepción de dos y, en el espacio doméstico, la mayoría de los objetos señalados son juguetes que, en definitiva, son los objetos que cobran vida a través de la imaginación. El paso de página también juega con el concepto de viaje que ofrece la sensación de continuidad temporal para el lector (una experimentación similar al plano secuencia en el cine). Su narración empieza describiendo el trayecto hasta su casa en el bosque (“Mi casa está en el bosque. Para llegar allí, primero tomamos el tren”) y los entornos y personas que comparten el trayecto (observamos e imaginamos quién puede ser el narrador de esta historia que se dirige acompañado por el uso de la primera persona del plural) entre las que observamos la diversidad de personas que habitan junto a nosotros (desde la variedad étnica hasta estilística con la presencia de un personaje tatuado con el carro de la compra hasta a Nick Cave leyendo su propio libro en el autobús) y, en segundo lugar, la biodiversidad. Así, el plano secuencia de la primera parte es adentrarnos en el viaje como espectadores en el camino hacia la casa donde cada doble página esconde detalles en los que acercarnos e imaginar historias en el exterior.

Una vez que sabemos dónde vive la voz narradora junto a su familia, finaliza una especie de primer acto del viaje para comenzar la lectura del acordeón en su anverso representando las estancias del espacio doméstico (en un estante de libros descubrimos referencias al diseño, a Robert Crumb y artistas como Keith Haring y Joe Coleman) para jugar como un wimmelbook en cada doble página desde la dinámica desplegable, por lo que el formato es un elemento esencial en la narrativa multimodal. De gran formato, es un lujo contar con editoriales como Libros del zorro rojo que decidan apostar por álbumes que representan un reto (cuatro metros de largo) y favorecer la experiencia estética (literaria, visual y material) lectora. ¡Chapeau!




 

 

Fran Martínez

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Web de la editorial

https://librosdelzorrorojo.com/catalogo/la-casa-en-el-bosque/

Instagram Laëtitia Bourget

https://www.instagram.com/laetitiabourget

Instagram Alice Gravier

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