Título: Flotante
Autor
e ilustrador:
David Wiesner
Editorial: Océano Travesía
Año: 2007
Páginas: 40
Encuadernación
y formato:
28,5 x 22,6 cm. Tapa dura.
Idioma: castellano. Álbum casi sin palabras
Reseña:
Esta vuelta a la actividad parece dominada por álbumes sin
palabras y, como apunté en una de las entradas de la semana pasada, es curioso
que se definan por el elemento del que carece y no por los atributos que
ofrece. Esta reflexión sabía que la había leído en más de una ocasión en
referencias relacionadas con este tipo de álbumes y, releyendo para esta
entrada, puedo citar a Serafini (2014) como uno de los que emplearon este tipo
de razonamiento. Dentro de la didáctica de la lengua y la literatura hay un
campo de estudio que se ha abordado a lo largo de las últimas décadas sobre
este tipo de libros-álbum y en ese mismo artículo de Serafini (2014)
encontramos algunas de las posibilidades que el autor señala a través de los
“wordless picturebooks”: dar voz a la narrativa visual a partir de la secuencia
dispuesta, interpretar los estados emocionales de sus personajes (aquí Serafini
también conecta con algunos estudios sobre áreas cognitivas como los de
Nikolajeva y Kümmerling-Meibauer), la aceptación de la ambigüedad por parte del
lector (es decir, el papel del lector activo), el reconocimiento que hay
diferentes formas de exploración visual en el libro-álbum (aquí se puede
conectar desde la sintaxis de la imagen de Dondis, estudios de semiótica o la
creciente bibliografía sobre alfabetización multimodal) y elaborar hipótesis
(inferir y construir significados más cercano a propuestas dialógicas) sobre la
narrativa que describe la secuencia de imágenes.
Esos aspectos también han sido señalados por otros
investigadores como Arizpe (2013) y que también desarrollaron mediante este
Flotante una práctica transcultural que derivó en publicaciones previas como la
de Arizpe y McAdam (2011) y el manual sobre estos viajes visuales en diferentes
contextos en Arizpe, Colomer y Martínez-Roldán (2014) a partir, especialmente,
de Emigrantes de Shaun Tan y que conectaba con aquella propuesta de
literatura que acoge de Colomer y Fittipaldi (2012) en la que también se
incluía esta obra de David Wiesner. También ha cambiado la perspectiva desde
aquel artículo de Groff (1978) que no consideraba estos álbumes sin palabras
como recursos apropiados en el aula, pasando por otro artículo seminal como el
de Knudsen-Lindauer (1988) en el que señalaba como una de sus grandes cualidades:
“one of the most important roles of wordless books lies in promoting and
refining expressive language skills through creative expression. Wordless books
lend themselves very nicely to a creative approach to storytelling on the part
of children” (p.137). Es decir, la elicitación narrativa que permite
conectar a estos libros con prácticas esenciales en diferentes ámbitos de la
Didáctica de la(s) Lengua(s) y Literatura que no quiero extenderme demasiado en
esta introducción y pasar a la obra.
David Wiesner es uno de los autores con un mayor
reconocimiento internacional en su obra y cuyos álbumes sin palabras han
conseguido distinciones como las tres medallas Caldecott para Martes, Los
tres cerditos y este Flotante con el que cierra la trilogía de reconocimientos.
En su obra hay elementos recurrentes, además de su interés por ampliar la
visión del mundo de la infancia hacia territorios repletos de fantasía, que
podemos rastrear en diferentes álbumes (algunos ya se apuntaban en la reseña de
Sector
7, en el que aparecía como referencia un artículo de una de las
especialistas en álbumes sin palabras como Emma Bosch): encontramos en la
portada un cerdo entre una gran disposición y muestrario de instrumental y
elementos que nos indican la cartografía del viaje que encontraremos
posteriormente en sus páginas (una pequeña colección de objetos y tesoros fuera
del tiempo). Una secuencia que está construida con gran precisión desde la
continuidad entre cubierta y contracubierta, la arena de las guardas que
conectan con un momento previo en el que vemos al protagonista descubriendo
algo en la orilla. El cerdo (referencia a Los tres cerditos [2002], pero
que también eran un elemento recurrente en Free Fall [1988] y el final
de Martes [1991]), el protagonista rubio que también aparece en Hurricane
(1990) y Free Fall, la aparición de esos grandes pulpos en formas de
cúmulos en Sector 7 (1999) y una imagen introductoria previa a la
portada del libro que nos coloca en el espacio narrativo.
A partir de ese momento, como lectores (de imágenes y
construyendo significados) nos adentramos en los mecanismos de David Wiesner
para que la lectura sea inmersiva: el uso de técnicas cinematográficas en la
elección del enfoque y plano, el color para delimitar el “framing” narrativo y
la secuenciación en viñetas para dinamizar el tiempo en el que transcurren las
acciones. En primer lugar, vemos el ojo desenfocado en ese cangrejo inicial que
nos indica la posición del lector con lo que en el análisis multimodal se identifica
como “demand”: el protagonista nos invita que sigamos su mirada a cada
uno de los detalles que encuentra en la orilla. La doble página posterior nos
muestra el resto de instrumental y de dónde proviene el efecto desenfocado: el
uso de la lupa (también vemos el microscopio, los prismáticos y un curioso
cofre). El uso de las viñetas es otra de las características empleadas en otros
álbumes de Wiesner, como en Martes, Sector 7 o su juego
metaficcional en Los tres Cerditos. Esto también conduce a que en otros
estudios se señalen la hibridación con el lenguaje del cómic (Postema, 2014) o
el análisis multimodal del foco que propone cada uno de estos paneles en la
narración (Pantaleo, 2019). Curiosamente Sylva Pantaleo aprovecha estas
cualidades de los álbumes “posmodernos” (en referencia al libro clásico que
editó con Lawrence R. Sipe en 2008) en diferentes propuestas didácticas en el
aula para la apreciación de todos estos elementos visuales (Pantaleo, 2016,
2017). Estas viñetas iniciales siempre se reflejan en un fondo blanco,
intercalándose con dobles páginas e inserciones dentro de la ilustración para
trasladarnos directamente a su visión (como en la página en el que la viñeta se
incrusta con el protagonista mirando la cámara subacuática Melville, quizás un
homenaje al autor de Moby Dick).
Aquí, nos encontramos ante una segunda parte en la que el
conflicto nos sitúa como investigadores del enigma que esconde ese carrete de
la cámara, nos acompaña en la inquietud por el revelado fotográfico y,
finalmente, volvemos al ojo descubriendo su contenido. En ese momento, el
código de la página se cambia al negro cuando nos muestra las fotografías con
esos universos peculiares, cómicos y surrealistas en el que también establece
esas conexiones iconográficas con su obra anterior en una suerte de peculiar
Atlantis. Esa sorpresa inicial, da lugar a una nueva vuelta de tuerca
narrativa: la lectura a través del zoom del microscopio del misterio que
encierra la cámara: una práctica que se convierte en aquella idea del mensaje
en la botella, pero esta vez con una cámara fotográfica como elemento que
transporta al lector por las otras personas que encontraron la cámara y la
dinámica que descifraron: cada zoom nos mete en la foto dentro de la foto
(aquello de Jörg Müller del libro
en el libro en el libro…) hasta llegar al blanco y negro de un niño en la
costa que inició este juego (un mensaje a través del tiempo y el territorio)
pasando por diez manos diferentes y, ahora, resuelto el misterio el
protagonista sabe qué hacer.
Mirar cada página, cada viñeta, el lujo de detalles, pasar la
página y sorprendernos, descifrar un misterio dentro de otro misterio y otras
tantas capas encerradas en un álbum que nos deleita por el detallismo de cada
ilustración, un viaje (con un pequeño homenaje a La gran ola de Kanagawa
incluido) que promete ser circular. Arena y cierre. En la contracubierta los
peces nadan en la dirección que nos devuelve a la portada y al ojo del pescado
que nos muestra la cámara misteriosa. Bienvenidos, de nuevo, Flotante:
una obra clásica (posmoderna) de la LIJ.
Por cierto, David Wiesner es el comisario de una exposición
dedicada a los álbumes sin palabras en el Eric Carle Museum. Me gusta el título
por aquello que se comentaba inicialmente, “arte que deja sin palabras”
como una manera más poética para clasificar estos libros.
https://carlemuseum.org/explore-art/exhibitions/current/speechless-art-wordless-picture-books
Fran
Martínez
Web de la editorial
http://oceanotravesia.mx/ficha-libro.aspx?id=6727
Web de David Wiesner
Referencias
Arizpe,
E., Colomer, T., y Martínez Roldán, C. (2014). Visual Journeys Through
Wordless Narratives: An International Inquiry With Immigrant Children and The
Arrival. Bloomsbury.
Arizpe, E.
(2013). Meaning-making from wordless (or nearly wordless) picturebooks: What
educational research expects and what readers have to say. Cambridge Journal
of Education, 43(2), 163–176. https://doi.org/10.1080/0305764X.2013.767879
Arizpe,
E., & McAdam, J. (2011). Crossing Visual Borders and Connecting Cultures:
Children’s Responses to the Photographic Theme in David Wiesner’s Flotsam . New
Review of Children’s Literature and Librarianship, 17(2), 227–243. https://doi.org/10.1080/13614541.2011.624969
Colomer,
T., y Fittipaldi, M. (Eds.). (2012). La literatura que acoge:
Inmigración y lectura de álbumes. Banco del Libro.
Groff, P.
(1978). Critic’s corner: Art and reading: Is there a relationship? Reading
World, 17(4), 345–351. https://doi.org/10.1080/19388077809557440
Knudsen Lindauer,
S. L. (1988). Wordless books: An approach to visual literacy. Children’s
Literature in Education, 19(3), 136–142. https://doi.org/10.1007/BF01127091
Pantaleo,
S. (2016). Primary students’ understanding and appreciation of the artwork in
picturebooks. Journal of Early Childhood Literacy, 16(2),
228–255. https://doi.org/10.1177/1468798415569816
Pantaleo,
S. (2017). Critical thinking and young children’s exploration of picturebook
artwork. Language and Education, 31(2), 152–168. https://doi.org/10.1080/09500782.2016.1242599
Pantaleo,
S. (2019). The semantic and syntactic qualities of paneling in students’
graphic narratives. Visual Communication, 18(1), 55–81. https://doi.org/10.1177/1470357217740393
Postema,
B. (2014). Following the pictures: Wordless comics for children. Journal of
Graphic Novels and Comics, 5(3), 311–322. https://doi.org/10.1080/21504857.2014.943541
Serafini,
F. (2014). Exploring wordless picture books. Reading Teacher, 68(1),
24–26. https://doi.org/10.1002/trtr.1294
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