Título: Ahab y la ballena blanca
Autor
e ilustrador:
Manuel Marsol
Editorial: Edelvives
Año: 2014
Páginas: 40
Encuadernación
y formato:
34,5 x 25,2 cm. Tapa dura.
Idioma: castellano
Reseña:
Durante este periodo, dentro de las fijaciones que cada
lector tiene, las reseñas de los álbumes de Manuel Marsol (en solitario o junto
a Javier Sáez Castán y Carmen Chica) han sido una constante que, ahora, nos
conducen a su primer álbum ganador del III Premio Internacional de Álbum
Ilustrado Edelvives: Ahab y la ballena blanca. Un libro-álbum que se
enfrenta a un referente literario universal como el de Melville y su Moby Dick
(el álbum está lleno de pequeños homenajes a la novela y al autor, como puedan
ser las referencia a Nathaniel Hawthorne en las guardas entre otras tantas
historias escondidas en sus páginas como guiños cinematográficos, al arte de Warhol, el Monkey Island o C. D.
Friedrich y El caminante sobre las nubes para quienes se acerquen al
álbum).
De la misma manera, como la ballena, el formato ya tiene
unas dimensiones notables y todo se conjuga a la perfección en el juego con la
relación bimodal entre texto e ilustración que se inicia después del despliegue
repleto del imaginario que el autor reúne alrededor de Moby Dick en las
primeras dobles páginas hasta el juego con la réplica periodística (donde ya
apuntaba el sentido del humor que después conoceríamos en otros momentos de su
obra) del Nantucket Inquirer (publicado por Melville en 1851, claro).
El texto es una narración en primera persona de Ahab y sus
peripecias a bordo del Pequod para cazar a la gran ballena blanca. En esa
obsesión enfermiza y lucha contra los elementos característica, nos adentramos
en un juego de información asimétrica para que el lector empiece a destripar la
ironía en la búsqueda, un aspecto que nos recuerda al humor de Jon Klassen,
especialmente en Este no es mi bombín. A partir de esa ironía, nos queda
el placer visual de escudriñar todos los detalles y fragmentos que Manuel Marsol
ha dejado para el placer del lector: navegar entre los contrastes, la
materialidad en sus composiciones y el horizonte como espacio en el que
observar (los patrones de la bata que Ahab emplea para freírse un huevo, el
mortero de all-i-oli o los imanes de la Moby Fridge, por ejemplo) esa ballena con
una textura rocosa y escultórica desde diferentes perspectivas. Un placer
visual en el que encontrar tesoros escondidos y en el que, la ballena blanca
nos recuerda aquello de “no hay peor ciego que el que no quiere ver”. También,
en la entrevista que concedió por aquella época para Un
periodista en el bolsillo hablaba del que hubiera sido su segundo álbum,
Astro:
“Sí, estoy acabando lo que será mi segundo álbum, que
parte de las ilustraciones que seleccionaron en la Feria de Bologna de este
año. Se llamará Astro, y tiene ciertas conexiones con Ahab y la Ballena Blanca.
Pero esta vez los misterios no vienen del mar sino de arriba, del Espacio”.
En una charla en la Llibreria
Sendak también comentaba la intención de materializar el espacio como
elemento narrativo (si mal no recuerdo) con ese libro y, supongo, que también
podemos apreciar a la ballena como esa materialización de la búsqueda obsesiva
del protagonista. Mientras esperamos los misterios del espacio, disfrutaremos
con Ahab y la ballena blanca. Pasen y comprueben que “El mar es un
misterio”.
Fran
Martínez
Web de la editorial
https://www.edelvives.com/es/Catalogo/p/ahab-y-la-ballena-blanca
Web Manuel Marsol
https://www.manuelmarsol.com/Ahab-y-la-Ballena-Blanca-Edelvives-2014
Y una voz del océano dice: ¡No desesperes!
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