Título: El caballero impetuoso
Autor
e ilustrador: Gilles
Bachelet
Traducción: Pau Joan Hernàndez
Editorial: Juventud
Año: 2015
Páginas: 36
Encuadernación
y formato:
24,5 cm x 34 cm. Tapa dura.
Idioma: castellano.
Reseña:
Esta semana se cumplen 50 entradas en esta andadura en el
blog El caballo de cartón azul y será momento para la selección de cinco
álbumes en los que el aspecto ecuestre esté presente de alguna manera, pero
será como no puede ser de otra manera un pelín surrealista. La selección de un
autor e ilustrador como Gilles Bachelet tiene conexiones con la etapa formativa
en el Grado en Maestro en Educación Infantil y el descubrimiento del formato
del álbum gracias a mi maestra Sara Fernández Tarí y de uno de los libros que
también han sido clave en la formación de mi compañera Sandra: Mi
gatito es el más bestia, al cual le dedicó una reseña en este espacio.
En esa sesión recuerdo cómo se empleaba el álbum para explicarnos la relación
disyuntiva entre texto e imagen, además de las conexiones intertextuales del
artista con referencias literarias y artísticas.
Estos elementos se encuentran en su obra para generar narraciones
repletas de humor y con múltiples referencias escondidas en sus ilustraciones, jugando
con esa relación entre imagen y texto para generar extrañeza en el lector y
siempre con una dosis justa de ironía. La primera es la construcción del
personaje, con la elección de un caracol como un caballero que tiene que
enfrentarse en el campo de batalla con su archienemigo el caballero del Cuerno
Blando.
A esta premisa bélica, el discurso se desmonta con herramientas ficcionales que desdramatizan continuamente esa tensión con la puesta en escena de nuestro personaje (repleto de referencias pictóricas y elementos decorativos cuidados hasta el detalle que te obligan a la contemplación de todos y cada uno de los elementos) que debe cumplir con otras tareas domésticas que no pueden esperar. El canto del gallo al amanecer con forma de caracol, las mascotas en formas de orugas (que pueden recordar a Alicia) y desperezarse de la cama junto a su esposa para marchar al campo de batalla y en el que leemos: “El asunto solo puede resolverse con una batalla sangrienta y despiadada”.
La expectativa del lector está en que esa pugna se revelará como el centro del conflicto narrativo, pero no es así. O no tan rápido. Así, se presentan todas aquellas tareas necesarias por completar previamente a su marcha con sus tropas al campo de batalla y, ahí la secuenciación en la doble página en diferentes viñetas da paso a todo el humor de las situaciones representadas (su “frugal” desayuno no es tal, su entrenamiento con pesas mientras lee Le figargot el periódico francés llevado al mundo de los caracoles, un baño “rápido” y todo el material que necesita para colocarse su armadura). Una vez ataviado con sus ropajes, ya puede ir al campo de batalla…Bueno, no. Tiene cosas pendientes que solucionar: contestar unos mensajes (alusión al remoloneo con el móvil que solemos hacer todos y la presencia en redes sociales ilustrada con todo tipo de detalles), despedirse de sus hijos (alusiones a elefantes de la literatura infantil: Dumbo, Pomelo, Elmer, Babar, su “gatito”, …), despedirse de su mujer,…Y listo, al campo de batalla.
Bueno, casi. El texto sigue revelando la prisa para atender al asunto bélico, pero siempre hay una intromisión en su camino (desmontando la figura del soldado con su mochila de Hello Kitty para acercarse al campo de batalla) con referencias a los cuentos tradicionales: Rapunzel, El príncipe rana, Caperucita roja, visiones en segundo plano a Don Quijote y de nuevo a Lewis Carroll, escarabajos con formas del Test de Rorschach, las gestas dibujadas en un champiñón (quizás una referencia a su Champignon Bonaparte). Aunque el momento de la partida entre el caballero y la muerte nos revela una referencia cinematográfica como es El séptimo sello de Ingmar Bergman (y una de las mejores canciones de Scott Walker).
Un festín en el que detenerse y descubrir referencias de todo tipo y,
aún queda la batalla. La resolución no es menos humorística y una invitación a
la fruición (carcajada y sonrisa mediante). La puesta en escena de los bandos
empleando el pliegue central de la doble página y la simetría entre los
personajes es otra maravilla ilustrada.
Al final del libro encontraremos más referencias escondidas y muchas que forman parte del universo de Bachelet y que aparecen en sus libros para deleite del lector (especialmente ese repaso por el universo LIJ lo realizaría en Los cuentos entre bambalinas). Referencias que no son gratuitas y que nos recuerda que para su descodificación y comprensión por el lector inicial, precisa del reconocimiento del hipotexto visual al que hace referencia y, con los títulos a los que hace referencia se puede crear un itinerario lector perfecto (y también al adulto que acompaña la lectura por descifrar otras referencias y situaciones que le confieren ese encanto particular a sus libros).
Un final feliz, con Los Tres Bandidos de
Ungerer mediante, en una narración para disfrutar una y otra vez. Por cierto,
la forma de nuestro protagonista también es peculiar (cada uno que vea lo que
quiera). Como coda final, jugando con los cuentos tradicionales, una moraleja
también simpática para redondear la lectura y unas guardas que también son un
deleite visual y humorístico.
Disfruten de un autor maravilloso y que fue premiado en 2019
con La Grande Ourse en Francia (entre otras distinciones con sus libros) y está
en la lista de lustradores para el Premio Andersen para 2022. Ojalá se editen en castellano más
títulos de este genial autor como el reciente Résidence Beau Séjour (esa perspectiva del triciclo me lleva al Resplandor de Kubrick)
Fran
Martínez
Web de la editorial:
https://www.editorialjuventud.es/el-caballero-impetuoso-9788426142542/
Facebook
https://www.facebook.com/gilles.bachelet.7
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