Título: Ligne 135
Autor: Germano Zullo
Ilustradora: Albertine
Editorial: La Joie de Lire
Año: 2012
Páginas: 48
Encuadernación
y formato:
33 x 19,5 cm. Tapa dura.
Idioma: castellano
Reseña:
Otros sospechosos habituales en las reseñas de este año han
sido la pareja suiza formada por Germano Zullo y la última ganadora del Premio
Andersen de ilustración: Albertine. Para completar el cuarteto de reseñas junto
a Los
pájaros, El
presidente del mundo y Mi
pequeño. Con Línea 135 (editado en castellano por Calibroscopio)
nos encontramos en un punto intermedio de sus dos álbumes previos: el aspecto
filosófico de Los pájaros e inversión del formato de Los rascacielos
al plano horizontal (y con una sutil crítica paralela al desarrollo de las
sociedades industriales que era más evidente en la pugna de la opulencia de dos
mequetrefes). La línea del título es la del tren y será una constante en el álbum,
pese a que se emplearán diferentes aproximaciones: acercamiento/alejamiento o
desplazamiento. Con el mismo recurso del blanco y negro de Los rascacielos
(con la única aportación de color del tren) se inicia un trayecto que comienza
con la madre y la niña caminando hasta la estación de la mano (conexión maternofilial
que elevarían aún más en Mi pequeño).
La narración en primera persona de la niña comienza en el
momento que se sube en el tren, se despide de su madre y nos relata su sentido
de pertenencia con dos lugares: su casa en la ciudad y la casa de campo de su
abuela. Volvemos al simbolismo de la distancia entre el campo y la ciudad. Lo que
conoceremos en este trayecto es el relato de la niña que observará, al igual
que el lector, todos aquellos espacios que describe el paisaje. De una ciudad
con grandes rascacielos en la que se inicia su viaje hasta, como dice la niña,
hasta la otra parte del mundo donde vive su abuela. Como en el clásico de Alice
y Martin Provensen, iniciamos el viaje reconociendo elementos de la gran ciudad,
la publicidad, los establecimientos, pero el texto no se limita a describir el
espacio, sino a la apertura de los espacios para que el lector realice segundas
lecturas: “cuando te desplazas de un lugar a otro, se llama viajar” (y
observamos ahora las afueras de la ciudad, nos alejamos de los rascacielos y,
ahora, aparece la vida en las calles e, inclusive, la escuela).
Conocemos sus deseos por viajar alrededor del mundo (en construcción constantemente), aunque le digan que eso es imposible (observamos grandes atascos entre la laberíntica vertebración de carreteras). Mientras los pensamientos sobre sus aspiraciones en el sendero de la vida se plasman en el texto, el viaje sigue con la lógica de la salida de la ciudad hasta el campo donde vive la abuela, y se refleja la diversidad de entornos espaciales (el polígono industrial, los chalets, el vertedero) hasta encontrarnos en el lado del paisaje rural en el que las ilustraciones nos irán adentrando en un creciente número de detalles y adentrando en un espacio de naturaleza surrealista. Mientras, la niña nos seguirá contando los consejos y cosas que les dicen su madre y abuela (la vida pasa rápido, ya lo verás).
De manera sugerente nos habla de la voz de la experiencia, pero también del pragmatismo por advertir de las experiencias que no se pueden anticipar cuando eres pequeño. Y, una declaración de intenciones maravillosa: “Cuando sea mayor, me aseguraré de que la vida se mueva conmigo”. Ese pensamiento, crea entornos aún más disparatados e imposibles, tal vez por la dificultad en la edad adulta por abandonarnos a la rutina. La voluntad y determinación por hacerlo posible es la luz que nunca se debe apagar, como cantarían The Smiths.
En el plano de la ilustración, la ausencia de texto también funcionaría para reflejar un viaje maravilloso de un lado a otro. En los términos más estrictos. El texto de Germano Zullo transforma en poesía dicho viaje. Un viaje en el que se escoge el tren y, nos introduce en ese estado de ánimo cuando se viaja solo: un momento de calma y reflexión en el que viajamos con gente completamente desconocida llevando consigo sus vidas, sueños y preocupaciones. Muchos recordarán esa sensación viajando en tren y observando por la ventanilla el paso por diferentes paisajes en los que enfrentar memorias del pasado, la belleza del presente y el cosquilleo por el futuro incierto. Y, como nuestra protagonista, no olviden que hay que disfrutar de esta vida en tránsito. Además, no olviden que muchos viajes también son de ida y vuelta (reflejado a la perfección en el formato del álbum en el que la contracubierta nos llevará de nuevo al punto de origen). Como cantaba Bill Callahan:
And you may come full circle
And be new here again
Fran
Martínez
Web de la editorial
https://www.lajoiedelire.ch/en/livre/ligne-135/
Instagram Zullo & Albertine
https://www.instagram.com/albertine.zullo/?hl=es
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