martes, 7 de diciembre de 2021

Entradas en azul. Germano Zullo y Albertine. Ligne 135. La joie de lire

 

Título: Ligne 135

Autor: Germano Zullo

Ilustradora: Albertine

Editorial: La Joie de Lire

Año: 2012

Páginas: 48

Encuadernación y formato: 33 x 19,5 cm. Tapa dura.

Idioma: castellano

Reseña:

Otros sospechosos habituales en las reseñas de este año han sido la pareja suiza formada por Germano Zullo y la última ganadora del Premio Andersen de ilustración: Albertine. Para completar el cuarteto de reseñas junto a Los pájaros, El presidente del mundo y Mi pequeño. Con Línea 135 (editado en castellano por Calibroscopio) nos encontramos en un punto intermedio de sus dos álbumes previos: el aspecto filosófico de Los pájaros e inversión del formato de Los rascacielos al plano horizontal (y con una sutil crítica paralela al desarrollo de las sociedades industriales que era más evidente en la pugna de la opulencia de dos mequetrefes). La línea del título es la del tren y será una constante en el álbum, pese a que se emplearán diferentes aproximaciones: acercamiento/alejamiento o desplazamiento. Con el mismo recurso del blanco y negro de Los rascacielos (con la única aportación de color del tren) se inicia un trayecto que comienza con la madre y la niña caminando hasta la estación de la mano (conexión maternofilial que elevarían aún más en Mi pequeño).

La narración en primera persona de la niña comienza en el momento que se sube en el tren, se despide de su madre y nos relata su sentido de pertenencia con dos lugares: su casa en la ciudad y la casa de campo de su abuela. Volvemos al simbolismo de la distancia entre el campo y la ciudad. Lo que conoceremos en este trayecto es el relato de la niña que observará, al igual que el lector, todos aquellos espacios que describe el paisaje. De una ciudad con grandes rascacielos en la que se inicia su viaje hasta, como dice la niña, hasta la otra parte del mundo donde vive su abuela. Como en el clásico de Alice y Martin Provensen, iniciamos el viaje reconociendo elementos de la gran ciudad, la publicidad, los establecimientos, pero el texto no se limita a describir el espacio, sino a la apertura de los espacios para que el lector realice segundas lecturas: “cuando te desplazas de un lugar a otro, se llama viajar” (y observamos ahora las afueras de la ciudad, nos alejamos de los rascacielos y, ahora, aparece la vida en las calles e, inclusive, la escuela).


Conocemos sus deseos por viajar alrededor del mundo (en construcción constantemente), aunque le digan que eso es imposible (observamos grandes atascos entre la laberíntica vertebración de carreteras). Mientras los pensamientos sobre sus aspiraciones en el sendero de la vida se plasman en el texto, el viaje sigue con la lógica de la salida de la ciudad hasta el campo donde vive la abuela, y se refleja la diversidad de entornos espaciales (el polígono industrial, los chalets, el vertedero) hasta encontrarnos en el lado del paisaje rural en el que las ilustraciones nos irán adentrando en un creciente número de detalles y adentrando en un espacio de naturaleza surrealista. Mientras, la niña nos seguirá contando los consejos y cosas que les dicen su madre y abuela (la vida pasa rápido, ya lo verás).

De manera sugerente nos habla de la voz de la experiencia, pero también del pragmatismo por advertir de las experiencias que no se pueden anticipar cuando eres pequeño. Y, una declaración de intenciones maravillosa: “Cuando sea mayor, me aseguraré de que la vida se mueva conmigo”. Ese pensamiento, crea entornos aún más disparatados e imposibles, tal vez por la dificultad en la edad adulta por abandonarnos a la rutina. La voluntad y determinación por hacerlo posible es la luz que nunca se debe apagar, como cantarían The Smiths.

En el plano de la ilustración, la ausencia de texto también funcionaría para reflejar un viaje maravilloso de un lado a otro. En los términos más estrictos. El texto de Germano Zullo transforma en poesía dicho viaje. Un viaje en el que se escoge el tren y, nos introduce en ese estado de ánimo cuando se viaja solo: un momento de calma y reflexión en el que viajamos con gente completamente desconocida llevando consigo sus vidas, sueños y preocupaciones. Muchos recordarán esa sensación viajando en tren y observando por la ventanilla el paso por diferentes paisajes en los que enfrentar memorias del pasado, la belleza del presente y el cosquilleo por el futuro incierto. Y, como nuestra protagonista, no olviden que hay que disfrutar de esta vida en tránsito. Además, no olviden que muchos viajes también son de ida y vuelta (reflejado a la perfección en el formato del álbum en el que la contracubierta nos llevará de nuevo al punto de origen). Como cantaba Bill Callahan: 

Turn around, turn around, turn around

And you may come full circle

And be new here again


Y, como no, se podría decir aquello de "sean siempre ustedes mismos", excepto si son idiotas. Ustedes ya saben a quién me refiero.


 

Fran Martínez

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Web de la editorial

https://www.lajoiedelire.ch/en/livre/ligne-135/  

Instagram Zullo & Albertine

https://www.instagram.com/albertine.zullo/?hl=es

 


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