viernes, 10 de junio de 2022

Entradas en azul. Alice Bossut y Marco Chamorro. El gigante de la laguna. Yekibud/ Juan Palomino. Antes del amanecer. SM

 


Título: El gigante de la laguna

Autoría: Alice Bossut y Marco Chamorro

Editorial: Yekibud

Año: 2021

Edición original: Comoyoko, 2015

Páginas: 12 (libro-acordeón)

Tamaño: 32 x 17,6 cm



Reseña

Ahondar en relatos mitológicos y leyendas es una forma de conexión con los relatos de la tradición oral y con el acerbo cultural como modo de resistencia. Justamente, desde hace años estos relatos de la tradición oral son constantemente censurados por su valor moral y olvidando el diálogo con el diálogo cultural y la fantasía. Obviamente, en el plano material dicha resistencia es meramente objetiva: resistir a la pérdida de la oralidad y fijarse en alguna de las versiones recogidas por sus comunicantes. En la entrada de hoy un reflejo en dos fantásticos álbumes que emplean diferentes estrategias para recoger ese material y trasladarlo a un soporte en el que aportarle una dimensión estética.

 Al igual que la aproximación de Warja Lavater o Maguma sobre la tradición oral en formato acordeón sirve para desplegar ante la sorpresa del lector un mapa narrativo que le ubica en la peculiaridad de la composición espacial. En este caso, se opta por el dinamismo al no cambiar de plano y tener una perspectiva panorámica obteniendo una continuidad espacial (una suerte de plano secuencia trasladado a la lectura). Tenemos ejemplos para remontarnos a estas panorámicas en los álbumes  Alexandra Exter de 1937 o La casa en el bosque, aunque en este caso la narrativa tiene una dinámica interna en la evolución del personaje (como en Lucky/Happy Hans o El dios dinero, por citar ejemplos reseñados en el blog).


En la publicación de la editorial Yekibud (recordamos su divertimento poético reseñado en el blog o el hermoso cuento marroquí El pañuelo del sultán de Pia Wortham) hay un prólogo de Gustavo Puerta Leisse (con quien iniciamos la semana en Sentimientos encontrados). Transcribo un pequeño fragmento de su prólogo: “si en otros lugares o en otros tiempos era la voz de los ancianos la que transmitía estas historias a las nuevas generaciones, hoy son Alice y Marco quienes plasman las palabras e imágenes de los Andes y las traen a nuevas tierras y a nuevos oyentes”. 

Así, los paisajes serigrafiados en tres colores nos adentran en una narración de la mitología kichua El gigante de Imbabura como una leyenda relacionada con la creación de un accidente geográfico y que Alice Bossut toma de hipotexto para una adaptación que propone otra lectura sobre el mito. El inicio del álbum reproduce los esquemas de la tradición oral, pero que se articula en primera persona como un recuerdo de la narración que le contaban sus abuelos. La historia de un gigante que quería darse un baño y no encontraba un lago tan hondo como para satisfacerle. Un viaje que contiene una pequeña lección que podríamos resumir como “ser y parecer” (volvemos a hacer conexión con otra entrada del blog). Un soñador e inconformista que nos da una vuelta por la orografía de la región de Imbabura en el norte de Ecuador y nos recuerda la importancia de recuperar estos relatos que sobreviven como resistencia a diferentes colonizaciones. Una feliz nueva entrada en el catálogo de Yekibud que, además, añade el valor del compromiso como forma de resistencia y sostenibilidad.

Fran Martínez

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Web Yekibud

http://www.yekibud.es/

Instagram de Alice Bossut

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Web Marco Chamorro

https://marcochamorro.com/El-gigante-de-la-laguna-1



 


Título: Antes del primer día

Autor e ilustrador: Juan Palomino

Editorial: SM

Año: 2017

Páginas: 32

Tamaño: 25 x 28,7 cm




Reseña

¿Por qué comencé hablando de resistencia colonizadora? Surge de la explicación del proceso del mexicano Juan Palomino (como Alice Bossut, nacidos en 1984) de esta obra que le sirvió para alzarse con el Premio Internacional de Ilustración de la Feria de Bolonia en 2016 (también de 1984 otro ganador del certamen con su leyenda en Hanging Rock: Manuel Marsol). Antes que ponerme a describir sus técnicas, qué mejor que escucharle reflexionando sobre el proceso creativo en primera persona:



En este caso, la preservación de las mitologías frente a la colonización y la pérdida de la identidad de su propio imaginario cultural también nos interpela en el presente con aquello que comentábamos con anterioridad de la censura moralista de los relatos de la tradición oral. En este caso, La creación del mundo está contenida en el Popol Vuh y recoge los mitos de la cultura maya k’iche’ (en el altiplano de Guatemala). En el epílogo, Juan Palomino aclara que su texto se basa en las traducciones de Adrián Recinos y Michaela Craveri. Esta mitología nos lleva a la creación: al hombre, la naturaleza y a sus guardianes (los animales). También al proceso de creación que surge del ensayo hasta dar con la forma adecuada para su creación. Primero, con barro y nos recuerdan en sus formas a un personaje clásico de Miyazaki y al dios guerrero de Nausicaa en el valle del viento (1984) por sus grandes ojos y su inconsistente naturaleza. Después, la creación a partir de la madera. Finalmente, antes del amanecer nacieron del maíz los primeros hombres (volvemos a otra leyenda japonesa con la princesa que nace del bambú con Kaguya) y con el miedo de los dioses ante su posible perfección.


Además de la belleza y la preservación de estas mitologías propuestas en la entrada de hoy, también la necesidad de dialogar con la historia y la cultura que la colonización intentaba erosionar para imponer su visión cultural. No, no hablo de la historia de la colonización exclusivamente, sino de la colonización moralista y cultural de nuestros tiempos. Para terminar con las conexiones con otras entradas en el blog, su excepcional acompañamiento ilustrado en la antología poética Cajita de fósforos (selección de Adolfo Córdova y ganadora en la Feria de Bolonia en la primera edición del premio de poesía). Y, para el futuro, acompañando a la poesía de Micaela Chirif (uno de los ilustradores del premiado El mar) que este año seguramente tenga continuidad con un nuevo poemario de la poeta peruana en Kalandraka.



Ahora, ya puede echar a andar el tiempo. Hasta la próxima.

 

Fran Martínez

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Web SM

https://es.literaturasm.com/libro/antes-primer-dia#gref

Instagram de Juan Palomino

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Para finalizar, no podía evitar conectar a la banda Popol Vuh y su banda sonora espectral con el clásico inspirado en la colonización y la búsqueda de El Dorado de Werner Herzog: Aguirre, der zorn gottes (1972)




jueves, 9 de junio de 2022

Entradas en azul. Warja Lavater y Gottfried Honegger. Expansiones visuales en obras informativas

Título: Visual series

Autores: Warja Honegger-Lavater y Hans Burla

Ilustradora: Warja Honegger-Lavater

Editorial: Dell (NY)

Año: 1962 






 

Review: (1963). Genetics, Heredity, Environment and Personality by Warja Honegger-Lavater Hans Burla, The American Biology Teacher 25 (2), 140. https://doi.org/10.2307/4440268


"Teacher who must use visual representations of genetic concepts will be quite happy with this book"

Así describían uno de los volúmenes de esta serie de libros informativos de los años 60 entre los que estaba este tercer volumen de la colección Visual de la editorial Dell. La encargada de su acompañamiento visual fue Warja Lavater que es más conocida dentro del ámbito de la literatura infantil de las versiones de diferentes cuentos fantásticos de diferentes culturas (desde Caperucita roja o Blanca nieves hasta la Princesa Kaguya) e inclusive Guillermo Tell en formato acordeón. 


El primer volumen, dedicado al espacio y la aeronáutica, fue del por entonces cónyuge Gottfried Honegger y se observa la aproximación de influencia minimalista en la creación de libros informativos con un contenido estético atractivo. Sin ser un académico del arte, se pueden observar las conexiones con movimientos como la Bauhaus, el constructivismo ruso o De Stijl y diferentes artistas como Malevitch o Hilma af Klimt, por citar algunos ejemplos. También pienso en los cortos de Oskar Fischinger, Walter Ruttmann o en las experimentaciones de John Whitney con la geometría y el procesamiento gráfico. Esta entrada tan solo pretende ser un anexo y respiro a la actividad en el blog esta semana y mostrar un antecedente de libro informativo atractivo que apostaba por el diseño y el arte como aproximación a diferentes áreas de conocimiento científico. En la actualidad, el libro informativo lleva una década de continua expansión creativa y están asentados en el circuito de premios como en la Feria de Bolonia en la categoría de no ficción. Ahora, tan solo unas ilustraciones maravillosas de esta colección.

 Space, The architecture of the universe (Gottfired Honegger)




Genetics, Heredity, Environment and Personality (Warja Lavater)
"combines beauty with knowledge to create fresh dimension in human communication"





1962




 



Fran Martínez

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Entradas en azul. Charline Collette. L'âge de la forêt. La joie de lire

 



Título: L’Âge de la foret

Autora e ilustradora: Charline Collette

Editorial: La joie de lire

Año: 2022

Páginas: 48

Tamaño: 18 x 38 cm




La modestia de los árboles es infinita. Cuando la brisa matinal los acaricia, ellos dejan caer dos hojas tiernas, y cuando el vendaval los agrede sin piedad, endurecen sus ramas como rejas. Su tronco recobra entonces la solidez de su origen, y el temporal se aleja, con lluvia de vencido.

(Mario Benedetti, fragmento de Árboles)

Reseña

Vuelta con otro álbum que me capturó por las ilustraciones de Charline Collette y la forma en la que representaba unos paisajes envueltos de color en este L’âge de la forêt [La edad del bosque]. Desde el formato escogido para su narrativa en el que prima la dimensión vertical para representar esos anillos de vida del tronco del árbol que divide la cubierta y contracubierta. Un formato en contra de la gravedad como el crecimiento de un árbol. Entre el álbum ilustrado de ficción e informativo, su narrativa se presenta a través del diálogo de Anna el día de su sexto cumpleaños y la visita a la casa de sus abuelos para la celebración. Ese inicio, con voz omnisciente, deja paso a un texto dominado por los diálogos de Anna con sus abuelos y la tarea que debe cumplir Anna para completar su pastel: recoger moras del campo con su abuelo.



Ese viaje por el campo se articula con el diálogo entre Anna y su abuelo sobre las dudas de Anna sobre la naturaleza, la edad de los árboles, el tiempo que llevan en el bosque, cómo se diseminan sus semillas, el tiempo de recolección y tala, etc. En definitiva, preguntas para comprender las historias que esconde la naturaleza del bosque. Para responder a sus preguntas, Charline Collette traslada a sus personajes fuera del tiempo y se insertan en esas pequeñas historias del ecosistema que les rodea. En ese punto, el álbum podría pivotar con el libro informativo ante las respuestas del abuelo a las diferentes cuestiones. La tipografía delicada y ligada del texto se entremezcla con unas ilustraciones ensoñadoras, especialmente las visiones generales del bosque con sus contrastes de color para envolvernos en una ambientación de ensueño.


La combinación de texturas y trazos me recuerdan a Manuel Marsol y la belleza de sus paisajes fragmentándose en diferentes unidades narrativas (dividiendo la doble página, empleando la página sencilla y principalmente la doble página). La vegetación plena de contrastes, salpicadas con formas redondeadas y combinando sus colores como manchas de color construyen un escenario armónico y recorremos la edad del bosque desde la edad de hielo hasta la actualidad. Salvando las distancias, me recuerda al maravilloso Érase una vez y mucho más será de Johanna Schaible por ese recorrido por el tiempo y que se culmina con la noche de celebración con los farolillos colgados del árbol que transmiten el recuerdo de las noches de verano.


Un álbum delicado y con unas ilustraciones que envuelven una lectura sobre el tiempo y la naturaleza como un espacio de hospitalidad incondicional. Volviendo a Benedetti: estiremos nuestros brazos y apoyémonos en su tronco solidario.

 

Fran Martínez

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Web de la editorial

https://www.lajoiedelire.ch/en/livre/the-age-of-the-forest/

Web Charline Collette

https://www.charlinecollette.com/l-%C3%A2ge-de-la-for%C3%AAt

Instagram Charline Collette

https://www.instagram.com/charline.collette/?hl=en

 

 


miércoles, 8 de junio de 2022

Entradas en azul. Saehan Parc. Papa ballom. éditions 2024

 


Título: Papa Ballon

Autora e ilustradora: Saehan Parc

Editorial: éditions 2024

Colección: 4048

Año: 2021

Páginas: 48

Tamaño: 18 x 17,5 cm




Reseña

Me dijeron que en el Reino del Revés

Cabe un oso en una nuez

Que usan barbas y bigotes los bebés

Y que un año dura un mes

Vamos a ver cómo es

El Reino del Revés

(fragmento de María Elena Walsh)

 

Con estos versos tan reconocibles de María Elena Walsh volvemos con este divertido álbum ilustrado titulado Papa Ballon de Saehan Parc dentro de la colección 4048 de éditions 2024 (donde también habitan las aventuras de Jim Curious de Mattias Piccard que se editaron en España por Fulgencio Pimentel). En este reino del revés, la portada nos muestra una imagen que nos recuerda al clásico de Isol y El globo. No solo a ese título, sino a la mirada que cuestiona con agudeza al adulto y manteniendo su naturaleza gamberra. También podríamos mencionar Vida de perros, Secreto de familia o Imposible como acompañamiento, aunque con Papa ballon hay una pequeña diferencia. No avanzaré el desenlace.


El elemento que llama la atención a primera vista es la ilustración de Saehan Parc en la cubierta de Papa ballon con la combinación de elementos geométricos planos, los colores pastel y la forma en difuminar los colores. Esa combinación entre el aspecto naíf de líneas que recuerdan al Paint y la textura de los rotuladores para aportar color atrapa instantáneamente. Y, como no, el padre en forma de globo de la portada en el que únicamente aparece su bigote y ojos para aportar una simpática inexpresividad mientras vemos a Hana zamparse helados a dos manos. Otro de los elementos peculiares de su narrativa visual es la forma en la que establece los marcos en la imagen con diferentes formas ovaladas que emplearán diferentes colores según la situación narrativa y el contexto (se enrojecen si hay tomates, son de múltiples colores si Hana dibuja en las paredes). Pero resultan peculiarmente psicodélicos cuando esos óvalos enmarcan la situación con caras de diferentes personajes y se estiran deformándose para crear ese marco. Un elemento realmente peculiar y llamativo.


Centrándonos en la historia, la editorial apunta a que se trata de una fábula y encontramos el texto disociado de la imagen ocupando partes diferenciadas: en la izquierda un texto con narrador omnisciente en el que se incluyen diferentes diálogos y en la derecha las atractivas ilustraciones. La primera ilustración, supone el reflejo de la situación inicial: un día, sin previo aviso, todas las personas adultas se transformaron en globos. Además del peculiar marco con la cara del padre, el lector se ubica en un marco experiencial al compartir la vista de los personajes en la contemplación de los adultos-globo volando por el horizonte. El punto de vista de los personajes representados tiende hacia la oferta con puntuales demandas que interpelan con la mirada al lector, como en la primera ilustración que narra el cambio en el modo de vida de ambos personajes desayunando.

En Papa ballon observamos una parodia a partir del intercambio de roles entre el mundo infantil y el adulto. Convertidos en globos, los pequeños son los que se tienen que encargar de llevar a los padres al trabajo y mantener los diferentes establecimientos: Camille con la cafetería, Ahmed la panadería y Alice la heladería, por ejemplo. Esta primera parte es realmente divertida y con paradojas tan peculiares como las nuevas reglas que establecen en su nuevo papel como empresarios: Ahmed y Hana no saben contar, así que cada uno paga lo que supone que es correcto. Las reglas impuestas por los adultos sobre comer helado o los juegos se solucionan no llevándolos al parque al día siguiente. En este sentido, la comicidad de la inversión de roles no busca un espacio democrático de entendimiento, simplemente nos permite reflexionar sobre las imposiciones que los adultos imponemos a la infancia: a veces como muestras de afecto, otras como monsergas aleccionadoras. Observamos que el principio por el que se rigen los niños es el placer y la diversión, sin desatender a otras responsabilidades como el cuidado de sus seres queridos o el huerto (los divertidos tomates gigantes de los mellizos Klaus y Lukas que son regados de manera doble). Los niños cuando juegan mantienen a los adultos como espectadores, tan solo que no tienen el poder de interrumpir los juegos que la infancia lleve a cabo. Resulta divertido cómo el cuidado de Hana para que su padre no se vuele es pegar su hilo con cinta americana en la pared de una habitación que no permite al padre observarla pintando las paredes. El texto irónico en esta primera parte esconde pequeños guiños para el adulto o referencias a la serie Friends. Otro aspecto llamativo es que el adulto está siempre silenciado, al contrario que los niños de los que vemos su capacidad expresiva y sus bocas. Los adultos tan solamente contemplan de forma inexpresiva.


Una vez que todas estas nuevas normas y cómicas situaciones se describen en un texto con una tipografía que recuerda a la escritura caligráfica y escolar, aparece una doble página para trasladarnos a la segunda parte de la narración: una tormenta se avecina y los adultos volando por el cielo. En esta segunda parte, una vez asumida y conocida su realidad, la tormenta y el viento suponen el inicio del conflicto con el padre de Hana desapareciendo arrastrado por el viento. De nuevo, dos nuevos marcos experienciales que alteran la dinámica visual de las páginas anteriores para reflejar el conflicto: primero como una escena policial en la que la casa está desordenada y después la mirada al horizonte de la calle. La resolución, volvemos al inicio de la reseña, ofrece una visión menos subversiva y más cercana a Madrechillona de Jutta Bauer (invirtiendo los roles de la transformación, en este caso al adulto). Por el camino, Saehan Parc nos regala ilustraciones y escenarios repletos de color, detalles y con el extraño contraste entre los colores planos y los efectos difuminados en diferentes elementos (principalmente en las combinaciones de tres colores en el horizonte). Un álbum con unas ilustraciones con un gran poder de atracción.


Para finalizar, una ilustración realizada por autora coreana (afincada en Estrasburgo) para una columna del The New York Times de Amanda Hess: Does a toddler need a NFT? No me resulta sorpresivo en un modelo de capitalismo que intenta ocupar cualquier espacio de venta a nivel global y ante la escasez de recursos para explotar en entornos físicos, es el momento de explotar los digitales. La ilustración de Saehan Parc me recuerda a Lucky/Happy Hans de Maguma con esa segunda parte en la que el personaje acaba con unas gafas de realidad virtual encasquetadas. Inclusive desconocía que Zigazoo como una red social para la infancia donde también se incluye el comercio de NFT’s (aunque la verdad no tengo mucha opinión sobre este aspecto que se me escapa absolutamente). De nuevo, la noticia sirve como perfecto contrapunto a la narrativa de Saehan Parc: en este caso, los adultos y contextos digitales son los que intentan comerciar con la idea de infancia (o la edad que sea, lo importante es que las personas sean productivas y subyugadas). Al fin y al cabo, en manos del señor Dinero, tan solo somos globos.



 

 

 

 

Fran Martínez

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Web de la editorial

https://www.editions2024.com/papa-ballon-en

Instagram Saehan Parc

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martes, 7 de junio de 2022

Entradas en azul. Marie Mirgaine. Kiki en promenade. Les fourmis rouges

 

Título: Kiki en promenade

Autora e ilustradora: Marie Mirgaine

Editorial: Les fourmis rouges

Año: 2019

Páginas: 60

Tamaño: 21 x 27 cm





Reseña

Ahora que nos aproximamos al final de curso recuperaré algunos álbumes que me han llamado la atención en los últimos tiempos, especialmente por el componente de la ilustración. Una de las críticas del año pasado estuvo dedicada a Lucilla de Sarah Mazzetti que fue galardonada en la Feria Internacional de Bolonia con el Premio de Ilustración. El surrealismo de sus formas y la experimentación con el texto en conjunción con la imagen eran un claro ejemplo de la constante evolución en las corrientes artísticas en el álbum. En las próximas entradas pasarán por el blog diferentes ejemplos de la constante expansión artística en este soporte y algún clásico surrealista de Guy Billout.  A fin de cuentas, el álbum no deja de ser un producto cultural sujeto a los cambios en la literatura infantil, pero también de las corrientes artísticas y vanguardias (en forma y contenido).



Este viaje comienza con la autora francesa Marie Mirgaine y el divertidísimo Kiki en promenade (el paseo de Kiki). La dinámica del álbum es una triangulación entre el lector, el texto y la ilustración en la que el divertimento se centra en lo surrealista del paseo. Por una parte, el protagonista (Julien) empieza el paseo con Kiki (su perro) y el paseo apacible (podemos recordar el clásico de Pat Hutchins) comienza a sufrir pequeños contratiempos. Al menos, para la vista del lector: un águila se lleva a Kiki y la sustituye como el animal de paseo. El lector detecta el lado cómico de una serie de relaciones causales (después el tigre sustituirá al águila, el murciélago al tigre,…) que se van sucediendo al pasar la doble página. Los lugares que transita Julien cada vez son más peculiares, pero en ningún momento será consciente de cada cambio que se produce en su animal de compañía. El lector es el que infiere el mecanismo de este juego página a página, cada vez más estrambótico y divertido. Sin embargo, el texto asume esa nueva realidad con la mera descripción de “Julien pasea a su (cada animal que aparece en la narrativa)”. En ese espacio entre texto e imagen que son congruentes hay a su vez un juego de ironía con el lector que se siente cómplice de la acción que Julien es incapaz de apreciar. La carcajada está asegurada a cada paso de página.



Probablemente, ya conocemos diferentes álbumes que proponen este tipo de juego entre el lector y el binomio texto-ilustración, pero donde reside la peculiaridad de este álbum es en las texturas y formas de los personajes representados por Marie Mirgaine. El mismo año, sus libros de artista Fugues y A terre muestran su interés en la exploración de las formas, las texturas y el contraste de los colores para articular una narrativa con tintes dadaístas y nos devuelve a la constante expansión artística que la ilustración tiene en este soporte. Cada nuevo elemento animal, mineral o vegetal tiene un tratamiento que nos invita a mirarlo con calma y detenimiento por la fascinación de sus collages combinando colores y texturas. La combinación del detallismo, casi realista, con la imposibilidad de las formas y colores de otros elementos, visualmente tiene un impacto hipnótico. 



Fruto de esta experimentación, no es de extrañar que recibiera diferentes distinciones como la selección de libros ilustrados en Les Pepites del Salón del Libro de Montreal o la Mención Opera Prima en la Feria de Bolonia en 2020. Un álbum que desata carcajadas entre mi alumnado de 2-3 años en la escuela. Supongo que es un álbum que recoge la importancia del sinsentido en estas edades, que no ofrece ninguna lección moralizante y se centra en el placer de una narrativa que visualmente rompe con la esterilización y simplismo de otros muchos álbumes. De algún modo, la ruptura de estas convenciones icónicas es otro aspecto esencial en la formación de futuros lectores y una autora que pasará próximamente por el blog con más álbumes divertidísimos. 

 

 


 

Fran Martínez

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Web de la editorial

https://editionslesfourmisrouges.com/en/produit/kiki-en-promenade/

Instagram Marie Mirgaine

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lunes, 6 de junio de 2022

Entradas en azul. Gustavo Puerta Leisse y Elena Odriozola (il.). Sentimientos encontrados. Ediciones Modernas el Embudo

 


Título: Sentimientos encontrados

Autor: Gustavo Puerta Leisse

Ilustradora: Elena Odriozola

Editorial: Ediciones Modernas el Embudo

Colección: Me lo pienso

Año: 2019 (2ª ed. 2020)

Páginas: 42

Tamaño: 34 x 24,5 cm

Reseña


Los álbumes de Ediciones Modernas el Embudo han sido reseñados en diferentes entradas del blog como un ejemplo de propuestas que son plenamente conscientes de incrementar la experiencia lectora en la primera infancia. En esta ocasión, nos remontamos hasta su primera referencia con Sentimientos encontrados que fue galardonado con la Manzana de Oro en la Bienal de Bratislava e incluido en la lista de los White Ravens en su catálogo de 2020. Un álbum que experimenta con el diseño para crear una propuesta de filosofía para la infancia que cuida cada uno de los detalles. De entrada, cada elemento del álbum encuentra una función: desde la cubierta para mostrarnos el exterior de la casa y fragmentada en 16 viñetas. De entrada, la referencia a las aucas en esta división también conecta con referentes más propios del cómic que del álbum por el nivel de fragmentación y al mismo tiempo se presentan como una unidad narrativa en la página posteriormente. El diseño exquisito de las guardas y una contracubierta que da nombre a las diferentes personas y animales que habitan en ese espacio. Una familia, desde el retoño Alejandro, la preadolescente Clara hasta la abuela Martina. Un espacio intergeneracional en el que experimentaremos con una encuadernación en espiral para distinguir tres espacios. En la parte superior el juego se basa en el reflejo del paso del tiempo a partir de un espacio visual fijo que nos servirá para apreciar el cambio a través del paso de página. Ya conocemos La casa de Innocenti, La casita de Virginia Lee Burton, las ventanas en la pareja de álbumes de Jeannie Baker o las láminas de Jörg Müller, como algunos ejemplos de sensación dinámica desde la restricción del espacio como elemento inamovible. Un time-lapse, digamos. Algo que el personaje de Paul Auster, Auggie (encarnado por Harvey Keitel en Smoke) nos mostraba como una de sus prácticas diarias.



En la parte superior izquierda, el paso de tiempo es para un árbol (volvemos a otros referentes: Las estaciones de Iela Mari o Little tree de Katsumi Komagata) con el ciclo de la vida encarnado en el reflejo de las estaciones en sus ramas. En la parte superior izquierda, la casa con sus dieciséis ventanas (viñetas), en dieciséis ilustraciones que pueden funcionar como narrativa visual independiente). Esa parte superior es la que Elena Odriozola borda con su habitual exquisitez, empleando el blanco y negro, para recrear minuciosamente la vida en cada viñeta: la decoración, los cuadros, los estampados, las plantas, los muebles… Y, de nuevo, las ventanas dentro de las ventanas para ver el paso del tiempo sobre un árbol que podríamos pensar que se trata del que aparece en la parte izquierda. También variaciones entre si vemos el interior de la estancia o nos ubicamos en la escalera del edificio. Un despliegue por el que el simbolismo que emplea Odriozola pivota entre lo costumbrista y el surrealismo. Viñetas que mantienen en esos cuatro niveles diferentes relaciones: a veces se relacionan entre ellas y sus personajes, otras reflejan la soledad de estos. El despliegue visual de las ilustraciones permite que el lector deambule por las habitaciones y decida seguir a un determinado personaje para volver y conectar entre las diferentes páginas una cronología de acontecimientos. El lector como detective con divertidos misterios fantásticos (como la página de las máscaras). Una suerte de peeping tom (en honor al metraje clásico de Michael Powell) en el que tenemos diferentes niveles de mirilla en el que adentrarnos en diferentes momentos y horas: la mirilla y el paso de las horas están presentes en las primeras ilustraciones de una viñeta de la planta baja.



Para acompañar a las ilustraciones de Elena Odriozola y establecer un espacio interpretativo lo más amplio y ambiguo posible, los textos filosóficos sobre dieciséis sentimientos (y aquellos asociados a este en una suerte de familia de sinónimos como familia lo son los personajes): nostalgia, miedo, dolor, ansiedad, curiosidad, enfado, vergüenza o placer entre ellos. Un abanico de sentimientos que podemos conectar con algún personaje, asociarlo a alguna viñeta o al contrario. La encuadernación en espiral permite al lector diferentes espacios interpretativos: desde pensar en la congruencia con alguna viñeta o personaje, una relación complementaria más abierta a la interpretación poética o filosófica y en el lado extremos podemos pensar en ellos en oposición. La idea es traspasar la frontera de la lectura convencional para abrazar la libertad del lector individualmente. En definitiva, todos los elementos del álbum (secuencia, ilustración, texto y materialidad) propician la reconstrucción subjetiva de su significado para ubicarlo en un espacio inferencial en el que experimentar con las dos partes de manera completamente libre. Un espacio de diálogo abierto en todos sus niveles. Una auténtica maravilla.

De la misma manera, para acompañar a la lectura se proponen una serie de instrucciones que, lejos de restringirlo, continúa expandiéndolo desde la libertad de una propuesta que está hecha para la reflexión de todos esos sentimientos que encontramos (juego de palabras) y con los que establecemos un diálogo. Finalmente, la inspiración de esos textos de acompañamiento de Gustavo Puerto Leisse hacia obras que van desde Aristóteles a Roland Barthes o de John Locke a Martha Nussbaum. Mientras se suceden estas explicaciones, los elementos ilustrados de Elena Odriozola acompañan aportando humor y candidez que se refleja especialmente en la figura de la abuela Martina que nos saluda de manera corpórea al inicio del libro y como espectro al final. Todo un engranaje perfectamente coreografiado para prestigiar la lectura como un acto reflexivo, abierto y transformador. Un regalo, una joya en un gran catálogo que ha recibido todos esos premios señalados al principio y un álbum esperando sin tiempo a que sea descubierto por cualquier lector. Como titularía Sandra L. Beckett su monografía en 2012: álbumes crossover, un género para todas las edades.


Ojalá cada álbum publicado fuera tan consciente de su necesidad y de la importancia de su calidad (una cuestión que en Media Vaca tienen como forma de ser, por ejemplo). Es una cuestión de esperanza, supongo. Así que parafraseando la última frase referida a ese sentimiento: quizás no sientas la esperanza, pero aun así, creer en ella. En Ediciones Modernas el Embudo creemos.

Fran Martínez

IG: https://www.instagram.com/caballo_de_carton_azul/

 




 

Web de la editorial

https://modernaselembudo.com/libros/sentimientos-encontrados/?v=2fb7284eba87

Instagram Ediciones Modernas el Embudo

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Instagram Elena Odriozola

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Dedicada a Martina




 

sábado, 28 de mayo de 2022

Entradas en azul. Delphine Perret. Le plus bel été du monde. Les fourmis rouges

 

Título: Le plus bel été du monde

Autora e ilustradora: Delphine Perret

Editorial: Les fourmis rouges

Año: 2021

Páginas: 128

Tamaño: 19 x 25 cm

Reseña




“¿Estás listo?”

Así comienza el verano más bello del mundo: como un soplo en el corazón. Las referencias nos llevan por el título del único álbum (discográfico) que publicaron Javier Aramburu e Iñaki Gametxogoikoetxea bajo el nombre de Family. Vale, volvemos de un salto al álbum (libro): la historia que encierra es una mirada al corazón de la memoria y la construcción de nuestras vidas en torno al vínculo emocional que se plasma en las conversaciones entre una madre y su hijo. Una relación maternofilial que abarca una mirada a las generaciones precedentes y la reflexión sobre la transmisión desde progenitores hacia hijos (la madre también fue hija y así encadenadamente). Ahora, una vuelta al guiño musical y la alusión que este título conectó instantáneamente en mi cabeza: El bello verano.




Tu cara triste

Mi amor de plata

Podemos volver a empezar

Seremos delfines o ballenas azules

Viviendo en el fondo del mar

De nuevo, la constelación de referencias nos devuelve a la literatura y la obra La bella estate (El bello verano, 1949) de Cesare Pavese a la que hace alusión la letra de Aramburu. En este caso, es una novela de formación que también nos llevaría a otras referencias cinematográficas en las que el verano es un marco mental entre el cierre de un curso y el inicio de otro. El paréntesis vacacional para el remanso y el crecimiento, el recogimiento de lo familiar y el poso con el que afrontar desde otra mirada reflexiva nuestra relación con el mundo. El verano en el Levante es como una losa de membrillo que hace cada respiración más pesada y en el que una brisa a la sombra es tan solo una promesa fugaz. Como la de los chapuzones de David Hockney o la promesa de viaje del nadador de Cheever (y que llevó al cine Frank Perry). Creo que es momento de volver al libro.


Con el álbum Le plus bel été du monde recuperamos la peculiaridad de la ruptura de convencionalismos de la extensión del álbum, como en las últimas entradas se ha hecho alusión con He visto un pájaro carpintero, El pájaro que llevo dentro vuela adonde quiere, Et j’ai rêvé le jour o À qui appartiennent les nuages? (entre otros a los que se hacía alusión en la entrada). Álbumes dominados por su conexión con la memoria desde diferentes prismas. La autora, Dephine Perret, nos acompaña desde un diálogo que interpela tanto al mundo interior del niño como, transversalmente, el del adulto desde el acompañamiento de la madre. Esto se debe a la articulación del texto en diálogos que documentan pequeños momentos y en los que se generan diferentes motivos para diferenciar el tono de la obra: en este caso, la gorra y paisajes a doble página que sirven para una visión panorámica de los diferentes momentos del día reflejados en ese horizonte alejado de la ciudad. Aunque, ese viaje personal, tiene en el niño intentando anudarse los zapatos el reflejo del tránsito del verano. En la mirada del niño, el descubrimiento microscópico de los pequeños detalles que en la ilustración se presentan principalmente en blanco y negro. Una combinación entre acuarelas y plumilla que se combina entre sus diálogos en los que presenciamos momentos de intimidad entre madre e hijo, la celebración de visitas de familiares e inclusive la soledad. Diferentes estampas que tantos recuerdos nos despiertan: las despedidas de las visitas hasta que desaparece el coche de nuestra vista, por ejemplo.


Momentos presentes y recuerdos pasados se combinan en ese marco espacial y temporal de un tiempo vacacional que pasa con lentitud en las manecillas del reloj cada día y que nos sorprende cada vez que acaba. Un recorrido por sus diferentes emociones y sensaciones presentadas como instantáneas o fotogramas que en el paso de página quedan con nosotros como un recuerdo. Recuerdos que se manifiestan y la melancolía de evocar a personas que ya no se encuentran entre nosotros. Momentos que parecen intrascendentes y que se revelan como la escapatoria de la rutina abrumadora. Sorbos calmados y que se suceden en estas 128 páginas como una oda a la contemplación. Me recuerda que en septiembre del año pasado me dediqué a escribir sobre álbumes conectados al verano y, aunque sin palabras, El último verano mantiene ese aroma de conexión con lo iniciático y la conexión con la inevitable naturaleza expresada en pequeños ciclos en progreso. La manera con la que Delphine Perret combina esa sensación en los diálogos, la extensión y las ilustraciones convierten a este El verano más hermoso del mundo en un refugio en forma de murmullo apacible. Tal vez eso, a fin de cuentas, es nuestro paso por la vida. Un balancín en el que lo efímero y la permanencia se alternan. En el que siempre anhelaremos aquel verano.

 


 

Web de la editorial

https://editionslesfourmisrouges.com/en/produit/le-plus-bel-ete-du-monde/

Instagram Delphine Perret

https://www.instagram.com/delphine_perret_bonjour/

 


 




 

jueves, 28 de abril de 2022

Entradas en azul. Michał Skibiński. He visto un pájaro carpintero (il. Ala Bankrotf). Fulgencio Pimentel e hijos


 Título: He visto un pájaro carpintero

Autor: Michał Skibiński

Ilustradora: Ala Bankroft

Traducción: Katarzyna Moloniewicz y Abel Murcia

Editorial: Fulgencio Pimentel

Año: 2020. (Ed. or. 2019)

Páginas: 132

Tamaño: 19,2 x 26 cm


Reseña

En la reseña de ayer de Sara Lundberg con El pájaro que llevo dentro vuela adonde quiere se mencionaba esta otra joya ilustrada por Ala Bankroft (Helena Stiasny) con He visto un pájaro carpintero. En esa graduación entre texto e imagen, esta plasmación gráfica del cuaderno de Michał Skibiński cristaliza perfectamente la idea del iconotexto en el álbum (o el espacio narrativo, como prefieran). La economía del texto se debe a la tarea impuesta a Michal en el verano de 1939, cuando tenía 8 años, con la escritura de una frase en su cuaderno para mejorar su caligrafía. Yo recuerdo esos cuadernos de verano de la editorial Santillana o similar, pero con más dolor de muñeca al desgastar el grafito del lápiz con las pautas del cuadernillo de caligrafía Rubio. La repetición de frases sin sentido de aquellos cuadernillos hacía que la tarea fuera más insoportable.

Volvemos al origen del cuadernillo, nos ubicamos en el tiempo (1939) y en el espacio (Varsovia). Pueden imaginar el contexto del ascenso del nazismo y la invasión de Polonia en ciernes. Con el Premio Opera Prima en la Feria de Bolonia en 2020, también se sucedieron reseñas y noticias alrededor de la figura de ese niño, como en esta de El País (enlace) gracias a una obra espléndida. Según la noticia se comenta cómo fue sobreviviendo a mudanzas, rescatado del desván y mostrado a la editorial por el sobrino de Michal. También conocemos más cosas de su vida: la entrada al seminario y especializarse en sacerdote para sordos. La Europa de aquellos días parece lejana, pero recordamos que el actual presidente de Polonia afirma cosas tan despreciables como que la ideología LGTBI es peor que el comunismo. Sumamos otros países, el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, los fantasmas nos siguen merodeando. Por eso, es importante la memoria.




La recuperación de la memoria me lleva a diferentes fragmentos del texto que, en su sencillez, se transforma en una experiencia sensorial en la que se observa el paso de los días con la mayoría de sus frases ilustradas (alguna queda simplemente reflejada en la traducción del cuaderno). El funcionamiento es la combinación de las frases en la doble página de su cuaderno original que se transforman en ilustraciones que nos evocan a la densidad de Anne Brouillard en L’orage, composiciones que muestran las sombras y las luces de sus escenarios.  Tormenta que también aparece en uno de los fragmentos diarios de su cuaderno y podremos recordar la referencialidad con dicha obra de Brouillard. También se puede pensar en los paisajes de Emil Nolde o en Otto Modersohn. De los textos que nos recuerdan la vida apacible de las vacaciones del verano: sus paisajes campestres, sus paseos, viajes y con apariciones sorpresivas.

Ejemplo: Emil Nolde, nubes de verano




En el mundo de un niño que aparezca un avión surcando el cielo, rompiendo la calma, es un hecho extraordinario que altera la rutina de un día. Por eso se convierte en un motivo recurrente esa mirada al cielo, pese a que se intercala con juegos o tareas con otros miembros de la familia. También nos detendremos en los primeros sonidos que interrumpen esa vida, el primer bombardeo, sentir que “ha empezado la guerra”, esconderse de los ataques, adquirir consciencia de la ocupación y de que ese avión que llamaba su atención al inicio se ha convertido en una plaga aérea. Entre esa naturaleza sintetizada del texto, la evocación a los sentidos se amplifica con la ilustración a doble página. Así, ese estruendo de una bomba cerca de la casa o la sensación del inicio de la guerra me recuerdan a Memoria (2021) de Apichatpong Weerasethakul y al personaje de Tilda Swinton obsesionada por captura el recuerdo de un sonido, de un estruendo, que la despierta en medio de la noche. Es imposible ponerse en la piel de alguien al que le sobreviene ese impacto.





Las ilustraciones, por tanto, emplean el color, el estilo, el plano y la perspectiva para ubicarnos en un espacio íntimo al prescindir de la presencia humana en su narrativa visual. Eso, por seguir con el sentido cinéfilo, me recuerda a la visión del mundo del niño de la película de Edward Yang Yi Yi del año 2000. Sus retratos fotográficos son una colección de espacios que pasan inadvertidos, sin posar ante ella, simplemente la mirada a un detalle que nadie tiene en cuenta. Por este motivo, el espacio interpretativo y metafórico es amplísimo para que el lector encuentre en esta obra mucho dónde mirar, retroceder e inferir. Al fin y al cabo, las ilustraciones amplifican al texto al trasladarlo a un espacio inferencial y no a una interpretación literal. La visita de una persona, una enfermedad, el juego, el viaje, la espera,… todo se traslada a un espacio simbólico en el que los paisajes, la luz, el punto de vista o el color, … Es como si se pintase la mirada de las personas de los cuadros de Edward Hopper. A veces la mirada es panorámica, otra detallista (la oruga) y con el juego de las miradas desde el interior (de la casa), pero siempre en el exterior, donde la calidez diurna del inicio se apagará por la oscuridad.

La aparición o la mirada sobre los aviones tiene, además, lógica dado que su padre formó parte dela brigada aérea polaca que intentaron impedir el avance de las tropas alemanas en Polonia. El 9 de septiembre, su padre murió. En la entrevista en La Razón (enlace) comenta algunos recuerdos posteriores a las fechas del cuaderno, la opresión a la población judía, los carteles y su mirada incapaz de entender todo aquello a su edad: la muerte y las aceras llenas de sangre, como él comenta en sus respuestas. El respaldo e interés de la crítica por esta obra es completamente justificado y sirve como punto de partida para una comunicación que estoy preparando con mi compañero, el profesor Sebastián Miras para el Congreso Internacional: La censura de la literatura infantil y juvenil en las dictaduras del siglo XX (enlace), aunque nuestro viaje sea hacia latitudes checas.

En próximas fechas seguiré con algunas obras que mencioné en la entrada anterior y volveremos al verano, a la infancia, pero en este caso con el verano más bello del mundo de Delphine Perret.

 

Fran Martínez

https://www.instagram.com/caballo_de_carton_azul/

 

 

Instagram Helena Stiasny (Ala Bankroft)

https://www.instagram.com/helena_stiasny/

Web Helena Stiasny

https://helenastiasny.myportfolio.com/ala-bankroft-widzialem-pieknego-dzieciola   

Web editorial Fulgencio Pimentel

https://www.fulgenciopimentel.com/libros/he-visto-un-p%C3%A1jaro-carpintero