Título: Adieu Blanche Neige
Autora
e ilustradora:
Beatrice Alemagna
Editorial: La Partie
Año: 2021
Páginas: 96
Encuadernación
y formato:
25 x 34 cm. Tapa dura.
Idioma: francés
Reseña:
Hoy, vuelvo a la entrega de una nueva entrada pese a mi despedida de este espacio en el formato diario. 229 reseñas en un año requieren un tiempo que, ahora, me resulta más complicado para dedicárselo al blog y, para redondear la cifra de reseñas publicadas en 2021, que mejor que la que ponga el broche sea la nueva entrega de Beatrice Alemagna. Durante este año solo he podido dedicarle una entrada a Gisela de cristal y no será por la cantidad de títulos que merecen el detenimiento y análisis de sus álbumes merecedores de halagos por la belleza de sus ilustraciones: una belleza única e inconfundible que, en definitiva, es lo que diferencia artísticamente a la autora y le otorga una personalidad propia a sus proyectos. Con Adieu Blanche Neige ha conseguido un libro especial, en un espacio entre el libro de artista y el álbum dada su extensión.
Antes de centrarnos en el título, un breve repaso por la historia de Blancanieves, un cuento de la tradición oral recogido y prosificado por los Hermanos Grimm en 1810 y que ha sufrido la “disneyficación” (un término empleado por Jack Zipes, con quien volveremos más tarde) en su representación en la memoria colectiva. Frente a este proceso de adaptación y reinterpretación hipertextual y la presencia como un icono de una industria cinematográfica desde su estreno en 1937, en la literatura infantil también encontramos obras de calidad que se acercan a esta narración. Desde ejemplos como el libro-objeto de Yusuke Oono en Snowhite 360, formando parte de un texto subyacente al código iconográfico de los imagiarios de Warja Honegger-Lavater, la Blancanieves en Nueva York de Fiona French (donde, quizás, se encontraría con la caperucita de Carmen Martín Gaite que vivía en Manhattan), inspiradora de otro de los títulos de Yvan Pommaux del detective John Chatterton en Lilia o la interpretación ilustrada de Iban Barrenetxea. Transgresiones y nuevas ilustraciones donde los títulos que transportan la magia de las narraciones originales (el caso del álbum que reseñamos en el blog de Maguma con Happy/Lucky Hans) y que este gesto de recuperación parece subversivo cuando, realmente, se basa en la preservación. Es curiosa la manera en la que modelamos la memoria colectiva y, de nuevo, no será el espacio para hablar de Jacques Derrida.
Por el blog ya tuvimos la presencia de Snowhite de Ana Juan con una actualización dickensiana que profundizaba en los aspectos más violentos y sexuales de los cuentos de la tradición oral y, adicionalmente, nos recuerda que en la época de los Grimm la naturaleza subversiva de estas narraciones (Lurie, 1998) tenían un público que difiere de la idea de infancia como un “islote” (Immel, 2009) y con unas condiciones socioculturales (y esperanza de vida) diferentes a nuestros tiempos. La idea de infancia en nuestras sociedades puede extenderse hasta el fin de la etapa primaria (12 años), piensen por un instante cómo sería la vida de niños y niñas de 12 años en aquella época y, seguramente, estarán imaginando una estampa distante de nuestros días.
Aun así, la narrativa es un elemento que atraviesa el tiempo y las culturas, historias y narraciones fantásticas que viajan hasta nuestros días (fijadas por Disney) enfrentándose a censuras bajo el manto de lo políticamente correcto, olvidándonos del diálogo con estas narraciones como preservación del legado intergeneracional. En esa dulcificación (transgresiones que, en la mayoría de ocasiones, no persiguen el diálogo, sino el blanqueamiento) del cuento de los Grimm también existen elementos que se han perdido en detrimento del empaquetamiento transmedia: las tres visitas de la madrastra disfrazada de buhonera en el que la manzana es el último engaño para acabar con Blancanieves y donde los anteriores intentos con el lazo o el peine han sido suprimidos. El desenlace con la boda de Blancanieves con el hijo del rey que quedó fascinado de la protagonista muerta en el ataúd (hola, necrofilia), su despertar porque expulsó el hueso de la manzana al caerse el féretro al suelo y en la celebración del matrimonio el reflejo de la muerte de la madrastra bailando con zapatos de hierro sobre ascuas incandescentes hasta su último aliento. La circulación de estos cuentos también cuenta con reinterpretaciones y su encanto reside en el capital simbólico de dichas narraciones y, como definían Stephens y McCallum (1998, p.6) como metanarrativas: “In other words, they are always already shaped in some kind of metanarrative, and their status makes them a good site on which to impose metanarratives expressing social values and attitudes prevailing in the time and place of the retelling. As we sai above, a metanarrative is a global or totalizing cultural narrative schema which orders and explains knowledge and experience”.
En este proceso es curiosa la cantidad de mediadores
que se han apoderado de estos cuentos para moralizarlos o cuestionarlos: desde
el expurgo en defensa de valores de ideologías progresistas, Calvo-García-de-Leonardo
y Alcantud-Díaz (2019, p.25) reflejan la relevancia entre culturas con la
intromisión de la ideología nacional (y en la Alemania nazi) y el fomento de
estos cuentos tradicionales para extender sus ideas fascistas y sus planteamientos eugenésicos con
representaciones en las que estas interpretaciones (como citan el ejemplo de La
bella durmiente del bosque o Cenicienta) eran convertidas en pastiches
ideológicos y con violencia racial. Tras la II Guerra Mundial, los autores
documentan cómo la Fuerza Aliada consideró que los cuentos tradicionales, como
los de los Grimm, habían reforzado la violencia y el salvajismo nazi y,
finalmente, intentaron prohibir los cuentos de los Grimm. Si están interesados,
recomiendo el análisis de estos autores sobre la violencia (implícita y explícita)
y sexualidad de esta narración en su libro (pp. 179-187). Ese aspecto, también
conecta con aportaciones como las de que Zipes (2011) comentaba cómo este
proceso iniciado por los Grimm en 1810 (y los cambios que introdujeron durante
47 años) estaba menos relacionado con las preocupaciones y aventuras de su
virginal protagonista frente el reflejo de la madrastra y sus pulsiones frente
al espejo encantado.
Así, la pregunta con la que comienza el prefacio Beatrice
Alemagna este sensacional Adieu Blanche Neige era sobre dónde se situaba la verdad
del cuento: si en la protagonista y víctima o en la figura del verdugo
encarnada en la madrastra. De esta manera, su visión se centra en los aspectos soterrados
tradicionalmente como el sufrimiento, los celos o la venganza. Una oscuridad
que también Shaun Tan (con aportaciones de Neil Gaiman y Jack Zipes) señalaba
en su The singing bones y que atraían al autor por su imaginario oscuro
y que, en este caso Alemagna, convierte en el reflejo narrativo de la locura de
la madrastra, de sus pulsiones, los miedos y las pesadillas (Disney tan solo
capturó esa atmósfera en el bosque de su largometraje en la huida de
Blancanieves y, un bosque, que en Bambi inspiró a Boersen y Lukács en la
creación de una instalación audiovisual en el que lo aislaban de los personajes
y se centraban en las atmósferas del espacio como protagonista).
Así, la obra de Beatrice Alemagna se centra en lo inquietante, en la belleza mágica de los cuentos folklóricos, en su capital simbólico y, en lo que acertadamente la autora define, como un “lienzo folclórico” basado en el poder del imaginario de estas narraciones. La fascinación a partir de una frase de Rilke con la belleza como preludio de lo terrible. Una fascinación que no conoce edad y con la que nos regala una obra especial. De este modo, el juego parece remitirnos a la revisión de Lorenzo Mattotti de Hansel y Gretel en la clave de la autora, con la peculiaridad de sus ilustraciones que ocupan la doble página en este libro de gran formato y dejando el texto en las páginas en blanco para la sucesión de imágenes que inspira el texto. Contrastes en sus panorámicas, sus curiosas articulaciones de la perspectiva para el deleite de una interpretación en la que maravillarnos en cada lienzo narrativo: la muerte de la primera mujer, el reflejo de la locura frente al espejo, el grotesco y amenazante aspecto del cazador, la atmósfera del encuentro y la excelente plasmación de la madrastra comiéndose el corazón del jabalí que sustituía a Blancanieves en una secuencia de ocho viñetas.
Esa recreación con el lenguaje artístico de Alemagna sobre el acto grotesco de comerse un órgano a través de los gestos malvados y maquiavélicos es realmente admirable. A medida que la narrativa visual avanza con los encuentros con la madrastra disfrazada de buhonera, las pinturas nos atrapan desde la fascinación grotesca y expresiva de la autora (su muerte, duelo, aparición del hijo del rey, el escenario sobre el que portan el ataúd y, de nuevo viñeteado, la caída de la madrastra en cenizas). El texto sería prescindible y funcionaría como un álbum sin palabras de maravilla, pero el acto de recuperar los aspectos olvidados de la narración lo hace completamente necesario. Las atmósferas características de la autora, el paisaje con la alteracíon de los paisajes que lo dota de irrealidad (precisamente, lo que queremos es transportarnos a un espacio fantástico), el soporte de la imagen como puerta a la belleza pictórica y un sinfín de elogios a un álbum que precisa de una gran extensión para detenerse en cada momento, en el que admirar cada detalle, contraste, expresión y la deambular entre sus texturas aguadas. Una nebulosa en la que Beatrice Alemagna nos sumerje y alcanza los objetivos que planteaba en su prólogo. Un título que recrea el imaginario original, lo dota de su expresividad y es reinterpretado en una personal representación artística de las técnicas de una autora con la que celebramos este cierre de año.
Por mi parte, nada más, sean felices en estas fiestas y que
se cumplan sus deseos. Un abrazo de quien les escribe.
Fran Martínez
Instagram
https://www.instagram.com/caballo_de_carton_azul/?hl=es
Instagram Beatrice Alemagna
https://www.instagram.com/beatricealemagna/
Exposición
https://cnlj.bnf.fr/page-evenement/exposition-beatrice-alemagna-adieu-blanche-neige
Referencias
Calvo-García de Leonardo, J.J., y
Alcantud-Díaz, M. (2019). Escandalizar al inocente: violencia y sexualidad en
cuentos infantiles y de hadas. Publicacions Unversitat de València.
Immel, A. (2009). Children’s
books and constructions of childhood. En M. O. Grenby y A. Immel (Eds.), The
Cambridge companion to children’s literature (pp. 19-34). Cambridge
University Press.
Lurie,
A. (1998). No se lo cuentes a los mayores: literatura infantil, espacio
subversivo. Fundación Germán Sánchez Ruipérez.
Stephens, J., y McCallum, R. (1998).
Retelling stories, framing culture: traditional story and metanarratives in
children’s literature. Garland
Zipes, J. (2011). The enchanted screen: the unknown history of fairy-tale
films. Routledge.
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