miércoles, 7 de abril de 2021

Entradas en azul. Valérie Larrondo y Claudine Desmarteau. Mamá fue pequeña antes de ser mayor. Kókinos

 

Título: Mamá fue pequeña antes de ser mayor

Autora: Valérie Larrondo

Ilustradora: Claudine Desmarteau

Traducción: Esther Rubio

Editorial: Lóguez

Año: 2001

Páginas: 44

Encuadernación y formato: 16,5 x 16,5 cm. Tapa dura.

Idioma: castellano

Reseña:

Dejamos del lado el grito, pero seguimos con el tono irreverente e irónico sobre las concepciones maternas en el libro-álbum. Este libro de Valérie Larrondo e ilustrado con un toque naíf y caricaturesco por Claudine Desmarteau propone un juego entre texto e imagen que opta por la comicidad a través del contrapunto o yuxtaposición entre el lenguaje escrito y el visual. Un ejemplo perfecto y claro para mostrar en un aula sobre los tipos de funciones entre imagen y texto. Visualmente, en la mayoría de las situaciones opta por la división clara de la doble página, dejando a un lado el texto y en otro la imagen, para que la diferencia entre códigos esté claramente diferenciada.

El texto nos revela una primera imagen en el que la narradora (la voz de la madre) cuenta a su hijo/a (que no vemos) lo “buena” que era su mamá. A partir de ese momento, las situaciones cotidianas que siempre están en la boca de los adultos hacia los pequeños “cómetelo todo”, “no te metas los dedos en la nariz”, “no tires de la cola al perro”, … se contradicen dado que el texto narra las buenas acciones de la madre que hacía de pequeña: “tu mamá se comía siempre la comida”; “nunca se metía el dedo en la nariz”; “jamás le tiraba de la cola al perro”. La imagen revela justo lo opuesto con un sentido cómico y burlesco.


A partir de esas tres situaciones, en las que nos explica el juego entre texto e imagen, las situaciones y las imágenes juegan con un mayor espacio en el que completar nosotros el significado o la situación: como jugar a médicos con el vecino del tercero (y esa mirada maliciosa), “palabrotas” (caca, culo, pedo, mecachis), no pintaba en las paredes o el destrozo que le hace a su osito de peluche cuando está en la cama (mamá era una niña muy tranquila). Una de mis ilustraciones preferidas es cuando dice que nunca pidió una Barbie y, en la imagen, vemos a la niña con una pistola apuntando. Si buscamos en un portal como Amazon valoraciones de usuarios podemos encontrar valoraciones negativas en las que se habla de lo inapropiada para las primeras edades o que las ilustraciones aterran a los niños. Y estas valoraciones se mantienen en los comentarios de las ediciones francesa y alemana.

También se ve la relación con los padres, las trastadas al hermano pequeño (contándole cuentos aterradores para dormir), los celos y, un cambio de lectura en horizontal hacia el plano vertical con la representación de la protagonista como un gigante (una ogresa, un monstruo). Y, un final, que recupera el inicio en el que cierra la paradoja de que siempre hay que creer a pies juntillas la visión del adulto. Y, ese, es el sencillo juego que propone un libro que sirve precisamente para cuestionar nuestra empatía hacia la infancia y que no poseemos verdades en su cuidado o educación. Más bien, también exploramos esa relación de la mejor manera que podemos. En este libro, también se hace una burla perfecta al convencionalismo de la mirada conductual en la infancia y es muy divertido comprobar el lugar en el que el límite o la censura del discurso infantil se basa en elementos tan pobres. Precisamente, es un espacio subversivo y, este libro, es una divertida muestra de ese juego.

Fran Martínez

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