Título: Moi et rien
Autora
e ilustradora:
Kitty Crowther
Editorial: L’école des loisirs.
Colección: Pastel
Año: 2000
Páginas: 36
Encuadernación
y formato:
24 x 17 cm. Tapa dura.
Idioma: francés
Reseña:
Otro de los nombres que ha aparecido habitualmente, en este
periodo en el que me encargo de las entradas del blog, es Kitty Crowther.
Dentro de las diferentes reseñas, una estaba dedicada a La visite de Petite Mort
y su manera con la que enfrentar la temática del duelo en la literatura
infantil, mostrando el punto de vista de la pequeña muerte que se enfrentaba cotidianamente
a ese momento trágico de conducir a alguien hacia el otro lado. En Annie du
lac también está presente desde el momento en que la protagonista decide
poner fin a su vida (y posteriormente pasarán acontecimientos que dejaremos
para una entrada específica, dada la calidad de los libros de la autora) y, en Moi
et rien (yo y la nada) tenemos el punto de vista del duelo de los que se
quedan. La ternura y el humor podrían señalarse como herramientas para afrontar
esta temática, pero tampoco harían justicia a la manera tan precisa de
construir un discurso que aborda las cuestiones desde una naturalidad que
combina con el plano surrealista y onírico.
A partir de una narración en primera persona, descubrimos la
voz de Lila presentándonos a ella y a la “nada”. Sí, la nada es su compañía y su
amigo imaginario: nunca dice nada malo, aunque a los demás niños le parece algo
bizarra la situación. “Nada importa si nada está conmigo”. A partir de ese
momento, se retratan las situaciones peculiares que vive Lila con su amigo
imaginario tan particular (al que le “pone nada” en el plato en la cena). Un
padre que debe ausentarse diariamente para atender a otras preocupaciones (como
jardinero de una mansión) y un jardín que ha quedado desatendido en el que no
hay nada que hacer, aparentemente. “Piénsalo bien, desde la nada, se puede
hacer de todo”.
En este punto de la narración, conocemos las flores
favoritas que cultivaba su madre (que ya no está): las amapolas del Himalaya. Ante
la incomunicación con su padre en el proceso de duelo y el jardín se articulan
las conversaciones con nada (con un aspecto peculiar, como un hombrecillo de
mimbre amorfo, con una nariz anaranjada) que desaparece súbitamente. La manera con
la que Lila se sobrepone es cultivando las flores preferidas de su madre,
cuidándolas del frío del invierno, de las babosas,… hasta que en primavera
florecen. El jardín desatendido en la casa del jardinero, la niña incapaz de
comunicarse con su padre (también viviendo el duelo de la pérdida) y los
mecanismos de superación que se unen al final de la historia con la recuperación
de Lila de un jardín repleto de las flores favoritas de su madre. Y, finalmente,
el reencuentro con su padre y la entrega de una caja con un objeto misterioso
que su madre dejó antes de marcharse.
Una historia que explora el diálogo interno del proceso de
duelo en la infancia, en las peculiaridades del pensamiento en estas edades,
son el reflejo de la infantilización del proceso del duelo por parte de los
adultos. El silencio, la ausencia de comunicación o la falsa premisa de protegerles
alejándoles de las emociones dolorosas son elementos que subyacen en una
narración en el que el ciclo de la naturaleza articula ese discurso sostenido
en una historia que emplea los detalles precisos para abandonar un tema
complejo (y tan abstracto en el pensamiento infantil) desde una mirada
imaginativa y enternecedora: la materialización de la ausencia y el
acercamiento a la muerte desde una experiencia personal en el que los recuerdos
son parte de la aceptación final.
Fran
Martínez
Web de la editorial
https://www.ecoledesloisirs.fr/livre/moi-rien
Instagram de Kitty Crowther
https://www.instagram.com/kittycrowther/
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