domingo, 17 de octubre de 2021

Entradas en azul. Chris van Allsburg. The Stranger. 1986

 

Título: The Stranger

Autor e ilustrador: Chris van Allsburg

Editorial: Houghton Mifflin

Año: 1986

Páginas: 32

Encuadernación y formato: 26,7 x 22,9 cm. Tapa dura.

Idioma: inglés

Reseña:

El surrealismo en las narrativas visuales de Chris Van Allsburg nos conduce inevitablemente el universo de René Magritte. Beckett (2001, 2010, 2012) analizó las diferentes estrategias de los autores para incluir estas referencias al arte en los álbumes (desde una relación paródica, alusión directa, una conexión con la tendencia de un movimiento o un artista, entre algunos ejemplos) y en el que también analizaba estas conexiones con Chris Van Allsburg. Sus textos, como ya se ha destacado en otras entradas dedicadas a sus álbumes (El jardín de Abdul-Gasazi, El naufragio del Zéfiro o Mal día en Río Seco), optan por la creación de escenas misteriosas y enigmáticas que suceden en un entorno cotidiano y reconocible (incluso el adentrarse en el mundo de los sueños como Just a Dream o Ben’s Dream). Un mundo fantástico que subvierte las reglas de la realidad y de lo ordinario. El anhelo de que algo extraordinario irrumpa súbitamente, pero envuelto de misterio.

Con The Stranger nos movemos en un terreno cinematográfico (y presidido por las fantásticas ilustraciones de Van Allsburg) con una premisa inicial que nos sitúa a las afueras de la granja de los Baileys, mientras la familia regresa a su casa en la camioneta. Desde la ventana la panorámica a vista de pájaro del paisaje campestre y la promesa del cambio de estación: el paso del verano al otoño. Repentinamente, algo sucede en la carretera: un bache hace saltar a la camioneta. ¿Tal vez hayan atropellado a un ciervo? En la siguiente ilustración, a ras de suelo el foco, un cuerpo de un hombre vestido de cuero permanece tendido en la carretera. Esta situación inicial e inicio del conflicto nos llevan hacia un terreno del género del suspense (casi de película de Hitchcock) y muestra algo inusual como un atropello (bueno, podemos recordar Un día, un perro de Gabrielle Vincent) y la situación de tensión de la familia ante tal situación (no puedo dejar de pensar en el cuadro de Grant Wood o en las escenas campestres de Edward Hopper). 


Afortunadamente (cada vez que utilizo este adverbio me asalta Remy Charlip), el hombre ha sobrevivido, aunque ha perdido la memoria (otro clásico del suspense). Aquí comienza la narración en el plano doméstico, su traslado y atención en la granja de los Bailey’s: la visita tranquilizadora del médico (y, una primera muestra de extrañeza: el mercurio del termómetro no se mueve). En ese tránsito del verano al otoño, el extraño se acomoda a la vida de la granja (cambia sus ropajes, ayuda con las tareas, observa el paisaje) y su presencia se vuelve plácida y amigable. Pero, tres semanas en la granja de los Bailey’s muestran que algo extraño pasa en la granja: el otoño no hace su llegada, las hojas de los árboles siguen verdes y las calabazas (podemos recordar esas calabazas en otra estampa clásica de otro de sus álbumes) no dejan de crecer. El extraño mira absorto la bandada de gansos formando una V en el cielo para su migración.

La familia también nota características extrañas en el extranjero: no cansarse ante las tareas, los conejos no le temen y corretean a su alrededor. Y, la revelación: el entorno de la granja de los Bailey’s permanece en el verano mientras que el resto de los campos que lo rodean han cambiado la tonalidad de sus hojas abrazando el otoño. En este punto, van Allsburg nos ha introducido en una narrativa cotidiana con la felicidad desmemoriada del extraño y su integración en el modo de vida de la granja, nos ha dejado pequeñas pistas de extrañeza y, de nuevo una vista de pájaro, nos revela el suceso extraordinario: el tiempo se ha detenido en la granja de los Bailey’s. Esa extraña circunstancia es la vuelta a la consciencia de sí mismo del extraño e, inevitablemente, su intromisión está afectando el curso natural.



¿Quién es el extranjero? Esa es la gran pregunta que corresponde al lector inferir e imaginar, puesto que el final abierto a la imaginación y la libre interpretación de esa ambigüedad es el elemento clave de la narrativa. Recuerdo hace años en una entrevista a David Lynch en el que hablaba del misterio que envolvía a la serie Twin Peaks (¿quién mató a Laura Palmer?) y la explosión mediática de dicha serie alrededor del mundo que pedía una respuesta a tal pregunta. Esa respuesta, para David Lynch, no debía ser respondida (era como encontrar a la gallina de los huevos de oro) y era parte del pacto que establecía con el espectador para entrar en un mundo reconocible y, a su vez, enigmático en su simbolismo. El aspecto atractivo era el viaje, no el destino.

Esta peculiaridad es trasladable al universo de Chris van Allsburg y su modo de prestigiar al lector. Para Lynch las presiones fueron diferentes desde la cadena de televisión: debes darle al público una respuesta. No se puede abrazar la ambigüedad en la audiencia de masas. Esa analogía también la podemos trasladar al circuito de la literatura infantil con la corrección y la priorización de otras cuestiones ajenas a la lectura literaria. Finalizando con The Stranger, es una reseña que he dejado pendiente de publicar hasta el momento en el que se perciba la entrada de otoño y el peculiar cambio de estaciones en el Levante con su “veroño” (en los refranes populares también está recogido: “A la tardor, ni fred ni calor”) y que, cada vez de manera más acusada, vivimos en unas condiciones climatológicas suspendidas en el tiempo.

 

Fran Martínez

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Referencias

Beckett, S. L. (2001). Parodic play with paintings in picture books. Children's Literature29(1), 175-195.

Beckett, S. L. (2010). Artistic allusions in picturebooks. En T.  Colomer, B., Kummerling-Meibauer, y C. Silva-Diaz (Eds.), New directions in picturebook research (pp. 83-98). Routledge.

Beckett, S. L. (2012). Picturebooks with allusions to the fine arts. En S. L. Beckett, Crossover picturebooks: a genre for all ages (pp. 147-208). Routledge.


Y, como no, una canción perfecta de Beth Gibbons (cantante de Portishead) y Rustin Man (Paul Webb de Talk Talk) y este Sand River:

Everybody knows this time

Shadows are driftin' in silence

Where lost can't be found

Everybody knows this time

Autumn leaves

Beauty's got a hold on me

Autumn leaves

Pretty as can be

Everyone can see

Everyone except me




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