martes, 12 de octubre de 2021

Entradas en azul. VV.AA. (il. Federico Delicado). Escritos en la guerra. Kalandraka

 

Título: Escritos en la guerra

Autor: Elvira Menéndez, Rosa Huertas, Antonio García Tejeiro, Mónica Rodríguez, Carmela Trujillo, Gonzalo Moure y Daniel H. Chambers

Ilustrador: Federico Delicado

Editorial: Kalandraka

Año: 2021

Páginas: 128

Encuadernación y formato: 14 x 21,5 cm. Tapa dura.

Idioma: castellano

Reseña:

Yo no recuerdo la guerra. Nací en el 80 y mis lecciones de historia en el colegio nunca abordaron la guerra civil española y, en casa, tan solo pude escuchar conversaciones de familiares que hablaban de aquella casa donde se crio mi padre en las montañas de Lorca y donde, en nuestras visitas en el R12, se señalaban escondites entre las montañas donde una vez alguien se escondió. Aquello era lejano, casi exótico, en los oídos de una criatura sin ninguna conciencia del pasado. Volviendo a nuestro tiempo, la panorámica desmemoriada es más evidente y el bombardeo de noticias se ajusta perfectamente a nuestras apetencias virtuales. Un pensamiento circular, retroalimentado y a la carta. Muchas veces pienso en el flujo de comunicación como un continuo en el que el contenido es relegado al valor de número de interacciones y su alcance. Y, en esa marejada, nos desdibujamos por partida doble. Las palabras ya no son hormigas que corretean, sino un lodo que gorgotea continuamente sobre nuestros dedos. Sobre nuestra lengua. Observando el panorama y el auge de viejos restos de ideologías que silenciaron millones de vidas, la memoria parece uno de los pocos espacios en los que aún son capaces de filtrar el lodo. La literatura como pequeño bálsamo purificador.

Entiendo que el inicio es un poco "orwelliano", pero Escritos en la guerra es una magnífica colección de relatos breves que nos conducen a un espacio en el que la memoria y la literatura conviven en perfecta armonía. Además, literatura que habla de figuras literarias en cada uno de sus relatos. Su aparición nos retrotrae a las vicisitudes de la guerra y su implacable severidad. El primero de estos sensacionales relatos es de Elvira Menéndez (1949) con La entrevista en la que aparece la figura de Richmal Crompton en la vida de la narradora: María José Álvarez Fernández. Sin querer desvelar muchos de los detalles de estos relatos, la escena de una entrevista en la que la voz narradora se dedica a relatar todas aquellas vicisitudes a las que se enfrentaba la infancia en la guerra civil y el nombre de un barco: La Habana, buque que transportó a refugiados a Francia e Inglaterra (Southampton, donde acabará nuestra protagonista) para escapar de la guerra. Una historia conmovedora que es narrada y en el que se observan algunos de los vicios del periodismo: el titular frente al relato.

A pesar de eso, decidió dejarla continuar. El dolor de aquella anciana conmovería sin duda a los espectadores. -Tendremos tiempo de cortar lo que sobre en el montaje-, se dijo”. (p.11)

Rosa Huertas (1960) en Como si hubiera pasado siempre nos lleva hasta la infancia de Elena Fortún (María de la Encarnación Gertrudis Jacoba Aragoneses y de Urquijo), su cuento preferido de Perrault y una amistad que resultaría clave en su obra con su icónica Celia. Además, se sobrevuela otro aspecto asociado a la represión de la época como el exilio y la imposibilidad de la publicación de Celia en la Revolución.

Esta desgracia no puede caer en el olvido. Si lo escribes, permanecerá” (p.35)

Más allá de estos datos que nos iluminan el contexto, las vivencias narradas están trufadas de memorias y perfumes que nos dan respiro entre el peor enemigo de la literatura: el miedo. Antonio García Teijeiro (1952) con Fragmentos de dolor y vida, dibuja el impacto de la obra poética de Miguel Hernández y el retrato de la represión al pensamiento fuera de los dictámenes, la pérdida de la humanidad por la imposición dogmática de un bando e ideario. Familias que se resquebrajaban a la lumbre del silencio y figuras inesperadas que alumbran en la oscuridad como una maestra.

El lenguaje es la herramienta que yo necesitaba para llenar el vacío que me asolaba desde hace muchos años” (p.56)

Mónica Rodríguez (1969) se encarga de dibujar la mirada de Ana María Matute en La niña asombrada y un fragmento de su discurso en la recogida del Premio Cervantes sobre la dureza de la Guerra Civil y las atrocidades que se sucedían de manera cotidiana al estallar la guerra. La mirada de Ana María como un espacio en el que la infancia imagina y sueña, entre rumores silenciosos, donde el ruido y la muerte se interpone ante las motas de esperanza: “Aquellas hormigas negras, aquellas letras levantaban mundos ante su corazón de niña y ella, extasiada, se decía que de mayor haría eso, eso, que no sabía aún que era, pero que le permitía atravesar el espejo, entrar en el bosque, atraparnos” (p.68).

A vueltas con Perrault, Carmela Trujillo (1966) y su Caperucita Roja es poeta nos invita a un recorrido por la mirada de Gloria Fuertes y aquella vida bajo el yugo del dictador (Franco como el lobo me parece una comparación formidable) y el silenciamiento de las mujeres ante su obra (no solo por el régimen, también por los complejos de artistas en masculino que preferían torpedearlas en sus reuniones: Versos y faldas). “Hacedores de obras literarias. Hombres serios que, para acallar las voces del grupo femenino, decidieron jugar al futbolín mientras ellas recitaban sus trabajos. Tal cual” (p.94).

Uno de los relatos más estremecedores es el autobiográfico Un instante de Gonzalo Moure (1954) y las torturas recibidas por el escritor. Un relato que conecta con sus recuerdos de la sede de la Comunidad de Madrid en la Puerta del Sol, donde fue torturado por Billy el Niño y otra escoria instruida para la represión en lo que fue durante aquellos años la Dirección General de Seguridad. Golpes, sangre y resistencia para que no le fuera arrebatada la dignidad en aquella jaula. Reencuentro con un espacio doloroso y recuerdos: “La escalera ya no es la misma. Han pasado los años. El bullicio de la cena se va amortiguando mientras desciendo. Pero el espacio sí que es el mismo. Y también la opresión que siento” (p. 105). En el final del relato hay un pequeño bálsamo a toda esa crueldad, pero por desgracia parece que en el aire de Madrid vuelven los ecos de aquellos ideales infectos como la reciente marcha nazi en Chueca.

El último relato es para Daniel H. Chambers (1972), coordinador de esta obra y que junto a Federico Delicado publicó Un largo viaje en Kalandraka con su mirada centrada en el drama humano de los refugiados. Su relato se cierra con el recuerdo a un autor que no revelaré, pero que nos conecta con otro autor cuya biografía retrató Peter Sís, un perfecto acompañante en este tránsito por la memoria con sus obras El muro (su autobiografía) y Nicky & Vera: a quiet hero of the holocaust and the children he saved sobre Nicholas Winton. Historias que también proponen otro tipo de figuras a recordar como Ángel Sanz Briz (un diplomático español al que se le apodó el Ángel de Budapest por su tarea en exiliar a judíos durante el Holocausto). Un relato que sirve de perfecto cierre y en el que las ilustraciones de Federico Delicado aportan un bello simbolismo a cada texto.

Desde la web de la editorial leemos: Una nueva colección para disfrutar de la literatura y mantener viva la memoria. Es una tarea necesaria en un momento en el que las voces se superponen en un mantra que ha erosionado de humanidad a las palabras y que vuelven al absurdo discurso inflamado que, por desgracia, se exhibe con menor vergüenza. Un hedor molesto que infecta y amenaza, de nuevo, con privarnos de humanidad. Como diría Gloria Fuertes en su poema A todo el que se dé por aludido en Garra de la Guerra: “Espero que no seáis tan animales que no podáis vivir como personas”. Y, para ello, no viene mal memoria.

 

Fran Martínez

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Web de la editorial

https://www.kalandraka.com/escritos-en-la-guerra-castellano.html

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