viernes, 8 de octubre de 2021

Entradas en azul. Sepideh Sarihi y Julie Völk. No sin mis cosas preferidas. Lóguez

 

Título: No sin mis cosas favoritas

Autora: Sepideh Sarihi

Ilustradora: Julie Völk

Traducción: L. Rodríguez López

Editorial: Lóguez

Año: 2020

Páginas: 32

Encuadernación y formato: 21,6 x 28,1 cm. Tapa dura.

Idioma: castellano

Reseña:

Este verano hemos visto imágenes impactantes de llegadas de refugiados, especialmente con las narraciones en las noticias sobre la llegada de la población de Afganistán en la huida del régimen talibán. Todo eso con muchas más aristas que, honestamente, desde un blog centrado en reseñas de literatura no tiene el ánimo de abordar. Es un ejemplo que sirve para enmarcar la temática que nos trae a esta obra y podemos extender en, por desgracia, más imágenes: como las familias escapando con sus pertenencias de la erupción de un volcán Cumbre Vieja. Donde no hemos visto maletas fue en la llegada de menores a las costas de Melilla y, mucho menos, en la repatriación con nocturnidad. En este contexto, me gustaría rescatar la propuesta en Lampedusa de la IBBY (International Board on Books for Young people) con la creación de una biblioteca para la población en los campamentos en la isla italiana en la que crear propuestas a través de la lectura.

Volviendo a esa pequeña maleta (podemos recordar La maleta de Chris Naylor Ballesteros) en la que marchar de todo aquello que configuraba el mundo, especialmente, de la infancia: la escuela, los amigos, los vecinos, la mascota, los sonidos y tantos otros elementos que sensorialmente nos llevan al lugar en el que crecimos. También es la historia que nos quiere contar Sepideh Sarihi (de procedencia iraní) y la marcha junto a sus padres a otro país. En el libro no se incide en la problemática adulta, sino en la visión que la infancia tiene del proceso en esta pequeña historia con tintes biográficos y que se alzó con el Premio de la Feria de Bolonia en 2020.

La narración en primera persona se acompaña de la suavidad de las ilustraciones de Julie Völk, detallistas y con elementos que reflejan pequeños tintes de fantasía (low-fantasy, si queremos remitirnos al cine) insertos en los escenarios cotidianos en los que se despliega la narrativa. El blanco predomina para que los pequeños detalles a color destaquen como signos de vida. En la niña; el sonrojo de los mofletes, el gancho en el pelo, las rayas del jersey o su maleta. También, como código para identificar todas las cosas que anhelará. Tiene que tomar una decisión: lo único que se puede llevar, tiene que caber en la pequeña maleta. La recapitulación de cosas preferidas nos muestra todos aquellos espacios que sirve para construir la visión del mundo de la infancia, ajeno a las ideas magnánimas de países, fronteras, religiones y dogmas ideológicos que sirven como pegamento de cohesión desde el miedo.

Finalmente, con el descubrimiento de cómo llevarse todas aquellas cosas preferidas y la melancolía ante su marcha, también nos revela que en ese nuevo contexto también aparecen colores en nuevos personajes y, con el mar, como elemento conector entre ambos. También la mirada a un nubarrón en el fondo y la promesa de reencontrarse, en algún momento, con todo aquello. Mientras eso pasa, un nuevo árbol con frutos rojos, el puesto de los helados, un niño con una cometa, la mujer que pasea su perro,…nuevos colores y no olvidar el lugar de partida. Los recuerdos como ecos expansivos en la corriente de una vida en la que siempre iremos dejando cosas atrás, pero que nos definen.


Volviendo a una de las entradas del mes pasado, también se reseñó el álbum Vecinos de Kasya Denisevich que se alzó con el Opera Prima de la Feria de Bolonia. Ambos álbumes comparten la narración en primera persona, una paleta minimalista en la que el color se emplea para realzar la voz narrativa, personajes femeninos que reflexionan con una mirada que refleja a la infancia y no la infantiliza. Podrían incluso conectarse en su narración: No sin mis cosas preferidas como la partida y, Vecinos, la llegada y dudas ante un nuevo entorno. Curiosamente, el jersey amarillo de la protagonista de Sarihi y Völk podría conectarse con el desenlace de Denysevich. 

 

 

 

Fran Martínez

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