Título: Buenas noches, luna
Autora: Margaret Wise Brown
Ilustrador: Clement Hurd
Traducción: Ana Galán
Editorial: Corimbo
Año: 2003. Original: 1947
Páginas: 32
Encuadernación
y formato:
22 x 26 cm. Tapa dura.
Idioma: castellano
Reseña:
Esta es la tercera entrada dedicada a la neoyorquina
Margaret Wise Brown (1910-1952) después de la nueva ilustración de El
pájaro muerto y The
Little island (firmando como Golden MacDonald) y se trata de uno de los
títulos más conocidos de la Literatura Infantil (y vendidos) con este Buenas
noches, luna pese a que el éxito fue posterior en el mercado
norteamericano. Un libro ideado para el momento en el que calmar al lector
infantil para acostarse y generar un pequeño mantra con el que despedirse de todos
los elementos de la habitación (inclusive la nada) y conciliar el sueño en una
noche estrellada. El protagonista de esta historia es un pequeño conejo que se
encuentra en su cama (en la habitación verde y tranquila) en el que el texto
enumera diferentes objetos: un teléfono (que es el punto donde mira el conejo,
no sabemos si esperando una llamada de una persona querida o, por fantasear,
que Gianni Rodari le cuente un cuento), un globo rojo (ese que Iela Mari posteriormente
transformaría en arte) y un cuadro de…
En la imagen vemos claramente dos cuadros (relacionados con
la tradición oral: los tres ositos y la nursery rhyme Hey diddle diddle
y el célebre verso sinsentido “The cow jump over the moon”). En ese paso
de página, se enumeran ambos y se observan los detalles enmarcados en la visión
que tendría el pequeño protagonista (que es, ahora, el lector que es invitado
al sueño) en blanco y negro, cambiando el registro de un color chillón con la
predominancia de la intensidad del verde y rojo. Esta combinación es la que irá
creando un trance y abriendo la puerta de sueño (y observamos de manera
emborronada que, posiblemente, los tres ositos también tienen el mismo cuadro
de la vaca saltando la luna en su habitación). El foco en el que se enmarcan
las descripciones del texto, con sus rimas para inducir a la musicalidad de la
nana, sigue alterándose a cada paso de página. Reconocemos la habitación
(mientras el tiempo también pasa en las manetas del reloj (de las 19:00 a las
19:10 h. en la siguiente ilustración a color).
Ese juego con el foco y las anticipaciones con los elementos
que seguirán en el juego se alteran como una pequeña sinfonía al presentarse
dos elementos nuevos: el peine, el cepillo y el cuenco de cereales que se veía
en la primera ilustración a color, pero no en la anterior, y una viejecita
tejiendo que aún no ha sido presentada y no veremos en color hasta pasar la
página. Ese baile de detalles, esa precisión en la información, finalmente se
desvela en una doble página en la que observamos la panorámica completa y la
luna se hace más evidente en la ventana (son las 19:20 h.). El álbum seguirá
con esta mecánica del paso del tiempo de diez minutos en cada intervalo de
página hasta el sueño a las 20:10 horas.
Comienza el ritual del sueño: Buenas noches, habitación
tranquila. Y, momento para que el juego de descubrimiento sea un ritual de
despedida del mundo tangible hacia el del sueño. Buenas noches, luna. Buenas
noches, vaca que salta sobre la luna fina. Estas pequeñas rimas y la condición
de clásico, también ha provocado que su uso en la investigación sea habitual en
diferentes épocas (en Google Scholar citado 291 veces) y encontramos
investigaciones sobre el aprendizaje en lengua inglesa de aspectos fonéticos o para
el estudio del lenguaje materno, por ejemplo.
Una de las investigaciones que me resultan más interesantes, en esa combinación de semántica y semiótica del análisis multimodal, es la que realizan Painter et al. (2013). En el análisis de la composición visual del espacio se refieren a esa combinación de visión panorámica (de la habitación a color) hacia el blanco y negro extrayendo elementos concretos en los siguientes términos: “Each picture has an ornate picture frame to emphasise that it is at one remove from the world of baby’s bedroom and also that it has an iconic status as a valued aspecto of childhood” (p. 108).
Otra suposición era que el cambio de colores empleado por
Clement Hurd (1908-1988) estuviera relacionado con las características de la
visión de los conejos (campo de visión de casi 360º) y hubiera sido curioso que
su visión fuera en blanco y negro (para tener un significado adicional ese
cambio de color), pero ojeando por diferentes espacios parece que son capaces
de identificar pocos colores (especialmente el verde y el azul). En ese ámbito
investigador, volvemos a la charla de Sophie van der Linden que acompañaba la
reseña de Lune de Junko Nakamura (enlace de YouTube, a
partir del minuto 6) en el que analiza el ritmo de Buenas noches, luna,
el valor de las repeticiones, la materialización de los objetos seleccionados
en esos marcos en blanco y negro (de nuevo, inclusive la “nada”).
Me encanta cómo analiza esos elementos cotidianos y señala
la pareja de elementos en blanco y negro formados por la “nada” y la papilla. Una
abstracta e infinita, otra cálida y el sustento alimenticio. Por cierto, un
cambio de colores que también recordamos del clásico de Remy Charlip con Afortunadamente
(el mismo artista que ilustró inicialmente El pájaro muerto de Margaret
Wise Brown). Sophie van der Linden también comentaba la importancia de todos
los elementos que componen el álbum y que siguen reforzando como atemporal la
definición de Barbara Bader en 1976: “A picturebook is text, illustrations, total design; an item
of manufacture and a comercial product; a social, cultural, historical
document; and foremost an experience for a child” (p.1).
En una semana dedicada a la luna era una obligación pararse
en uno de los clásicos de la Literatura Infantil. Un álbum tierno y, como han
podido apreciar, un ejemplo de la profundidad que esconden (algunos) de estos
libros. Un placer estético-literario que se puede llevar más allá con la narrativa paralela de la ratoncita inquieta que se pasea por la habitación y aparece en cada una de las ilustraciones a color, cómo es advertido en un momento por el gato blanco que jugaba con un ovillo, pero que finalmente no será atrapada y se despedirá mirando la luna. Y, como no, esa despedida a la luna en una de las escenas más tiernas de la serie The Wire con Kima pasando la noche con el hijo de su ex-pareja y despidiéndose de los elementos cotidianos de las calles de Baltimore (luna, estrellas, policías, chulos, estafadores,... a todo el mundo):
Goodnight moon
Goodnight stars
Goodnight po-pos
Goodnight fiends
Goodnight hoppers
Goodnight hustlers
Goodnight scammers
Goodnight to everybody
Goodnight to one and all.
Fran
Martínez
Web de la editorial
http://www.corimbo.es/book/33/
Referencias
Bader, B.
(1976). American picturebooks from Noah’s Ark to The Beast Within. Macmillan
Publishing Company.
Painter, C., Martin, J., y Unsworth, L. (2013). Reading
visual narratives: image analysis of children’s picuture books. Equinox.
Van der Linden, S. (2020). El álbum ilustrado como
herramienta de educación visual y estética | Sophie Van der Linden | CILELIJ.
https://www.youtube.com/watch?v=Sp8xDufEw6I
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