Título: La merienda del señor Verde
Autor
e ilustrador: Javier
Sáez Castán
Editorial: Ekaré
Año: 2007
Páginas: 36
Encuadernación
y formato:
21,4 x 31,5 cm. Tapa dura.
Idioma: castellano
Reseña:
Hay muchas razones para analizar al detalle cada ilustración
de un álbum tan maravilloso como La merienda del señor Verde de Javier
Sáez Castán (también seleccionado en los White Ravens de 2008 como uno
de los álbumes más destacados) y su conexión con diferentes cuadros de René
Magritte. Si quieren profundizar en ese análisis interpictorial les recomiendo esta
entrada de Julio César Vidal en 2016 (enlace)
en la que se destacan el conjunto de obras de Magritte que tienen una conexión
con este álbum o incluso el color plano de las guardas en su significación
final (Durán y Bosch, 2011). En ese sentido, el color del papel también es
fundamental en la construcción del discurso narrativo de este libro: desde el
inicio narrativo el papel es de color verde claro (en una tonalidad cercana al
blanco) y, en el desenlace al conflicto narrativo pasa al color blanco como
cruce al otro lado del mundo del señor Verde que es, efectivamente, verde.
Otro aspecto que comparte con su anterior clásico, Los
tres erizos o los Animalarios, es la exploración de los peritextos a modo
de glosario y epílogo: Lo sé todo: el imaginario de los lectores que siempre
quieren saber más y una Nota de color sobre los elementos en otros idiomas
o las técnicas empleadas en el álbum. Todos los elementos que envuelven al
álbum funcionan como un espacio en el que jugar con la ruptura del pacto de
realidad, algo que también se disfruta con los álbumes de Chris Van Allsburg, y
la incorporación de datos con una explicación aparentemente lógica y que
potencian el relato surrealista conectando, como no, con la ironía burguesa de
Lewis Carroll. Un álbum que también conecta con un título emblemático de
Buñuel: El discreto encanto de la burguesía. La traición de las imágenes
convertida en la traición del texto como juego.
El impacto y la riqueza de las imágenes, el uso de perspectivas, encuadres y contrastes, se ponen en funcionamiento desde la primera página: un señor (el señor amarillo, casi recuerda a Reservoir Dogs y los motes de los personajes) llega tarde y espera que no hayan llegado el resto todavía. ¿Quiénes? ¿Dónde?, se preguntará el lector. Cinco señores vestidos con esmoquin y bombín que tan solo varían en el color esperan al señor Verde. Una invitación a la casa del señor Verde ante el descubrimiento de algo muy intrigante. En esa doble página con el señor Verde invitándonos con la mirada a pasar por la cortina (cortinas teatrales, cortinas Lynchianas, cortinas del tercer disco de Tindersticks, una banda tan elegante como el álbum de Sáez Castán) se aprecia una referencia por partida doble a La reproduction interdite (1937) en las sombras. Y, el misterioso cartel que plantea una pregunta a los diferentes señores que descubrirán el secreto de aquella puerta (curiosa la fracción de tiempo en la que permanecen en silencio profundo, 33 segundos, como el “pico” de la partitura de John Cage).
En el descubrimiento, se puede conectar con otra pintura de Magritte como El principio del placer (Retratode Edward James) también de 1937. Curiosamente, las miradas en este álbum son un punto de interés. En la portada, nos revelan el espacio de una casa entre los árboles (que podrían recordar a Mvsevm o a La ventana indiscreta). Como espectadores, se nos presenta el escenario que después no volveremos a ver de frente en las páginas del álbum, y un juego con la percepción en el que la fachada cubierta por los árboles pierde la sensación de profundidad y un fondo verde plano que no presenta ningún elemento más en su horizonte.
Curiosamente, esa manera de representar el suceso
deslumbrante y el título de la pintura nos dice dónde nos conduce esa puerta:
al placer de las mariposas de colores (una por cada señor) que habitan en un
espacio idílico y en el que la última imagen sirve como perfecto cierre focalizado
en la glotonería del señor Verde, que disfruta de esa luminosa libertad. Lecturas
que, independientemente del juego pictórico y de referentes, gustan al público
infantil por lo atractivo de su lenguaje visual y el candor de una historia que
fascina al lector inicial como al lector literario. Un clásico, esencial en
cualquier estantería. Escuchas que un nuevo mundo te está llamando (como cantaría Joe Meek).
Fran
Martínez
Web de la editorial:
https://www.loguezediciones.es/libro/ver_libro_coleccion?id=31
Instagram Javier Sáez Castán
https://www.instagram.com/jsaezcastan
Referencia
Duran, T., & Bosch, E. (2011). Before and After the
Picturebook Frame: A Typology of Endpapers. New Review of Children’s
Literature and Librarianship, 17(2), 122–143.
doi:10.1080/13614541.2011.624927
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