jueves, 27 de mayo de 2021

Entradas en azul. Jörg Müller. El soldadito de plomo. Lóguez

 

Título: El soldadito de plomo

Autor e ilustrador: Jörg Müller

Editorial: Lóguez

Colección: Rosa y Manzana

Año: 2005. Original: 1996

Páginas: 40

Encuadernación y formato: 25 x 32,5 cm. Tapa dura.

Idioma: castellano. Álbum sin palabras

Reseña:

Jörg Müller pasó por el blog con la recuperación de la maravilla metaficcional El libro en el libro en el libro y, una de sus obras más célebres, es su recreación del texto de Hans Christian Andersen de El soldadito de plomo. En el manual clásico de Teresa Colomer, Introducción a la Literatura Infantil y Juvenil (en su segunda edición de 2010) señalaba dentro de las tendencias de la LIJ en el cambio de la década pasada “el reflejo de las sociedades posindustriales” (pp. 151-159) con los cambios en los modelos de familia, la multiculturalidad, la memoria histórica y, en el caso de este álbum, la crítica social. La modernización del contexto de la historia nos lleva a un viaje alrededor del ciclo económico y las diferencias culturales entre las sociedades del primer mundo con las que se encuentran en vías de desarrollo. Un viaje que nos muestra las caras del bien y del mal, típicas de los cuentos representados por las sombras del modelo capitalista de consumo frente a otras realidades. 

El suizo Jörg Müller, muestra en esta obra sin texto su habitual crítica en la evolución de las sociedades de consumo como ya hiciera en otras obras que no fueron editadas en castellano, pero que representan iconos culturales como las colecciones de láminas en los años 70 que por comodidad y brevedad del título pondré en inglés: The changing countryside (1973) y The changing city (1976). En castellano, además de la recuperación de El gran gris (junto a Jorg Steiner, publicado también en Lóguez y que sería habitual el trabajo conjunto como The rebellion of the animals o The New Town Musicians), su edición ha sido mínima y teniendo en cuenta que ha sido un autor que también posee el Premio Andersen de ilustración en 1994, compartiendo un realismo y un detallismo cinematográfico por la variedad de planos que emplea en sus libros que también nos conecta con otro autor cuya obra ha sido más conocida en castellano como Roberto Innocenti. 


De alguna manera, el sentido crítico y subversivo de sus obras muestra aquello que apuntábamos a partir de la importancia del posicionamiento del autor con la obra y la necesidad de conocer las características que le definen como un autor que busca la tensión visual con la idea de mundo o sociedad avanzada a costa del desarrollo soterrado de otras. Con El soldadito de plomo leemos la opresión sin necesidad de texto, algo que también nos conecta con un autor como Armin Greder (esquivo en la edición en este país y que también cuenta con su primer libro publicado en 2003 por Lóguez y el inconfundible La isla). En este sentido, la ausencia de texto es una herramienta clave para la apertura en la construcción de significados por parte del lector y la inferencia de estos, como una propuesta de Müller a interpretar su visión y cuestionarse aquello que el autor quiere señalar en cada plano, cada detalle y objeto. 


También, una lectura cultural a partir de una narración clásica de Andersen y que sirve de escenario para un viaje por la sociedad de consumo que comienza con la soledad del soldadito soterrado al lado de una rata que aparece con una cría muerta en su boca. De entrada, no es una mala representación icónica. La luz aparece al levantar las tablas del suelo en el que el soldadito es rescatado en un contexto que nos ofrece una nueva información: la remodelación de una casa y una tirita en el dedo que seguramente será fruto de alguna astilla durante la tarea. A partir de ese momento, nos movemos en el tiempo y fruto de ese cambio merece la referencia del autor a su propia obra en una habitación en la que vemos, además del cambio en el crecimiento del bebé y sus juguetes, las láminas a modo de póster de The changing countryside y la aparición de la portada de El gran gris (un libro que me recuerda a la adaptación de John Hurt de la novela de Richard Adams Watership down).  El mundo del bebé que tan solo necesita un cerdito rosa de peluche, la infancia llena de más juguetes y bloques de construcción (y la aparición de la Barbie como la bailarina e icono de la cultura consumista popular). Sobre la Barbie y otros ejemplos contraculturales me gustaría rescatar una iniciativa que siempre me pareció de lo más hilarante como el Barbie Liberation Organization y la crítica a la cultura mediática de los años 90 que consistió en el cambio de las grabaciones que incorporaban los muñecos de acción GI JOE con los de mensajes de la Barbie, en una denuncia de los estereotipos y prejuicios de género que se asociaban a los diferentes juguetes. Aquí tenéis el vídeo que, por suerte, aún se conserva en YouTube.


Páginas que marcan el paso del tiempo y abandonan  la doble página para dinamizar la lectura visual en la que podemos recrearnos en la montaña de juguetes y, de nuevo, referencias a la obra de Müller mientras se da la espalda a los juguetes y comienza la era de los videojuegos (referencia a Toy Story y el título con Steiner, The rebellion of the animals). Ahora, los juguetes forman parte de la basura que dejar atrás en la mudanza, donde la Barbie y el soldadito se encuentran. Siempre desde un plano contrapicado que nos coloca como lectores en un punto similar al de un juguete en la inmensidad de un mundo ante el que también nos sobrepasa a nosotros. Un viaje en la que se encontrarán con diferentes miradas que les conducirán hacia espacios que conectan con el texto de Andersen como una versión posmoderna y que nos encamina hacia el viaje alrededor del mundo, desde el viaje por la alcantarilla en el barquito de papel (como si de un efecto mariposa se tratase) guiados por el azar y unidos. 

De la majestuosidad de la ciudad y la narración que en nuestra imaginación se llena de sonidos reconocibles y con la sorpresa de cada etapa del viaje: el mar, la pesca, el mercado y, siempre, los desechos de los modelos de economías lineales, tan solo sujetas a la ética del coste y el valor. La obsolescencia como modo de crecimiento perpetuo por las sociedades globalizadas y como migajas para las economías del tercer mundo. Los detalles siempre nos conducen y revelan pistas del nuevo paso narrativo (como el niño que recibe con alegría esos desechos y el avión que aterrizará con una tripulación que posteriormente se relacionará con él). La idea de turismo cultural, el poder del dinero se mezclará con la imaginación y los afectos, para encadenarnos a un final que nos devuelve a un final feliz para los objetos protagonistas. Un espacio en el que permanecerán juntos, pero en el que han comprobado las cenizas de la sociedad consumistas. Una obra maestra, realista e incómoda, pero que sigue vigente y que plantea reflexiones sin edad. Como contrapunto, e ironía del destino, la obra de Jörg Müller también se ha convertido en un objeto de coleccionismo y de precios prohibitivos para algunas de sus referencias.

Fran Martínez

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Web de la editorial:

https://www.loguezediciones.es/libro/ver_libro_coleccion?id=86

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