miércoles, 10 de noviembre de 2021

Entradas en azul. Bart Moeyaert y Wolf Erlbruch. La creación; El viaje de Olek y El paraíso. Barbara Fiore

 

Título: La creación

Autor: Bart Moeyaert

Ilustrador: Wolf Erlbruch

Traducción: Anna Bellosta García y Mariona Gratacòs i Grau

Editorial: Barbara Fiore

Año: 2006

Páginas: 32

Encuadernación y formato: 25 x 30 cm. Tapa dura.

Idioma: castellano

Reseña:

Una dupla reconocida con el Premio Astrid Lindgren: el alemán Wolf Erlbruch y el belga Bart Moeyaert. Sobre el célebre autor e ilustrador Wolf Erlbruch hemos realizado diferentes entradas y, en esta recta final del blog, tenía especial interés en reflejar temáticas poco habituales en la Literatura Infantil como la religión. Además, es una temática con posturas opuestas: el lado laico que evita todas estas cuestiones por principios y, por otra parte, los centros religiosos que es una de sus piedras fundacionales. Desde el lado menos creyente, personalmente, estas temáticas de entrada me hacen huir como de la peste. Como cualquier hijo de vecino, tengo mis prejuicios e ideales. Así, el reflejo de estas cuestiones desde el imaginario religioso (católico en nuestro contexto) no dejan de tener un contenido simbólico y fantasioso, además de una traslación artística (como aquel álbum de Andrea Antinori sobre el cuadro de James Ensor La entrada de Cristo en Bruselas).

Junto a Bart Moeyaert se publicaron tres álbumes en la editorial Barbara Fiore (además de La creación, El viaje de Olek y El Paraíso) sobre los que nos detendremos en esta entrada. Comenzando por La creación: “Al principio no había nada. Cuesta mucho imaginar algo así. Imagina que todo lo que existe ahora todavía no existe”. En ese breve fragmento se continúa invitando al lector a descomponer toda su realidad: elimina la oscuridad e, inclusive, a tu madre. Y, no nos olvidamos del arte en esta aproximación de Moeyaert con su producción teatral para llevar la pieza de Haydn y que acabó con esta extensión en formato álbum. Me parece un inicio soberbio con la única ilustración de Erlbruch de esa madre en el lateral inferior derecho de la imagen. Si en La gran pregunta su estilo de collage era mucho más depurado y minimalista, este texto le viene como anillo al dedo. El texto de Moeyaert se narra en primera persona, ese yo (un hombrecillo) que intenta ubicar en dicha abstracción al lector desde la comicidad de estar en medio de la nada más absoluta: solo Dios y él sentados (el primero, relajado y, el hombrecillo, circunspecto). El texto no se define por su brevedad, pero la visión de Dios ante la nada es diametralmente opuesta a la impaciencia de la naturaleza humana. El papel de Dios es relatar con socarronería paciente y la curiosidad por conocer el origen de la creación. ¿En definitiva, quién no lo estaría?


A medida que Dios comienza la creación (la noche y el día), las preguntas del hombrecillo atónito y confuso ante la paciencia de ese Dios (con aspecto de hombre en túnica y una larga barba a modo de un sabio) que observa la materialización de sus creaciones. La actitud del hombrecillo poco impresionado por la aparición del mar y la tierra contrasta con la del Dios: sosegada y contemplativa de cada nuevo elemento incorporado a la paleta de su mundo. También observamos en el diálogo la comparación del hombrecillo con Dios: él tan importante y, el hombrecillo, tan insignificante.

Pero, ante esas maravillas creadas, también la acusación del hombrecillo: ¿por qué ese alarde? ¿Por qué hacerle espectador de tal espectáculo siendo tan insignificante? ¿Por qué debería importarle todo aquello si no había nadie más? Entonces aparece la fauna en la que los personajes se unen a un collage en el que peces, aves, cabras, gatos y… Sí, un pato asomando por el lateral izquierdo hacen su aparición. En esas cuestiones y anécdotas que rememora el hombrecillo el texto continúa y, finalmente, el fin de la creación: la pareja para el hombre y el descanso el último día de Dios en la creación. El texto finaliza repitiendo el fragmento del inicio para cerrar el sentido de la narración y que el lector cierre el círculo. Un texto filosófico y divertido sobre la creación con una visión calmada sobre una pregunta sin respuesta y con una bella inspiración poética. Abrazar lo desconocido con sensibilidad.


Título: El viaje de Olek

Autor: Bart Moeyaert

Ilustrador: Wolf Erlbruch

Traducción: María Lerna

Editorial: Barbara Fiore

Año: 2007

Páginas: 32

Encuadernación y formato: 30 x 27 cm. Tapa dura.

Idioma: castellano

Reseña:

Seguimos en terrenos fantásticos, pero si pasamos por La creación y Dios, ahora sobrevolamos el cuento de Afanasiev: El pájaro de fuego. Si el azul era el color definitorio en el título anterior, ahora lo será el rojo y el viaje de Olek (el personaje que siente la llamada a la aventura). Una aventura en la que encontrará diferentes pruebas que pondrán a prueba su voluntad altiva cimentada en la proeza de matar a un oso y hacerse un gorro con él. Esa será su vara de medida: derrotar a un oso en comparación con la prueba que se le presente. La primera, atarle los cordones a un niño que había caído al barro. Así, seguía sumando proezas y buenas acciones a su historial: “Aquí está Olek -dijo Olek-. Hago lo que puedo” como su mantra anta cada nueva acción. Después de las tres primeras, Olek se pierde en el bosque y ante él, un muro impenetrable de musgo que impide su paso. En ese tránsito encontrará a un pájaro rojo con un ala muerta y, a partir de ese momento, la aventura de Olek tomaría otros derroteros y pruebas como la de enfrentarse al mismísimo diablo. 


Un cuento fantástico en el que la bondad del héroe y su persistencia es recompensada al final del camino en el que se pone a prueba su voluntad. Las ilustraciones de Erlbruch de nuevo son un entramado minimalista entre el collage, el contraste del color con una limitada paleta y el trazo con el que dibuja un universo inconfundible.

Por último, rescato este corto animado dirigido por Vladimir Samsonov en 1984 con música de Stravinsky:




Título: El paraíso

Autor: Bart Moeyaert

Ilustrador: Wolf Erlbruch

Traducción: Goedele de Sterck

Editorial: Barbara Fiore

Año: 2011

Páginas: 40

Encuadernación y formato: 16 x 24 cm. Tapa dura.

Idioma: castellano

Reseña:

Con El paraíso nos alejamos del formato álbum, destinado a un lector adulto, y encontramos con un libro magníficamente ilustrado por Wolf Erlbruch sobre la visión de Moayaert sobre el momento en el que Adán y Eva poblaban el planeta. La desnudez de los personajes y el reflejo de aquel entorno natural en el que habitaban, la manera en la que llegaron allí, las tareas que debían realizar para mantener aquel lugar: “Nos correspondían cuatro ríos y un terreno arbolado. Podíamos bañarnos en las aguas de los ríos. Debíamos limpiar el bosque y mantenerlo limpio” (p. 7). La descripción de la naturaleza, sus aromas y la atracción de sus cuerpos. El inicio de la vida en el paraíso y, poco a poco, con el transcurso del tiempo ver cómo algunas cosas eran frágiles y destinadas a desaparecer. Y, también, preguntarse por si ellos también eran de una naturaleza efímera. Y, a medida que los días y las tareas se suceden en el mismo lugar, la aparición del tedio. 


La insoportable levedad del ser que diría Kundera. Dos actitudes: persistir ante el temor de perder lo que se tiene o, por el contrario, cuestionar si aquello es lo que se desea. Las ilustraciones expresivas del hombre y la mujer, ante el dilema de cómo mantener la felicidad tal y como deberían y, por otra parte, la infelicidad de la rutina: “Aun estando cerca de alguien se puede estar muy lejos” (p. 21). El modo en el que encuentran el equilibrio entre esas dos situaciones y visiones ocupará el final del relato con la manera con la que encontraron su lugar en el paraíso. Su visión propia.

Ahora, que suene Haydn y la Nederlands Blazers Ensemble.

 



 

Fran Martínez

Twitter

 

 

Web de la editorial

https://www.barbarafioreeditora.com/catalogo/libros/la_creacion


* Como añadido a la temática de la creación hilvanamos a partir de Wolf Erlbruch el recuerdo de un álbum poético maravilloso con textos de Gioconda Belli: El taller de las mariposas. En el que el joven diseñador Odaer deberá alcanzar dentro de sus creaciones en el Taller de los insectos uno de sus sueños: combinar una criatura que mezclase las características de un pájaro y una flor. Un texto maravilloso y unas ilustraciones de la etapa previa de Erlbruch con sus collages. 


Y, en la última puntada de la entrada, Gioconda Belli también participó en la colección poética de Libros de Cordel (Cortázar, Skármeta, Benedetti,...) en la editorial Libros del zorro rojo con Cuando floreció la risa (ilustrado por Alicia Baladan). En este caso, el jardín del Edén está en la selva del trópico donde Enea y Alia bajaron de la ceiba para comprobar que eran el primer hombre y la primera mujer. Y, en aquella selva, también floreció la risa.



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