Título: Colombina
Autor: Antonio Ventura
Ilustrador: Pablo Auladell
Editorial: Iglú
Año: 2021
Páginas: 32
Encuadernación
y formato:
22 x 31 cm. Tapa dura.
Idioma: castellano
Reseña:
El 30 de septiembre se presentó en la librería alicantina
Pynchon el álbum Colombina de Antonio Ventura (1954, fundador de Revista
Babar) y Pablo Auladell (1972). Una unión de dos autores con una amplia
trayectoria y que, en el caso de Auladell, han sido protagonistas de diferentes
entradas en el blog. Repiten unión tras El sueño de Pablo (Los cuatro
azules, 2008) y muestran el buen gusto en la elección de ilustradores en los
álbumes de Ventura (como Elena Odriozola en Cuando sale la noche, Jesús
Cisneros con El sueño, el aroma de Caperucita en ABCdario con
Noemí Villamuza, La noche de los juguetes o El tren con Federico
Delicado).
Curiosamente, durante la presentación Pablo Auladell
afirmaba que este texto llevaba tiempo esperando salir a la luz y que se inició
justo en el proceso de replanteamiento de sus técnicas y afianzamiento de lo
que hoy en día reconocemos en él con tanta sobriedad: la textura granulosa en
sus ilustraciones queriendo aproximarse a la belleza erosionada de la escultura
o los murales, la apuesta por técnicas sencillas como el grafito y el pastel reemplazando
al óleo. En definitiva, la economía de medios (algo así como su mínimo común
estético) para articular un estilo personal y capaz de perdurar en el tiempo.
Cualidades que marcan diferencias con aquella primera colaboración en El
sueño de Pablo. Antonio Ventura le definía como un ilustrador de “clasicismo
arcaico” y, dimos buena cuenta de ello cuando presentó su Cuaderno
Arcaico Muralis. Personalmente, me quedo con la definición de sus
ilustraciones como “la belleza de la imperfección”.
El texto de Ventura busca un lector dual: una narración que
bebe del simbolismo de la tradición oral, de los cuentos al calor de la lumbre,
que conectan desde la fascinación de la memoria intergeneracional con el lector
infantil y, por otra parte, con referencias que interpelan al adulto que media
en la lectura. También hubo momento para hablar de esa “demonización” y censura
bajo el manto de lo políticamente correcto de los cuentos de tradición oral que,
de nuevo, nos invita a recordar la entrada de Pedro César Cerrillo bajo el título
Dejad
en paz a Caperucita.
Así, este cuento de hadas que se inició entre 2011/12 nos
narra la historia de la princesa Colombina que, aún, no ha podido salir de su
castillo y observa el mundo desde el torreón más alto. Su compañera es Arianna, el ama nodriza que, además de afectos (una historia que me recuerda a Bowlby,
ya saben), le narraba cuentos maravillosos. Esa es la situación inicial de la
narrativa, el contexto y escenario en el que Ventura nos propone “el cuento
dentro del cuento”. En las ilustraciones, pasa un proceso similar: los bocetos
dentro de las ilustraciones finales. Según contaba Auladell, dado el tiempo que
pasó entre el inicio del proyecto y la edición del álbum, los recortes y trozos
de papel de estos bocetos acabaron reconvertidos en parte de las ilustraciones.
Otra de las peculiaridades de las ilustraciones son las posiciones de las manos
en varias ilustraciones de Colombina y Arianna (además de un referente a la
gestualidad en el arte), además de los motivos mitológicos recurrentes o la peculiaridad
en las proporciones de los personajes, en un collage que combina esos
fragmentos iniciales con la belleza de las ilustraciones de Auladell.
Las palabras del cuento de Arianna a la pequeña Colombina que se materializan en su imaginación hasta que llega la noche y la visita del sueño en su mar de sábanas. Y, bajo el manto de la luna, Colombina tendrá sueños en los que la luna entraba por su ventana (la luna, al contrario que en la ilustración en la que un caballero la contempla, ahora, tendrá semblante) y que acrecentarán la melancolía por estar encerrada en el castillo. En ese punto, la añoranza de Colombina y la manera vívida con la que siente esos sueños (una pincelada a La vida es sueño y al mito de la caverna de Platón) nos conduce a un desenlace aún es más onírico que contiene una promesa que Auladell plasma perfectamente (en una progresión en el foco se irá ampliando, como el mundo más allá del castillo). Finalmente, las guardas: inicialmente la entrada a galope y, finalmente, la salida. Un álbum precioso con referencias hipertextuales y que arropan en la cama con la fantasía de otros tiempos: aquellos que la palabra no necesitaba dispositivos cegadores ni estridentes para construir un universo paralelo.
Fran
Martínez
Web de la editorial
Instagram Pablo Auladell
https://www.instagram.com/pabloauladell/?hl=es
Web Pablo Auladell
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