Título: Bárbaro
Autor
e ilustrador:
Renato Moriconi
Editorial: Fondo de Cultura Económica
Año: 2015
Páginas: 48
Encuadernación
y formato:
14 x 31 cm. Tapa dura.
Idioma: castellano. Álbum sin palabras
Reseña:
Hay álbumes que se convierten en clásicos instantáneos en el
aula y disfrutas de su narración, curiosamente, sin palabras. También ver sus
caras en el momento en el que descubren el desenlace del libro. O escucharlos
con tono gozoso interpretando sus propias historias álbum en mano. Un aviso
claro: este álbum conecta profundamente con la imaginación de la infancia y de
una manera festiva. La cubierta con el bárbaro galopando su corcel sirve como
reflejo de la importancia de la secuencia narrativa en los álbumes sin palabras
y, una vez que ha finalizado el álbum, adquiere un nuevo significado: “Aaaah…”.
Eso escuchas cuando vuelves a la cubierta.
La descripción de la trama narrativa del álbum es compleja
dado que cualquier detalle sobre su desenlace altera por completo toda la
narrativa anterior. En ese primer nivel, la secuencia del personaje de la
portada que inicia un viaje repleto de pruebas y encuentros con figuras
mitológicas y peligros que sorteará (como si fuera un juego de plataformas
clásico) desplazándose hacia arriba (en la página derecha) o hacia abajo (en la
página izquierda). Una vez saltado el primer obstáculo (un precipicio entre dos
relieves de montaña), se suceden peligros que vienen por tierra (salto para:
serpientes, cíclopes, plantas carnívoras, bocas de dragones colorados o
llamas), mar y aire (el dios del trueno, gárgolas, aguijone, flechas,…). Un
auténtico desfile de peligros. Hay un momento que estos peligros acaban. No hay
nada en la pantalla y el bárbaro adquiere expresiones de consciencia en la
falta de emociones en su viaje heroico. Falta un último peligro que no se puede
revelar (y me pregunto hasta qué punto analizar un álbum que es ampliamente
conocido y desvelar su desenlace resulta problemático). La sorpresa, digamos,
romperá la dimensión interpretativa del álbum y modificará las anticipaciones e
inferencias que se realizan respecto al texto: ¿qué tipo de villano aparecerá
al final de su viaje y que es superior a todos aquellos descritos
anteriormente? El resultado es un álbum que sorprende al lector infantil porque
se siente de manera clara identificado y es realmente paródico con ese
sentimiento de fin de la ficción con la vuelta a la realidad.
Cuando finaliza el álbum hay un poema de Machado con el que acompaño ese final de la lectura:
“Pegasos, lindos
pegasos,
caballitos de
madera...
Yo conocí siendo
niño,
la alegría de dar
vueltas
sobre un corcel
colorado,
en una noche de
fiesta.
En el aire
polvoriento
chispeaban las
candelas,
y la noche azul
ardía
toda sembrada de
estrellas.
¡Alegrías
infantiles
que cuestan una
moneda
de cobre, lindos
pegasos,
caballitos de
madera!”
Un álbum espléndido que también interpela a la relación cotidiana
entre el niño y el adulto. Hace un tiempo tuvimos una entrada con álbum con
ilustraciones de Renato Moriconi (Dentro de una cebra con textos de
Michaela Chirif) y su versatilidad como ilustrador también se refleja en los que
ha publicado con Ilan Brenman: Teléfono descompuesto (álbum
sin palabras) y Bocejo [trad. Bostezo], este último un “falso álbum
sin palabras” siguiendo la clasificación de Bosch (2012) sobre cuántas
palabras puede tener un álbum sin palabras: “en los que, o bien hay
palabras en la mayoría de sus páginas (aunque sean onomatopeyas), o bien el
texto que acompañaría las imágenes se encuentra concentrado en alguna parte del
libro” (p. 76). Esta diferenciación la realizo porque en ocasiones he visto
clasificado este álbum sin palabras sin una mayor distinción, e incluso
investigaciones como las de Souza et al. (2018), que me resultan peculiares
sobre cómo pese a trabajos tan exhaustivos como los de Emma Bosch (artículos en
revistas de reconocido impacto, tesis, capítulos en monografías de Routledge)
estos aspectos aún resultan confusos en esa ruptura constante de fronteras del
álbum.
Independientemente de estos aspectos, son dos álbumes que proponen un juego al lector que incita a la activación de los conocimientos intertextuales y culturales (en Teléfono descompuesto con especial referencia a Caperucita roja de los Grimm y, como no, ese juego de la infancia como el teléfono roto como recordatorio de la importancia de la palabra para la materialización de la fantasía desde el surrealismo). En el caso de Bocejo el juego es un recorrido por la historia de la humanidad con personajes propios de cada época (ilustres como Tutankamón, Napoleón o Einstein) y, el título del álbum ya nos clarifica por qué tienen la boca abierta (no sería necesario precisar la onomatopeya en texto, quitando que en la edición portuguesa el bostezo es “Oh” y en la edición francesa “Ah”). Un juego en un álbum de grandes dimensiones (35,6 x 26 cm.) que termina con una lámina en espejo para cerrar la línea temporal. También hay guiños escondidos tras estos personajes para descubrir: al igual que en Malacatú, hay un guiño a la Guerra de las Galaxias o a obras de arte como la obra de Goya (El 3 de mayo en Madrid). El tercer álbum de esta trilogía es Caras animalescas, aunque en este juego ya interviene el texto.
En resumen, no dejen escapar a Bárbaro y acérquense a
estos álbumes en los que sus ilustraciones al óleo garantizan una carcajada.
Ahora, bostecen, chismorreen o inicien una aventura fantástica. En sus ojos lo
dejo.
Fran
Martínez
Web de la editorial
https://www.fcede.es/site/es/libros/detalles.aspx?id_libro=19334
Instagram Renato Moriconi
https://www.instagram.com/renatomoriconi/?hl=es
Referencias
Souza, R. J. de, Ramos, F. B., & Stevenson, J. (2018).
No words, just pictures to tell the history of humanity: an art case in Bocejo.
Ilha Do Desterro A Journal of English Language, Literatures in English and
Cultural Studies, 71(2), 219–132. doi:10.5007/2175-8026.2018v71n2p219
Bosch, E. (2012). ¿Cuántas palabras puede tener un álbum sin
palabras?. Ocnos. Revista De Estudios Sobre Lectura, (8), 75-88. https://doi.org/10.18239/ocnos_2012.08.07
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