Título: Cancionero infantil del papagayo
Selección:
Magdeleine Lerasle
Ilustradora: Aurélia Fronti
Traducción: Miguel Ángel Mendo Valente
Editorial: Kókinos
Año: 2005
Páginas: 60
Encuadernación
y formato:
26,5 x 27 cm. Tapa dura.
Idioma: portugués y castellano
Reseña:
Para finalizar esta semana de entradas centradas en la tradición
oral y poética es el momento de una mirada intercultural, no solo centrándonos
en el aspecto del imaginario nacional. Desde la editorial Kókinos se realizó
una importante labor al crear una colección de títulos que nos llevan a otras
latitudes, imaginarios y ritmos. En este caso nos centramos en la recopilación
de canciones de Magdeleine Lerasle (con el acompañamiento naíf de las
ilustraciones de Aurélia Fronti que realza el conjunto) en este Cancionero
infantil del papagayo que nos traslada a la musicalidad de Portugal y Brasil.
Otro aspecto destacado de la edición es la prioridad de los textos en su lengua
original, pese a que a continuación de cada verso tenemos la traducción en
castellano. También, tenemos esa sonoridad en su lengua original en el
acompañamiento musical.
En la información adicional que propone la autora, en su prólogo y en la parte final para cada composición, encontramos ese sentido de estrechamiento de lazos entre culturas y mostrar las singularidades de su imaginario en el que la cultura brasileña también se entremezcla con raíces indias y africanas. Composiciones con elementos similares a las que hemos analizado estos días: momentos cotidianos (A janelinha fecha para ir al baño), cariños (Minhoca minoca), romances, nanas (Boi, boi, boi o Dorme dorme meu minino), referencias a la naturaleza (la flora y la fauna), a los fenómenos atmosféricos, referencias religiosas, canciones para contar con los dedos (Un dois feijao com arroz, A galinha do vizinho o Dedo mindinho), canciones para juegos (O trem maluco o Escravos de Jo), mímica y corros (Pombinha branca o Ciranda cirandinha). Y escuchando Pico, pico maçarico está claro que se nos activa en castellano su texto:
Referencias a una infancia que se envuelve de versos de arte menor, repeticiones, onomatopeyas y diferentes recursos para generar esa musicalidad en el lenguaje. Y, como no, ritmo y baile con la samba (Samba, Samba, Samba lé lé). Al igual que en nuestros cancioneros hay referencias a la abnegación y el trabajo (como también O vendedor de agua o A machadinha). Todas estas indicaciones son contextualizadas en la parte final del cancionero, siendo una muestra de la transculturalidad de esos juegos de infancia. Para completar esta labor, el acompañamiento musical en CD de las diferentes canciones. Actualmente este tipo de iniciativas se han beneficiado del uso de códigos QR (como en la colección La cereza de Combel) para darle un soporte más acorde con el contexto tecnológico.
Aquí una muestra de su acompañamiento:
Finalmente, este cancionero se integra dentro de una colección
de títulos que recogen diferentes patrimonios culturales: A la sombra del
olivo (El Magreb), Cancioncillas
del jardín del Edén (comunidades judías y con las ilustraciones de
Beatrice Alemagna), Canciones
infantiles y nanas del Baobab (África occidental y central) y,
posteriormente, nuevos títulos como Canciones
y nanas de babushka (de culturas eslavas), Canciones
infantiles de miel y pistacho (armenias, griegas, turcas y kurdas), Canciones
infantiles y nanas de los arrozales (de referentes asiáticos y orientales),
Cancioncitas
de rosas y azafrán (India, Pakistán y Sri Lanka) y también dentro de
nuestro territorio Canciones
infantiles y nanas vascas Lo hadi (en Euskera) o Canciones
infantiles y nanas zíngaras.
Fran
Martínez
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