Título: El osito Kuma Kuma
Autora
e ilustradora: Kazue
Takahashi
Traducción: Eduardo Frías López
Editorial: Pastel de Luna
Colección: Lejano oriente
Año: 2016. Ed. Original: 2001
Páginas: 64
Encuadernación
y formato:
16,5 x 12,5 cm. Tapa dura.
Idioma: castellano
Reseña:
Momento para una entrada deliciosa a partir de la divertida
ternura del primer álbum publicado de Kazue Takahashi (Kanagawa, 1971) y que
gracias a Pastel de Luna podemos disfrutar en castellano, además del otro
título publicado en nuestro país en 2013 con El teléfono de las ardillas.
Además, próximamente reseñaremos otro libro favorito de la editorial Pastel de
luna dentro de esta colección como la versión china de Caperucita roja de Ed
Young (otra variación en el índice ATU) con la joya de Lon Po Po (un catálogo que cuenta con álbumes maravillosos de autores como Antonio Ladrillo y su Colección de caras, el divertido Shinsuke Yoshitake o la preciosa narración silente de Jae Soo Liu con El paraguas).
Volviendo al osito Kuma Kuma (KumaKuma-chan) de Takahashi, recuperamos un espacio de una lectura amable, tierna y que en su pequeño formato con un texto breve acompañando a cada ilustración que parte de la mancha como recurso expresivo y pequeños detalles adicionales para acompañarle en cada una de las acciones que describe el texto. Por su extensión, 64 páginas, nos recuerda a las historias de Marianne Dubuc en el que el inicio narrativo deja paso a una colección de ilustraciones que nos muestra una colección de situaciones del osito Kuma Kuma hasta el desenlace. El narrador es el amigo del osito Kuma Kuma (al cual desconocemos) y que nos narra la dificultad para encontrarse con él, motivo por el cual imagina y nos narra cómo será su día a día. En este punto, el narrador nos introduce en su imaginación y el tiempo se expande progresivamente en un trayecto que parece relatar en orden todo el tipo de acciones que realizará durante un día cualquiera, pero que se altera al incluir el ciclo de las estaciones (indicándonos otro tiempo que difiere de lo que pasa en un día) hasta que llega el anochecer.
En esa recopilación de acciones, la brevedad del texto y la
expresividad del minimalismo de elementos en la ilustración tiene momentos
divertidos como verlo en el tejado disfrutando de la vista de las nubes que
pueblan el cielo y, posteriormente, tumbado (solo vemos sus brazos desde la
ventana sin cambiar la perspectiva que tenemos como lectores) escuchando cómo las
gotas caen sobre su tejado. Le vemos en una rutina en la que el osito Kuma Kuma
es imaginado viviendo de manera plácida, feliz y divertida (bailando canciones que
escucha en la radio) entre sus quehaceres hasta la hora de dormir. En el
desenlace, cotidiano, se introduce la escritura de una carta a un amigo. No
sabemos a quién, pero nos gustaría pensar que es a nosotros contándonos exactamente
que sus días son así: sencillos y felices.
El anhelo y los deseos de un personaje imaginado que representa la nostalgia de quien no está ahí y al que no podemos ver por determinados motivos. Podemos interpretar que el osito Kuma Kuma es aquello que ya no permanece entre nosotros y que despedimos y recordamos con melancolía y con felicidad. En primer plano, lo evidente es pensar en la amistad y, en estos tiempos tan peculiares, la lejanía y la soledad es un rasgo distintivo en nuestra sociedad. En otro plano, una carta de amor a quienes nos han acompañado y ahora no están a nuestro lado. La sencillez de un relato abierto a la interpretación del lector: reconfortante, imaginativo y adorable. Rasgos de la filosofía de una cultura oriental que nos balancea en su regazo de manera inteligente y delicada. Una maravilla que narrada en el aula divierte por ese mundo tan reconocible para el niño y, como adultos que mediamos, nos reconforta en ese poso existencialista en el que somos conscientes de todo aquello que el tiempo y la nostalgia nos devuelve inesperadamente. Una preciosidad.
Fran
Martínez
Web de la editorial:
https://www.pasteldeluna.com/el-osito-kuma-kuma
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