Título: El niño raíz
Autora
e ilustradora: Kitty
Crowther
Traducción: Ester Sebastián López
Editorial: Lóguez
Año: 2015. Ed. Original: 2003
Páginas: 36
Encuadernación
y formato:
20,5 x 26,6 cm. Tapa dura.
Idioma: castellano
Reseña:
Volvemos a la belga Kitty Crowther
(1970) después de la reseña de la publicación de su último título en
castellano, Madre
medusa. Muchas de las claves de su obra se pueden disfrutar en la lectura
del artículo de Tabernero-Sala (2016) en el que repasa las características de
su obra destacando el aspecto intimista de sus narraciones, así como referentes
que conectaban con su obra como Tomi Ungerer, Arnold Lobel, Beatrix Potter, Astrid
Lindgren o Wolf Erlbruch. En El niño raíz hay una invitación a esa
exploración desde el universo de la tradición oral y la vuelta al bosque, una protagonista
femenina (Leslie) y unas guardas en el que un pequeño duendecillo alado nos
abre el telón (aquello de la teatralidad que citaba Van der Linden) de una
divertida historia de fantasía hacia lo desconocido y misterioso del bosque. Un
lugar, desconocido, con el que en una entrevista de 2017 Kitty Crowther
señalaba como su destino en el proceso creativo aprovechando para citar a uno
de sus artistas favoritos: David Bowie.
Creation is a very interesting process, I figure out
that I love to go into the unknown (citando a David Bowie)
El inicio narrativo nos presenta un lugar desconocido, propio de la tradición oral, fuera del tiempo y sin concreción: un inmenso y profundo bosque que no figura en ningún mapa y en el que el mito que le rodea es que el fin del mundo está al final de dicho lugar. En ese punto, nos presentan a Leslie que tiene un problema con un zorro zampa gallinas y, en ese punto, nos avisa en la narración de que lo que pasará a continuación le cambiará la vida por completo. Ese inicio de texto, desgrana con cuidado todos los detalles para engancharnos y querer descubrir qué está pasando en ese bosque, si tendrá que ver con el zorro, si será el fin del mundo. De una manera precisa y clara, abre la puerta de un misterio que activa la necesidad del lector para ayudar a Leslie a seguir las pistas de las pisadas del zorro.
La
ilustración inicial del bosque está repleta de luz en su naturaleza, su hierba
y sus flores, pero para que ese ambiente de misterio sea aún más evidente el
paso de página nos revela un bosque que oscurece y con la tensión por
desconocer la cara de Leslie tapada por la solapa de su chaqueta y el gorro que
lleva encasquetado. Misterios, más misterios, las pisadas y… un ruido, un túnel
lleno de zarzas en el que se pierden las pisadas. En tres páginas y tres
ilustraciones nos acerca cuidadosamente a un mundo fantástico que desconocemos
(tanto Leslie como nosotros) en el que se nos desvelan nuevos detalles desde la
voz omnisciente (en este caso, nos anticipan una información que la protagonista
desconoce y nos invita el texto a ubicarnos en otra posición: la tensión por
qué le pasará a Leslie). Atravesando el túnel, nos deja más elementos para que
elaboremos pesquisas e inferencias al paso de página creando un clímax entre
texto e imagen que nos conduce hasta el descubrimiento del niño raíz y, en ese
momento, se acerca cantándole una canción (dulzura que también se expresará
introduciendo el color de las plantas a su alrededor).
A partir de este encuentro, el haz de luz fijando la narración en un ambiente íntimo que nos recuerda a las historias al calor de la lumbre reconocemos el rostro de Leslie y al ser que ha encontrado triste y sollozando. En este punto, comienza una segunda parte de la narración que es la que se crea junto al niño raíz que se encuentra perdido y Leslie acogerá. Comienza una narración y se concluye la anterior conociendo al zorro que perseguía y la finalidad de sus acciones.
Esta segunda parte en la interacción de Leslie y el niño raíz es
tremendamente humorística, pero abraza aspectos de la cotidianeidad y otro
aspecto que señalaba Tabernero-Sala (2016) es la incomunicación. Silencios y el
reconocimiento de sus pensamientos internos descritos por el narrador y que nos
invitan a un final tierno y simbólico en el que se plantea el pequeño
recordatorio de nunca deshacerse de la exploración de lo desconocido frente a
la realidad y las rutinas. Adoramos lo desconocido y a Kitty Crowther, sin
duda.
Fran
Martínez
Web de la editorial:
https://www.loguezediciones.es/libro/ver_libro_coleccion?id=286
Instagram de Kitty Crowther
https://www.instagram.com/kittycrowther/
Referencia
Tabernero Sala, R. (2016). Lecturas adultas y lecturas
infantiles. El universo de Kitty Crowther en la formación del mediador como
lector literario. Revista de estudios socioeducativos: RESED, (4),
52-65.
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