Título: Duelo al sol
Autor
e ilustrador:
Manuel Marsol
Editorial: Fulgencio Pimentel e hijos
Año: 2019
Páginas: 104
Encuadernación
y formato:
19 x 25 cm. Tapa dura.
Idioma: castellano
Reseña:
Llegan los rigores del verano y seguimos en clave western
con otro de los autores que más han centrado las entradas de este año: Manuel
Marsol. En diferentes momentos nos dimos una vuelta por sus geniales Yokai
y El
tiempo del gigante junto a Carmen Chica o junto a Javier Sáez Castán
con Mvsevm.
Cuando llegue el momento de zambullirnos en el mar recuperaremos otros títulos
pendientes como Ahab y la ballena blanca, La leyenda de Don
Fermín y esperaremos su nuevo lanzamiento con Astro (que incluso
derivó a proyecto de videojuego). Su actividad ilustrando goza de prestigiosos
galardones y también ha dedicado libros a su ciudad en la serie de la editorial
de André Letria, Pato Lógico, A minha ciudade. Ilustraciones para el
maravilloso fin de la trilogía de Richard Ford con Canada (vejez del
icónico Frank Bascombe que se inició con la no menos icónica novela El
periodista deportivo), ilustraciones para las reediciones de novelas de
Paul Auster o para la novela La tiranía de las moscas de Elaine Vilar
Madruga en 2021. Mientras llega el momento de su nuevo álbum seguimos con el
repaso a sus maravillosos álbumes como este ambicioso (por extensión) Duelo
al sol que supone uno de sus libros más amenos y cinematográficos desde el
diseño como en el paso de sus páginas para crear esa secuencia visual que dura desde
el amanecer hasta el anochecer (el sol y la luna como prólogo y epílogo del
espacio narrativo).
El uso de la iconografía de los títulos de crédito con los
años en números romanos y la flecha y el revolver guiándonos por su particular
comedia que nos regala en cada doble página el fotograma de aquellos elementos
típicos del western: las barrillas rodando (tantos nombres definen a las bolas
del oeste), el escenario silencioso con el resto de un bisonte y la serpiente
de cascabel abriendo el plano en la siguiente página, los pies descalzos del
indio y, al otro lado de la doble página, las botas del vaquero, el arco
apuntando a la derecha, el revolver Colt 45 a la izquierda. Primeros planos con
las caras de los adversarios y…(¡un pato!). Este será el mecanismo inicial del
libro para generar el suspense típico de esas escenas de las películas del
Oeste que se dilataban en el tiempo con planos de miradas, del entorno, la
banda sonora (que en mi mente siempre será propia del spaghetti western de
Morricone y los punteos de Bruno Battisti D’Armario, especialmente en las pelis
de Sergio Leone) y la cara de ese pato que me traslada a mi infancia con el videojuego
Duck Hunt.
Estas situaciones se repetirán con la aparición de elementos que despistarán a los retadores de su tarea programada para esa mañana (me recuerda a El caballero impetuoso de Gilles Bachelet en esa humorística forma de ralentizar el clímax del enfrentamiento). El plano general con el cielo azul y el río dividiendo la posición de cada personaje en la doble página, con su diálogo hilarante, cambios de los primeros planos de perfil a frontales y nuevos datos reveladores (la bandolera del revolver, los cactus, el sombrero con una cagada del pato, los buitres amenazantes buscando carroña, sus caballos,….) hasta la resolución final con la aparición de Gran Jaleo (el gran bisonte). Finalmente, ambos compartirán el mismo lado de la página, compartirán la puesta de sol y la promesa de retomar un reto pendiente (que por la coda final sabemos cómo seguirá).
Una divertidísima comedia y el cierre final con paratextos simulando los títulos de crédito de una película (con sus divertidos nombres, Trueno Tranquilo y John Bill Arizona, todo rezuma un aire deudor del universo western). Como no, el recuerdo a Sam Peckinpah (míticas Bring me the head of Alfredo García o Grupo Salvaje, que curiosamente también fue el nombre de una banda que surgió de las cenizas de Pribata Idaho o, con su título en inglés con The wild bunch, también nos trae recuerdos musicales de Bristol) y a Ennio Morricone a modo de juegos de palabras del tipo Lina Morgan Freeman o Luis Eduardo Autechre. Como aclaración final, ningún animal resultó herido.
Sobre las diferencias entre la obra ilustrada de Crowther y Peter Elliott de ayer y este álbum hay algunas cuestiones que comentó Manuel Marsol en su charla como la censura soterrada de diferentes aspectos como la presencia de armas o la imagen del nativo americano. El duelo de lo políticamente correcto quizás es el elemento más nocivo, especialmente cuando se reduce la capacidad del pensamiento simbólico de la infancia a las problemáticas racionales adultas, especialmente cuando es ese el origen de aquellos males. En definitiva, un álbum alejado de esas cuestiones y que representa con humor la cantidad de cosas que les unen a los protagonistas más que los separan en su condición humana. Un álbum divertidísimo y, como es marca de la casa, de una gran belleza que ya va por su cuarta edición en Francia (donde se publicó originalmente en 2018) y que recomiendo la visita por las ilustraciones sin publicar (presentadas en la Feria de Bolonia en 2016) bajo el título Western Scenes 2015-2017 (imágenes del oeste que, recientemente, en su Instagram también incluyen dinosaurios)
Como siempre, muy recomendable la playlist
para este álbum que propone Manuel Marsol en su página (desde bandas andaluzas como
Pony Bravo o Guadalupe Plata, clásicos levantinos como Polar hasta el cruce al
country con Gram Parsons, Emmylou Harris, Cowboy Junkies o clásicos de las
bandas sonoras como Morricone, Bacalov o Dimitri Tiomkin que curiosamente fue
el que puso música a un western titulado Duel in the sun dirigido por
King Vidor en 1946). Pero, lo que pide el verano es este bello corte de la
banda The Outlaws (sello Joe Meek de garantía) de su disco del 61, Dream of
the west.
Fran
Martínez
Web de la editorial
https://www.fulgenciopimentel.com/libros/duelo-al-sol
Web de Manuel Marsol
Instagram Manuel Marsol
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