sábado, 30 de octubre de 2021

Entradas en azul. Seán Virgo y Javier Serrano Pérez. Madre Sombra. Kalandraka

 

Título: Madre sombra

Autor: Seán Virgo

Ilustrador: Javier Serrano Pérez

Traducción: Adolfo Muñoz

Editorial: Kalandraka

Colección: Lecturas expertas

Año: 2021. Original: 2014

Páginas: 64

Encuadernación y formato: 16 x 24 cm. Tapa dura.

Idioma: castellano

Reseña:

Hace un par de semanas reseñábamos en este espacio Escritos en la guerra una de las últimas referencias en el catálogo de la editorial Kalandraka y una apuesta por ampliar la oferta hacia un público con una competencia lectora y literaria más avanzada. En este caso, siguiendo con la temática lunar, el relato del canadiense Seán Virgo (nacido en Malta en 1940) nos conduce hacia un contexto portuario y un lugar de fantasía propio de las leyendas de otro tiempo y espacio. Lugares que, como el bosque, esconden mitologías y personajes que pululan en el imaginario colectivo de cada cultura. Un espacio onírico en el que los sueños de los protagonistas se ven envueltos de presencias maravillosas y bordean entre la tensión de ese mundo de anhelos con el de la rutina diaria. En este caso, el imaginario del canadiense Seán Virgo (un alma errante: nació en Malta, creció en Sudáfrica, temporadas en Irlanda, Malasia e incluso con tribus de las Islas Salomón) se detiene en la mitología asociada a culturas de los mares del norte (Irlanda, Escocia, las Islas Feroe, Islandia,…) y una criatura con capacidad de mudar su piel (tradicionalmente de foca a mujer) para convertirse en otra: selkie.

El relato se desarrolla con la melancolía de la vida portuaria, el anhelo de un niño que ha crecido cerca de un río en el que llegan barcos de todas partes del mundo. Su sueño: navegar. En ese empeño pone todas sus fuerzas, crece y el mar le espera. Cuarenta años en una empresa en la que se convierte en patrón de su propio barco con el que surca los Siete Mares que Seán Virgo nos enumera y nos cuenta quiénes los habitan: “El mar del oro y la plata, donde las sirenas conjuraban los vientos. El del ámbar y las pieles, en el que resoplaban las enormes ballenas (…)” (p.14). El acompañamiento de las ilustraciones de tonos plateados de Javier Serrano Pérez (Medina del Campo, 1946) que cuenta con una dilatada experiencia (Premio Nacional de Ilustración en 1991) ilustrando también relatos procedentes de la tradición oral y que ha sabido capturar la esencia de esas tradiciones como en señalaba García Padrino (2004) en obras a las que le confiere un aire barroco como Oriente de Perla de Miguel Fernández Pacheco y que en esta ocasión está más cercano a sus trabajos de ilustración de los cuentos de Andersen. Como una vez comentaba en una charla Pablo Auladell, el ilustrador debe ser conocedor de qué máscara usar para afrontar cada texto y, al mismo, tiempo ser inconfundible.

Esa trayectoria vital por crecer y conocer los secretos del mar también tiene un momento en el que anhelar el descanso, pero antes de que este llegue suceden cosas inesperadas: el descubrimiento y enamoramiento de la selkie que nos conducirá hacia la tensión del enamoramiento y la renuncia a una parte de sus vidas: al mar, por parte del marinero, y no pertenecer al mundo terrenal, para la selkie. También nacerá un hijo y, esta figura, con herencia terrenal y mitológica marcará el devenir del final del relato. ¿Qué parte tirará más fuerte de él? ¿Qué se manifestará en su piel? Como describe el autor en ese acto final: “la noche estaba cuajada de estrellas y olía a mar abierto” (p.51) y con la luna llena como espectadora.

Una bella lectura, alejada del tiempo, que conecta con el imaginario de espacios que pertenecen a otro tiempo. Espacios naturales borrados y que se han erosionado con el paso del tiempo. Curiosamente el mismo año en el que apareció este texto, 2014, fue el año en el que se estrenó en el cine el largometraje de Tomm Moore, Song of the sea, inspirado en la misma criatura mitológica: la selkie. Disfruten de la belleza de Madre Sombra y, por un momento, cambien de piel para inundarse de emociones literarias.

 

Fran Martínez

Twitter

 

 

Web de la editorial

https://www.kalandraka.com/madre-sombra-castellano.html

Referencias

García Padrino, J. (2004). Formas y colores: la ilustración infantil en España (1a ed.). Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha.

viernes, 29 de octubre de 2021

Entradas en azul. Carson Ellis. Half moon in the half room. Candlewick

 

Título: In the half room

Autora e ilustradora: Carson Ellis

Editorial: Candlewick Books

Año: 2020

Páginas: 32

Encuadernación y formato: 24,6 x 24,8 cm. Tapa dura.

Idioma: inglés


Reseña:

Esta semana hemos recuperado dos títulos clásicos: The moon jumpers de Janice May Udry y Maurice Sendak, con el baile a la luz de la luna llena, y otro clásico norteamericano con Buenas, noches luna de Margaret Wise Brown. Ahora, el juego que nos propone la canadiense Carson Ellis (también pareja del cantante Colin Meloy de una formación conocida del indie de la década pasada al frente de The Decemberists) con la activación del intertexto lector con estos dos títulos, especialmente el clásico de Margaret Wise Brown. Carson Ellis (1975) es una autora que ha conocido el éxito de la crítica especializada, especialmente con el divertidísimo Mau Iz Io (2016) que siguió a Mil hogares (2015). Para este In the half room, Ellis mantiene el texto rítmico de Buenas noches, luna y, como buen homenaje, repite la estructura de la habitación y los elementos que se materializan aisladamente. Aunque, con sus variaciones y un sentido del humor que parte de la extrañeza de una realidad paralela en la que todos esos elementos no son unitarios: todo está partido por la mitad, hasta la luna.

La cubierta con la media ventana, el medio gato, media mesa, medio florero en el que vemos a la media luna. Al contrario que en el álbum de M.W. Brown, se presentan primero estos extravagantes elementos y el título de la portada sirve como hilo conductor. ¿Qué hay en la media habitación? Media silla, medio sombrero; dos zapatos por la mitad, media mesa, medio gato; media ventana, media puerta y media alfombra en medio suelo. Me produce curiosidad, si se publica en castellano, cómo se las apañarán en la traducción para mantener esta musicalidad (de no mantenerla se perdería el sentido de la narración).


Ahora, después de tres dobles páginas, tenemos la perspectiva de la habitación. Una chica pelirroja leyendo medio libro a la luz de media lámpara. Esa será la siguiente tanda de elementos que se irán enumerando (esta vez sin un marco experiencial) y nos llevarán al exterior: media luna en la fase de cuarto creciente (o menguante, según se quiera ver) que en el término inglés es “half moon”. Vemos la casa desde fuera, el foco nos ha llevado para observar cómo un cometa o estrella fugaz surca el cielo estrellado y apunta hacia la casa. En ese momento, en el paso de página, se resuelve el posible misterio (eso inferimos, dado que el texto deja a la interpretación del lector tal evento): alguien toca a la puerta (medio toc-toc es, simplemente, knock).

Vemos la mitad de alguien que no había visto antes la protagonista (su otra mitad) y en una doble página vemos el proceso de metamorfosis: ahora, la protagonista está completa y, en la siguiente doble página, la vemos bailar con los brazos estirados hacia la media luna (y, aquí, la conexión que nos puede evocar a The Moon Jumpers de Udry y Sendak). En la habitación, el resto de las cosas seguirán estando por la mitad. De nuevo, un golpe a la puerta. Faltaba un personaje por completarse, pero lo que pasará con él será el colofón divertido del álbum que finalizará con un personaje durmiendo y otro celebrando en la noche el encuentro con su otra mitad.

La media naranja, la mitad que nos completa, la sorpresa ante su aparición y un álbum que mantiene las cualidades del clásico y lo lleva al terreno de la autora. Ilustraciones en las que contrastan el blanco del fondo de las páginas donde aparecen los elementos enumerados y la noche, oscura e iluminada por las estrellas. Un perfecto broche en esta serie de entradas con motivos lunares y que seguirá en las próximas entradas. Momento para el cambio de horario, saludaremos al otoño con sus noches largas y días cortos. Danzaremos con la luna. Y, como no, a la lumbre de la literatura.



 

Fran Martínez

Twitter

 

 

Web de la editorial

https://www.candlewick.com/cat.asp?mode=book&isbn=1536214566&browse=Author

Instagram Carson Ellis  

https://www.instagram.com/carsonellis/?hl=es

Web Carson Ellis

https://www.carsonellis.com/

jueves, 28 de octubre de 2021

Entradas en azul. Janice May Udry y Maurice Sendak. The Moon Jumpers

 

Título: The Moon Jumpers

Autora: Janice May Udry

Ilustrador: Maurice Sendak

Editorial: Harper & Row

Año: 1959

Páginas: 32

Encuadernación y formato: 25,8 x 18,5 cm. Tapa dura.

Idioma: inglés


Reseña:

En esta serie de entradas dedicadas a la luna es el momento para detenernos en un título que Martin Salisbury incluyó en sus 100 joyas de la literatura infantil ilustrada: The Moon Jumpers (Un salto a la luna en la traducción del manual). En esta primera colaboración entre la escritora Janice May Udry (1928) y Maurice Sendak (1928-2012) consiguieron alzarse con la condecoración de la Medalla Caldecott (en 1960), un premio que posteriormente recaería en el gran clásico de la literatura infantil con Donde viven los monstruos (1963) de Sendak en solitario y, un premio, que previamente recibió Janice May Udry por A tree is nice (1957, ilustrado por Marc Simont). Juntos volverían con la publicación en 1961 de Let’s be enemies (una divertidísima narración sobre la amistad, las riñas infantiles entre John y James y, como no, la reconciliación pasando de la declaración de enemistad a la celebración de todo lo que comparten) y, con este The Moon Jumpers leemos entre las cualidades descritas por Salisbury (2015, p.89): “Mediante el uso de una técnica casi puntillista, el artista elude el enfoque figurativo de los edificios o la flora con el fin de crear un primitivo ambiente roussoniano”.

Estas ilustraciones a color tienen una entidad propia dentro del libro, representándose a doble página sin la presencia del texto. El texto funciona de manera independiente acompañado con ilustraciones en blanco y negro que dan un espacio al texto de la autora que se inicia con una panorámica de la puesta de sol entre las montañas, los girasoles que sueñan con la promesa del sol del día siguiente. El ritmo del texto nos remite a un espacio de enumeración que sirve como mantra con los elementos que diferencian al día y la noche. Así, aparece la noche y nuestra protagonista esta semana: la luna. El búho en el abeto (los búhos no son lo que parecen), el gato saliendo al jardín. Ese último pasaje, la aparición del felino en el jardín, será la ilustración a color que expande la narrativa con la belleza descrita por Salisbury: la luz de la luna, las sombras sobre la casa y el poblado jardín.

Con esa panorámica que sirve de preámbulo en la situación inicial narrativa, pasamos del horizonte al jardín y vemos una casa, en la que ahora centrará su mirada la narrativa con la presentación de sus personajes en la ventana: un padre y una madre a la luz de la lámpara observando un libro de arte. La siguiente doble página nos presentará a los protagonistas infantiles que salen de la casa para saludar a la luna llena. La miran, extienden sus brazos hacia ella y sus sombras se proyectan alargadas ante el espectáculo de la noche. Con esa combinación de páginas en blanco y negro (tonos sepia) en la que se enumeran esos diferentes elementos que aparecen en la noche (aparece el canto de las ranas, las luciérnagas, las polillas buscando las flores de luna y el viento en una agradable y fresca noche de verano que mece los pelos de los niños danzando con los pies descalzos y ojos cerrados en el jardín).

El libro sigue incrementando su belleza en un acto teatral (una disciplina con la que Sendak tiene un fuerte vínculo) con el baile estilizado de los niños. Salisbury también precisaba un cierto aire pagano y, ciertamente, hay un componente de pequeño ritual de solsticio, de noche de San Juan (sin ser esto Midsommar) y con sus miradas perdidas en la danza. También se narran sus juegos: subirse al árbol e imaginar que se encuentran en una isla, compondrán canciones y poemas, rodarán por la hierba y contarán historias de fantasmas. Darán vueltas alrededor de la casa y saltarán cada vez más alto para acercarse a la luna pese a que nadie la ha alcanzado (sería una década más tarde, en 1969, cuando eso sucedería) y que continúa creciendo cada vez más.

Una luna tan grande que, súbitamente, refleja una sombra gigante que aparece ante ellos: el padre con la pipa que vigila que estén bien las rosas y, posteriormente, la madre llamando desde la puerta. Es hora de irse a la cama. Es muy graciosa la respuesta de los niños: Nosotros no somos niños, somos los que saltan la luna. Hora de irse a la cama, despedida a la luna con la belleza en el texto de Janice May Udry y, la repetición de una frase en el inicio sobre los girasoles: “And we fall asleep and dream of tomorrow’s sun”.

Un álbum precioso para dormir y, la luna, como una protagonista en la literatura (sin etiquetas) y que Maurice Sendak ha reflejado en su trilogía con Donde viven los monstruos (es imposible no pensar en la imagen de Max adentrándose en el bosque de su cuarto a la luz de la luna y verlos a todos bailando bajo el influjo de la luna), La cocina de noche y Al otro lado. Pero, como final, he repasado apariciones lunares en otros de sus álbumes (ya sean como ilustrador o como autor) y la conexión con ese mundo onírico que define la obra de uno de los estandartes de la Literatura Infantil.

Chancho Pancho. Kalandraka

Dídola pídola pon. Kalandraka


Héctor Protector y cuando yo iba por el mar

Else Homelud Minarik. Osito

El letrero secreto de Rosie

Ruth Krauss. Un hoyo es para escarbar


La ventana de Kenny


En el vertedero con Juan y Pedro


Randall Jarrell. Volar de noche

La cocina de noche


Al otro lado

Donde viven los monstruos


Always in our hearts
beloved Maurice Sendak








 

Fran Martínez

Twitter

 

 

Referencia

Salisbury, M. (2015). 100 joyas ilustradas de la literatura infantil. Blume




miércoles, 27 de octubre de 2021

Entradas en azul. Margaret Wise Brown y Clement Hurd. Buenas noches, luna. Corimbo

 

Título: Buenas noches, luna

Autora: Margaret Wise Brown

Ilustrador: Clement Hurd

Traducción: Ana Galán

Editorial: Corimbo

Año: 2003. Original: 1947

Páginas: 32

Encuadernación y formato: 22 x 26 cm. Tapa dura.

Idioma: castellano

Reseña:

Esta es la tercera entrada dedicada a la neoyorquina Margaret Wise Brown (1910-1952) después de la nueva ilustración de El pájaro muerto y The Little island (firmando como Golden MacDonald) y se trata de uno de los títulos más conocidos de la Literatura Infantil (y vendidos) con este Buenas noches, luna pese a que el éxito fue posterior en el mercado norteamericano. Un libro ideado para el momento en el que calmar al lector infantil para acostarse y generar un pequeño mantra con el que despedirse de todos los elementos de la habitación (inclusive la nada) y conciliar el sueño en una noche estrellada. El protagonista de esta historia es un pequeño conejo que se encuentra en su cama (en la habitación verde y tranquila) en el que el texto enumera diferentes objetos: un teléfono (que es el punto donde mira el conejo, no sabemos si esperando una llamada de una persona querida o, por fantasear, que Gianni Rodari le cuente un cuento), un globo rojo (ese que Iela Mari posteriormente transformaría en arte) y un cuadro de…

En la imagen vemos claramente dos cuadros (relacionados con la tradición oral: los tres ositos y la nursery rhyme Hey diddle diddle y el célebre verso sinsentido “The cow jump over the moon”). En ese paso de página, se enumeran ambos y se observan los detalles enmarcados en la visión que tendría el pequeño protagonista (que es, ahora, el lector que es invitado al sueño) en blanco y negro, cambiando el registro de un color chillón con la predominancia de la intensidad del verde y rojo. Esta combinación es la que irá creando un trance y abriendo la puerta de sueño (y observamos de manera emborronada que, posiblemente, los tres ositos también tienen el mismo cuadro de la vaca saltando la luna en su habitación). El foco en el que se enmarcan las descripciones del texto, con sus rimas para inducir a la musicalidad de la nana, sigue alterándose a cada paso de página. Reconocemos la habitación (mientras el tiempo también pasa en las manetas del reloj (de las 19:00 a las 19:10 h. en la siguiente ilustración a color).

Ese juego con el foco y las anticipaciones con los elementos que seguirán en el juego se alteran como una pequeña sinfonía al presentarse dos elementos nuevos: el peine, el cepillo y el cuenco de cereales que se veía en la primera ilustración a color, pero no en la anterior, y una viejecita tejiendo que aún no ha sido presentada y no veremos en color hasta pasar la página. Ese baile de detalles, esa precisión en la información, finalmente se desvela en una doble página en la que observamos la panorámica completa y la luna se hace más evidente en la ventana (son las 19:20 h.). El álbum seguirá con esta mecánica del paso del tiempo de diez minutos en cada intervalo de página hasta el sueño a las 20:10 horas.

Comienza el ritual del sueño: Buenas noches, habitación tranquila. Y, momento para que el juego de descubrimiento sea un ritual de despedida del mundo tangible hacia el del sueño. Buenas noches, luna. Buenas noches, vaca que salta sobre la luna fina. Estas pequeñas rimas y la condición de clásico, también ha provocado que su uso en la investigación sea habitual en diferentes épocas (en Google Scholar citado 291 veces) y encontramos investigaciones sobre el aprendizaje en lengua inglesa de aspectos fonéticos o para el estudio del lenguaje materno, por ejemplo.


Una de las investigaciones que me resultan más interesantes, en esa combinación de semántica y semiótica del análisis multimodal, es la que realizan Painter et al. (2013). En el análisis de la composición visual del espacio se refieren a esa combinación de visión panorámica (de la habitación a color) hacia el blanco y negro extrayendo elementos concretos en los siguientes términos: “Each picture has an ornate picture frame to emphasise that it is at one remove from the world of baby’s bedroom and also that it has an iconic status as a valued aspecto of childhood” (p. 108).

Otra suposición era que el cambio de colores empleado por Clement Hurd (1908-1988) estuviera relacionado con las características de la visión de los conejos (campo de visión de casi 360º) y hubiera sido curioso que su visión fuera en blanco y negro (para tener un significado adicional ese cambio de color), pero ojeando por diferentes espacios parece que son capaces de identificar pocos colores (especialmente el verde y el azul). En ese ámbito investigador, volvemos a la charla de Sophie van der Linden que acompañaba la reseña de Lune de Junko Nakamura (enlace de YouTube, a partir del minuto 6) en el que analiza el ritmo de Buenas noches, luna, el valor de las repeticiones, la materialización de los objetos seleccionados en esos marcos en blanco y negro (de nuevo, inclusive la “nada”).

Me encanta cómo analiza esos elementos cotidianos y señala la pareja de elementos en blanco y negro formados por la “nada” y la papilla. Una abstracta e infinita, otra cálida y el sustento alimenticio. Por cierto, un cambio de colores que también recordamos del clásico de Remy Charlip con Afortunadamente (el mismo artista que ilustró inicialmente El pájaro muerto de Margaret Wise Brown). Sophie van der Linden también comentaba la importancia de todos los elementos que componen el álbum y que siguen reforzando como atemporal la definición de Barbara Bader en 1976: A picturebook is text, illustrations, total design; an item of manufacture and a comercial product; a social, cultural, historical document; and foremost an experience for a child” (p.1).

En una semana dedicada a la luna era una obligación pararse en uno de los clásicos de la Literatura Infantil. Un álbum tierno y, como han podido apreciar, un ejemplo de la profundidad que esconden (algunos) de estos libros. Un placer estético-literario que se puede llevar más allá con la narrativa paralela de la ratoncita inquieta que se pasea por la habitación y aparece en cada una de las ilustraciones a color, cómo es advertido en un momento por el gato blanco que jugaba con un ovillo, pero que finalmente no será atrapada y se despedirá mirando la luna. Y, como no, esa despedida a la luna en una de las escenas más tiernas de la serie The Wire con Kima pasando la noche con el hijo de su ex-pareja y despidiéndose de los elementos cotidianos de las calles de Baltimore (luna, estrellas, policías, chulos, estafadores,... a todo el mundo): 

Goodnight moon

Goodnight stars

Goodnight po-pos

Goodnight fiends

Goodnight hoppers

Goodnight hustlers

Goodnight scammers

Goodnight to everybody

Goodnight to one and all.



 

Fran Martínez

Twitter

 

 

Web de la editorial

 http://www.corimbo.es/book/33/

Referencias

Bader, B. (1976). American picturebooks from Noah’s Ark to The Beast Within. Macmillan Publishing Company.

Painter, C., Martin, J., y Unsworth, L. (2013). Reading visual narratives: image analysis of children’s picuture books. Equinox.

Van der Linden, S. (2020). El álbum ilustrado como herramienta de educación visual y estética | Sophie Van der Linden | CILELIJ. https://www.youtube.com/watch?v=Sp8xDufEw6I

 

martes, 26 de octubre de 2021

Entradas en azul. Junko Nakamura. Lune. Editions MeMo

 

Título: Lune

Autora e ilustradora: Junko Nakamura

Editorial: Éditions MeMo

Año: 2019

Páginas: 36

Encuadernación y formato: 19 x 28 cm. Tapa dura.

Idioma: francés

Reseña:


Si ayer paseamos por la noche de la mano de Wolf Erlbruch, la protagonista en estas próximas entradas será la luna. La noche y la luna, elementos que han encendido el imaginario literario y lo han poblado de historias, poemas y tantas otras expresiones artísticas llenas de metáforas y que han tenido una significación simbólica para tantos autores. El ocaso del día para el niño en la literatura infantil ha tenido a la luna como guardiana de sueños y, también, del miedo a la oscuridad. En esta ocasión, el paseo de Junko Nakamura por la noche vigilada por la luna llena es un momento suspendido antes de iniciar el sueño, la calma antes de cerrar los ojos y la belleza de unas ilustraciones que refleja el magistral uso de la superposición de colores sobre ese escenario oscuro de la noche. Uno de sus trabajos más celebrados fue La visite y que la especialista Sophie van der Linden analiza sus técnicas en esta charla titulada El álbum ilustrado como herramienta de educación visual y estética de impresión directa de color y la superposición de imágenes:



Esa belleza plástica de la que habla van der Linden sobre la obra de Junko Nakamura (a partir del minuto 20 de la charla) se mantiene en este hermoso Lune. La cubierta nos muestra la luna en el cielo, el faro y las luces de la ciudad con la belleza del contraste entre colores oscuros y cálidos, el onírico paisaje del reflejo del agua (y como no recordar el poema Media Luna de Federico García Lorca: La luna va por el agua, cómo está el cielo tranquilo, va segando lentamente, el temblor viejo del río, mientras que una rama joven la toma por espejito). La belleza de Lune contrasta con Ce Matin de 2015, un álbum más jovial que retrata las pequeñas rutinas de un oso, y su cubierta nos conduce a la ondulación del mar en las guardas y una voz inicia el recorrido por la noche en el circo: cuando el circo termina su función (tonos azules, rojos y azules junto al blanco iluminan la oscuridad en la doble página), llega la noche. 

Con esas dos pequeñas frases (cuando termina el circo y es de noche) tenemos dos dobles páginas en las que el foco se amplía de un lugar concreto hasta una visión panorámica del puerto y la ciudad. En la siguiente página, tenemos la aparición de los protagonistas: la madre y el hijo de la mano a la salida del espectáculo y la invitación de la mirada del niño para pasar la página: ella debe estar ahí, la luna mirándonos. Una gran luna sonriente atravesada por un gran foco de luz como si fuera una presentación teatral de la protagonista de la función. Conocedora de todos los secretos de madre e hijo y la aclaración, nos movemos atrás en el tiempo, con la luna vigilando la lectura en la cama del pequeño y las tareas de costura de la madre.

Paseamos por el puerto, el silencio de la noche, el barco saliendo del puerto y su despedida. La luna acompañará al navío en su viaje, pero en el paseo por la orilla de la madre y el niño veremos cómo coge en sus manos el agua para tener entre ellas su reflejo suspendido. Y, también, sabedor que la luna permanecerá con ellos hasta que llegue la mañana. Un texto breve, poético, para expandirse en las ilustraciones de la autora franco-japonesa que nos envuelve en un pequeño mantra para abrazar la noche y su belleza. Disfruten del paseo por la noche. Les recomiendo que den un vistazo a sus ilustraciones en la página de la autora: http://junkonakamura.net/lune.html

 

 

Fran Martínez

Twitter

 

 

Web de la editorial

https://www.editions-memo.fr/livre/lune/

Web de Junko Nakamura

http://junkonakamura.net/junko_nakamura.html

lunes, 25 de octubre de 2021

Entradas en azul. Wolf Erlbruch. Por la noche. Ediciones SM.

 

Título: Por la noche

Autor e ilustrador: Wolf Erlbruch

Traducción: Nadine Belién

Editorial: SM

Colección: Barco de vapor, nº60

Año: 2001

Páginas: 32

Encuadernación y formato: 12 x 19 cm. Tapa dura.

Idioma: castellano

Reseña:

Creo que serán pocas las personas que tengan interés por la Literatura Infantil y no tengan una especial devoción por los libros de Wolf Erlbruch. En este espacio hemos dedicado reseñas a diferentes títulos como el bellísimo L’ogresse en pleurs de Valerie Dayre, el filosófico La gran pregunta y, como no, un icono de la Literatura infantil con El pato, la muerte y el tulipán. En 2017, recibió el Premio Astrid Lindgren por su obra y en Youtube se puede escuchar la llamada del jurado a Erlbruch:



Me encanta el momento en el que habla de que alguien se acercó a él de manera inesperada para decirle: gracias por sus libros. Previamente al comentario de este libro les invito a repetir el mantra: Muchas gracias por sus libros. Pueden hacerlo tantas veces crean necesarias, pero más importante es el recordatorio implícito del mensaje: la literatura infantil es literatura y no, no es nada menor pese a que la edad de su público, a priori, no sea adulta. Se podrían escoger diferentes títulos del autor y sería un placer admirar su trabajo desde el plano artístico como ilustrador en El taller de las mariposas de Gioconda Belli, el fabuloso y de gran formato El oso que no estaba de Oren Lavie, el reciente poemario Palmas y aplausos de Edward van de Vendel, las colaboraciones con Bart Moeyaert (Premio Astrid Lindgren en 2019) con El viaje de Olek y, especialmente, La creación. Aunque un lugar especial en este apartado lo ocupa la ilustración de los textos de Karl Philipp Moritz en El nuevo libro del abecedario.

En esta faceta de ilustrador también apoyó textos de diferentes autores que fueron editados dentro de la emblemática colección de SM, Barco de vapor (Eduardo Porcachón de John Saxby o No es un papagayo de Rafik Schami). Dentro de esta colección también tuvo espacio para un título en nombre propio (como autor e ilustrador) y que, desafortunadamente, no le sienta nada bien el formato de esa colección a un álbum tremendamente divertido e inteligente. Con la unidad de la doble página, el despliegue de los collages de Erlbruch queda empequeñecida en formato, pero no en su excepcional propuesta. Un protagonista, Pedro, insomne que se acerca a la cama de su padre para decirle: “Quiero salir, entrar en la noche”. Una frase un poco sombría si fuéramos el padre somnoliente que se despierta con esas palabras.

A partir de esa situación, la pareja (padre e hijo) inicia un paseo por la ciudad de noche en la que el texto refleja las palabras del padre somnoliente y que desea contentar a su hijo con el único objetivo de mostrarle que por la noche no pasa nada. Por eso se duerme. Todo el mundo duerme: las liebres, el vendedor de verdura, las ranas, sus amigos, la farmacia. Por la noche no pasa absolutamente nada. Y, claro está, el padre preferiría estar durmiendo. En el plano de las ilustraciones, la situación es la contrapuesta al discurso del padre: un mundo de fantasía que articula Erlbruch con minuciosos collages, oníricos y surrealistas (el gran perro salchicha formando un puente a su paso, una trucha portando una fresa en un carro y, como no, Alicia saltando en pose circense un aro sujetado por el conejo blanco) y en el que grandes animales acompañarán al niño en un juego imperceptible para el adulto somnoliento que lo lleva de la mano.

La noche abraza la fantasía del niño y de los lectores que disfrutamos de sus ocurrentes composiciones y, muestran en esa yuxtaposición entre el texto y la imagen una invitación a la carcajada. Adicionalmente, la lectura de la mirada diferenciada del adulto que ha olvidado ser un niño y la imaginación simbólica de la infancia, una mirada que hay que tener siempre en cuenta y no minusvalorarlo. Ojalá lo reediten con un formato que haga justicia a su contenido. De nuevo, muchas gracias Mr. Erlbruch.

 

Fran Martínez

Twitter

 

viernes, 22 de octubre de 2021

Entradas en azul. Germano Zullo y Albertine. Los pájaros. Libros del zorro rojo

 

Título: Los pájaros

Autor: Germano Zullo

Ilustradora: Albertine

Traducción: Elena del Amo

Editorial: Libros del zorro rojo

Año: 2012

Páginas: 68

Encuadernación y formato: 21 x 20 cm. Tapa dura.

Idioma: castellano

Reseña:

La relación entre texto e imágenes tiene un amplio abanico de estudios e investigaciones académicas en los cuales se distinguen (cada investigador/a propone la suya) las categorías que emplean los diferentes autores e ilustradores en las narrativas visuales del álbum. Una relación de interdependencia que se sublima en un álbum maravilloso del tándem formado por Germano Zullo y Albertine (Premio Andersen 2020) con Los pájaros. Un libro transformador y que refleja perfectamente el reto de completar los espacios entre el texto y las ilustraciones para cristalizar una interpretación que cuenta con un texto breve y que parece desligarse de la representación de la imagen. Albertine dispone de un escenario en el que seguimos como una narración cinematográfica la secuencia de un camión rojo avanzando por una carretera desértica y que, finalmente, se detendrá frente al borde de un precipicio. En ese momento, el texto aparece: “Algunos días son diferentes”. 

Sin más información, cada paso de página, cada mirada, es un ejercicio de inferencia y anticipación del significado que esas palabras representan en la narrativa visual. De nuevo, la secuencia ideada de una manera cinematográfica nos muestra al conductor (y nos preguntamos: ¿será él la voz narrativa?) y cómo se acerca a la parte trasera de su furgoneta. El suspense sobre qué habrá dentro y la aparición de un ave negra, de una bandada (a medida que aparecen más aves, se eleva el foco y tomamos vista de pájaro).

Volvemos al conductor, e invertimos la mirada, y aparece de nuevo el texto: “Días que podrían ser parecidos a los demás”. El texto, lejos de anclar y explicitar, sigue abriendo el poso de belleza y ampliando la narración silente de la secuencia. Esa situación inicial, reflejada minuciosamente página a página encuentra un momento de sorpresa (y, de nuevo, juega con la dualidad entre las miradas: observamos al conductor y, posteriormente, el misterio sobre quién establece esa mirada). El encuentro con un pequeño pájaro que estaba escondido en el fondo del camión y que no ha seguido a la bandada (y recordamos el magnífico La señora Meier y el mirlo de Wolf Erlbruch). 

El texto, ahora sigue con su poso existencialista y que habla del descubrimiento de pequeñas sorpresas que alteran nuestra cotidianeidad. Como en el juego de la composición musical y los movimientos que alteran una nota para encontrar nuevas armonías y colores en sus piezas (pensaba en Steve Reich y su Music for 18 musicians o la magia de los álbumes del trio australiano The Necks): “Porque los pequeños detalles no están hechos para ser advertidos. Están hechos para ser descubiertos”. Esa relación entre el pequeño pájaro y el conductor está repleta de emotividad y, desafiando a la brevedad del formato álbum, emplea todo el tiempo posible para transmitir esa relación. Cuidadosamente, un baile de gestos, miradas y expresiones que nos conducen hacia la resolución de un conflicto que emplea el humor en la descripción de los movimientos de ambos personajes y su feliz resolución: el pájaro rezagado y atemorizado, consigue alzar el vuelo y reunirse con la bandada.

Hasta aquí, el álbum podría bajar el telón: la satisfacción y alegría en ambos personajes, el agradecimiento por ese momento, la inmensidad del cielo y la vuelta por el mismo camino hacia el lugar de origen donde, quizás, espera un nuevo día en el que reaparece a rutina. El epílogo, es el que termina por transformar el relato y encontrar la perfecta sintonía entre texto e imagen para elevarlo y cerrar una bonita metáfora. Un álbum precioso que, como los ecos de una piedra cayendo en el estanque, nos transporta a un espacio de fantasía. Con una amplia sonrisa y la certeza de leer un álbum extraordinario y atemporal, sutil y divertido, sin edad y para todas. Un álbum que tiene algo que otros no tienen. Como es habitual en la obra de Germano Zullo y Albertine.

 

 

Fran Martínez

Twitter

Web de la editorial

https://librosdelzorrorojo.com/catalogo/los-pajaros/

Instagram Zullo & Albertine

https://www.instagram.com/albertine.zullo/?hl=es

 

jueves, 21 de octubre de 2021

Entradas en azul. Yukiko Noritake. El bosque de los hermanos. CocoBooks

 

Título: El bosque de los hermanos

Autora e ilustradora: Yukiko Noritake

Traducción: Mireia Alegre i Clanxet

Editorial: Coco Books

Año: 2021

Páginas: 32

Encuadernación y formato: 28,5 x 36 cm. Tapa dura.

Idioma: castellano

Reseña:

Esta tarde realizo una presentación en el Primer Congreso LIJ y ODS organizado por la Universidad de Bilbao en el que seguiré con algunas de las temáticas habituales sobre álbumes que abren un espacio para el diálogo sobre temas relacionados con la preservación medioambiental, pero que van más allá y, en este caso, suponen una crítica a las sociedades actuales. Los objetivos de desarrollo sostenible son un marco de actuación sobre un modelo económico que está sujeto a la ganancia y maximización de beneficio y que deja, tristemente, de lado las restricciones medioambientales y de justicia social. Obviamente, en todo texto hay una ideología, y con la literatura infantil se han aproximado diferentes lecturas que buscan la relación con los ODS o los derechos humanos y, en definitiva, la visión idealizada del desarrollo de una ciudadanía crítica.

En esa interferencia, también la visión normativa del adulto sobre qué es el progreso y, en esa encrucijada, la división de tendencias y la diferencia de clases. Es una amalgama compleja, pero lo que no es el lector infantil es un simple trozo de mármol que moldear. Existen temas que son recurrentes como la preservación de la naturaleza y, bien es sabido, que el bosque es, tradicionalmente, el espacio simbólico de las narraciones de infancia. Temas que son tendencia, el ecologismo no es una tendencia actual ni mucho menos, o que vuelven a tomar relevancia en el discurso moral de instituciones (recuerdan aquella frase en plena subida del precio en el mercado mayorista del megavatio/hora de la ministra diciendo: la empatía social también cotiza en bolsa) y con desastres naturales que se apelotonan en noticias (de las que pronto olvidaremos ante el nuevo trending topic día y que nos resultarán más impactantes en nuestras vidas: ¡se ha caído WhatsApp!).

Así, en el mercado editorial podemos encontrar álbumes que ya se dedican a Greta Thunberg (un disparate la instrumentalización de la imagen de esta activista con motivos meramente crematísticos) o el didactismo bienintencionado que empequeñece a un lector (menor, pero no carente de criterio) con paraliteratura. El interés por este El bosque de los hermanos de Yukiko Noritake es la propuesta visual del argumento: dos hermanos reciben de herencia un bosque (que vemos recostados en la cubierta del álbum). Cada página relatará en el tiempo las acciones de cada hermano y la decisión sobre qué empleo darle a ese terreno repleto de abetos. Inicialmente, el texto narra en ambas páginas la misma situación: el encuentro de cada hermano con una persona con la que iniciar un camino vital (una chica de melena pelirroja que sale del bosque rodeada de ciervos, con el recuerdo de la princesa Mononoke como pequeño recuerdo). Ese encuentro provocará en las siguientes páginas un relato diferente dada las dos posturas que tomarán los hermanos sobre el qué hacer con ese legado: convivir y preservarlo, en la página izquierda, o explotarlo para la construcción. La travesía de ambos, el uso del zoom para ubicarnos como espectadores, se muestra en la brevedad del texto con pequeñas variaciones que muestran la diferencia entre ambos (“Crear un rincón/ Crear una parcela; Usar recursos que uno tiene/ Usar recursos que otros tienen; Admirar el resultado/Mostrar el resultado;…”).

De esta manera, se muestran de manera sutil dos modelos diferentes de actuación sobre un terreno natural que empleará un plano fijo para mostrar la secuencia del asentamiento de ambos en el terreno y, para el desenlace, ampliará progresivamente el foco de la imagen para mostrarnos una perspectiva general de ambos espacios y el silencio en la última pareja de ilustraciones. Es un álbum que pretende exponer más que toma posturas, simplemente expone dos modelos, y la resonancia de esas acciones deben ser interpretadas por el lector. Sin maniqueísmos, tan solo otorgarle un espacio en el que conversar sobre cómo interaccionamos con los ecosistemas y dos modelos diferentes. Un álbum de gran formato y con delicadas ilustraciones (esa panorámica del bosque y la línea divisoria de arena con el mar recuerda a Rothko) que apareció justo cuando estaba preparando la comunicación para este congreso y que ha recibido el Premio Libr’à Nous y también ha sido nominado a los Premios Sorcières.

 

Fran Martínez

Twitter

 

 

Web de la editorial

https://cocobooks.com/catalogo/el-bosque-de-los-hermanos/