Título: La gran pregunta
Autor
e ilustrador: Wolf
Erlbruch
Traducción: Esther Rubio
Editorial: Kókinos
Año: 2005
Páginas: 60
Encuadernación
y formato:
19 x 29,5 cm. Tapa dura
Idioma: español
Reseña:
Mucho ha tardado en aparecer uno de los grandes nombres
dentro de la LIJ contemporánea como es el alemán Wolf Erlbruch (1948) y
galardonado con los reconocimientos más importantes como el Premio Andersen en
2006 y el Premio Astrid Lindgren en 2017. Un conjunto de reconocimientos en su mirada
divertida sobre los tabús temáticos que se introducen en el discurso infantil y
prestigian la inteligencia del lector, sea cual sea su edad. También comparte
historia con otros grandes nombres al tener una conexión con el inicio de su
carrera con el mundo publicitario y su posterior inclusión en el universo de la
LIJ a partir del texto de James Aggrey con la reivindicativa historia de El
águila que no quería volar (editado en castellano en Lóguez) hasta el éxito
absoluto del clásico de la primera infancia: El topo que quería saber quién
se había hecho eso en su cabeza. Una obra que aparecerá periódicamente en
el blog en el que temáticas existencialistas impregnan sus libros y que cuenta
con títulos que se han convertido en símbolos de la literatura infantil de
calidad como el sensacional El pato, la muerte y el tulipán (2007,
curiosamente el tulipán es el elemento que se ha perdido en la traducción del
título en sus ediciones en Barbara Fiore).
Con La gran pregunta, premiado en la Feria de Bolonia en 2004 en la categoría de ficción, encontramos algunas de las características que definen su ilustración y que acompañarán al autor en obras sucesivas por el uso del collage apoyado en el trazo de sus personajes, el minimalismo cromático (como también mantendría en su célebre El pato y la muerte o en los álbumes con texto de Bart Moeyaert como el El viaje de Olek y, especialmente, La creación, la joya El rey y el mar de Heinz Janisch o la ilustración del texto de Karl Philipp Moritz en El nuevo libro del abecedario) y que artistas como Isol o Kitty Crowther procesan admiración. Un uso de colores crema (con la predominancia del amarillo y azul, esencialmente) para dejar espacio a una sucesión de personajes que responden a “la gran pregunta”.
Una pregunta que no se explicita y que inferimos por las respuestas: “Es para celebrar tu cumpleaños por lo que estás en la Tierra, -responde el hermano-.” Esta respuesta encadenará las afirmaciones de diferentes personajes que ofrecerán su respuesta a la gran pregunta desde su punto de vista: desde familiares, pasando por animales, profesiones (el soldado, el marinero…), la piedra, la muerte (aquí reconocemos también al pato que después serían los protagonistas del célebre álbum en 2006) y, finalmente, la respuesta de la madre con la que concluye ese desfile de personajes con voz propia.
Todos están aquí por algún motivo, pero esencialmente todos están para formar parte de un todo que es sobre el que se posa en portada y contraportada el protagonista de la historia. Para completar el juego, se incluye una anotación final y un juego metaficcional a modo de diario en el que interpelar al lector a crecer y dejar constancia de su respuesta a la gran pregunta. Cada momento tendremos una respuesta a medida que nuestras experiencias nos definan y configuren nuestra visión del mundo. En esta paradoja Erlbruch define el espacio de respeto al lector, a la infancia, desmontando con humor (en el texto, extrañeza y belleza en las ilustraciones) la necesidad de introducir espacios de reflexión y diálogo en la lectura. Otra respuesta que encontramos es que Wolf Erlbruch es, sencillamente, un autor excepcional dentro de la LIJ. Un maestro.
Fran
Martínez
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