viernes, 12 de marzo de 2021

Entradas en azul. Aaron Frisch y Roberto Innocenti (il.). La niña de rojo. Kalandraka

 

Título: La niña de rojo

Historia e ilustraciones: Roberto Innocenti

Texto: Aaron Frisch

Traducción: Carlos Heras Martínez

Editorial: Kalandraka

Año: 2013

Páginas: 40

Encuadernación y formato: 26,5 x 29,5 cm. Tapa dura

Idioma: castellano

Reseña:

Si ayer traíamos a este espacio a Shaun Tan como uno de los iconos en la ilustración en el formato álbum, la figura de Roberto Innocenti (1940) es otro ejemplo de autor clásico dentro de la LIJ. Entre sus distinciones, el Premio Andersen en 2008, y una innumerable ristra de distinciones a sus obras en nombre propio o como ilustrados transportando a sus textos hacia nuevos horizontes donde el realismo, la minuciosidad en la representación de sus escenarios, y con una cercanía al cómic que se hace aún más evidente en La niña de rojo. Conexiones con otros ilustradores que nos llevan por el uso de la metaficcionalidad con Browne, el realismo de Buchholz y como no, Jörg Müller.

Su obra cuenta con referentes clásicos como Rosa Blanca (con texto de Ruth Vander Zee) y La historia de Érika (Chistophe Gallaz), la mirada fija sobre el territorio y el tiempo en La casa (J. P. Lewis) en el que Innocenti también ilustra con la memoria histórica presente historias que reflejan el impacto de la II Guerra Mundial. Una mirada sobre la memoria que se extiende hacia los cuentos clásicos con su popular ilustración de La cenicienta, Las aventuras de Pinocho y la autoreferencialidad en El último refugio donde su mente y las conexiones intertextuales en la narración nos encuadran las preferencias del autor. En la niña de rojo, es el turno para Caperucita Roja, el cuento popular que más veces se ha reinterpretado en la LIJ.

En La niña de rojo el lector disfruta de un texto que reconoce, pero que Innocenti traslada hacia otros entornos y encuadres cinematográficos. Una auténtica delicia visual en la que perderse en cada uno de los detalles, letreros y alusiones literarias y cinematográficas. Estas se dan cita alrededor de una mesa, una especie de actualización del título de los cuentos recogidos por Rodríguez Almodóvar Los cuentos al amor de la lumbre, en el que observamos a la figura de una abuela en el centro de la mirada de los niños que escuchan con atención el cuento. Me gusta el verbo que emplea: “tejer un cuento”, una manera sutil de evocar el poder de la narrativa a lo largo de la historia como hilo intergeneracional.

Una primera ilustración que da paso a la entrada al cuento y en el que se emplea de nuevo la portada del libro, como una historia dentro de la historia, y con un paratexto evocador como transición: “Pero tened en cuenta una cosa: un cuento es como el cielo. De repente puede cambiar, traerte sorpresas o pillarte sin abrigo. Por mucho que mires hacia arriba, nunca sabes lo que te aguarda”.

Una vez introducida la escena, bienvenidos al sensacional La niña de rojo. En este, el texto evoca la narración del cuento tradicional remitiendo al bosque y las ilustraciones de Innocenti trasladándonos a un entorno urbano, a la fachada de un edificio que sirve para dividir en viñetas la ilustración. Después, de presentar la situación inicial, comienza la historia de Sofía (en este caso los autores le dan un nombre al personaje lejos, al contrario que en el cuento tradicional). Esa disyuntiva entre texto e imagen inicial, sirve para evocar las relaciones de la ciudad como una jungla urbana y en el que el juego de referencias se suceden continuamente, empleando diferentes encuadres y ángulos, viñetas o ilustraciones a doble página. El despliegue visual es una delicia.


Como lectores inferimos qué puede suceder en la siguiente página, intuimos la trama, no así la manera en la que estos se representan. Nos conduce a las afueras, al suspense, el miedo en una magnífica tarea de guionización. Y, aparece la figura masculina en un largo abrigo negro como falso salvador. Un ángel, pero exterminador. La tormenta sacude el camino de la niña a la casa de la abuela y, allí, conoce el desenlace.

La resolución del conflicto, de nuevo, nos lleva al juego intertextual con los prosificadores más célebres que recogieron este cuento: Perrault y Grimm. Dos versiones acomodadas a la moral de su tiempo y un público letrado que no era el predominante (hablamos de 1697 y 1812). En ese desenlace, encontramos una versión modernizada del texto de Perrault. Modernizada, en contexto, pero no en la lacra de abusos que sufren las mujeres a lo largo de la historia y, por desgracia, hasta ahora.

El escenario se oscurece, una luz se mantiene. Un final sin edulcorar. O sí. Esa es la coda que remite a la narración de los Grimm (aunque el cazador aparece por primera vez en la narración de Tieck, aunque como ejecutor tras la tragedia y no evitándola) en la que el verdugo es neutralizado. Un cuento mil veces contado y que, en este caso, retrata perfectamente en sus viñetas la memoria de este relato prestigiando al lector. Un magnífico thriller en formato álbum.

Fran Martínez

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Web de la editorial:

https://www.kalandraka.com/la_nina_de_rojo-978-84-92608-66-9-castellano-1589.html

Web de Roberto Innocenti

http://www.robertoinnocenti.com/

Conferencia de Roberto Innocenti en 2014

 


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