Título: Man de Camelle
Autora
e ilustradora: Carmen
Hermo
Prólogo: X. Antón Castro
Editorial: Kalandraka
Año: 2018.
Páginas: 48
Encuadernación
y formato:
21 x 29,7 cm. Tapa dura
Idioma: castellano/ galego/ inglés
Reseña:
Ayer iniciamos la semana con Salvaje y
continuamos hoy con un álbum sin palabras que es un deleite visual con las
ilustraciones de Carmen Hermo. El texto subyacente de la historia se ofrece en
el prólogo de X. Antón Castro que nos ubica en la historia detrás de Man de
Camelle y su protagonista: Manfred Gnädinger, un artista alemán que
centraba su obra en la intervención sobre el espacio natural de la Costa da
Morte, en Camelle. Un prólogo necesario para una lectura visual en la que
observamos desde el lápiz de Camen Hermo (y comisaria de la exposición sobre el
artista) la transición de la industrializada alemana en secuencias que
funcionan como un zoom en el que representar icónicamente la ruptura con el
modo de vida de las sociedades posmodernas y reconvertir esos hilos que nos
atan en el alumbramiento de una nueva idea de vida y, entender la misma vida y
el espacio que habitas, como expresión del arte.
En esas primeras cuatro ilustraciones a
doble página en la que se emplea exclusivamente el blanco y negro del grafito, con
el uso puntual del azul para otorgar un aspecto simbólico a la narración. El
ejemplo más claro lo tenemos en la portada simulando los dos ojos del artista:
dos ojos repletos de la vista del mar, esa que le acompañaría en su vida y arte.
En ese periplo de las imágenes vemos esa huida de la sociedad y el encuentro de
su espacio frente al mar, sus manos, sus utensilios y técnicas, su cuerpo
famélico, las rocas y los objetos que le ofrece la naturaleza para reordenarlos
en la creación de sus esculturas y su casa. En el prólogo Antón Castro hace
referencia a sus influencias y su obra como land artista. Un arte
salvaje, como la vida. Como solo se puede entender la expresión y la creación
artística.
Otra conexión con la reseña de ayer es
la canción de Espanto, Mal salvaje (yo quería ser salvaje, me
conformaría con un taparrabos), y el nombre de la banda también conecta con
el final de la historia del artista, como titulaba una noticia en un diario que
se ve en el documental al final de la entrada: “Man, del traje al taparrabos”.
El espanto ante el desastre natural causado en la Costa Da Morte del Prestige.
Antes, Carmen Hermo nos hace cómplices e invitados en ese espacio que habitaba
(el de la naturaleza que esculpía y documentaba, el de su cuerpo famélico) y
nos regala la inclusión de diferentes instantáneas tomadas por el artista de su
visión cotidiana con la que expresaba su arte. También, la persecución de la
civilización industrializada con el asfaltado próximo a su entorno. Esta
ilustración se explica perfectamente con la noticia del diario Público:
En la zona donde vivía apenas había
casas, aunque el pueblo creció, se hizo un paseo y después un espigón. Él se
tumbó sobre el hormigón fresco, porque consideraba que el aquella mole partía
en dos su jardín, por lo que el propio cemento pasó a formar parte de su museo.
Al principio se había resistido, pero cuando vio que no había remedio, lo
consideró una oportunidad para que fuese una extensión de su trabajo,
integrando esa obra civil en su obra artística, mas dejando su huella en forma
de protesta [Man, quijotesco, llegó a enfrentarse a las retroexcavadoras que lo
acosaban. “Las máquinas son cada vez más humanas y el hombre es cada vez más
máquina (...). Me gustaría ser un árbol, con raíces y no con pies; o una
gaviota, o cualquier criatura menos un hombre”, declaró a la TVG tres años
antes de que llegasen los verdaderos molinos de viento al parque eólico de cabo
Vilán: a finales de los ochenta eran una novedad, hoy en Galicia todos son
gigantes]. Como pensaba que el espigón no debía estar ahí, dejó estampado su
cuerpo en el suelo.
Fuente:
Público, enlace
a la noticia
En las dos últimas ilustraciones
completa el círculo de una vida que huía del ritmo de la civilización para
verse consumido por ese mismo impacto de la industrialización con una imagen
que le hunde en esa tierra que ha visto como devoraba su obra, su espacio y su
vida. Y, como se apunta, la tristeza de esa pérdida del espacio también terminó
con su vida en 2002. Desvanecida como su entorno. Una tragedia que tiene un regusto
poético y simbólico demasiado cruel, como la muerte de un icono como Mark Sandman,
líder de Morphine que falleció en el escenario durante la actuación en un festival
en Italia. Música para el corazón y, desgraciadamente, un corazón que no pudo
latir más. Arte como cura para el dolor.
Man de Camelle es una auténtica expresión
artística que reafirma al álbum como uno de los objetos literarios más creativos
y libres. Esa libertad que inspiraba a Man y Carmen Hermo interpreta majestuosamente.
Añadiendo algún apunte final con la
investigación literaria, muy recomendables las propuestas de análisis de Ana
Margarida Ramos sobre álbumes que incluyen dentro de sus temáticas cuestiones
referidas al ecologismo, “ecoliteracy”, especialmente a partir de la
obra de Bernardo Carvalho (Un día en la playa) y que, además, conecta con otra
de las referencias de la editorial: Plasticus maritimus (2020) con Ana
Pego e Isabel Minhós Martins. Libros que nos recuerdan nuestros errores como
sociedad.
Fran
Martínez
Web de la editorial:
https://www.kalandraka.com/man_de_camelle-978-84-8464-437-8-galego-2387.html
Museo de Man
http://www.caminodosfaros.com/museo-de-man/
Web de Carmen Hermo
Web Proyecto Man de Camelle
Vídeo de Kaladraka TV
https://kalandraka.tv/videos/man-de-camelle/
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