Título: Dorothy. Déjale entrar
Autor:
Javier Sáez Castán
Ilustrador:
Pablo Auladell
Editorial: A buen paso
Año: 2017.
Páginas: 40
Encuadernación
y formato:
21 x 29,7 cm. Tapa dura
Idioma: castellano
Reseña:
La fabulosa
extrañeza de la obra del autor e ilustrador, residente en Alicante, Javier Sáez
Castán (Huesca,1964) sorprende a cada obra que publica. No resulta sorprendente
la recepción entre la crítica especializada y el reconocimiento con premios
como el Premio Nacional de Ilustración en 2016 por una obra con tantas
posibilidades desde el formato encuadernado del Animalario Universal del
Profesor Reviollod. Este galardón conmemora la trayectoria de un autor
esencial por obras tan magníficas en las que combina su papel de autor e
ilustrador, como La merienda del señor verde (Ekaré, 2007), Libro
caracol (FCE, 2007) o la extrañeza de Limoncito, un cuento de navidad
(Editorial Océano,2010) y, como ilustrador, también cuenta con
reinterpretaciones de cuentos tradicionales
como El valiente soldadito de plomo o La pequeña cerillera y
otros cuentos (Anaya, 2004) o el trabajo junto a Manuel Marsol de su
recientemente premiado, en la categoría cinematográfica, Mvsevm
(Fulgencio Pimentel, 2019) en la prestigiosa Feria del Libro de Bolonia.
En este álbum,
su relato está acompañado por las ilustraciones de Pablo Auladell (Alicante,
1972) que también, en 2016, fue galardonado con el Premio Nacional de Cómic por
la reinterpretación del poema de John Milton en 1667, Paraíso perdido
(Sexto Piso Ilustrado). Previamente, ambos coincidieron en las ilustraciones de
cuentos de la editorial Anaya y, para esta nueva obra conjugan sus cualidades
en un sensacional álbum que consigue el impacto de la fuerza desbocada que
anuncia su portada. Desmesura que también fue premiada con el Premio
Internacional Biblioteca Insular de Gran Canaria, en 2016, e incluida en los
prestigiosos premios White Ravens, en 2017.
La fuerza de
este álbum reside en la conjunción polifónica del formato con un diálogo entre
la habitual extrañeza de los relatos de Sáez Castán y el trazo a carboncillo de
Auladell, jugando con un lenguaje que dominan a la perfección. A partir de la
cuidada edición, con el atractivo paratextual de su portada y la significación
de sus guardas (con el degradado que nos comunica la turbulencia del fenómeno
que presenciaremos), se combinan páginas donde la ilustración ocupa la doble
página y otras donde solo hay texto, aunque predomina el diálogo de ambos
elementos.
A partir del
texto, se encuentra otra de las características recurrentes de Javier Sáez
Castán como la puerta de entrada a una historia alejada de las habituales
convenciones edulcoradas que se proyectan de la infancia desde otros ámbitos
editoriales. De esta manera, el texto tiene un formato de relato que nos
conduce hasta Kansas y una granja en las afueras, donde residen Jonah y Martha.
Desde el título a la ubicación del relato, se encuentran las referencias
intertextuales a la obra El maravilloso Mago de Oz (Lyman Frank Baum)
con el huracán Dorothy.
Estas
referencias nos empujan hacia un lugar sureño, aislado y con reminiscencias a
los años 50 acompañadas por apagados colores en pastel y predominancia del
carboncillo. De manera lejana, hay una conjunción de referencias literarias que
nos conducen a la ironía implacable de Sam Shepard, como los sensacionales
relatos de Cruzando el paraíso (1996), o la imagen de la América sureña
de Hopper. La historia muestra la curiosa relación de pareja, que debe
abandonar su cotidianeidad, al enfrentarse a la inesperada visita de Dorothy.
Desde el punto
de vista del lector modelo, esta obra está destinada para un lector autónomo
capaz de enfrentarse a un texto que no siempre tiene un respaldo secuencial con
la ilustración, sirviendo estas como punto de fuga y puerta de entrada a la
imaginación. En esa línea, el relato contiene los elementos universales para
que sea disfrutada por cualquier lector adulto o la formación de un lector
competente (y si ha leído anteriormente la obra de Baum, podrá adentrarse en la
reconfiguración de sus elementos).
La narración se
realiza en primera persona, desde la perspectiva atónita de los insólitos
acontecimientos que vive Jonah, desbaratando por completo sus costumbres. En el
diálogo con Martha, se acrecienta su incredulidad al acoger a ese pequeño
huracán que irá creciendo junto a ellos, mostrando la admiración y amor
incondicional de Jonah por su mujer. Las conversaciones con ella revelan la
dualidad entre el sentido más primario masculino con decisiones que muestran
una carga emocional más rudimentaria que, posteriormente, Martha desmontará
desde su imaginación.
Esta
interacción entre los personajes que asisten al crecimiento descontrolado de
una fuerza de la naturaleza eleva en el lector la sensación de extrañeza y el
tono paródico. Por otra parte, refleja una situación de acogimiento de Dorothy
como si de un hijo/a se tratase, confiriéndole cualidades humanas. Aunque, su
naturaleza no muestra clemencia ni se humaniza para contentar al lector que
espere un texto más complaciente. Y, en ese sentido, es lo que agranda su
belleza. Además, juega con referentes que aleja la narrativa en el texto de la
estética de los años 50, como la referencia televisiva a Los vigilantes de
la playa, envueltos en una constante alusión a otras obras tradicionales
como Los tres cerditos o la presencia del capitán Morgan (pirata de La
isla del tesoro de R. L. Stevenson) e incluso científicas con Darwin
(Martha leyendo El origen de las especies) o el Laboratorio Nacional
Fermi encargado del estudio y aceleración de partículas
El texto prosigue regalando referentes a otra época como la camioneta Pontiac o el
revolver Remington, pero el gran acierto del texto es narrarnos las desventuras
y la manera por la que afronta el matrimonio todas las consecuencias del
huracán. Sus decisiones se escapan de la lógica y abrazan el sentido más
onírico para que el lector pueda adentrarse a través de todas estas vicisitudes
en la fantasía.
De esta manera,
la invitación al lector es soltar sus anclajes para penetrar en la
imposibilidad. Es decir, la aceptación del hecho inusual y mágico del hecho
literario. Esta sensación se respalda en el desenlace: una doble página donde
tan solo aparece la prosa poética de Sáez Castán para eclosionar la crisálida
del lector y, finalmente, Auladell nos regala la majestuosidad de los colores
en una planicie desértica que insufla una bocanada de aire. El final de un
viaje en el que, como en el drama y la comedia, deja al lector aplaudiendo
entre sonrisas y lágrimas.
En conclusión, Dorothy
se convierte en una fantástica alegoría para prestigiar el poder universal del
lenguaje literario Por extensión, se ofrece al lector el placer de una visión
única en la universalidad del relato alejada de encorsetamientos editoriales y
presunciones sobre sus capacidades lectoras. La clave de este álbum se muestra
con claridad en la portada: “déjale entrar”. ¿Qué abre esa puerta? La
entrada al mundo de la imaginación, al igual que en La merienda del señor
verde, en que nos remite a liberarnos de lo establecido e instalarnos en
una nueva cotidianeidad: la de lo imposible.
En definitiva,
las cuestiones que nos gustaría plantear sobre esta lectura abundan sobre la
importancia de la selección de lecturas literarias que potencien y alimenten,
como Frederick, la capacidad de enfrentarse a la vida desde una mirada
divergente y que no esté anclada a los convencionalismos impuestos por nuestra
sociedad.
Fran
Martínez
Web de la editorial:
https://www.abuenpaso.com/libro/dorothy-dejale-entrar/
Web de Pablo Auladell
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