miércoles, 27 de abril de 2022

Entradas en azul. Sara Lundberg. El pájaro que llevo dentro vuela adonde quiere. Galimatazo

 

Título: El pájaro que llevo dentro vuela adonde quiere

Autora e ilustradora: Sara Lundberg

Epílogo: Alexandra Sundqvist

Traducción: Carmen Montes Cano

Editorial: Galimatazo

Año: 2022. (Ed. or. 2017)

Páginas: 128

Tamaño: 17 x 21 cm


Reseña

Cuando empecé esta reseña pensaba en diferentes títulos que rompían la convención de que el álbum es un soporte de unas 32-36 páginas de extensión. Cuando reflexionaba en esos títulos los graduaba en mi mente, desde la narrativa visual del cubano Ajubel en Robison: una novela en imágenes inspirada en la obra de Daniel Defoe (Media Vaca, 2008), pasando por otros álbumes que han pasado por el blog como Noche de tormenta (Lemieux, 2000), Duelo al sol (Marsol, 2019) o The rock from the sky (Klassen, 2021) o Le plus bel été du monde (Delhine Perret, 2021) próximamente en el blog. Obviamente, hay más títulos que traspasan esa frontera de la extensión e incluso con el empleo de lenguajes de otro tipo de narrativas gráficas (como el cómic, por ejemplo), pero tendría una conexión con He visto un pájaro carpintero (Skibinski, 2020) y el expresionismo de Ala Bankroft en sus ilustraciones. Pese a que la temática y la perspectiva es diferente, ambas parten del reflejo biográfico, como en este El pájaro que llevo dentro vuela adonde quiere. En la información editorial de la contracubierta se define como “novela ilustrada” y por la función que tienen texto e imagen se podría entender como álbum ilustrado. Supongo que muchas veces el problema es el circuito en el que se mueven las obras, se asocia a los autores o al público al que se quieren dirigir. O, simplemente, el problema surge en querer clasificar todo de manera categórica. Discusiones que muchas veces nos recuerdan los prejuicios y convenciones.


La autora e ilustradora sueca Sara Lundberg concedió una interesante entrevista sobre el proceso de creación para la página Picturebookmakers (enlace) y cuenta que este proyecto le llevó dos años para completarlo. Los resultados en premios, traducciones a otras lenguas e interés de la crítica con la inclusión en la lista de los White Ravens en 2018. La narrativa se centra en el traslado ficcional de la infancia de la pintora sueca Berta Hansson (1910-1994) e inspirado no solo en sus diarios y correspondencia, también en la obra pictórica de la artista. La voz de la narración se pone en primera persona para trasladarnos a otro tiempo y el reflejo de las dificultades de romper con las convenciones sociales en un pequeño pueblo donde crece la protagonista. Empleando prioritariamente la ilustración a doble página, además de la página sencilla, el texto nos traslada a su entorno familiar donde conocemos a los integrantes de su familia y su relación con ellos. Principalmente, uno de los aspectos clave está en qué supone crecer como mujer en un pueblo a principios del siglo pasado. Crecer con una visión personal, con una voz propia y que esta sea silenciada o quiera ser soterrada. Divertidas anécdotas con sus dibujos en la escuela y la supresión de cualquier atisbo de pensamiento divergente. En el ámbito de la pintura sueca, me resulta imposible no recordar a otra pintora como Hilma af Klint (1962-1944) cuyas pinturas se conectan con los pioneros del arte abstracto, incluso precediéndola, pero que estuvieron cogiendo polvo mientras que otros autores se convirtieron en las figuras emblemáticas y pioneras de dicho movimiento.



La obra de Berta Hansson estaría más conectada con el impresionismo y este tipo de ilustraciones son las que Sara Lundberg traslada con delicadeza en su obra: a veces de manera más esquemática y otras con una gran precisión de detalles. La simbología de los pájaros de arcilla, la preocupación por el estado de salud de la madre (inevitablemente me acuerdo de Mi vecino Totoro), el deseo de escapar, el descubrimiento del arte y de personas que pueden entender su voz (su tío, el médico del pueblo), la pérdida, la rebelión a sentirse callada, escapar y volar. Ese diálogo y pugna interna que le llevan a dudar de sí misma, cuestionarse y verse aprisionada entre continuar con la labor que se le supone dentro de su familia o el de explorar su propia voz. Las ilustraciones evocan perfectamente esas sensaciones y las vivencias de la protagonista, los paisajes y algunas en las que se prescinde del texto: el silencio cuando sube a los árboles, el recuerdo ingrávido junto a su madre, el humo por la puerta en su huida, la contemplación de las pinturas en casa del médico y, como cierre, la vista de pájaro del pueblo. Perfecto reflejo de la libertad soñada.


Las bellas metáforas visuales que acompañan al texto tienen un lugar recurrente: sus manos. Nos coloca la autora en su punto de vista, en el espacio de creación (con la referencia interpictorial con el fresco de Miguel Ángel y La creación de Adán) de sus dibujos, su experimentación y la melancolía que acompaña al texto (también en el momento que remueve el puchero). Las ilustraciones están cargadas de un elemento poético y simbólico que nos acompaña a través de los paisajes, su mirada perdida entre su melena, la soledad del prado, la calma de sus pies en el río para extraer la arcilla, el paso de las estaciones desde las vistas panorámicas. Un juego de planos que nos va ubicando en el espacio inferencial de un relato donde participamos como observadores ante una mirada esquiva y melancólica. El texto conciso deja un espacio metafórico en el acompañamiento de la ilustración, amplía la recepción y en conjunto es una experiencia lectora que se paladea en todas sus dimensiones. Como expansión, el epílogo biográfico de Alexandra Sundqvist sobre Berta Hansson termina de ubicarnos temporalmente en el contexto de su infancia, su interés por Manet, Monet y Gaugin y Van Gogh y el descubrimiento de sus pinturas para la primera exposición que realizó en Estocolmo.



En resumen, El pájaro que llevo dentro vuela adonde quiere es una joya ilustrada, o cómo se quiera bautizar a esta narrativa gráfica, y cuyos reconocimientos evidencian el perfecto acompañamiento de la infancia de una autora en una época en el que las convenciones sobre el papel de la mujer en el arte estaba cuestionado. Un perfecto recordatorio en una época en el que las biografías ilustradas suponen una tendencia estable en el mercado editorial (no siempre con buen gusto) y la reflexión personal sobre la incomprensión del pensamiento divergente. Un interesante recordatorio que, en la actualidad, debemos seguir cuestionando ante el auge de tendencias políticas que se ubican en la negación y persecución del divergente. Al hilo del pájaro y la representación de la libertad, el recuerdo y la esperanza con un maestro como Marco Lodi y el 50 aniversario de Cipì, una obra que nos recuerda a otro tipo de mirada en la escuela y de aquellos que miran por la ventana con la cabeza llena de curiosidad. Como no, también pájaros.


Sara Lundberg, como bien decía en la entrevista a la que hice anteriormente mención, esta es una historia sobre no traicionarse a uno mismo, de seguir los dictados del corazón. Pese a que eso conlleve contradecir y rebelarte ante quienes más quieres (y, a su modo, te quieren). No podía dejarme el acompañamiento musical con un hit del pop sintetizado de Bronski Beat, aunque en este caso es otro tipo de huida, la necesidad de volar que se materializa en esta frase de la canción: “But the answers you seek will never be found at home”.



 





Fran Martínez

https://www.instagram.com/caballo_de_carton_azul/

 

 

Instagram Sara Lundberg

https://www.instagram.com/lundbergskan_sara/?hl=en

Web Sara Lundberg

http://saralundberg.se/

Web editorial Galimatazo

https://www.galimatazo.com/libro/el-pajaro-que-llevo-dentro-vuela-adonde-quiere




sábado, 23 de abril de 2022

Entradas en azul. Naturaleza poética para celebrar el Día del Libro 2022

 


Feliz día del libro






Título: Zum Zum: el viaje de la semilla

Autora: María José Ferrada

Ilustrador: Marcos Peschetta

Editorial: A Buen Paso

Año: 2021

Páginas: 36

Tamaño: 16 x 22,9 cm.



Reseña

En esta entrada dejaremos paso a que la poesía brote en el soporte del álbum y en sinfonía con la primavera que nos llena la cabeza de pájaros. Las cuatro obras son diversas, pero comparten la apreciación poética por el ciclo de la vida en la naturaleza. Aprovechamos que hoy se celebra el día del libro y parece que la vida vuelve a recobrar el bullicio de la calle para su reflejo en diferentes álbumes que me atraen por diversas razones. La fundamental: la aproximación del lenguaje poético a la infancia a través de objetos estéticos. También la diversidad de recursos poéticos en el texto, en el modo semiótico de la ilustración y la presentación material comparten una misma unidad narrativa: la doble página.

Esta primera entrada es para uno de los grandes nombres de la literatura hispanoamericana como es la chilena María José Ferrada. Hemos recorrido por el blog diferentes de sus obras en otras entradas, recordamos hoy el libro acordeón Un jardín junto a Isidro Ferrer, y el interés por la metáfora de la semilla como el origen de la vida con otro leporello como el de Neus Caamaño al texto de Mar Benegas con Una pequeña semilla. La cuidada edición del diseño de A Buen Paso junto a las ilustraciones de Marco Paschetta con la humanización de la semilla se encuentra desde las guardas iniciales y finales. En estas no solo se refleja el camino, con la semilla ubicada en lo alto de un tobogán, sino el sentimiento dubitativo y temeroso que implica la primera vez. En la vida, todos somos debutantes pues solo hay una. Ese camino no es una línea recta, donde el desplazamiento es constante, sino sinuoso como bien se muestra en la geometría ondulada de dicho tobogán.



Las metáforas entre la vida de la naturaleza y de los humanos, ambos seres vivos, se refleja con una prosa delicada y bellas metáforas que tienen la capacidad para cumplir una doble función: el poético y el rítmico. Para hablar del latido de su corazón se refiere a él como un caracol blanco y en la siguiente doble página sus versos se acompañan de sonidos rítmicos sobre su paso (pachín pachín) y por diferentes medios (por el agua se replicará desde la palabra la sensorialidad: zap zap). Con repeticiones y sonidos se avanza en el camino de la semilla, observamos su ciclo y diseminación, la intervención silenciosa en el sueño del resto de los elementos, el paso del tiempo y todo rodeado de sonidos que nos envuelve y abraza. Como a su protagonista. Un texto preciso y bello, divertido y poético sin ampulosidad. Una pompa que se basa en la sencillez, intimidad y el sincretismo, pero muy alejado de la simpleza que hace de este álbum una maravilla. Como la vida que en la última doble página rompe la cuarta pared al interpelar directamente al lector tanto en texto como en imagen (sus protagonistas establecen un contacto directo con su mirada al lector).



Web A Buen Paso

https://www.abuenpaso.com/libro/zum-zum-el-viaje-de-la-semilla/

Instagram María José Ferrada

https://www.instagram.com/mjferradalefenda/?hl=es



 

Título: Ya sé cultivar el huerto

Autora e ilustradora: Elena Odriozola

Editorial: Ediciones Modernas el Embudo

Año: 2022

Páginas: 22

Tamaño: 18 x 16 cm.

Colección: Que ya sé



Reseña

La nueva entrega de Ediciones Modernas el Embudo, cuya labor editorial ya ha pasado por aquí en diferentes entradas, es la tercera entrega de la colección Que ya sé con Ya sé cultivar mi huerto. En esta recuperamos a su protagonista y su perro enfrascados en la tarea de cultivar el huerto. Asistiremos en su texto en verso al paso del tiempo y la sorpresa en el despliegue para conocer el efecto de cada acción y en la que nos detendremos en los detalles que se revelan en el entorno (el pájaro, el interés del perro, el paseo del caracol o el botín del erizo). En la página izquierda, el conjunto de elementos necesarios para la tarea en cada momento del tiempo. Un tiempo que descubrimos y que en su texto rimado también encapsula la sabiduría de los refranes. Un ejemplo de este tipo de sabiduría contemplativa: “Cuando el pájaro la pica, es que la fruta está rica”. El diseño impecable y cada elemento cuidado con mimo y al detalle. Álbumes para la primera infancia que se circunscriben a la mirada curiosa al mundo que les rodea, su interés por la naturaleza y el reflejo por su papel autónomo. Álbumes pensados para sus manos y sus sentidos.



Recomiendo que a las personas interesadas en sus obras se suscriban a su newsletter y así se adentren en el diario de creación de este álbum por parte de Gustavo Puerta y Elena Odriozola. Como también es el día del libro, y en el blog tendemos hacia títulos de editoriales que tienen una apuesta decidida por la calidad en su labor editorial, es pertinente reflejar el descontento con la práctica de las grandes cadenas comerciales y el trato hacia los libros. Hoy, es un buen día para mostrar la otra cara de todo aquello que lleva la edición de un libro y recomiendo las últimas entradas en el Instagram de Elena Odriozola dedicadas a esta última obra (en especial la carta pictográfica con la que ordena los títulos de la colección).



Web Ediciones Modernas el Embudo

https://modernaselembudo.com/libros/ya-se-cultivar-el-huerto/?v=2fb7284eba87

Instagram Elena Odriozola

https://www.instagram.com/elenaodriozolaillustration/?hl=en

 

Título: Poemario de campo

Autor: Alonso Palacios

Ilustradora: Leticia Ruifernández

Editorial: Libros del Jata

Año: 2019

Ed. Original: Orecchio Acerbo, 2017

Páginas: 96

Tamaño: 24,9 x 11,3 cm.

Reseña

El poemario del maestro y escritor Alonso Palacios es otra pequeña joya en la que acompañar la mirada a la naturaleza de una manera poética. En sus breves poemas, a modo de haikus, recorremos los parajes ilustrados con gran delicadeza por las acuarelas de Leticia Ruifernández (recomiendo la sensibilidad de La caja de colores a texto de Estrella Ortiz que vendría como anillo al dedo a la temática de esta entrada). En la información editorial leemos cómo se gestó este poemario: “De todos los poemas que había, (más de cien), han entrado en este Poemario tan solo aquellos cuyos protagonistas se cruzaron en el camino de Leticia durante la primavera y el verano de 2015. Hubo algunos animales que, como el saltamontes, aparecieron y una vez pintados, Leticia se daba cuenta de que no tenían poema. Entonces Alonso creaba uno exprofeso para ellos” (web libros del Jata). También encontraremos este camino en los peritextos biográficos al final de una obra deliciosa.


Es una obra que ha recibido diferentes distinciones y que se publicó originalmente en italiano en 2017 por la editorial Orecchio Acerbo. Además, fue una obra galardonada con el premio de poesía Oreste Pelagatti en 2019 o la distinción entre los mejores libros que selecciona la Fundación Cuatrogatos en 2021. Parabienes hacia una obra delicada en el recorrido por una decena de elementos del campo: árboles, bichos, pájaros, flores y frutos. El poema 41 es para la lagartija, con un divertido juego con el proceso creativo que le ha dejado sin dibujo. También tiene un componente de libro informativo al expandir la información de cada elemento que no solo nos ofrece su nombre (por ejemplo, golondrina: hirundo rustica) y su descripción, también se expande con la asociación de textos vinculados a la tradición oral como adivinanzas (“de negro y en procesión, adivina quiénes son”), dichos, versos, canciones y poemas. Recupero el haiku de Kobahashi Issa (“Bajo la sombra/ del cerezo en flor/ nadie es extranjero”) y el recuerdo a la reseña de Little Tree/Petit arbre de Katsumi Komagata.


Las acuarelas de Leticia Ruifernández me transmiten esa paz que evoca en mi mente a Asun Balzola y Chihiro Iwasaki. Entre haikus y poemas breves leemos en tres versos la poética del campo. Dos ejemplos:

“En la paz de los campos/ solitarias encinas:/ barcos.”

“La naranja desnuda/ es simetría perfecta/ con sus gajos de luna.”

Los versos Alonso Palacios reflejan la mirada delicada y sensible, en su sincretismo la ilustración adquiere un carácter evocador perfecto en unión al texto. Una poesía sensorial, una ilustración expansiva, un formato cuidado desde el cofre que envuelve este poemario, su cubierta y contracubierta con relieve de flores que nos facilitan la entrada plenamente sensorial de la poesía. Fragmentos de vida y diferentes perspectivas para recorrer el campo con una mirada palpitante. Una auténtica delicia cuidada hasta el último detalle.

 

Web Libros del Jata

http://www.librosdeljata.com/libros/poemario-de-campo/

Instagram Leticia Ruifernández

https://www.instagram.com/leticia_ruifernandez/?hl=en

 


 

Título: Le temps des couleurs

Autora e ilustradora: Anne Bertier

Editorial: éditions MeMo

Año: 2013

Páginas: 60

Tamaño: 15,5 x 15,5 cm.




Reseña

Cerramos este día del libro con una mirada a las estaciones y volvemos al sincretismo del haiku como expresión poética. En este caso la autora, la francesa Anne Bertier, nos lleva de la mano de versos de colores (bonitos acompañamientos a estas lecturas la obra de Carlos Pellicer, Colores con brisa, o la de Jorge Luján, ¡Oh, los colores!) para el reflejo del paso del tiempo en las diferentes estaciones. La estilizada y minimalista obra de Anne Bertier también nos lleva a imagiarios para el invierno y el verano, el juego con las transformaciones de las formas en Miércoles. Aunque hay álbumes que me parecen irresistibles con las transformaciones axiológicas de conceptos abstractos a partir del juego lógico-matemático con su colección de álbumes relacionados con las operaciones matemáticas (suma, resta, igualdad, multiplicación y división) o la construcción de personajes a través de los números. Libros de primeros conceptos con una propuesta estética basada en el uso del blanco/rojo/negro como paleta cromática y potenciación del estilo.


En la celebración de las estaciones y de la naturaleza, sus haikus (en la página izquierda) se asocian a las imágenes que se extienden en tono y color a la doble página. A veces esquemáticas, otras detallistas y expansivas, otras simplemente con el color como protagonista.  Como ejemplo, el amarillo encuentra estos versos que traduzco del francés: “Mediodía/ verano/ ni la sombra de una sombra”. Otro ejemplo expansivo de la mira poética a la naturaleza y la aproximación al mar: “las mallas del sol nadan en el fondo del mar” y nuestra vista es el difuminado color verde rodeado de siluetas blancas como espuma de mar que traspasan el pliegue central como si fuera la orilla. Versos evocadores, metáforas sensoriales y el acompañamiento preciso de la ilustración para complementar en nuestra mente el recuerdo de esas sensaciones, fragancias, sonidos, gustos (como el de la almendra),… Pequeñas cápsulas poéticas para ampliar la experiencia de nuestro alrededor. Me gustaría terminar con su mirada a la resina: “El cedro sangra bajo el sol/ lágrimas de oro marrón”. Nuestras siluetas piden primavera, vida y recuperar la curiosidad sensorial. El contacto con el libro. El florecimiento con él en sus manos. El viaje poético de las palabras. El aleteo de los colores. El abrazo literario.

Feliz día del libro.

Web éditions MeMo

https://www.editions-memo.fr/livre/le-temps-des-couleurs/ 

Web Anne Bertier

http://annebertier.fr/

 

Fran Martínez

https://www.instagram.com/caballo_de_carton_azul/

 





viernes, 22 de abril de 2022

Entradas en azul. Kaori Takahashi y sus libros objeto en Tara Books

 

Título: Knock! Knock!

Autora e ilustradora: Kaori Takahasi

Editorial: Tara Books

Año: 2015

Páginas: 44 (fold & unfold)

Tamaño: 13 x 19 cm


Reseña

El curso pasado participé en un Seminario sobre el objeto libro y en aquella comunicación analizaba algunos aspectos formales de las propuestas de Antonio Ladrillo (en esta entrada) y los de la japonesa Kaori Takahashi. En esta entrada recupero los dos títulos publicados para la editorial Tara Books y para celebrar la traducción al castellano por la editorial MTM (Pon Pon: ¿dónde está mi osito?). No podéis perderos esta referencia para vuestra biblioteca de aula en Educación Infantil. El curso pasado empleé estos álbumes (los de Antonio Ladrillo y Kaori Takahashi) para diversos talleres el mes de julio en mi escuela de verano y os aseguro que fueron un auténtico éxito. Con los de Antonio Ladrillo fue sorprendente cómo la ambigüedad inicial fue dejando paso a su exploración y construcción de significados a través de la manipulación. Aquellos días tenían como lecturas para el inicio de la jornada una selección que incluía muchos títulos que exploraban la materialidad del objeto en la construcción de su discurso narrativo y álbumes sin palabras. Fue realmente divertido verlos, crear historias, escenificarlas, sorprenderse con los pliegues o explorando sus dimensiones físicas con fascinación y adentrándose en todos los detalles. Incluso acabaron relacionando los libros de Munari o de Enzo Mari con estas obras.


En el caso de los álbumes de Kaori Takahashi nos centraremos en los recursos que emplea en una narrativa divertidísima y con la sorpresa que supone el juego de tocar a la puerta y adentrarnos en universos paralelos. Comenzamos con el propio formato del libro: un cofre que esconde al libro y con forma de ladrillo, dado que la historia se cimenta en la estructura de un edificio. La propia arquitectura del objeto tiene una relevancia narrativa. En este álbum, con la onomatopeya del golpeo a la puerta, encontraremos el viaje (para mí hay una conexión con el viaje por el barrio de Madlenka de Peter Sís) de la niña por todas las plantas del edificio para encontrar a un osito. El juego de búsqueda y el suspense ante la pérdida de su peluche preferido se materializa en el espacio narrativo y físico, al desplegar sus páginas en horizontal (pisos del mismo nivel) y en vertical (para subir de planta. Como una escalera de Jacob como analizó Kümmerling-Meibauer (2019) al destacar la importancia de la materialidad desde las primeras edades.


La alteración de las dimensiones de la lectura hasta la completa extensión del códex hasta convertirse en una lámina completamente desplegada (de gran tamaño, entre ellos se ayudaban para sujetar y narrar la historia). Narrativamente, tiene una construcción clásica: la situación inicial de calma que se rompe ante el conflicto de la pérdida y la resolución con su encuentro. A partir de esa sencillez, el despliegue de los límites convencionales del libro nos muestra esa progresión en cada piso y con una fórmula repetida: “toc-toc, ¿has visto a mi osito?” a cada vecino. La sorpresa es la revelación de cada vivienda en una especie de dimensiones culturales fuera del tiempo en la que encontraremos diferentes alusiones culturales (desde yokais, como el Tengu o el Kappa, a Santa Claus) y espacios suspendidos en el tiempo. Cada despliegue es la búsqueda de una nueva sorpresa. En ese viaje, se darán al unísono la acumulación de elementos que seguirán desde cada vivienda a la niña en su búsqueda: el gato, el lagarto, la mariposa…

Traducción 2022 al castellano MTM (web)

Lectura en horizontal y vertical que se compaginan hasta llegar a la azotea del edificio y que, posteriormente, se volverá a desplazar hacia abajo en la vuelta a la vivienda (y en esa vuelta cada personaje que le hacía compañía volverá a su vivienda). La secuenciación de sus pliegues y desdobles pauta la lectura en su orden correcto (la exploración está guiada desde su arquitectura). También el ejercicio de doblarlo hasta el estado inicial. Quizás en ese momento se den cuenta de que mucha de la información estaba escondida en el primer pliegue. Unido a esta explosión material, el color también muestra dos estados diferenciados: el blanco y negro para reflejar el suspense y la ansiedad por encontrar el osito y el color para la entrada a cada domicilio. Ese juego entre color y blanco y negro tiene mucho de cinematográfico y nos puede recordar también títulos de John Burningham. Es una obra en la que todos sus elementos tienen una cuidada presentación y significación, representando una obra de gran riqueza visual para primeros lectores.

Este título de Kaori Takahashi me resulta una maravilla dado que el conflicto apela a un mundo tan íntimo como la pérdida de su peluche preferido conecta emocionalmente desde la sorpresa de la arquitectura del objeto libro. Una auténtica joya imprescindible en cualquier aula de educación infantil.


Como expansión a esta reseña, especialmente ideados como libros-juego a partir del juego de cucú-tras, la colección de cuatro libros en Peek-a-book (Tara Books, 2019) en la que volvemos al juego de despliegue y búsqueda a través de una narración silente basada en la sorpresa del despliegue. No son álbumes sin palabras dado que incluyen las onomatopeyas en sus narrativas que juegan con el propio título a modo de resolución de la pregunta que plantean. Tenemos la tensión de Birthday surprise con la que cada despliegue (flip & unfold) nos revela nuevos detalles que desconocemos dado un título que nos deja en intriga. La sorpresa de cumpleaños y la ampliación del espacio con la aparición de nuevos personajes que nos llevará a cuestionarnos e inferir el papel de sus personajes. Visualmente tendrán que globalizar el argumento, inferir y extraer conclusiones. Una efectividad que se traslada en diferentes títulos como a la pregunta ¿Quién tiene hambre? (Who’s hungry?) o en disposición horizontal con la materialización de (Boo!) y en el que se aproxima al juego de causa-efecto en la secuencia del desdoble. Álbumes para prelectores que les prestigian, resistentes (cartoné) para que manipulen libremente y tengan una sorpresa escondida en cada paso de página. Espacios, acciones, personajes que interpelan a su universo, pero con una presentación excepcional y con la que volvemos al diseño total y la ruptura de fronteras. No los dejen escapar.



 

Fran Martínez

https://www.instagram.com/caballo_de_carton_azul/

 

 

Instagram Kaori Takahasi

https://www.instagram.com/sketch_tkhskaori/?hl=en

Web Tara Books: Peek-a-book! (Birthday surprise; Boo!; The Tree; Who’s hungry?)

https://tarabooks.com/shop/peek-a-book-set-01/

Web Tara Books: Knock! Knock!

https://tarabooks.com/shop/knock-knock/

Web MTM: Pon-Pon ¿dónde está mi osito?

https://mtm-editor.es/producto/pon-pon/

 

Referencias

Kümmerling-Meibauer, B., y Meibauer, J. (2019). Picturebooks as Objects. Libri et Liberi, 8(2), 257–278. https://doi.org/10.21066/carcl.libri.8.2.1 

 

 

jueves, 21 de abril de 2022

Entradas en azul. Julie Safirstein y el diseño total

 


Llevaba tiempo detrás de crear una entrada dedicada a la artista parisina Julie Safirstein (Paris, 1977) en la que celebrar las maravillosas obras que ha editado. En esta entrada recupero tres de estos títulos con los que disfruto a diario en el aula de mi escuela con un alumnado de 2-3 años. Desde una propuesta que la conecta con aquella etiqueta de “libros de artista”, pero que se aproxima desde la apreciación de los primeros lectores desde el diseño total del formato álbum y la metodología proyectual de Enzo Mari, Bruno Munari y Katsumi Komagata. Desde la plasticidad de conceptos relacionados con la primera infancia, encontramos una serie de títulos en los que la universalidad del lenguaje visual desde sus conceptos más elementales sirve para construir obras que expanden sensorialmente la experiencia lectora. Me encantaría comenzar este recorrido con la colección Poésies dessinnés de 2012 que consistía en una trilogía de libros en acordeón sobre poemas de Boris Vian (Possion d’avril), Jacques Prévert (En sortant de l’école) y Gérard de Nerval (Les papillons) publicadas en Maeght Éditeur (sí, pensarán en Warja Lavater). Desafortunadamente, aún estoy tras ellos. También para Maeght Editeur, Ah! Sunflower con el texto de William Blake.

enlace web Julie Safirstein: http://www.juliesafirstein.com/#page11

Afortunadamente (hola, Remy Charlip) contamos con una bonita trilogía de títulos en los que desgranar parte de su concepción del objeto-libro y aquello del libro como objeto transicional/transaccional (sí, Rosenblatt y Winnicott) en la exploración desde las primeras edades. Una exploración no solo de textos, sino en la multimodalidad del álbum como objetos estéticos. De esta manera nos detenemos en Le jour, la nuit, tout autor [Night and day] (2013/2017) editado por hélium y ganadora del Premio Sorciéres. Una maravilla de libro de primeros conceptos en los que sus dimensiones (27 x 33 cm) nos muestra la capacidad con la sorpresa a través de diferentes mecanismos integrados en cada doble página en los que jugar con los opuestos, la identificación de los colores, tamaños, formas, números y diferentes conceptos espaciales. 




Con las solapas también recordamos los juegos de la colección Little Eyes a medida que descubrimos un concepto (por ejemplo, tamaño) con la asociación de un color sobre otro significante. Tan aparentemente sencillo, tan preciso que es un libro que se convierte en uno de los favoritos en los espacios de lectura en el aula. Sus caras de sorpresa en el juego de descubrimiento, la precisión de sus dedos al pasar la página y explorar libremente sus dimensiones y compartirla cuando se encuentran ante las páginas centrales en los que cambian la horizontalidad por la verticalidad en su manipulación. 



Libros para ser manipulados y que me recuerda a una conferencia de Katsumi Komagata en la que se le por la fragilidad de algunos de sus álbumes (y su precio) por parte de una maestra. Me gustó su respuesta (tan zen): también debemos enseñar a relacionarnos con los libros con delicadeza, de la misma manera que debemos tratar a las personas. Juegos con el volumen, la tridimensionalidad en la flor de la última doble página y como la secuencia de conceptos se finaliza en la contracubierta cuando cerramos el libro. Una auténtica joya para primeros lectores a los que además se le acerca desde una propuesta visual en la que las siluetas, los contrastes entre colores y el minimalismo expresivo alcanza una gran resonancia. Un juego con las formas que en la literatura infantil indudablemente nos llevan hasta el clásico de Leo Lionni, Pequeño azul y pequeño amarillo o en el arte, al movimiento De Stijl o al minimalismo abstracto.



La siguiente muestra de su concepción del libro como una experiencia abierta a la exploración se encuentra en Bloom publicada por la sensacional editorial Éditions du Livre (en la web leemos: libros de artista para niños) y les invito a que exploren su catálogo con libros que también proponen un juego. Ejemplos notables como Hello Tomato de Marion Caron y Camille Trimardeau, la colección reseñada hace tiempo en el blog de Antonio Ladrillo (con Dots, Colors, Lines, Spaces, Strips) o los juegos visuales de Fanette Mellier. Un ramo de flores que manipulamos y donde se superponen los colores, los pétalos nos ofrecen nuevas posibilidades como si del vuelo de una mariposa se tratase. El mismo vuelo y apertura que alimenta la imaginación y la creatividad. En definitiva, la creatividad es un proceso circular basado en la iteración y en el que la ruptura o alteración de la presentación habitual del soporte ofrece un espacio para la ambigüedad, la exploración, los callejones sin salida y la voluntad por su superación. Siendo conscientes de la importancia de la liberación de un texto o de las restricciones de la direccionalidad única, nos enfrentamos a una obra cuyo concepto es irresistible. 



La trilogía de títulos se cierra con Et j’ai rêvé le jour (Albin Michele Jeunesse, 2021) con una bella metáfora del ciclo y la creación. Su extensión también excede las convenciones tradicionales del álbum de 32-36 páginas hasta alcanzar las 80 con un tamaño más habitual (15 x 20 cm). Desde una narración circular descubriremos y en primera persona descubriremos el paso del tiempo que comienza en la oscuridad del negro, ocupando la doble página (en un tiempo y espacio indeterminado) en el que comenzaremos a reconocer a la voz narrativa (un diminuto círculo negro perdido en esa inmensidad). Las metáforas visuales nos pueden llevar al momento de concepción (ese medio acuoso que se desplaza bajo sus pies) y la explosión (ocupando el centro y la atención como si nos recordase a las lecciones de Molly Bang) que da inicio a este pequeño universo narrativo.

 



Unida a la progresión emocional, el blanco y negro forma parte del inicio de la narrativa y el juego de presentación de formas, colores y nuevos significados emplea también el juego con páginas transparentes para cambiar en el paso de página el sentido a la narración. Un espacio en blanco y negro que nos recuerda a las etapas iniciales del desarrollo de la vista desde el nacimiento (un mundo en blanco y negro que explorar mientras se define el cristalino del ojo). Llegarán nuevas combinaciones, los caminos serán múltiples y aparecerá el color, sus combinaciones mediante superposición, los tamaños, la intensidad, las formas y la construcción desde los elementos más elementales de una mirada más compleja (volvemos a recordar que Little Eyes de Katsumi Komagata también sigue una progresión relacionada con las capacidades de pensamiento y el lenguaje desde la primera infancia). Después, objetos concretos (un guijarro, una hoja) y miles de posibilidades en la combinación y celebración del aumento en la capacidad perceptiva.



Posibilidades infinitas que nos traen flora y fauna, paisajes, días y noches. Siluetas humanas que nos recuerdan a Matisse, el baile de la vida, de los lugares, del lenguaje y de las historias. Historias sin fin (hola, Iela Mari), que vuelven al punto de partida y, ahora, saldremos sin frío y sin miedo. La creación, su representación con una forma circular, la vida (con sus sombras y el caos hasta la luz). Un texto poético y abierto a diferentes interpretaciones filosóficas, pero que no escapan del imaginario del lector infantil y la relación con sus diferentes conceptos. Principalmente, la capacidad de asombro y de curiosidad en sus miradas a través de la acumulación de detalles que se superponen. Una bella metáfora para cerrar los ojos. Tal vez por hoy. Tal vez, para siempre. De nuevo, la concepción visual y su diseño consiguen que ese paso de página revela una sorpresa cada vez mayor y la atención sea permanente. Otra joya de Julie Safirstein con la que cerramos la entrada de esta semana.

También me gustaría aprovechar esta entrada para agradecer el convite a la comunidad del Pipiripao encabezada por Félix Albo esta semana. Fue una grata velada donde compartimos pasiones y opiniones alrededor del álbum y las narrativas visuales. Un gustazo.

Instagram Julie Safirstein

https://www.instagram.com/juliesafirstein/

Web Julie Safirstein

http://www.juliesafirstein.com/

Web hélium editions

https://helium-editions.fr/en/livre/le-jour-la-nuit-tout-autour/

Web Éditions du Livre

https://www.editionsdulivre.com/livre/bloom/

Web Albin Michele

https://www.albin-michel.fr/et-jai-reve-le-jour-9782226448026

 

Fran Martínez

https://www.instagram.com/caballo_de_carton_azul/

 








jueves, 14 de abril de 2022

Entradas en azul. Mario Brassard. A qui appartiennent les nuages? (il. Gérard Dubois).

 

Título: À qui appartiennent les nuages?

Autor: Mario Brassard.

Ilustrador: Gérard Dubois

Editorial: La Pastèque

Año: 2021

Páginas: 96

Dimensiones: 17,8 x 24,1 cm. Tapa dura

Idioma: francés

 


Reseña

La obra À qui appartiennent les nuages? de Mario Brassard fue la ganadora en la categoría de ficción en la última edición de la Feria de Bolonia. Un galardón que inevitablemente despierta la curiosidad entre el público interesado en este tipo de obras literarias. Definida desde la editorial como un álbum, la categorización en este caso resulta algo ambigua como para encerrarla dentro de un tipo de narrativa gráfica. Supongo que son cosas del circuito en el que circulan estas obras y el prisma investigador con el que se aproximen. Sandra Beckett cristalizó a la perfección bajo el término “crossover picturebooks” un concepto para dejar que la libertad artística de estas narrativas posmodernas siguiera empleando recursos de otras disciplinas gráficas, pictóricas y medios. Un término amplio para definir aquello que rompe convenciones de género y que define su espíritu más que el soporte. Ya sabéis aquello de los atípicos en la campana de Gauss o la distribución normal: en general la mayoría de los valores (digamos, álbum) se distribuyen en torno a una tendencia central, pero existen en menor proporción atípicos. Algunos de estos pasarán en algún momento por aquí.



Al texto del canadiense Mario Brassard sirve para reflejar una narración psicológica de las memorias de Mila y sus recuerdos a partir del encuentro con una fotografía de cuando tenía 9 años. Con sutileza crea una metalepsis entre dos momentos diferenciados en el tiempo: el presente y el pasado de sus recuerdos. Esos fantasmas que nos acechan y reconstruimos como un molde de arcilla como espectros y que el autor plasma perfectamente en los recuerdos de Mila entre la realidad y el sueño suspendido en otro tiempo y espacio. De manera sutil, la portadilla nos ofrece la fotografía de la infancia de Mila y nos adentra en una narración en la que el texto nos irá revelando las voces del relato y nos ubicará en aquel instante cristalizado en una imagen. Las ilustraciones de Gérard Dubois estilizadas nos evocan al pasado desde la paleta de color escogida donde los grises tendrán protagonismo y la incorporación del color (rojo y azul) nos reflejará la tensión y calma del relato. El inicio y la resolución del relato tienen una conexión en la ventana de la habitación y el gato de Mila que aparecerá para expresar ese paso de tiempo.



La perfecta combinación del texto encuentra en la ilustración una mirada cinematográfica en la fragmentación de la imagen y las diferentes estrategias de focalización o las atmósferas de cada espacio. En ocasiones, la fragmentación se materializa con viñetas diferenciadas y otras las imágenes muestran una secuencia de movimientos en el espacio de la doble página. La libertad del soporte, ya saben. Mila intenta recordar aquel momento capturado por su padre en la puerta de su casa (la ilustración nos invita a adentrarnos a través de la ampliación del plano hasta llegar a ser parte del objetivo de la cámara que retrata a Mila). Con sutileza su voz nos lleva a ese momento y sus circunstancias como preámbulo que marque el tono melancólico y personal ante la marcha de su hogar.


Los motivos de la marcha se van revelando entre recuerdos de desazón y preocupación que reflejan un clima pre bélico. En ese viaje, dentro de los recuerdos de Mila, traza una línea entre la ensoñación y la realidad. Un sueño, además compartido y que aterra al resto. Una duermevela inquietante que se expresa a la perfección en las metáforas visuales empleadas por Gérard Dubois. De la oscuridad e indefinición de las siluetas, hasta la ampliación del foco para ver las caras abatidas del éxodo de la gente. Estamos acostumbrados a relacionarnos con la memoria a través de cifras y perdemos constantemente la perspectiva de la interrupción de las vidas, tal y como María José Ferrada explicaba cuando hablaba de Mexique: el nombre del barco. Un ejercicio que mantuvo en el poemario Niños y que resulta desgarrador. Así, la focalización y fragmentación permite una mayor sensación de dinamismo dentro de la contemplación de las dobles páginas que espolean al lector. En el sueño que comparten hay confusión con la realidad y se producen situaciones llenas de lirismo, con la tensión entre la libertad y la opresión militar. Esta se refleja en el papel de su tío con su nariz roja de payaso que nos lleva inevitablemente a Charles Chaplin en el que el arte intenta mostrarse como la última frontera: la libertad del arte como puerta de escape frente al odio, como último bastión del alma. El humo, las pisadas, el cuervo negro, trincheras, rifles, chimeneas, la rabia, el miedo, la tensión y el desconcierto. Todo perfectamente secuenciado para mostrar de manera poética y claustrofóbica la desesperación.



Humaredas que se confunden con las nubes, humaredas que reflejan un bombardeo y la incertidumbre de qué habrá pasado con los que vivían allí. La progresión de una humareda que se acerca lentamente y en el que Mila se pregunta a quién pertenecen las nubes, quién es su dueño y nos cuenta cómo las reparte: las blancas, son las que nos pertenecen y las otras (las grisáceas) a los demás. Aunque, por desgracia, cada vez quedan menos blancas. Pesadillas que se materializan, la dureza de la marcha y el éxodo representado en la difuminación de un grupo de siluetas en desplazamiento con un momento en el que Mila nos interpela en sus recuerdos. Nos cuenta que prefiere evitarnos el recuerdo del dolor físico en el cuerpo: ampollas en los pies, hambre, sed y la fatiga de un horizonte interminable. Es suficiente con experimentar aquel dolor como para revivirlo una vez más.


Para cerrar ese momento temporal y volver al presente, reconocemos su presente y algunas de sus momentos en los que ese recuerdo sigue apareciendo inconscientemente en su vida (haciendo cola en un mostrador) y en el que se recuperan elementos simbólicos del pasado. La nariz roja ahora será la pelota con la que juegan los niños en el parque. Reflexiones sobre su pasado en el presente y un cierre que evocará al futuro a partir del paso de las nubes. À qui appartiennent les nuages? es una obra cautivadora en todos sus elementos, donde el encuentro entre un texto profundamente poético encuentra un acompañamiento perfecto en el diseño (ilustración, secuencia, composición visual) de Gérard Dubois. Méritos de sobra para que se alzase con el galardón en la Feria de Bolonia este año. Una obra que sorprenderá y atrapará a toda aquella persona que se acerque a ella y que no podemos más que recomendar. Una obra en el que las narrativas gráficas siguen difuminando fronteras y desafiando convenciones que están hechas para que se las lleve el viento. Wild is the wind.

Por desgracia, en las noticias seguimos viendo imágenes que nos recuerdan a este éxodo y la brutalidad del poder. Parece que los años 20 de este siglo no tienen nubes blancas. 

Volveremos con pájaros.

 

Fran Martínez

[redes sociales]


Enlace editorial La pasteque






martes, 12 de abril de 2022

Entradas en azul. Kitty Crowther. Va faire un tour. L'école des loisirs

 


Título: Va faire un tour

Autora e ilustradora: Kitty Crowther

Año: 1995. Reimpresión: 2010

Editorial: L’école des loisirs

Tamaño: 16 x 20 cm. Tapa dura.

Extensión: 57 páginas.

Idioma: francés (álbum sin palabras)

 

Reseña

El nombre de Kitty Crowther nos ha acompañado en diferentes entradas durante el curso pasado. Hoy, volvemos con uno de sus primeros trabajos que se publicó originalmente en 1995. La característica destacable es que se trata de un álbum sin palabras (a excepción del título, la dedicatoria y algún titular de periódico que se cuela en la última viñeta) y su narrativa visual recae en la secuencialidad y fragmentación de la página en pequeñas viñetas (dos por página). Aunque esta apreciación proviene más del mundo académico del cómic, la sorpresa no recae tanto en el paso de página sino en el paso entre viñetas. Es un álbum en el que las guardas nos revelarán mucha información de ese viaje y nos puede conectar con las de Travesía de Peter van den Ende o Ben’s Dream de Chris Van Allsburg, entre otros viajes (los más embemáticos, los de Mitsumasa Anno).

El esquema narrativo y la dedicatoria nos llevan a otro lugar conocido como el clásico de Maurice Sendak Donde viven los monstruos. ¿Por qué? Se preguntarán ustedes. La dedicatoria es para ti: que un día maldijo la tierra porque no era como querías. Y, efectivamente, se refleja una riña a las 18:30 de la tarde entre la madre y el pequeño. Lo sabemos por su expresión enfadada, el gesto indicándole una salida… Esa misma viñeta alcanzará otra significación final en dirección hacia un lugar donde algo “aún estaba caliente”. Ya me entienden.


Así, la narrativa visual comienza sin una situación inicial que explique o de un preámbulo (aunque sea visual).  No, directamente al conflicto (recuerden también Madrechillona) El pequeño enfurruñado sale de casa (al contrario que Max), pero sigue en su ensimismamiento realizando un paseo que recorrerá el tiempo, diferentes etapas históricas y eventos, latitudes y medios, ropajes de época. Esto me recuerda a un clásico del cine europeo como Sanatorium pod Klepsydra de 1973 dirigida por el gran Wojciech Has). Eventos fantásticos incapaces de ser descubiertos por nuestro caminante enfurruñado (ahí se establece la relación irónica intraicónicamente) y que nos conducen con interés por cada salto que le rodea en este viaje fascinante para el lector. Su reto: descubrir todos los detalles y establecer una relación de empatía por un personaje que no ceja en su enfado por tierra, mar o aire.

El lector descubrirá tesoros y cabezas cortadas, molinos y semblanzas con pingüinos y el afinado sentido del humor de Kitty Crowther y las diferentes decisiones en el número de viñetas para estructura la secuencia. A veces para crear un gag en cuatro viñetas con su inicio, nudo y desenlace -la de Egipto mi favorita-; otras para marcar espacios entre latitudes y culturas. Obviamente, el lector necesitará un bagaje para comprender la referencia histórica, cultural o alusiones intertextuales (o icónicas) y que se active el componente irónico. Como en el microrrelato de Monterroso: la referencialidad estaba ahí. En la última viñeta el titular del periódico aporta un pequeño chiste y sirve para conectar este álbum estilísticamente con la tira cómica. Un mapa de fantasía y diversión tremendamente recomendable y que, pese a no traducirse en el ámbito estatal, no resulta necesario al recaer todo el peso narrativo en la imagen. Que no es un reto menor, ya saben.



Con este título aprovecho para recomendarles que paseen durante los días festivos y despejen su mente. A más de uno/a le hace falta. 

Y,... Sí. Me refiero a ti (al igual que en la dedicatoria).

Fran Martínez

[redes sociales]