Título: El juego de las formas
Autor
e ilustrador:
Anthony Browne
Traducción: Ernestina Loyo
Editorial: FCE
Colección: Los especiales A la orilla del viento
Año: 2004
Páginas: 32
Encuadernación
y formato:
27 x 28 cm. Tapa dura.
Idioma: castellano
Reseña:
Cerrando el mes de noviembre la nueva visita de Anthony
Browne (Premio Andersen 2000, en la edición del 98 lo fue Ungerer y en la de
2002 Quentin Blake) uno de los autores más queridos, citados y galardonados de
la Literatura Infantil. Es complicado escoger un álbum concreto para hablar de
Browne (previamente reseñé Las
pinturas de Willy y, cuando Sandra se encargaba de este espacio,
pasaron los icónicos Gorila,
Voces
en el Parque o En
el bosque. La lista de favoritos no acabaría aquí y, como muestra, un
pequeño recordatorio de los sensacionales álbumes de su alter ego Willy
(especialmente Willy el Tímido con el que recuerdo las clases con Sara
Fernández y Willy el soñador por su increíble relectura del arte y la
cultura), sus versiones de clásicos como Los tres osos y Hansel y Gretel,
el desternillante Cosita Linda y su pasión por King Kong (también
en formato álbum), abordar los miedos ante los cambios en el núcleo familiar
con Cambios o The visitors who came to stay, la metaficcionalidad
de los Cuentos de osito, el posicionamiento ideológico con Zoológico y,
la obra maestra El túnel. Innumerables muestras del talento y el arte
puesto a disposición de la infancia (y de un lector adulto que conecta con su imaginario)
y que ha sido una invitación al lector para rodearse del museo imaginario de
Browne en sus libros.
Curiosamente, con este álbum la traslación de esa lógica se basó en la intervención de Anthony Browne dentro del TATE con un proyecto llamado Caminos visuales con el que trabajó con un millar de niños y niñas de barrios desfavorecidos a partir de las obras expuestas en el museo para la enseñanza de la lectoescritura. Este juego de las formas también ha sido título de un manual posterior en el que detalla su trayectoria e inspiración siendo el título el nombre del juego que inventó con su hermano para inventar algo nuevo a partir de un elemento dado (algunos recordarán las pruebas psicométricas de creatividad de finales de los años sesenta de Torrance). Así, El juego de las formas es un tipo de álbum que (como ya señalamos en otras entradas sobre los estudios de Beckett) centra su exposición al arte enmarcando (nunca mejor dicho) su narrativa a las situaciones dentro de un museo (como citamos antes a Blake, podemos citar ese Cuéntame un cuadro o Jon Scieszka com MoMa en busca del arte o Mi Museo de Joanne Liu) y las obras artísticas. El álbum también desprende ese tono autobiográfico desde la primera página y el recuerdo de la primera visita a un museo con su familia. La narración en primera persona refleja sus ideas preconcebidas sobre qué habría en el museo, el reflejo de la sensación inicial en la entrada, la extrañeza de enfrentarse a expresiones artísticas conceptuales o abstractas (y con la vista compartida de su punto de vista estando ilustrados de espaldas).
La visita progresa y se descubren aspectos sobre obras expuestas, cómo dirigir la mirada a sus detalles e iniciando juegos a partir del escrutinio de los detalles de las obras (y, en ese encuentra las diferencias, Browne desarrolla su juego de las formas) e incluso, imaginarse dentro de esas estampas (o que estas cobren vida). Un álbum estimulante y el juego final (como recordamos El problema de Iwona Chmielewska o el huevo verde del Test de Creatividad de Torrance) de un álbum que también ha sido objeto de investigaciones sobre arte y libro-álbum tanto desde el enfoque multimodal por Serafini (2015), la citada visita a museos en álbumes en Serafini y Rylak (2021) o como señalaba Evans (2009): “The shape game can be used to ‘teach’ readers how to respond to and appreciate works of art whilst also being a work of art in its own right and at one point Browne shows how to interpret a nineteenth century painting” (p. 180).
En los últimos años también encontramos muchos álbumes que
toman ese juego de la interpictorialidad (otro ejemplo destacado de integración
personal de estos elementos es Gilles Bachelet) para la inclusión de
referencias al arte (obras, autores o corrientes artísticas) y, en el caso de
Browne, el viaje siempre es una exposición a la activación de saberes
culturales, literarios y artísticos reflejados en narraciones que invitan a su
relectura (disfrutándolas desde los diferentes planos propuestos). También hay
ejemplos que han aprovechado esta tendencia para la creación de álbumes
biográficos sobre autores específicos (y, muchas veces, con cierto tufillo utilitarista),
pero disfrutar del surrealismo (su fijación por Magritte) en sus álbumes es
todo un regalo. Disfruten.
Fran
Martínez
Web de la editorial
https://www.fondodeculturaeconomica.com/Ficha/9789681671846/F
Referencias
Evans, J. (2009). Creative and aesthetic responses to
picturebooks and fine art. Education 3-13, 37(2), 177–190. https://doi.org/10.1080/03004270902922094
Serafini, F. (2015). Considering fine art and picturebooks. The
Reading Teacher, 69(1), 87–90. https://doi.org/10.1002/trtr.1382
Serafini, F., & Rylak, D. (2021). Representations of
Museums and Museum Visits in Narrative Picturebooks. 10(1), 45–62.
https://doi.org/10.21066/carcl.libri.10.1.3
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