Título: OTTO. Autobiografía de un osito de
peluche
Autor
e ilustrador: Tomi
Ungerer
Traducción: Susana Andrés
Editorial: Ediciones B
Año: 2011. Original: 1999
Páginas: 32
Encuadernación
y formato:
22 x 30 cm. Tapa dura.
Idioma: castellano
Reseña:
Volvemos con Tomi Ungerer y con un título que comparte la
vuelta de Tomi Ungerer a la publicación de literatura infantil con Flix
(1997), alzarse merecidamente con el reconocimiento a su obra con el Premio
Andersen en 1998, la publicación de su biografía A
childhood under the nazis (1998) y cerrar las heridas con OTTO
(publicado originalmente en Diogenes en 1999 y, siguiendo con el proceso
autobiográfico trasladado a la narrativa infantil) de aquellas imágenes que en
su infancia le llevaron a presenciar la barbarie de la guerra. La mirada del
oso de peluche en la portada, con su mancha de tinta cubriendo su ojo
izquierdo, la marca de bala atravesando el espacio en el que se ubicaría el
corazón y su semblante que nos mira fijamente escondiendo en su narrativa los
horrores de una vida interrumpida por la guerra. Es interesante el mecanismo
narrativo que emplea Tomi Ungerer en este álbum, no solo por colocar a un oso
de peluche como el centro narrativo en el que permanecer como observador de la
guerra, sino por presentar al protagonista en un punto de la línea temporal
narrativa en la que realiza un flashback sobre sus recuerdos: “Otto, te has
hecho mayor”. En la LIJ, podemos encontrar otros ejemplos en los que se
muestra la preservación de la memoria y navegar por recuerdos de otras épocas,
pero lo dejaremos para otras reseñas próximas. En este caso, nos adentramos en
la memoria de la vida de un osito de peluche. Si costura y el recibimiento en
la casa de David como regalo en su cumpleaños. Los juegos con David y Oskar (el
amigo de David con el que compartían juegos, decidieron el nombre para el osito
y se muestra cómo le enseñaron a escribir a máquina después de volcarse la
tinta sobre su rostro). Reflejo del ideal de infancia: juegos, risas y
travesuras.
Esta situación de calma se rompe con la aparición de la
estrella amarilla en la solapa de la chaqueta de Oskar y las explicaciones de
la madre mientras cose: “los judíos son diferentes de nosotros, tienen otra
religión”. Pese a que señala la injusticia y la tristeza en ese fragmento,
tan solo expone una realidad que seguramente era la explicación que se daba en
las casas ante esta situación pese a que como adultos anticipamos todo lo que
vino después. Es curioso como asumimos ciertos discursos en el ámbito
cotidiano, dado que carecemos de perspectiva sobre los acontecimientos. Otto es
entregado a Oskar, dado que David y su familia son llevados junto a otras
familias por los soldados. Una partida que tan solo recibía miradas desde
dentro de las casas, todo el mundo seguía órdenes. También tenemos la otra
visión desde el punto de vista de la familia alemana, con el padre de Oskar
marchando al frente. Finalmente, la llegada de las tropas norteamericanas y los
bombardeos. Es pasmosa la facilidad con la que Tomi Ungerer consigue reflejar
en un mismo relato los tres puntos de vista de la guerra: la voz del pueblo
judío, la de los alemanes y la de las fuerzas aliadas.
En esta parte del relato, empieza el periplo de Otto desde la
explosión que le hizo salir volando. Su visión es desgarradora, pero no ve
ideologías en las muertes, tan solo víctimas del conflicto entre las ruinas.
Nosotros somos los que leemos e interpretamos los símbolos. En el momento en el
que un soldado aliado le encuentra observamos el paisaje desolado, cuerpos
tiroteados, tanques y edificios derruidos en llamas. Un carrito de bebé y una
mano inerte entre las ruinas. Y, en ese momento, el tiroteo que atraviesa a
Otto, pero que consigue salvar la vida del soldado que lo recogió del suelo:
Charlie. Y, Otto, se convirtió en héroe de guerra. También, encontró la alegría
de volver a encontrar un hogar (aunque ahora se llamase Álamo) y una caja de
cartón en la que descansar. Aunque, esa paz, no durase tanto y acabase golpeado
y lanzado a la basura. Penúltima etapa de un trayecto que también muestra la
pobreza de la señora hurgando en la basura y su venta en una casa de antigüedades
para acabar en el escaparate del inicio narrativo (junto a una máquina de
escribir, sentado sobre libros y un cuadro con un interrogante).
El desenlace aún es más emotivo: el reencuentro (el cruce de
miradas) y la reparación. El inicio de una nueva vida con los supervivientes y,
finalmente, el testimonio de Otto que vivió el lado de la derrota en todos los
frentes, porque final en una guerra los bandos están llenos de muertes inocentes.
Tomi Ungerer en esa estampa final del
reencuentro, también introduce elementos en los cuadros que conectan con su obra
erótica con los cuadros mostrando la desnudez de una mujer y, entre los
reflejos de la muerte en el campo de batalla, el ojo morado que nos recuerda a Ningún
beso para mamá es como si emplease todos los elementos que censuraron en su
obra de manera sutil. En el final, el semblante de Otto vuelve a mostrarnos la
sonrisa (pese a que también envejece como sus amigos y usa gafas) del que ha conseguido
resistir a todo tipo de contratiempos, pero también alegrías. Una vida. Un
testimonio de algo que no se puede olvidar (por eso, pese a su sonrisa, queda
un bocadillo con el recuerdo de la casa en llamas). Tomi Ungerer, un maestro.
Fran
Martínez
Web de Tomi Ungerer:
https://www.tomiungerer.com/books/childrens-books/otto/
Otras reseñas dedicadas a Tomi Ungerer:
El hombre niebla: https://elcaballodecartonazul.blogspot.com/2020/12/entradas-en-azul-tomi-ungerer-el-hombre.html
Non-stop: https://elcaballodecartonazul.blogspot.com/2021/02/entradas-en-azul-tomi-ungerer-non-stop.html
Hombre Luna: https://elcaballodecartonazul.blogspot.com/2021/03/entradas-en-azul-tomi-ungerer-hombre.html
Los tres bandidos:
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